28 de abril de 2024

Las paralímpicas

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Estábamos mi mujer y yo en las dependencias de Atención al cliente de la Estación de Chamartín Clara Campoamor, pues habíamos solicitado el Servicio de Asistencia Acerca, que antes se llamaba Atendo. En las mismas dependencias estaban tres jóvenes en sillas de ruedas, que manejaban con sorprendente soltura.

No sé por qué, me acerqué a ellas y les pregunté:

–¿Sois paralímpicas?

Me respondieron con un sonriente sí y la siguiente aclaración:

–Pertenecemos al equipo de baloncesto paralímpico sobre silla de ruedas y nos hemos clasificado para participar en las Paralimpíadas de París.

De no ser por las sillas de ruedas y los voluminosos equipajes sobre unos artilugios metálicos, las tres jóvenes, muy guapas, habrían pasado por chicas sin ninguna discapacidad.

–¿Vais a Santander? –prosigo con mis preguntas.

–No, ahora viajamos a Vitoria –me contesta la que lleva la voz cantante, que sale disparada hacia otra sala del servicio Adif.

Me ha hecho ilusión este breve encuentro con unas jóvenes paralímpicas, ya digo guapas y alegres, a mí que no soy para nada partidario del “citius, altius, fortius”. Más de una vez me he pronunciado en mis artículos y otros escritos contra este lema tan sobrevalorado.

Dedicar toda una vida a arañar unos centímetros o milímetros más de velocidad o de altura, o una mayor fuerza en las competiciones que la requieren, no me parece un ideal satisfactorio en personas sin discapacidad, es decir, según la nueva definición que la RAE da de este término: “situación de la persona que por sus condiciones físicas o mentales duraderas se enfrenta con notables barreras de acceso a su participación social”.

Los competidores sin estas “notables barreras de acceso a la participación social” que dedican su vida a superar unos centímetros o milímetros en las distintas pruebas de velocidad, o de salto, o de lanzamiento, o a ser más fuertes que los contrincantes en los enfrentamientos que exigen tal fortaleza, a mí no me parece que persigan unos nobles ideales.

Muchos competidores profesionales en deportes que exigen constantes entrenamientos y esfuerzos acaban con el cuerpo lleno de lesiones y daños incurables.

Caso distinto es, a mi juicio, el de los participantes en las pruebas paralímpicas. Aquí sí tiene un sentido noble superar las “notables barreras de acceso a su participación social”.

La alegría que rebosaban las jóvenes paralímpicas con las que compartí durante unos minutos la sala Adif del Servicio de Asistencia Acerca de la Estación de Chamartín Clara Campoamor es la prueba manifiesta de su afán de superar tales barreras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

21 de abril de 2024

De los mutantes Pedro Sánchez y PSOE al inmutable nacionalismo vasco

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Si alguien quiere saber lo que harán Pedro Sánchez y el PSOE en un futuro más o menos próximo, que puede incluso ser el instante siguiente, no tiene más que transformar en afirmación lo que Pedro Sánchez o cualquier miembro cualificado de su sumiso PSOE hayan negado, o viceversa, cambiar en negación lo que Pedro Sánchez y el PSOE hayan afirmado tajantemente.

Resulta cansino ocuparse de las contradicciones de Pedro Sánchez, y yo no lo haría, si este personaje fuera un político cualquiera. Pero padecemos la desgracia de que Pedro Sánchez sigue siendo, a pesar de todos los pesares, presidente del Gobierno de España.

Un presidente que no tuvo reparo alguno en afirmar, tras las elecciones generales de 2019, que le quitaría el sueño pensar en un gobierno en el que estuviera Pablo Iglesias y siguió durmiendo tan tranquilo con el fundador y dirigente de Podemos como vicepresidente de su gabinete.

No menos tajantemente sostuvo que jamás pactaría con Bildu –¿cuántas veces quiere que se lo repita?–, hasta que convirtió a los etarras en uno de los apoyos de su legislatura tras las elecciones generales del 23 de julio de 2023, que no ganó.

Ante las elecciones vascas que se están celebrando este mismo domingo 21 de abril de 2024 y cuyos resultados aún no se conocen en la mañana en la que yo publico mi blog, Pedro Sánchez y todo el PSOE en tromba se han lanzado a descalificar a Bildu porque su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, se haya negado a llamar terrorista a ETA, que en sus palabras fue “un grupo armado”.

A tenor de lo que siempre han hecho Pedro Sánchez y el PSOE, demos por descontado que, si les interesa, apoyarán a Bildu y este partido volverá a ser blanqueado, olvidándose su identificación con la banda terrorista ETA.

Una parte muy significativa de mi vida transcurrió en el País Vasco desde mediados de los años cincuenta a principios de los sesenta. Y aunque desde su nacimiento en 1959, ETA a través de su brazo político Sortu mantuvo su lucha contra España, en los años de mi estancia en las Vascongadas –así las llamábamos– no se produjo ningún atentado mortal de ETA: el primer asesinato que la banda terrorista cometió fue en junio de 1968 y tuvo como víctima al guardia civil José Antonio Pardines.

Gane quien gane las elecciones de este domingo en el País Vasco, y gobierne quien gobierne, ya sea una coalición de Bildu y PNV, o el PNV con el apoyo del PSE, o Bildu con el apoyo del PSE que, como hemos visto, lo negaba hasta ayer mismo, a mi juicio el resultado no supondrá ninguna mejora ni política, ni social, ni económica para una población sometida desde hace más de medio siglo al exilio de unos 180.000 ciudadanos y a los intereses de un nacionalismo que recogía las nueces del árbol que sacudía ETA.

El PNV, fundado por el racista Sabino Arana, nunca ha significado para los ciudadanos vascos una alternativa valiosa ni a Sortu ni a Bildu, ni al cambiante PSE, ni al PP, hoy reducido a un escaso número de diputados en el parlamento vasco.

 

 

 

 

 

 

 

 

14 de abril de 2024

El último tren

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

“Hay un ritmo en los pasos de quienes patean las estaciones, una cadencia monótona que seguimos los viajeros, como regidos por un diapasón que marcara el compás de espera en el que nos hallamos embutidos, dentro de un destino común momentáneo y efímero que compartimos, sin habernos propuesto ese encuentro con gentes a las que no volveremos a ver en la vida…”.

Con estas palabras comienza la novela de Hortensia Búa El último tren, que la autora y Angelina Lamelas, en distendida conversación, presentaron el pasado jueves 11 de abril en la tertulia “El libro del mes” en El Espinar.

La relación de amistad de Hortensia y Angelina se remonta a los años en los que Angelina era profesora en el colegio Menesiano del Parque de las Avenidas de Madrid y tenía como alumno a Alejandro Prieto, hijo de Hortensia. A ambas las une su pasión por la narrativa y, en concreto, por el cuento.

La primera y obligada pregunta que Angelina plantea a Hortensia versa sobre el motivo que la impulsó a escribir El último tren, novela que arranca con el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en la estación de Atocha de Madrid.

A Hortensia la movieron a interesarse por las víctimas de ese atentado las noticias que leyó en la prensa sobre algunas de las personas que viajaban en el tren y, en concreto, por una enfermera que iba a sustituir a una compañera y que se entretenía leyendo una novela de Harry Potter. Sobre esta enfermera Hortensia escribió un cuento, titulado Cambio de turno.

En el mismo tren viaja Arthur Kimbal, protagonista de la novela, por cuya mente fluye la torrentera de palabras con las que he dado comienzo a estas notas. Arthur, nos cuentan Hortensia y la novela, reside en Alcalá de Henares, como no podía ser de otro modo tratándose de un amante de Cervantes, y en esta ciudad da clases de inglés. Ha quedado con su amigo Octavio, médico, para visitar en el Museo del Prado de Madrid una exposición sobre los bodegones de Luis Meléndez, aunque después han decidido que visitarán otras pinturas, lo que la explosión que casi acaba con la vida de Arthur impediría.

Ese jueves Octavio no pensaba madrugar, pues era su día libre en el hospital. Pero, al enterarse del atentado, se dirige desesperadamente a la estación de Atocha con el temor de que Arthur haya cogido ese tren. Octavio, casi un hijo para Arthur, será otro protagonista de la historia.

A nuevas preguntas de Angelina, Hortensia refiere cómo Josefina Aldecoa la animó a ella, licenciada en Filología Inglesa y Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, y profesora de Lengua Española y de inglés en EGB, BUP y COU, a escribir narrativa. Así vieron la luz relatos como Negro sobre rojo, El túnel, Ciudades hermanas y Decálogos.

Sostiene Hortensia que el cuento, el relato breve, plantea al escritor una exigencia que no presenta la novela. Yo me permito interrumpir a Hortensia y disentir de ella y de Angelina. A mi juicio, la novela encierra una dificultad que no tiene el relato breve. Yo he sido capaz de escribir y publicar Lo que pudo pasar, una colección de cuentos, mientras que he comenzado varias veces una novela, que se ha quedado en eso, en un comienzo.

A la pregunta de cómo se plantea una narración, Hortensia contesta que primero “dibuja” los personajes, con los que a veces sueña, como también le pasaba a María Teresa León.

Siguiendo con los personajes de El último tren, cobran singular relevancia Sol, la psicóloga que psicoanaliza a Arthur y le ayuda a recobrar sus recuerdos, y Linda, la hija de Arthur, a la que este mismo, después de morir la madre, manda a vivir con la abuela. A mí, y así lo comento, me habría gustado que la autora diera más importancia a esta figura de la hija, que presenció el atentado de las Torres Gemelas. Una asidua y perspicaz tertuliana, Pilar, discrepa de esta opinión y sostiene que todos los personajes de la novela tienen un tratamiento equilibrado.

La pregunta de José Manuel, otro contertulio, sobre la estancia de Arthur en Salamanca, da pie a Hortensia a aludir a este episodio decisivo en la vida de Arthur e incluir preciosas pinceladas sobre la ciudad que nos recuerda a fray Luis de León.

Con esta novela Hortensia ha querido también rendir un homenaje a los numerosos y doctos hispanistas que han enriquecido el saber sobre la literatura hispana, en especial, sobre el Siglo de Oro español.

A mí, que soy un romántico, me han emocionado las dos historias de amor que incluye la obra.

¿Por qué el título de El último tren? Antes de publicarse esta novela, falleció a los 96 años la madre de Hortensia, a quien ella dedica el libro.

“A Hortensia, mi madre, que ya tomó su último tren”.

Gracias, Hortensia hija, por deleitarnos con tus palabras y tus escritos en esta soleada tarde de El Espinar.

 

 

 

 

 

 

 

7 de abril de 2024

Resurrección

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Al conmemorar en la Semana Santa la pasión y la muerte de Jesús, y escuchar en la misa del Domingo de Ramos y en los oficios del Viernes Santo los relatos evangélicos sobre los sufrimientos y la muerte de Jesús en la cruz, los creyentes católicos no podemos por menos de sentir, como pide san Ignacio de Loyola en la tercera semana de los Ejercicios Espirituales, “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena intensa, de tanta pena que Cristo pasó por mí”.

Este dolor, este quebranto, estas lágrimas y esta pena intensa son compartidos por los fieles creyentes al contemplar en las procesiones de Semana Santa las imágenes de Jesús en la oración en el Huerto, de Jesús atado a la columna, del Ecce Homo, de Jesús con la cruz a cuestas, de Jesús crucificado, y de las Vírgenes Dolorosas, tan veneradas sobre todo en el sur de España.

Esta emoción y estrecha comunión con los dolores y la muerte del Hijo de Dios hecho hombre, y con su madre la Virgen María, no encuentra an mi juicio la misma correspondencia en el gozo por la resurrección de Cristo el Domingo de Pascua.

A fin de cuentas, todos sabemos que vamos a morir y los sufrimientos son el pan nuestro de cada día. Pero ¿alguno de nosotros ha visto resucitar a un muerto? A los mismos discípulos de Jesús les cuesta reconocer a su Maestro cuando se les aparece en varias ocasiones, hasta el punto de que Tomás, que estaba ausente en una de esas apariciones, muestra su incredulidad si no mete sus dedos en los agujeros de los clavos y su mano en la llaga del costado de Cristo.

Las mujeres que acuden al sepulcro y lo encuentran vacío, piensan que alguien se ha llevado el cuerpo de Jesús, hasta que Jesús se les aparece, como también se aparece a María Magdalena, quien al principio le toma por el hortelano. (Alégrense las feministas de que el Resucitado se apareciera a las mujeres antes que a los discípulos.)

No ayuda para nada a la fe en nuestra resurrección aquello, quiero recordar que era del Catecismo, de que resucitaremos con los mismos cuerpos y almas que tuvimos. Pase que las almas se conserven por ser el anclaje de nuestra identidad personal, pero unos cuerpos la mayor parte de las veces envejecidos y deteriorados al morir… No me parece a mí que la mayoría de los humanos quisiéramos resucitar con el mismo cuerpo que sobrellevamos en nuestra vida mortal.

Para colmo, afirma san Pablo en la primera Epístola a los Corintios que, “si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe”. ¿Por qué, Pablo, iba a ser vana mi fe en un Jesús por mí admirado que pasó haciendo el bien y nos mandó que nos amáramos unos a otros como él nos amó?

Si al final de nuestra vida seremos examinados en el amor, ¿no bastarán esta fe y este amor, aunque Cristo no haya resucitado y aunque nosotros no hayamos de resucitar?

Con todo aplomo terminamos el Credo los católicos afirmando que creemos “en la resurrección de la carne y en la vida eterna”.

Apoyado en esta fe colectiva y en el amor, en la caridad, de la que el mismo san Pablo afirma que “no pasará”, me uno a esa esperanza en la vida eterna, aunque no sepa en qué consistirá, pues “ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios ha preparado para los que le aman”.

 

 

  

31 de marzo de 2024

Pasión y muerte de Jesús

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Tanto en la misa del Domingo de Ramos como en los oficios del Viernes Santo se leen los textos de los Evangelios sobre la pasión y muerte de Jesús: el de Marcos en el Domingo de Ramos y el de Juan en el Viernes Santo. Un ayudante lee el relato de la pasión y muerte, mientras que otro pronuncia las palabras de los protagonistas que no son Jesús, y el sacerdote se reserva las pocas palabras pronunciadas por el mismo Jesús.

Esta división de papeles resalta el dramatismo de los hechos narrados. Independientemente de la fe cristiana o de las creencias de quienes asisten a las ceremonias religiosas, o leen los textos evangélicos, a mí me ha impresionado y emocionado un año más la narración de la pasión y muerte de Jesús.

El Jueves Santo se conmemora, siguiendo el evangelio de Juan, la Última Cena, en la que Jesús lava los pies a sus discípulos, y se celebra la institución de la Eucaristía según la primera epístola de san Pablo a los Corintios.

No voy a entrar en la cuestión de la inspiración divina de los escritos de la Biblia, ni tampoco en el carácter histórico de los hechos narrados, debates que dejo a los especialistas y que no afectan a la emocionada experiencia mía.

Tal como han llegado a nosotros, los relatos de los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan sobre la pasión y muerte de Jesús son una obra maestra de estructura y graduación dramática. Aunque tenemos pocos datos biográficos sobre los autores de los Evangelios, aparte de los que nos dan los propios textos bíblicos, Mateo, recaudador de impuestos, o sea publicano, y Lucas, médico, fueron personas cultas. No lo sabemos de Marcos, compañero de Pablo en varios de sus viajes apostólicos, ni de Juan, aunque el Evangelio de este último sea de una hondura teológica incomparable.

Pero desde la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hasta su muerte en la cruz, los sucesos que se nos relatan son, unos de una emoción innegable, como la Última Cena o la oración en el Huerto de los Olivos, y otros de un inquietante intercambio de preguntas y réplicas, como las que se ponen en boca de Pilatos o del Sumo Sacerdote Caifás y del propio Jesús, en la inicua pantomima de juicio a que los judíos y el gobernador romano someten a Jesús.

 Recuerdo cómo, en la Plaza Mayor de Valladolid, predicadores actuales desgranaban piezas oratorias magistrales sobre las Siete Palabras de Cristo en la cruz, Siete Palabras que dan nombre a una cofradía de la Semana Santa vallisoletana.

Cuando Jesús exclama “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, a mí se me pone un nudo en la garganta, mientras que algunos de los presentes, al oír “Eli, Eli, lakma sabatani?”, comentaban “Mira, llama a Elías”.

Muestras de la debilidad humana, como los discípulos que se duermen mientras Jesús ora en el Huerto de los Olivos, o las tres negaciones de Pedro y, más que ninguna otra, la traición de Judas: “¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?”.

La naturaleza acompaña con unas súbitas tinieblas la muerte de Jesús, una escenografía acentuada con la apertura de muchas tumbas.

Y la voluble conducta de las masas, que tan pronto aclaman a Jesús el Domingo de Ramos, como piden a Pilatos que suelte a Barrabás y haga crucificar a Jesús.

Jesús, hijo de Dios para quienes, sin mérito alguno, hemos recibido el don de la fe, se hace hombre hasta sus últimas consecuencias, el sufrimiento extremo y la muerte.

 

24 de marzo de 2024

La noche de los gamusinos

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Para presentar en la tertulia “El libro del mes” de marzo pasado la novela de Melchor Riol La noche de los gamusinos había decidido yo hacer al autor una entrevista. Mis preguntas eran breves, pues se trataba de dar pie a Melchor para hablarnos de su vida y su obra. Melchor Riol Horta nació en Avilés (Asturias) el 5 de febrero de 1964. A los 15 años, y por su miedo a enfrentarse al examen de selectividad, rellenó, con la oposición de sus padres, las solicitudes para entrar en el Ejército en los centros de Getafe, Cuatro Vientos, Logroño y León. En todos ellos había miles de candidatos para unas 150 plazas, a pesar de lo cual él aprobó en tres de esos centros. Eligió la rama de Electricidad y Electrónica de Telecomunicaciones en la Escuela de Transmisiones del Ejército del Aire. Hizo las prácticas en el Acuartelamiento Aéreo del Alto de los Leones, tomando un primer contacto con San Rafael y sus gentes. Por aquella época comienzan sus inquietudes literarias y sus primeras incursiones en la radio.

Dejó el Ejército al tener que atender a sus padres, muy deprimidos y trastornados por la muerte en accidente de su hermano. Así que decidió quedarse en Asturias. Allí en 1986 empieza a trabajar en las minas de Solvay, una multinacional belga que más tarde daría paso a Minas de Lieres y en 1992 a Hunosa, donde trabajó como oficial de 1.ª Electromecánico en explotación. Allí estará hasta noviembre del 99, cuando con 34 años fue jubilado por un accidente laboral en la mina.

En 2003 pasa a ser miembro del proyecto MEDEA FM, emisora que se convirtió en la número uno de Asturias. Después de un tiempo de llevar Melchor un programa diurno, realizó un popular programa musical en la noche, “La nave azul”, que tuvo muchos seguidores.

La experiencia en la mina le sirvió a Melchor de inspiración para sus dos primeras novelas. Los tres álamos refleja la tragedia de unos mineros atrapados a 600 metros de profundidad. La siguiente, La forja de un minero, que escribe a raíz del inesperado éxito de la anterior –llegaron a venderse 3.000 ejemplares– es la historia de lucha y tenacidad de un joven campesino de 20 años que logra superarse en el difícil mundo de la mina. En la tercera, El eslabón de la cadena, Melchor nos traslada a los prolegómenos de la Guerra Civil en Asturias con dos personajes, un marinero y un minero, que confluyen en una sólida amistad desde posturas e ideas distintas.

El éxito de estas tres novelas anima a Melchor a escribir La noche de los gamusinos. En ella refleja los veraneos de un grupo de catorce chicos y chicas de distintas regiones de España y dos hermanos de Argentina, de1976 a 1980, en un pueblo de la montaña de León, llamado Valdelugueros, que el autor conoce y describe muy bien.

Melchor narra con soltura y buen ritmo las aventuras y experiencias de estos preadolescentes, sus primeros amores y desamores. Y lo hace al hilo de acontecimientos históricos que ocurrieron esos años, como el accidente aéreo del aeropuerto de Los Rodeos en 1977 y la muerte de dos papas, Pablo VI y Juan Pablo I, en 1978.

¿Por qué el título de La noche de los gamusinos? El nombre de gamusinos alude a un animal imaginario que se utiliza para gastar bromas a los cazadores novatos. Aquí se refiere a la estrategia del hermano mayor, Rubén, para librarse del pequeño: cuando tiene un plan con una chica le dice que esa noche van a cazar gamusinos, lo que es peligroso para él.

Rubén es el principal protagonista del relato, y conocemos su relación con Marta, su primera novia, que no prospera, y con Rita, que será su principal apoyo durante su enfermedad. Manolico, un murciano siempre deseoso de ligar y muy amigo de Rubén, participa en muchas de las aventuras de los amigos, como la pesca a mano de truchas y la exploración de una cueva que a punto estuvo de costarles la vida. La vivencia de María José con su madre, que ha tenido unos amores con el cura del pueblo, cuyo fruto es ella misma, esta relatada con respeto y emoción.

A lo largo del libro se refleja también la trayectoria musical del autor, con dos referencias destacadas: Hoy tengo ganas de ti, de Miguel Gallardo, y I Will Survive, de Gloria Gaynor.

Un personaje, de más edad que los chicos de la pandilla, es Rafael, un escritor que llega al pueblo en busca de inspiración y datos para su próxima novela, y que de algún modo es un trasunto del propio Melchor.

 

17 de marzo de 2024

Perfeccionismo y perfeccionista

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No estoy de acuerdo con la definición de ‘perfeccionismo’ que da el Diccionario de la lengua española de la RAE, a saber: “Tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”.

También el Diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos define de modo semejante al ‘perfeccionista’: “(Persona) que tiende a mejorar indefinidamente un trabajo buscando la perfección”.

En ambas definiciones sobra, a mi juicio, el adverbio ‘indefinidamente’. O definen sólo un tipo de perfeccionismo y perfeccionista, como el afán de mejorar un trabajo sin darlo nunca por concluido y la persona que se comporta de este modo.

Yo me considero perfeccionista porque tiendo a mejorar mi trabajo buscando la perfección, pero no indefinidamente, y soy muy capaz de juzgarlo acabado cuando estimo que satisface unas exigencias razonables.

El perfeccionismo y el perfeccionista que definen los citados diccionarios claro que pueden ser poco eficaces al juzgar que el trabajo nunca está terminado. Y la persona perfeccionista puede resultar cargante para quienes conviven con ella.

Hace unos días compañeros del colegio San José de Valladolid que nos habíamos reunido para comer recordaban cuando el padre prefecto Juan Iriarte nos leía las notas y, al llegar a mí, decía: “Diez en todo”. Pues bien, nunca tuve la sensación de resultar el repelente niño Vicente para mis compañeros. Quizá porque mi amigo íntimo era el mejor jugador de fútbol del colegio…

El perfeccionismo, tal como yo lo entiendo, me lleva a buscar la perfección, que en el mundo escolar puede resumirse en la nota 10. Y tengo el suficiente sentido común para dar por acabada una tarea cuando cumple unos requisitos que me parecen razonables.

El perfeccionista se recrea en la obra bien hecha, aunque comprenda que habría podido hacerse mejor.

El perfeccionismo guarda relación, a mi modo de ver, con el afán por el orden, la limpieza y la organización. De nuevo, este afán, llevado a su extremo, puede desembocar en trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Entre las obsesiones más comunes que caracterizan el TOC figura, aunque en un puesto poco relevante, el deseo de tener las cosas simétricas y en perfecto orden. Pero ¿cuándo el orden es perfecto? ¿Y de acuerdo con qué parámetros?

Soy amante del orden, pero este orden no me causa ansiedad o trastorno alguno. Tampoco trato de imponer mi orden a las personas que conviven conmigo.

Y a la hora de encontrar algo, pongo por caso un libro, si está colocado en la librería por orden alfabético, resultará más fácil dar con él. Yo me quedo muy tranquilo cuando un libro, un documento, una carta, una foto halla su lugar donde guardarlo y poder localizarlo cuando lo necesite.

 

 

 

              

 

 

 

 

10 de marzo de 2024

Sánchez sólo es Sánchez

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Incluso aquellos articulistas y comentaristas con los que, en líneas generales, estoy de acuerdo utilizan los a mi juicio desafortunados términos sanchismo y sanchista. Como si el presidente del Gobierno Pedro Sánchez tuviera algo parecido a un programa o una ideología. Por no tener o ser, Sánchez ni siquiera es socialista, el partido al que pertenece y dirige con mano férrea. Sánchez sólo es Sanchez.

Veamos. ¿Es partidario de la amnistía que el pasado día 7 de marzo se ha aprobado en la comisión de Justicia del Congreso y que él mismo, antes de las elecciones del 23 de julio, rechazó? Si no hubiera necesitado los 7 votos de Junts, el partido de Puigdemont, para sacar adelante su investidura, la amnistía le habría importado un bledo.

El mismo Sánchez que estuvo de acuerdo con el 155 aplicado en Cataluña por Rajoy el 27 de octubre de 2017 fue el que indultó a los independentistas sediciosos y malversadores para granjearse su apoyo al gobierno que formó con Sumar sin haber ganado las elecciones.

Sánchez no es que cambie de opinión, como él mismo ha dicho refiriéndose a los cambios de parecer que de un día a otro efectúa, es que no tiene opinión sobre nada.

Los que le atribuyen un plan para hacer de España una república federal compuesta de múltiples Estados independientes, una nación de naciones, no conocen a Sánchez, el cual, si mañana comprendiera que él mismo podía ser el presidente de un Estado centralizado al máximo, sería un nuevo Rey Sol instalado en la Moncloa, con todos los resortes del poder en su mano.

El poder, esa es la palabra mágica, el talismán que guía los pasos de Sánchez. Y en alcanzar y conservar el poder, reconozcamos que Pedro Sánchez es muy hábil.

Se equivocan quienes, desde sus tribunas de opinión o desde los partidos de la oposición, piensan que será posible derribar al presidente Sánchez aprovechando los casos de corrupción que desde las cloacas de esbirros mercenarios y subalternos como Koldo han ido ascendiendo hasta implicar a los más altos cargos del Gobierno, como la presidenta del Congreso, Francina Armengol, tercera autoridad del Estado, ministros como Ángel Víctor Torres, anterior presidente de Canarias y hoy ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, y Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior, y que incluso salpican a la propia mujer del César, Begoña Gómez.

Pues no, no van a echar a Pedro Sánchez de la Moncloa ni derrocar su Gobierno. Desde países con regímenes de izquierda como el Brasil de Lula da Silva y el Chile de Gabriel Boric, Sánchez se ríe de quienes piensan que sus días al frente del Gobierno de España tocan a su fin.

¿Se habría ausentado del Congreso de los Diputados si tuviera la más mínima duda de que todo está atado y bien atado?

Pedro Sánchez carecerá de ideología y de planes salvo el de mantenerse en el poder. Y ha engrasado las estructuras e instituciones del Estado, colocando a amigos y afines como parachoques. Ahí está en el Tribunal Constitucional Cándido Conde-Pumpido, dispuesto a declarar constitucional la amnistía, y al frente de la Fiscalía General del Estado Álvaro García Ortiz, que también considera legal e intachable la amnistía, apartándose del parecer de la mayoría de los fiscales. ¿Han visto al fiscal general fundiéndose en un estrecho abrazo con Francina Armengol?

Pues lo dicho.

 

              

 

 

 

3 de marzo de 2024

Tolerancia cero y caiga quien caiga

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

El lenguaje oficial, decía yo en mi blog del 25 de febrero, es enrevesado y confuso. Y ponía como ejemplos de esta oscuridad la nueva definición de familias numerosas y los nombres de algunos de los actuales ministerios del gobierno de Pedro Sánchez, como Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, entre otros.

También me refería a algunos términos que, a fuerza de ser repetidos por los políticos, ya nada significan, como ecológico, progresismo, resiliencia, sostenible…

En la actual crisis que se ha desatado en el PSOE de Pedro Sánchez con el caso Koldo, o el caso José Luis Ábalos, que cada día que pasa implica a más nombres de altos cargos políticos, como Santos Cerdán, Salvador Illa, Fernando Grande-Marlaska, Ángel Víctor Torres y Francina Armengol y que ya amenaza al propio secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez y a su mujer Begoña Gómez, me han llamado la atención, en la defensa que los implicados en la trama han hecho de su actuación, dos expresiones que pertenecen a ese repertorio de lenguaje gastado, como son “tolerancia cero” y “caiga quien caiga”.

En la propaganda de la lucha contra la violencia de género (en otra ocasión volveré sobre esta desafortunada expresión, que a mi entender y también el de la Real Academia Española, habría que cambiar por violencia machista o violencia contra la mujer) estamos acostumbrados a escuchar el latiguillo de tolerancia cero. Como si la tolerancia pudiera tener grados. Frente a un desmán, o hay tolerancia o no la hay, pero no cabe tener un poco o un mucho de tolerancia, tolerancia 0, tolerancia 10 o tolerancia 100.

 En el caso de la defensa que hacen de su honradez los implicados en el escándalo Koldo, los tales muestran tolerancia cero contra la corrupción. Y no se contentan con ese rechazo, sino que dan un paso más y afirman desahogadamente que luchan contra la corrupción “caiga quien caiga”. Claro está que en este caiga quien caiga no entran ellos mismos, caiga quien caiga se refiere siempre a los demás.

La corrupción que a la presidenta del Congreso de los Diputados le da tanto asco no se traduce en beneficios económicos. Recuerdo que en el caso de los ERE del socialismo andaluz se defendía la honradez de algunos altos cargos, incluidos los expresidentes Griñán y Chaves, alegando que “no se habían llevado un duro". Ellos quizá no. Pero habían permitido que otros sí se lucraran. O sea, no habían ejercido su autoridad “in vigilando”.

Existen en la corrupción política otros beneficios aparte de los económicos, como el ascenso dentro de un partido político o, y este es fundamental en el caso que nos ocupa, el mantenimiento del poder: Ábalos seguir siendo diputado y, por tanto, aforado, Francina Armengol continuar como presidenta de las Cortes, tercera autoridad del Estado, y Pedro Sánchez mantener su liderazgo en el Partido Socialista –Obrero y Español ya hace mucho que dejó de serlo– y su colchón en la Moncloa.

 

              

 

 

25 de febrero de 2024

El lenguaje oficial

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Los medios de comunicación han dado recientemente la noticia de que, con la nueva normativa de la Ley de familias, se considerará familia numerosa a “la familia con mayores necesidades de apoyo a la crianza de categoría especial”.

No voy a entrar en la polémica de si el número de hijos debe ser de 3 o de 2 para considerar numerosa a una familia. Lo que me interesa destacar, en este y otros ejemplos, es lo enrevesado y confuso del lenguaje.

Como la neolengua de la que habla George Orwell en un apéndice de su obra 1984, se trata de que el ciudadano normal no entienda lo que un gobierno dictatorial dicta o establece.

A este respecto me han llamado la atención algunas denominaciones de los Ministerios del actual Gobierno de Pedro Sánchez.

Frente a los nombres de un solo término a los que estábamos acostumbrados, como Ministerio de Hacienda, Ministerio de Defensa, Ministerio de Interior y Ministerio de Cultura, y de los que, con mayor o menor claridad, entendemos cuáles son sus funciones, están otros nombres de más de un término, oscuros y rebuscados.

Un caso claro, a mi juicio, de este rebuscamiento y complejidad es el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. A ver, inteligente ministra y vicepresidenta tercera Teresa Ribera, ¿qué es eso de ‘transición ecológica’? Transición, según el Diccionario de la Real Academia Española, es “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. ¿De qué modo de ser o estar a otro distinto se pasa en este caso? El calificativo de ‘ecológica’ no nos aclara nada, pues ecológico es algo que este gobierno progresista aplica a toda su actuación. En la página oficial del Ministerio encuentro la siguiente explicación: “’Transición ecológica’ es un concepto amplio y difícil de definir. Pero, a grandes rasgos, podríamos decir que es el proceso de cambio o transformación hacia un modelo productivo y de consumo sostenible (La negrita está en el propio texto oficial)”. O sea, que el redactor ministerial reconoce que ‘transición ecológica’ es “un concepto amplio y complejo de definir”. Pues ahí está, como nombre oficial de este Ministerio. Y no aparece en el mismo el término ‘energía’, que es una de sus principales competencias.

Otro ejemplo de terminología que nada aclara es la de ‘inclusión’ en el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. También aquí el término ‘inclusión’ necesita ser aclarado, pues se debería precisar a quién o quiénes se incluye y con qué fin.

Al Ministerio de Transportes se le ha añadido “y Movilidad Sostenible”. ¿Movilidad que no se detenga, que se sostenga ella sola?

El Ministerio de la Vivienda lleva además la denominación “y Agenda Urbana”. ¿De qué se ocupa esa agenda urbana?

No podía faltar un Ministerio que, además de los Derechos Sociales y el Consumo, tratara la tan traída y llevada Agenda 2030. Pregunten a la gente si sabe en qué consiste esa Agenda 2030.

Hay en el lenguaje oficial y políticamente correcto una serie de comodines que a Pedro Sánchez, a sus ministros y a los miembros del PSOE no se les caen de la boca. A lo ecológico, sostenible e inclusivo, habría que añadir progresismo, resiliencia, innovación, convivencia, transparencia…, que a fuer de repetidos ya nada significan.

Veo el eslogan en una sala de la sede del PSOE en Ferraz: “Impulso de país”, con el añadido “España avanza”. Y uno se pregunta: ¿Impulso de quién y para qué? ¿Es el país el que se impulsa, y hacia dónde? Y España avanza, ¿hacia un futuro mejor o peor?

              

 

 

18 de febrero de 2024

Patricia, un amor

 Las palabras y la vida 

 Alberto Martín Baró

Me comunica por wasap desde Barcelona mi sobrino Javier el pasado 10 de febrero que ha fallecido su hermana Patricia. Ella y él, hijos de mi hermano Javier, que murió hace siete años.

Vivimos rodeados de muertes de seres queridos, sobre todo quienes hemos llegado a una edad avanzada. Somos supervivientes, porque siempre se mueren los otros. Asistimos con el corazón encogido a sus funerales. El dolor es tan hondo que a mí se me saltan las lágrimas, cuando no me echo a llorar abiertamente, como me ha ocurrido, y lo he escrito en este blog, cuando la hija y la mujer de mi amigo del alma José Antonio Matute me dicen por teléfono que su padre y marido ha muerto.

Sí, nos duele la muerte de nuestros coetáneos. Pero si quien deja este mundo es una mujer de 57 años como mi sobrina Patricia, no acertamos, al menos yo no acierto, a comprender y asimilar su partida.

Mientras escribo estas líneas apesadumbrado, y para confirmar mis anteriores palabras, me interrumpe mi mujer para decirme que acaba de morir un familiar suyo de la rama de los Osorio, y se celebra una misa córpore in sepulto en la capilla del tanatorio de La Paz en Tres Cantos esta tarde a las 8, a la que tenemos que asistir.

En cambio, y por muchos impedimentos, no podemos ir a Barcelona a despedir a Patricia. Hablo por teléfono con Lula, la segunda mujer de mi hermano Javier, que quería a mi sobrina como a una hija. Se querían, pues Patricia también quería a Lula, madre de Javier y Álvaro. Las dos, Lula y Patricia, se volcaron en cuidar a mi hermano mayor en sus últimos años.

Te veo, Patricia, de niña jugando con mi madre, tu abuela Alicia, y con tu hermano Alberto –al que tus padres pusieron este nombre por mí y al que, años más tarde, hiciste lo imposible por ayudar en sus problemas con la droga– en nuestra casa de la calle López Gómez de Valladolid. Eras una niña preciosa, como luego fuiste una guapa mujer.

Y eras todo corazón y fortaleza. Derramabas cariño a tu alrededor. Recuerdo que, hace un montón de años, nos convocaste a mí y a mis hermanos a reunirnos en Madrid, porque nos veíamos poco, al vivir tú y tu marido, también de nombre Javier, en Barcelona.

Y, para alegría de mi mujer Angelina y mía, veníais a vernos en el Café Pombo de Santander desde el pueblo cántabro en el que veraneabais. Lo que ya no pudiste hacer en los últimos años, luchando contra la enfermedad.

Patricia, mi querida sobrina, estoy seguro de que ya te habrás reunido con tu padre, pues en la casa del Padre con mayúscula hay muchas moradas, y Jesús fue a prepararnos un lugar.

A tus hijos, Sergio y Mónica, apenas los he conocido. Desde estas líneas les acompaño en su dolor. Pero si han heredado aunque sólo sea una parte de tus genes, serán unas personas llenas de bondad y entereza.

 

 

              

 

11 de febrero de 2024

Recuerdos y presencias

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Así se titula el nuevo poemario de Angelina Lamelas. Ha confiado la edición de este libro al gran editor, además de eximio poeta y comunicador Emilio Porta, quien ya se ocupó en 2019 de editar Mujer en vela, en la misma colección Mirador de las Ediciones de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE). Estas dos obras recientes se unen a tres publicaciones en verso: Recital de lluvia en 1992, El cuarto de jugar, en 1997, y El arco del violín, en 2000.

Cinco libros de poesía en un total de 21 publicados, de ellos seis dirigidos a un público infantil, validan la aserción de que Angelina Lamelas ha cultivado sobre todo la narración, llámese relato breve o cuento. Y es su obra narrativa la que ha cosechado importantes galardones, entre los que destacan el Premio Hucha de Oro en 1971, ganado ex aequo con Medardo Fraile, entre 2.389 autores; el Premio Clarín de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, en 1991; el Premio UNED de Cuentos en el mismo año1991; y el Premio de Relato Breve Alfonso Martínez Mena en 2002.

Ello no obsta que Angelina Lamelas sienta desde niña el deseo de expresar sus más íntimas vivencias en verso y darlas a la luz en libros como Recuerdos y presencias Puedo atestiguar en mi vida compartida con Angelina que ella está dotada de una memoria prodigiosa. Recuerda, y cuenta con toda suerte de detalles, hechos acaecidos a lo largo de su fecunda vida. Como apunta en la contracubierta Emilio Porta: “Este libro es memoria. En él se recogen las huellas del trayecto, desde la infancia y la adolescencia en su Santander natal, esa maravillosa ciudad que ella lleva tan dentro, hasta nuestros días”.

En estos Recuerdos y presencias evoca episodios de su vida en cuatro apartados: “Infancia y adolescencia”, “Santander ayer y hoy”, “La familia siempre”, “Viajes” –suele presumir de haber visitado 36 países– y “Del pasado al presente”, donde la memoria se hace presencia.

Santander y otras ciudades que Angelina ha conocido ocupan un lugar en el apartado “Viajes”, pero son las personas, empezando por su familia, sus padres, sus nueve hermanos, sus hijos y nietos, a las que ama y recuerda, tanto en prosa –destaca a este respecto el precioso álbum con fotografías Personajes de mi vida, publicado en 2021–, como en verso.

A su gran amigo Pepe Hierro, dedica el poema “El cuento que escribí para Hierro”, escrito en tono festivo.

En el poema “De vientos lejanos y hojas secas” aúna la ciudad de Santander con otro gran amigo suyo, el autor de inolvidables cuentos Medardo Fraile.

Como muestra de la herencia literaria de la que hacen gala muchos miembros de la familia Lamelas Olaran, valgan los versos de la “Carta rimada de Ricardo Olaran Osorio a sus sobrinas María Luisa y Angelina”, que pasaron un verano en las ursulinas de Pau; la misma carta la había enviado a sus hermanas Mariuca y Angelina, que habían pasado dos años en Pau.

A su padre y su madre, de su mismo nombre, y a sus nueve hermanos, glosa en el poema “Angelina Lamelas en Valparaíso evoca a sus padres y hermanos”.

Del capítulo “Viajes”, tiene especial encanto el poema “A París con el premio de la Alianza Francesa”.

En el apartado que cierra el libro, los recuerdos se convierten en presencias. Como escribe Emilio Porta en la contracubierta: “Un libro que le pone cubierta e interior a una vida intensa de la que Angelina Lamelas ha elegido unos pasajes. No todo el trayecto, pero sí estancias importantes, estancias de su pensamiento y de su alma. Recuerdos y presencias es un pequeño y gran legado para los que la admiramos y queremos. Su familia, sus amigos y todos los que, a lo largo del tiempo, la hemos conocido como escritora y como persona. Escritora y persona que siempre ha tenido, en su actitud y obra, la esperanza de que el mundo preste un poco más de atención a lo mejor del ser humano: mirar la vida con el corazón”.

 

 

 

 

              

 

4 de febrero de 2024

José Antonio, amigo del alma

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Cuando Queca, la mayor de las hijas de José Antonio Matute, e Inés, su mujer, me comunican por teléfono que su padre y marido se está muriendo, no es que se me salten las lágrimas, es que directamente me echo a llorar y el llanto me impide hablar.

Pero ¿qué derecho tengo yo a llorar por la inminente muerte de un amigo ante su hija y su mujer, mientras ellas mantienen la entereza, transmitida por la energía y la serenidad de José Antonio, que dispuso con aplomo cómo quería morir?

Eso sí, tanto ellas como los demás familiares y amigos a los que participo el fallecimiento de José Antonio reconocen la amistad que nos unía. Amistad extensiva a los hermanos Matute Butragueño. Fui primero amigo de Luis, más cercano a mí por edad y cuyo corazón de deportista, a fin de cuentas un músculo, era tan poderoso que la aguja del cirujano no consiguió penetrar en él y hacer su labor salvadora. Fernando, algo más joven que yo y el único de los hermanos que sobrevive, es hoy mi consuegro, padre de mi yerno Gonzalo. También con Fernando he compartido paseos por El Espinar.

Y digo también porque, durante los primeros años 2000, fue José Antonio el compañero asiduo de mis caminatas y descubrimientos espinariegos, como reflejo en mi libro Apuntes al oeste de Guadarrama, que se inicia con la siguiente dedicatoria: “A José Antonio, sin cuya amistad y compañía, amén de su ‘trabajo sucio’, este libro no habría sido posible”. El trabajo sucio era, en terminología del propio José Antonio, “la exploración previa en busca de un paraje, una fuente, un collado, un pico o, como hoy, las ruinas de un molino de agua”, como se lee en la página 10 de Apuntes.

 El Espinar, desde que el patriarca de los Matute, don Mateo, empezara a veranear por estos pagos, es el escenario imprescindible de la relación amistosa entre nuestras familias. Mi nieto, hijo de mi hija Gabriela y de mi yerno Gonzalo, lleva el nombre de su bisabuelo Mateo.

Fueron José Antonio e Inés quienes nos descubrieron a Ana, mi primera mujer ya fallecida, y a mí lugares tan emblemáticos de El Espinar como la senda de la Dehesa, o la cantera de Navalvillar, o la Mata de Santo Domingo.

Decía José Antonio que la subida a Cabeza Renales tiene primer plato, segundo plato y postre. Grandes peñas de formas caprichosas marcan el primero y el segundo plato. “Desde estas atalayas –puntualizo en el libro de Apuntes– volver la vista atrás para divisar el pueblo allá abajo y a lo lejos las montañas azules del tan conocido cordal divisorio entre Segovia y Madrid merece el esfuerzo realizado”.

La sierra de Quintanar, que se contempla desde ese mirador entre otros montes, era uno de los preferidos de José Antonio.

José Antonio, sabio amigo del alma, eras tan generoso que me dejabas jugar al frontenis como pareja tuya, a pesar de mi manifiesta inferioridad. Con quien formabas un tándem invencible era con tu hermano Luis.

Con tu peculiar sentido del humor decías que me llevabas “siete años y dos prótesis de cadera”. Prótesis que no te impedían caminar por las cañadas y ascender a los collados con ligereza y seguridad.

No puedo imaginar que ya no habites en tu querida casa de la calle Barquillo con vistas por un lado a la Plaza del Rey y por otro al Cuartel General del Ejército, cuyos jardines son como vuestro propio parque.

Los amigos te queremos, José Antonio, y sobre todo te quiere tu numerosa familia, a la que abrazo en el tanatorio de la M-30 de nuevo entre lágrimas.

28 de enero de 2024

El proyecto de ley de amnistía y el terrorismo

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Estamos asistiendo en el proceso de elaboración de la ley de amnistía a continuos cambios en su redacción, no debidos a cuestiones técnicas y jurídicas, sino a su capacidad de librar a Puigdemont y otros encausados por el procés de cualquier culpa.

Uno de estos cambios se refiere a los delitos de terrorismo. El pasado martes 23 de enero PSOE, Sumar, ERC, Bildu, PNV, Junts y Podemos acordaron excluir del proyecto de la ley de amnistía los delitos de terrorismo “siempre y cuando de forma manifiesta y con intención directa hayan causado violaciones graves de los derechos humanos” como matar y torturar.

Esta enmienda aprobada por la Comisión de Justicia del Congreso permitiría amnistiar a los 12 miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) y a los 10 encausados por los disturbios promovidos por Tsunami Democrátic que han sido investigados por la Audiencia Nacional. Es decir, que lo ocurrido en el Procés no es terrorismo porque no supuso una violación grave de los derechos humanos, sino “un acto de radicalidad democrática de la sociedad catalana”, como argumentó Pilar Valluguera, diputada del Congreso por Esquerra Republicana de Cataluña. Le faltó añadir “de la sociedad catalana separatista”, aunque para un separatista esa es la única sociedad catalana que merece tal nombre.

Como han puesto de relieve los expertos juristas no colonizados por el PSOE y demás socios del Gobierno de Pedro Sánchez, según la citada enmienda al proyecto de ley de amnistía habría un terrorismo que viola los derechos humanos y otro terrorismo que no los viola y, por tanto, no es terrorismo.

Los redactores de esta enmienda ignoran, o fingen ignorar, la definición de terrorismo de la Unión Europea. “Según el Derecho de la Unión, los delitos de terrorismo son actos cometidos con la intención de:

·       intimidar gravemente a una población;

·       obligar indebidamente a los poderes públicos o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo;

·       desestabilizar gravemente o destruir las estructuras políticas, constitucionales, económicas o sociales básicas de un país o de una organización internacional”.

 Según esta definición de los actos de terrorismo, no hay duda de que los graves desórdenes y hechos violentos que se produjeron en el procés tuvieron la intención de destruir las estructuras políticas y constitucionales de la nación española.

Aunque el terrorismo de ETA es una violación grave de los derechos humanos, incluido el más sagrado, que es el derecho a la vida, ello no significa, como pretendía el ministro de Justicia Félix Bolaños en su intervención ante los periodistas, que los actos violentos, los ataques con piedras a las fuerzas del orden con resultados de policías gravemente heridos, el vandalismo en el aeropuerto del Prat y los cortes de autovías y calles de diversas ciudades queden excluidos de la definición de terrorismo.

Y veremos si una próxima enmienda al proyecto de ley de amnistía, esta promovida por Bildu, no excluye también del concepto de terrorismo al terrorismo de ETA.

21 de enero de 2024

Funerales por amistades de mi mujer

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En la semana pasado he asistido a dos funerales de amistades de mi mujer: el martes 16 de enero, el celebrado en la iglesia de los Sagrados Corazones de Madrid en memoria del periodista Miguel Ángel Gozalo, que falleció el 20 de octubre de 2023; y el viernes 19, el celebrado en la basílica de La Milagrosa de Madrid en memoria de Ana Estrada, fallecida el 30 de diciembre de 2023.

He pasado a formar parte de la vida de la que hoy es mi mujer, Angelina Lamelas, en fecha tardía, cuando ya nuestros periplos vitales contaban con un largo recorrido. Lo que significa, entre otras peculiaridades, que haya familiares y amistades de ambos que desconocíamos y que hemos ido descubriendo en los más de siete años de nuestra convivencia.

Como avezada narradora que es, Angelina me ha contado y me cuenta más historias de su familia y de sus amistades que yo de las mías. Aparte de que sobre familiares, amigas y amigos ella ha escrito preciosos y precisos relatos en varios de sus libros, muy en especial en Personajes de mi vida (Valnera, 2021), obra ilustrada además con numerosas fotografías.

¿Y todo esto qué tiene que ver con mi asistencia a los citados y a otros funerales? Pues tiene que ver y mucho. Aunque a algunos de los recordados en esas exequias yo no los he conocido en persona, a otros sí y a todos a través de la palabra y los escritos de Angelina. Por lo que forman ya parte de mis allegados y no puedo por menos de celebrar con mi mujer las honras fúnebres en su memoria.

Mi conocimiento en persona de Miguel Ángel Gozalo se limitó a la celebración en el Jai Alai de Madrid de sus ochenta años. Miguel Ángel Gozalo había sido compañero de mi mujer en la antigua Escuela de Periodismo, de la calle Zurbano, 55, y habían mantenido una amistad que se extendía igualmente a su hoy viuda Maribel Hernando, también alumna de dicha escuela, que compaginaba las clases con el trabajo en el diario Arriba.

Angelina dedicó a Miguel Ángel un obituario en El Diario Montañés el 29 de diciembre, “El periodista que prestaba oído a la noticia y la ilustraba con su lápiz”. “Miguel Ángel era un joven valiente y audaz y brillaba como las farolas que dan luz a todo su entorno. Muy amigo de Jesús Hermida y amigo nuestro, de Francisco Fúster y mío. […] Pienso en los importantes cargos que ocupaste Miguel Ángel, presidente de la Agencia Efe y director de TVE, entre otros. Ahora te has ido, pero te quedas con nosotros mientras tengamos vida”.

 Ana Estrada era la sexta de diez hermanos, ocho chicas y dos chicos: Chata, Pepe, Pizca, Mary, Merce, Ana, Nacho, Loli, Cristi y Chiqui. De ellos sobreviven Loli y Chiqui.

 “Los padres –cuenta Angelina en Personajes de mi vida– eran Pepe Estrada Conde y Carmen Blanc Lorda, gente muy buena. Pepe Estrada, farmacéutico, atendía en su farmacia de Juan de la Cosa, 1, lo mismo a los profesionales de las calles Castelar y el Muelle que a los pescadores de Puertochico”. Destaco, como hace Angelina, la bondad de los padres de Ana Estrada, porque esta fue una característica que heredó su hija Ana, como resaltaron en el funeral tanto el sacerdote oficiante como otros miembros de la familia que la recordaron, en especial sus hijos con Ana Renilla a la cabeza.

 “En el cuarto azul de las chicas Estrada nos doctoramos en bailes de salón Belén y Lucrecia Naveda y María Luisa Lamelas y yo. […] Merce y Ana ya estaban muy sueltas en esos temas por la perfección que habían aprendido de sus hermanas mayores, sobre todo de Mary”. Las Naveda, incluida Beatriz, asistieron al funeral en el mismo banco que Angelina y yo. Mi conocimiento en persona de Ana se produjo precisamente en la casa de Belén Naveda en el Bosque. Ana irradiaba alegría de vivir y una fe religiosa que su pertenencia a la comunidad de los Kicos acentuó. Los Kicos con sus canciones y sus guitarras acompañaron la ceremonia del funeral por Ana.

En el libro de Angelina que acaba de ser publicado el día de Reyes de este año, Recuerdos y presencias, también evoca “El cuarto azul”: “Eran diez hermanos los Estrada, / lo mismo que nosotros los Lamelas, / y dos fueron tan amigas Merce y Ana, /que formamos un grupo, las seis Bulnes: / dos Naveda, dos Estrada y dos Lamelas”. Y en el capítulo “La puesta de largo” recuerda Angelina a Ana Estrada de blanco, que formó pareja con su hermano Pepe… Ana estará de blanco en el cielo azul, donde se habrá encontrado con sus padres y sus hermanos, menos Loli y Chiqui, la menor, quien nos abraza emocionada en el funeral.

14 de enero de 2024

Anticipación

 Las  palabras  y  la  vida  

Alberto  Martín  Baró

Comentaba  yo  en  mi  blog  “Las  luces  de  la  Navidad”  que  me  llamaba  la  atención  el  cada  vez  mayor  adelanto  con  que  se  inauguraba  en  las  ciudades  la  iluminación  navideña. 

Hoy  quiero  hablar  de  otro  tipo  de  anticipación,  esta  más  personal,  que  desde  siempre  me  ha  intrigado  en  mi  manera  de  actuar.  Estoy  ocupado  en  cualquiera  de  las  acciones  cotidianas  que  se  repiten  en  mi  día  a  día,  por  poner  un  ejemplo,  me  estoy  lavando  los  dientes  después  de  comer,  y  ya  mi  mente  está  anticipando  lo  que  voy  a  hacer  a  continuación,  que  puede  ser  el  pequeño  relax,  no  se  le  puede  llamar  siesta,  al  que  dedico  como  una  media  hora  sentado  en  una  butaca  con  los  pies  apoyados  en  la  mesa  delantera.

¿Y  qué  tiene  de  particular,  me  preguntará  el  lector,  este  adelanto  de  la  mente  a  lo  que  usted  va  a  realizar  después?  Pues  tiene  de  particular,  o  a    se  me  antoja,  que  nunca  estoy  a  lo  que  estoy,  el  futuro  se  solapa  al  presente  y  no  me  concentro  en  lo  que  hago.

Esta  particularidad  no  tiene  mayor  importancia  en  las  acciones  rutinarias,  que  no  requieren  especial  atención.  Lo  cual  conlleva  también  que  luego  olvidemos  que  las  hayamos  realizado.  ¿He  tomado  la  pastilla  para  dormir?

Pero  a  cualquiera  se  le  alcanza  que,  si  uno  está  pensando  en  lo  que  va  a  hacer  después,  la  tarea  presente  puede  no  llevarse  a  cabo  con  la  dedicación  precisa.  Claro  que  esto  no  ocurre,  al  menos  a  mí,  con  aquellas  acciones  que  verdaderamente  importan.  Como  estar  ahora  escribiendo  esta  entrada  para  mi  blog,  lo  que  me  exige  los  cinco  sentidos  y  alguno  más  si  lo  tuviera.

Lo  cual  me  lleva,  a  veces,  a  responder  de  malos  modos  a  una  pregunta  de  mi  mujer.  O  me  molesta  que  en  esos  momentos  suene  el  móvil.

Existe  otro  tipo  de  anticipación,  que  esta    es  necesaria  o,  al  menos,  conveniente.  Se  trata  de  prevenir  ciertos  males  o  amenazas,  que  sabemos  pueden  producirse  u  ocurrirnos.  Se  nos  aconseja  en  estos  fríos  días  de  invierno  que  nos  prevengamos  de  la  gripe y  de  los  resfriados,  incluso  de  la  nueva  variante  del  covid,  que  nos  vacunemos  y  volvamos  a  utilizar  la  mascarilla.  Esta  es  ya  obligatoria  en  los  hospitales  y  centros  de  salud.

Aunque  tanto  las  vacunas  como  la  mascarilla  tienen  sus  detractores,  no  exentos  de  razones.

En  la  publicidad  de  los  medicamentos  se  añade  el  siguiente  aviso:

“Lea  las  instrucciones

de  este  medicamento

y  consulte  al  farmacéutico”.

Yo  creo  que,  si  leyéramos  las  instrucciones  de  los  medicamentos  –los  “cantables”  los  llamaba  el  inolvidable  actor  Manolo  Morán–,  no  tomaríamos  ninguno.

Pero  no  me  hagan  caso  y,  si  el  médico  se  los  ha  recetado,  anticípese  al  mal  y  tómelos.

 

 

 

 

 

 

 

 

7 de enero de 2024

El eremita

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

He estado dudando si titular este blog con el término eremita o ermitaño, que es más clásico en el lenguaje de los penitentes que se retiraban al desierto para llevar una vida, no sólo en soledad, lejos de la civilización, sino también ascética y austera. Al final me he decidido por la palabra eremita, más cercana al inglés “eremite”, que es el título de la última exposición de mi hijo Guillermo Martín Bermejo en la galería James Freeman de Londres del 30 de noviembre al 2 de diciembre de 2023.

En esta ocasión, mi mujer y yo no hemos asistido en vivo a la exposición, como hicimos en diciembre del año pasado. Para gran disgusto de mi viajera esposa, nos hemos tenido que contentar con las noticias de Guillermo y con el espléndido catálogo y la no menos espléndida introducción al mismo, obra de ese gran galerista y encantadora persona que es James Freeman.

Como él mismo informa en dicho prólogo, la idea de los dibujos de esta exposición arranca de una visita de Guillermo a la National Portrait Gallery de Londres y la adquisición por esta Gallery de una obra del autor, uno de los retratos de Auden dibujados por Guillermo.

Así figuran en la exposición de la galería James Freeman retratos en antiguas páginas de viejos libros: de Celia Paul, Dylan Thomas, las hermanas Bronte, Dante Gabriel Rosetti y John Everett Millals.

Aparte de los retratos en pequeño formato de estos y otros autores, algunos más aparecen en escenarios de mayor tamaño, dentro de un mundo de paisajes agrestes, de naturaleza, bosques y aves.

Esta predilección de Guillermo por la naturaleza silvestre y por ciertas aves como el petirrojo y el mirlo guarda relación con su amor por El Espinar, sus aves y cascadas. Incluso su iglesia, la parroquia de San Eutropio, aparece en el ángulo superior del dibujo “La juventud de san José”, que yo creo que es la única representación del santo carpintero de joven, antes de que el gran misterio de la encarnación del hijo de Dios de una madre virgen formara parte de su vida.

Sí, eremita es Guillermo cuando se adentra en la vida solitaria, agreste y boscosa, siguiendo a los ermitaños que a fines del siglo III y principios del IV abandonaban las ciudades del imperio Romano y se establecían en el desierto en busca de una unión con Dios.

Así Guillermo participa y nos hace participar en los estigmas de san Francisco de Asís, el santo más fundido con la naturaleza. Incluso, en el comienzo de la pasión de Jesús, le acompaña en su angustia y soledad en el huerto de Gethsemaní.

Se exhiben en la exposición dos dibujos que llevan por título “El viento” y “El viento II”. Pero el viento, que a mi modo de ver es también un fenómeno atmosférico predominante en El Espinar, está presente en otros dibujos.

Me ha llamado la atención que los rostros y los personajes azotados por el viento muestran una serenidad impertérrita. Y es que, como bien señala James Freeman en la introducción al catálogo, el dominio técnico de Guillermo a veces trasciende el arriba y abajo, lo interior y lo exterior, el marco y el contenido. Pero siempre con una finalidad expresiva, como la efigie del historiador Johann Winckelman partiendo de la naturaleza en busca del ideal de belleza en un joven cuyas mejillas están marcadas por unas cicatrices debidas a un accidente escalando.

Discutía yo con nuestra gran amiga Isabel Codina, anfitriona de las tertulias literarias de “El libro del mes” en su restaurante El Espino, que no había a mi juicio en los recientes dibujos de Guillermo influencia cubista. Pues sí, existe esa influencia a juicio tanto del propio Guillermo como de James Freeman.

En cualquier caso, predomina la inmersión en una naturaleza a la par bella y salvaje.