28 de diciembre de 2024

Menús

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En las fiestas, como las pasadas Nochebuena y Navidad, todos andamos más pendientes de los menús, o sea, según la primera acepción del Diccionario del estudiante de la RAE, del “Conjunto de platos que constituyen una comida”. O una cena, añado yo.

Pero a quienes nos toca, como es mi caso, decidir con antelación lo que vamos a comer y cenar un día cualquiera, esta decisión constituye un problema nada desdeñable. Si quiero que los platos sean variados y, como me aconsejó en cierta ocasión una dietista, contengan proteínas, hidratos de carbono y verduras, a menudo se me acaba pronto el repertorio de los alimentos que yo sé preparar y están dentro de un presupuesto económico.

Salió a colación este problema hablando con mi hijo Guillermo, quien se ha encargado de preparar la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Pero Guillermo es un estupendo cocinero y, a diferencia de lo que me pasa a mí, disfruta cocinando. Cuando le pido que me dé alguna receta, lo que para él es sencillo a mí se me hace dificultoso.

También hablamos de cómo en nuestra casa mi primera mujer, o sea su madre, sólo preparaba un plato, que procuraba que tuviera todos los ingredientes aconsejables.

Recuerdo que los internos del colegio de los jesuitas de Valladolid solían tomar tres platos, que yo nunca probé por ser externo y poder ir a casa para comer. Esta costumbre de los tres platos, me dice Angelina, mi actual mujer, se observaba también en el colegio de las esclavas de Santander. Y es que las religiosas esclavas seguían en todo las pautas de conducta de los jesuitas.

No sé, porque no me he interesado en averiguarlo, de cuántos platos consta el menú habitual de las familias de mi condición social y económica.

Cuando en un restaurante o un hotel pedimos el menú del día, se trata de una “Comida de precio fijo, con una posibilidad de elección limitada”, según la segunda acepción del citado Diccionario, que en su tercera acepción define menú como “Carta (lista de comidas y bebidas)”.

Aunque se sale del tema gastronómico que me ocupa, añadiré para el curioso lector que, en una cuarta acepción e indicando que se trata de una materia informática, menú es el “Conjunto de opciones que aparecen en la pantalla de un ordenador”.

Volviendo a las comidas, mi hija Gabriela, que es muy organizada, tiene una lista de menús para los distintos días de la semana, que me ha ofrecido por si me ayuda.

He aceptado su ofrecimiento, siempre que no suponga hacer uso de la Thermomix, aparato electrodoméstico del que carezco.

 

22 de diciembre de 2024

La Navidad vaciada

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No hay palabra que más se pronuncie en el mes de diciembre, incluso antes, que Navidad, una Navidad laica, desprovista de todo sentido religioso y evangélico.

El dictador de Venezuela Nicolás Maduro hasta adelantó por decreto la celebración de la Navidad desde l e1 de octubre, como si el oprimido y deprimido pueblo venezolano tuviera algo que celebrar.

Y un gobierno como el del PSOE, con el presidente Pedro Sánchez a la cabeza, caracterizado por su fidelidad al hecho trascendente que los cristianos conmemoramos en estas fechas, tiene la desfachatez de convocar a socialistas y periodistas de medios afines a una copa de Navidad en La Moncloa. ¿No habría estado más indicado invitar a una copa el día del Orgullo Gay, o el de la conmemoración de la Segunda República, o el del LGTBI, aunque sea sin Q y +, o el de la Internacional Comunista puño en alto… En la memoria (a)histórica del PSOE no cabe ni con fórceps el relato de la venida al mundo del Hijo de Dios, y no otro hecho es el que recuerda la Navidad cristiana.

Mi buen amigo y certero escritor Germán Ubillos Orsolich atribuye a Satanás la Navidad desvirtuada que prima en una sociedad entregada a las comidas y cenas familiares, de amigos o de empresa, a las compras compulsivas, a los viajes de placer. Las ciudades compiten a ver qué iluminación es más brillante y espectacular, de la que han desaparecido los motivos religiosos.

La hermosa tradición de los nacimientos o belenes queda casi restringida a las iglesias. Ya hace tiempo que el abeto y Papá Noel han desbancado al portal de Belén y a los Reyes Magos.

Me consuela el bellísimo poema con que nos felicita la Navidad a mi mujer y a mí nuestro amigo e inspirado escritor Rogelio Sánchez Molero:

“Vino por primera vez en carne humilde / y mortal. Pero era Dios quien llegaba. / Desde el seno inmaculado de la hija de Sión / vio la vida quien nos nutre con el pan / angelical. Se hizo hombre la palabra. / Su nacimiento, misterio se hizo en Belén / de Judá. / ¡Gloria a Dios en las alturas!”.

Sí, una nueva luz, una nueva ciudad, una nueva Navidad.

 

 

 

15 de diciembre de 2024

Papeles, documentos y carpetas

 

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En mi blog de la semana anterior pasaba yo revista a una serie de objetos que, me parece a mí, se van acumulando en las casas conforme transcurren los años. Así me ocupaba de cosas que abundan en el domicilio de Madrid en el que vivo con mi mujer Angelina: lapiceros, bolígrafos, plumas estilográficas y rotuladores, a los que se añadían otros seres inanimados que aquí no voy a repetir.

Sí quiero mencionar los múltiples objetos de papel, o materiales similares, que proliferan tanto en la casa madrileña en que vivo con Angelina como en la de El Espinar que compartimos mi hijo Guillermo y, cada vez menos, yo.

Mi mujer y yo somos escritores y escribimos en cuadernos antes de pasar estos manuscritos al ordenador e imprimirlos en hojas de tamaño DIN A4, que antes denominábamos holandesas.

¿Cómo localizar en un momento dado esos papeles impresos, que voy a llamar documentos? El lector con un mínimo de conocimientos informáticos piensa para sus adentros: clasificándolos en carpetas.

En tales carpetas, en cuyo lomo pego una etiqueta autoadhesiva para distinguirlas, guardo, además de los mencionados escritos impresos, cartas, recortes de prensa, recibos, recuerdos, postales…

Iba a añadir fotos, pero estas conforman un capítulo aparte: unas están pegadas en álbumes, otras enmarcadas y expuestas en las estanterías delante de los libros –fotos que hay que retirar cuando queremos consultar estos– y otras finalmente están guardadas en cajas sin orden ni concierto.

Decía en mi anterior blog que las mudanzas de casa son una buena ocasión para desprenderse de cosas, de ropa que ya apenas usamos y hasta de libros, por más que nos duela prescindir de ellos.

Cuando mis muy queridos primos Mar Baró y Eduardo Bermúdez, ella carnal y él político, se mudaron de casa, el comprador se quedó también con los libros, no sé si con todos.

Mi yerno Gonzalo, que quiere a Guillermo como si fueran hermanos de sangre, no sólo políticos, le dedicó el siguiente chascarrillo: “En esta casa no vivió el excelso dibujante Guillermo Martín Bermejo”. Guillermo, un ejemplo de austeridad, amén de maestro en el arte del dibujo, ocupa la buhardilla de nuestra casa espinariega con todos sus enseres.

Un dibujo de Guillermo, un retrato del poeta Auden, se exhibirá desde mediados del mes de enero de 2025 en la exposición permanente de la National Portrait Gallery, que le dedica el siguiente elogio: “Está incluido en una pequeña muestra de dibujos llamada ‘líneas de sentimiento’, que resalta las cualidades emotivas del dibujo y las adquisiciones recientes de dibujos”.

Todos, creo yo, estaríamos dispuestos a desprendernos de nuestros objetos más queridos, si tuvieran un destino similar al del mencionado dibujo de Guillermo.

 

 

 

8 de diciembre de 2024

Cosas

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Hace unos días he soñado con la multitud de cosas que se almacenan en la casa de mi mujer. Conforme pasan los años, todos vamos acumulando objetos dispares. Las mudanzas de domicilio son una buena ocasión para desechar esos objetos, que a menudo ni siquiera sabíamos de obraban en nuestro poder. Pero, claro, mucha gente lleva años sin cambiar de casa, como es el caso de mi mujer. A esto se añade su renuencia a desprenderse, por ejemplo, de ropa, de bolsos que ya no usa, de adornos de todo tipo…

Dejo aparte el capítulo –nunca aplicado con más propiedad– de los libros. En los años que llevo conviviendo con Angelina, he instalado varias librerías y estanterías que se añaden a las que existían y que ya están a punto de quedar saturadas. Pero, insisto, en el mencionado sueño no aparecían los libros, que son casi –o sin el casi– seres animados.

Que ahora recuerde, encabezaban la procesión de seres inanimados los lapiceros, los bolígrafos, las plumas estilográficas y los rotuladores. En la casa los hay por todas partes, en cualquier habitación. Con la circunstancia agravante de que la mayoría de ellos no escriben, bien sea porque habría que sacarles punta a los lápices, o porque la carga de los bolígrafos y rotuladores o la tinta de las estilográficas estaban agotadas. Al final, cuando mi mujer y yo nos disponemos a escribir, tenemos que echar mano de los bolígrafos BIC, dos o tres, que juegan al escondite y hay que buscarlos.

De la trasera de la puerta del armario en que se guardan toallas, sábanas y fundas de almohada cuelga un cosero. Esta palabra no la recoge el Diccionario de la RAE y sólo está documentada en el Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936), pero aplicada a un tipo de camello. A mí me gusta utilizarla con el sentido de pequeño almacén de cosas. Pues bien, en este cosero, que es un colgante con varias filas de bolsas, se guardan pequeños adminículos relacionados con los medios de escribir, como grapas, sacapuntas, papel cello, amén de otros que poco o nada tienen que ver con la escritura, como pequeñas bombillas, cintas métricas, pegamentos…

En unas bandejitas –bandejuelas las llamaría el inolvidable presentador Constantino Romero– que reposan sobre la mesa de centro de la sala, junto a los ya mentados medios de escribir, encontramos un termómetro digital, que no sabemos utilizar, unas tijeritas, varios cortaúñas, pinzas, limas de uñas, un rosario, un candadito con su llave, un encendedor que no funciona…

Pensé, ya en el duermevela, retirar estas bandejitas de la mesa del salón y ubicar su contenido en distintos emplazamientos. Al final he desistido de esta dificultosa tarea y ahí siguen, para que mi mujer me pida de vez en cuando una lima de uñas.

 

 

 

1 de diciembre de 2024

Lecciones de la DANA

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Nunca deberíamos olvidar las consecuencias más trágicas de la DANA, las 227 víctimas mortales, los cuerpos aún no hallados de las personas desaparecidas y los incontables destrozos en viviendas, negocios, enseres, carreteras y vehículos.

Sin embargo, desde el punto de vista de las responsabilidades políticas, tampoco hay que pasar por alto tres lecciones que la DANA nos ha dado.

La primera es la calamitosa actuación de los políticos responsables de prevenir los daños de la DANA y, una vez producidos, remediarlos. La acusación pesa tanto sobre el Gobierno central, con el presidente Pedro Sánchez a la cabeza, como sobre el Gobierno autonómico, con el presidente Carlos Mazón al frente.

Las responsabilidades se extienden también a los ministros del gabinete de Sánchez, implicados de una manera o de otra, en los catastróficos sucesos de la DANA, como son la ministra de Defensa, el ministro de Interior y la ya exministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Una frase del presidente del Gobierno en su comparecencia cinco días después de la DANA quedará para la historia de la infamia tratando de descargar todo el peso de la catástrofe valenciana en el Gobierno autonómico: “Quien quiera ayuda, que la pida”.

No menos infame y cobarde fue la actuación de Pedro Sánchez en su visita del 3 de noviembre, acompañando a los Reyes y al presidente Mazón, a Paiporta, donde los vecinos del pueblo recibieron a la comitiva con gritos de “¡Asesinos!”. Pedro Sánchez creyó más oportuno abandonar el pueblo en su coche oficial y luego acusar a la ultraderecha de los daños producidos al vehículo. Mientras, los Reyes se solidarizaban y se abrazaban con las víctimas de la tragedia.

El Ejército, del que es responsable la ministra de Defensa Margarita Robles, tardó tres días en llegar al lugar de la tragedia. Y Robles sólo hizo acto de presencia en un sótano inundado de Paiporta el 11 de noviembre para abroncar a los afectados: “Yo no tengo la culpa. No tengo la culpa”.

El ministro de Interior, responsable de la Guardia Civil y la Policía Nacional, asiste el 2 de noviembre a la reunión del Cecopi (Centro de Coordinación Operativo Integrado), sin que conste su visita a los lugares dañados.

Pero, con mucho, la principal responsable de los mayores daños causados por la DANA en Valencia, después del presidente del Gobierno central, es Teresa Ribera, exministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pues de ella dependía la Cuenca Hidrográfica del Júcar, a su vez encargada de las obras de canalización y limpieza del barranco del Poyo, que nunca se llevaron a cabo. Mientras, Teresa Ribera estaba ausente, ocupada en preparar su candidatura a comisaria de la Unión Europea.

La segunda lección que debería extraerse de la DANA de Valencia es la necesidad de que el presidente del Gobierno de España y los ministros con él responsables de no haber puesto los medios necesarios para prevenir y remediar los daños presenten su dimisión irrevocable, independientemente de las responsabilidades penales que puedan derivarse de su actuación antes y después de la catástrofe valenciana, e independientemente también de las consecuencias judiciales de los casos de corrupción que afectan a la cúpula socialista.

La tercera lección de la DANA atañe a la Comunidad Autónoma valenciana y a su gobierno que por supuesto deberá dimitir en cuanto haya puesto en marcha la reconstrucción de la zona afectada.

Pero, a mi juicio y el de muchos españoles, esta catástrofe ha puesto de manifiesto la inutilidad de la organización de España en autonomías que no sólo no resuelven los problemas estructurales y operativos del gobierno de la nación, sino que los agravan. España, aunque la Constitución aún vigente (?) las ampare, no puede permitirse la sangría económica que suponen 17 Gobiernos autonómicos, 17 Parlamentos, 17 Tribunales Superiores de Justicia y el maremágnum de estructuras y órganos superfluos.

Para una relación más estrecha de los ciudadanos con la Administración bastarán los Ayuntamientos, sobrando también las Diputaciones y otros organismos que sólo sirven para colocar a personas del color político del partido gobernante.

Abogo, y conmigo más de un 50 % de los ciudadanos según algunas encuestas, por preguntar en referendo a los españoles si son partidarios de la actual organización del Estado en Comunidades Autónomas, o bien de reformarlas, o de suprimirlas.

 

24 de noviembre de 2024

La posible insania y la innegable maldad de Vladimir Putin

 

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Hay quienes sostienen que Putin está loco. Y basan su afirmación en la amenaza del presidente ruso de utilizar armas nucleares contra Ucrania como respuesta al uso de Zelenski de misiles estadounidenses y británicos capaces de alcanzar suelo de Rusia.

Sin descartar en el autócrata ruso algún tipo de demencia, yo me inclino a considerarlo sobre todo como un personaje malvado, capaz de las mayores atrocidades sin que se le mueva un pelo de su ridícula persianilla capilar.

No hay más que recorrer su trayectoria asesina desde que el 24 de febrero de 2022 decidió invadir Ucrania bajo el falso nombre de “operación militar especial”. Sus crímenes de guerra, y muy en especial la deportación ilegal de niños ucranianos a Rusia, han sido condenados por la Corte Penal Internacional de La Haya, que mantiene contra él una orden de arresto. Lo que no impide al exagente, por lo demás mediocre, de la KGB moverse libremente por el mundo de los llamados BRICS, formados por Brasil, India, China y Sudáfrica.

Si la Primera Guerra Mundial se decidió sobre todo en el barro de las trincheras, la Segunda asistió a un predominio de los combates aéreos. A la vista del intercambio de misiles hipersónicos entre Rusia y Ucrania, lanzados sin ningún miramiento contra la población civil e instalaciones no militares, me inclinaba yo a pensar que una tercera conflagración mundial se libraría por medio de todo tipo de cohetes y drones, descartados los enfrentamientos de soldados de a pie.

Si en el ámbito nacional ruso, Putin no ha dudado en deshacerse de sus opositores mediante asesinatos, destierros y supuestos suicidios, a la vista del escaso entusiasmo bélico de la población civil ha recurrido a tropas mercenarias, con el resultado adverso de todos conocido. ¿Dónde está ese ejército reluciente de las paradas militares en la plaza del Kremlin?

Y para colmo de la vergüenza de la milicia rusa y de su máximo jerarca, ha tenido que acudir en ayuda de Rusia un contingente de 10.000 soldados de Corea del Norte, entre los cuales no faltan ya desertores.

¿No se les cae la cara de vergüenza a Putin, a su ministro de Defensa y a todo el estamento militar ruso?

Veo en los medios de comunicación fotos de civiles ucranianos refugiados en el metro de Kiev.

¿Habrá búnker capaz de resguardar a los humanos de los letales efectos de las armas nucleares? ¿Se creerá a salvo de su mortífero poder el siniestro y quizá trastornado máximo dirigente ruso Vladimir Putin?

 

 

 

 

 

17 de noviembre de 2024

El relevo

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

‘El libro del mes’ es una tertulia literaria que viene celebrándose desde el 12 de enero de 2005, primero en la Biblioteca de San Rafael y después en el restaurante El Espino de El Espinar, que regenta mi amiga y admirada Isabel Codina en la Plaza del Altozano, 4.

La idea surgió, como digo, en la Biblioteca de San Rafael, que por entonces dirigía mi hija Gabriela. Un amigo y yo estábamos hablando de la novela El código da Vinci y mi hija nos llamó la atención porque estábamos molestando a los que allí trabajaban. Y nos propuso celebrar en el salón anejo a la Biblioteca unas reuniones en las que tratáramos de los libros que nos interesaran, invitando a participar a otras personas.

Yo me hice cargo de coordinar las tertulias, que han llegado a contar con la participación de hasta 118 personas, por supuesto no todas a la vez.

Proponíamos un título de un libro para leer y sobre el que tratar en la siguiente reunión, responsabilizándose algún contertulio de presentar la obra y moderar el coloquio con los asistentes.

Con el tiempo, el prestigio de ‘El libro del mes’ fue extendiéndose y han sido muchos los autores que han presentado sus obras en las tertulias. Sin ánimo de ser exhaustivo, hemos contado con la participación presencial de Ignacio Sanz, José Antonio Abella, Lorenzo Silva, Carmen Gallardo, Javier Lostalé, Javier Moro, Angelina Lamelas, Inma Chacón, Hortensia Búa, Alejandro Palomas, Juan Andrés Saiz Garrido, Bernardo Souvirón, Marifé Santiago Bolaños, Emilio Pascual, Enrique Gracia Trinidad, Soledad Serrano Fabre, Ana G. Novak, Mar del Olmo, Javier Palacios, León Arsenal, Javier Reyes, Verónica Martín, Celestina Santos Duque, María José Garrido, Alejandra Díaz Ortiz, José Manuel García González, Francisco Rodríguez Tejedor, Germán Ubillos, Carmen Gracia, Emilio Miguel López Laorga, Mariano Fresnillo, Luis López Rodríguez, Melchor Rius.

Durante la pandemia, celebramos las tertulias por wasap.

Estoy seguro de que la juventud y la experiencia en el mundo editorial y del libro de Ana Guerrero Novak harán que mi relevo en la coordinación de ‘El libro del mes’ sea celebrado con satisfacción por todos los asistentes habituales.

 

 

10 de noviembre de 2024

Después de la DANA

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Antes de embarrarme con el fango de la DANA levantina, quiero llorar por los fallecidos, acercarme y abrazar a sus familiares, a quienes han perdido sus casas, sus posesiones, sus negocios, sus coches y, olvidándome por un momento de la tragedia, participar en la ola de solidaridad y ayuda que ha llegado de todas partes sin esperar a que los obligados por sus cargos acudan a remediar los efectos de la catástrofe.

Desde estas líneas, me uno a cuantos han pedido la dimisión de todos los políticos estatales, autonómicos y locales que no han hecho frente en su debido momento a los desastres de una naturaleza desmadrada.

Más aún, me adhiero a la querella que han presentado Vox y otras asociaciones por el delito de “omisión de socorro” cometido por el presidente del Gobierno, sus ministros y los mandos responsables del Ejército y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Mientras una ingente procesión de personas armadas simplemente con escobas, cepillos o sus solas manos era capaz de llegar a los lugares de los funestos hechos, las máquinas pesadas que hubieran podido retirar escombros, vehículos volcados y apilados, y montones de enseres, brillaron por su ausencia.

Pero esas máquinas responden a decisiones tomadas por individuos y organismos que no han sabido hacerse cargo de una situación catastrófica, por lo que, insisto, deben dimitir o ser apartados de sus puestos.

¿Para qué sirve todo el entramado de instituciones, organismos, consejos, que a la hora de la verdad, entrampados por la burocracia y sus interesas espurios, no son capaces de tomar decisiones eficaces?

Se nos muestran imágenes de una calle antes y después de ser retirados los montones de coches y muebles por las máquinas pesadas que, tarde, pero por fin llegaron. Y me pregunto, ¿adónde se han llevado esos coches y muebles, que unidos a los residuos de las fábricas, a las basuras domésticas y a los desechos de todo tipo, forman vertederos que contaminan otros parajes, convirtiendo el mundo en un enorme basurero? ¿Qué se hace con todos esos desechos, se los quema, se los recicla?

A menudo me hago estas preguntas y otras parecidas en mi humilde ámbito personal y doméstico cuando deposito en una bolsa azul de basura los restos, más o menos orgánicos, de la comida, en otra amarilla los envases y otros residuos de plástico y en una tercera también azul el vidrio, que no el cristal. Estos desechos, unidos a los de papel, hay que llevarlos a los grandes contenedores que hay en las calles para ser reciclados. ¿Funciona realmente el reciclaje de tanto residuo como arrojamos a diario?

Volviendo a la DANA de Valencia, pasada la tragedia, habrá que emprender otro tipo de acciones en prevención de futuras catástrofes. Aquí deben intervenir los expertos en planes hidrográficos, habrá que drenar y limpiar los ríos y los arroyos, cambiar determinados cauces, como en su momento se hizo con el del Turia, no edificar en ramblas ni construcciones de una sola planta que, al quedar anegada, sus moradores no pueden subir a un piso superior que no existe.

Muchas de estas medidas eran sabidas desde hace tiempo. Pero siempre es más fácil pensar que la naturaleza no volverá a desmadrarse que afrontar el coste de lo que en su momento podrá salvar vidas y haciendas.

 

 

 

 

3 de noviembre de 2024

Las palomas y yo

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Andando por cualquier acera del barrio o sentados en una terraza al aire libre, es seguro que habremos convivido con palomas que picotean migas u otros restos que les sirven de alimento.

A mí no me habían causado especial molestia hasta hace un par de meses cuando han tomado la terraza de nuestra casa en el Parque de las Avenidas como lugar preferido donde hacer sus defecaciones.

Cada vez que me asomaba a la terraza había una paloma posada sobre el cajetín de la antena de televisión. De nada servía espantarlas. Volvían y cagaban a placer, sin respetar los almohadones de las butacas.

Me han aconsejado colgar cedés o espejos que, al parecer, las ahuyentan. Veremos.

Nunca había tenido manía a las palomas, que en el cine gozan de una idílica fama. Quiero recordar una escena de la película Mary Poppins, en la que una anciana da de comer a las palomas mientras suena la inolvidable canción “Feed the birds”, interpretada por Julie Andrews.

Como contraste a este amable “dar de comer” a las palomas, saltó a los medios de comunicación el pasado mes de agosto la batalla del Ayuntamiento de Burgos contra la sobrepoblación de palomas torcaces, no sólo con halcones y redes, sino hasta con una escopeta de perdigones.

La asociación animalista Pacma ha denunciado al Ayuntamiento por esta práctica que viola la Ley de Protección Animal.

Nunca, insisto, había tenido yo animadversión a estas aves invasoras.

Incluso ahora, cuando han elegido nuestra terraza como lugar preferido donde echar sus heces, me he negado a utilizar procedimientos que puedan causarles daño, como cubrir con una placa con pinchos el cajetín de la antena de televisión.

Pero tampoco me pidan que les dé de comer, aunque sólo sea con migas de pan.

 

  

27 de octubre de 2024

Las hijas y la mujer de Pedro Sánchez

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No he visto ninguna de las entregas de “Moncloa. Cuatro estaciones”, el documental que El País publica al fracasar el intento de los productores de la serie de que una gran cadena de televisión o plataforma lo emitiese.

Pero he leído en la prensa cómo, en una escena del documental, Pedro Sánchez pasea por los jardines de Moncloa con Óscar López, entonces director del Gabinete de la Presidencia y hoy ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública (no me resisto a señalar lo alambicado de los nombres de los Ministerios del Gobierno de Sánchez), y le comenta: “Estoy sorprendido, macho, mi hija la mayor saca unas notas macho”, a lo que López contesta: “Qué bien, eso es importante”.

A esta escena quería llegar, pues en favor del presidente del Gobierno había yo anotado la discreción de no hablar de sus hijas. Lo único que yo sabía de ellas es que son dos. Ignoro sus nombres y edades, y nunca he visto una foto de las mismas.

A diferencia de las hijas del anterior presidente Rodríguez Zapatero, unas “góticas”, de las que aparecieron imágenes en distintos medios, y no precisamente para bien.

Insisto en que me parecía un acierto de Pedro Sánchez salvaguardar a sus hijas de los focos de los medios de comunicación.

Y esto me lleva a otra reflexión, también relacionada con la familia más próxima del presidente Sánchez. Su mujer Begoña Gómez había permanecido, al menos para mí, en un discreto anonimato hasta que su marido cometió el error de recomendarla al IE (Instituto de Empresa) para dirigir el Africa Center, lo que ella hizo entre 2018 y 2022, sin más avales que sus estudios de Bachillerato y mercadotecnia.

Desde entonces, Begoña Gómez, que ni siquiera es licenciada, ha codirigido varias cátedras en la Universidad Complutense de Madrid y no ha parado de salir en los medios, acompañada o no de su enamorado esposo.

Hasta que, “sic transit gloria mundi”, le han ido despojando de sus honores y cátedras, y ha acabado imputada por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción privada, a los que después se ha añadido el de apropiación indebida.

Acabe como acabe su imputación, ¿no estaba Begoña más feliz en su discreto segundo plano como esposa y madre? Alegrándose con su marido de las “notas macho” de sus hijas.

 

20 de octubre de 2024

Mala vida

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Mala vida es el título de la novela de Mar del Olmo, publicada en 2024 por la Editorial Posidonia, a la que dedicamos la tertulia de “El libro del mes” de octubre. Una tertulia que contó con la participación de la autora y que tuvo un formato muy singular: dada la asistencia de muy pocos tertulianos, nuestra habitual anfitriona Isabel Codina dispuso la mesa de la presidencia en el centro de la sala y a su alrededor las sillas de la autora Mar del Olmo, de la presentadora Ana G. Novak y de los escasos asistentes.

Desde el comienzo de la tertulia Isabel nos sirvió vasos de agua, vino, cerveza y patatas fritas, que al final se vieron incrementados por una auténtica cena.

Mar y Ana dialogaron sobre la Mala vida, invitando también a intervenir a los asistentes.

La edición de la novela es primorosa y además con papel ecológico. La portada, en tonos verde claro con un recuadro beige para el título y el nombre de la autora, se estructura en hileras de triángulos, que luego supimos que eran el ojo de Dios, y platillos volantes.

La solapa primera presenta una foto y la biografía de la autora, nacida en Valdepeñas (Ciudad Real), filóloga e intérprete de formación, que trabajó en publicidad y, sobre todo, se dedicó a su verdadera vocación: escribir. Su primera novela, 45 días por año, fue galardonada como Best Women Issue’s Book. En 2021 publica su segunda obra, El mito del chiringuito, que fue finalista en el concurso convocado por Audi y Universo de Letras (Editorial Planeta).

Su blog www.mardelolmo.com nos brinda artículos de actualidad y relatos cortos.

La contracubierta ofrece un certero resumen del argumento de Mala vida, cuyo protagonista, Ezequiel Montes, que trabaja como funcionario de Correos, es un marido aburrido y un padre ausente, pero amigo de quienes con él comparten un partido de Champions. Su mujer, Carmen, harta de su conducta egoísta y machista, prepara una venganza “líquida”, y Ezequiel choca contra el bidé del baño y pierde el conocimiento. Despierta en la antesala del cielo, donde es recibido por el mismo Dios, quien le plantea un ultimátum: o sigue el camino de redención que le propone, o lo manda derecho al infierno. Deberá vivir otras vidas y superar los desafíos que se le presentan en cada una de ellas: se convertirá en madre de familia numerosa, en joven profesor de bailes caribeños, en anticuario sexagenario y homosexual y en meretriz no del todo desconocida para él.

La autora se vale de esta transmigración del protagonista para hacer una certera crítica de su machismo, su egoísmo, sus hipócritas creencias, crítica que se extiende a numerosos ámbitos de la sociedad.

Es una galería de personajes retratados de mano maestra por Mar del Olmo, que nos preguntó a los contertulios cuál era nuestro preferido. La mayoría se decantó por Juanillo, hijo pequeño de Mari, la madre de familia numerosa, que habla y actúa muy raro, lo que lleva a pensar a Juanillo si habrá sido abducida por un extraterrestre. El mismo Dios está retratado con un sentido del humor que resta afán moralizante a la vez que les da a los mortales la oportunidad de redimirse.

La figura de Anto, o sea Antonia, enferma de cáncer, que ha adoptado a Romeo, el profesor de bailes caribeños, y a la que va a cuidar María Auxiliadora Martín, o sea Mari, es a mi juicio, a pesar de no aparecer en el índice de personajes, la quintaesencia de la bondad.

Al final de la tertulia se planteó la pregunta de si saldrá a flote Ezequiel de la marea de dificultades que tiene que superar en su transmigración por diversos seres, a las que se añaden las descargas eléctricas que el mismo Dios le envía cada vez que pronuncia palabras o frases soeces.

Los capítulos, en general breves, hacen fácil la lectura de Mala vida. Pero, en especial, la cuidada escritura y las certeras observaciones de la autora sobre las distintas situaciones en que se ven envueltos los personajes invitan al lector a una profunda reflexión, a la vez que le entretienen y divierten.

Ana G. Novak, que ya presentó en nuestra tertulia sus novelas El despertar de Ukhat y Ni rastro de humanidad, contribuyó con su intervención a que los asistentes consiguiéramos una mayor comprensión de los distintos registros de la Mala vida.

Gracias, Mar del Olmo y Ana G. Novak, por una velada inolvidable.

 

 

 

 

 

13 de octubre de 2024

Pedro Sánchez, experto en resistencia

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Si alguien piensa que en esta ocasión la ola de corrupción ha llegado tan alto como para anegar a Pedro Sánchez, no conoce al personaje.

Un personaje que llegó al poder en 2018 mediante una moción de censura contra Mariano Rajoy, en la que tuvo un papel decisivo el discurso de José Luis Ábalos, entonces secretario de Organización del PSOE y portavoz de los socialistas en el Congreso de los Diputados, que acusó al PP de corrupto tras haber sido condenado por el caso Gürtel.

Una vez investido como presidente del Gobierno, el secretario general del PSOE Pedro Sánchez, enarboló la bandera de la lucha contra la corrupción,

Pues bien, quien le ayudó a alcanzar entonces la presidencia del Gobierno, José Luis Ábalos, fue destituido por Sánchez como ministro de Transportes en julio de 2021, sin mediar ninguna explicación. El propio Ábalos renunció a su cargo en la Secretaría de Organización, en la que le sustituyó Santos Cerdán.

Sin embargo, a pesar de verse implicado en el caso Koldo, en la fraudulenta compra de mascarillas durante el Covid, en el Delcygate y en el rescate de Air Europa, Ábalos no ha renunciado a su cargo de diputado y se ha pasado al grupo mixto.

Sánchez no duda en destituir a sus más estrechos colaboradores con tal de salir él a flote de cualquier marea que pueda alcanzarle. Ábalos es uno más de una larga lista de caídos en el tsunami que, según los más optimistas, amenaza cada vez más de cerca al presidente del Gobierno.

Experto en resistencia, Sánchez ha colonizado a dos de los bastiones que sustentan una democracia: la judicatura y la prensa.

El ejemplo del Tribunal Constitucional, presidido por Cándido Conde-Pumpido, quien fue fiscal general del Estado en el gobierno de Rodríguez Zapatero y protagonizó la negociación política con la banda terrorista ETA, tribunal en el que hay una mayoría izquierdista, mal llamada progresista, es paradigmático de otros órganos judiciales en los que la independencia frente al poder ejecutivo brilla por su ausencia.

En cuanto a la prensa, que ha podido ser considerada cuarto poder del Estado junto al ejecutivo, el legislativo y el judicial, está amenazada por el plan de regeneración democrática aprobado por el Consejo de Ministros del Gobierno de Sánchez el 17 de septiembre.

¿Saldrá a flote Pedro Sánchez después de que el informe de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil, entregado el pasado miércoles 9 de octubre al juez Ismael Moreno, haya demostrado, entre otras implicaciones del presidente del Gobierno, su conocimiento del viaje a España de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, y su asistencia como número "1” a la reunión en la que se fraguó el rescate millonario de la aerolínea Air Europe entre Víctor de Aldama, hoy en prisión, pero por su fraude en hidrocarburos, Nadia Calviño, entonces ministra de Economía, y el mismo Ábalos?

Desmontar el informe de la UCO no va a resultar fácil, Pero de otros embates ha salido indemne Pedro Sánchez,  experto en resistencia.

 

 

 

6 de octubre de 2024

La cocina


Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Le estoy cogiendo manía a la cocina. Y mira que es una habitación amplia y luminosa, provista de todos los electrodomésticos. Pero, claro, comienzo por el hecho de que nunca me ha gustado cocinar. He intentado diversos procedimientos para superar este rechazo, como pensar que estoy haciendo un acto de amor a mi mujer, que sólo hace la comida los domingos, cuando vienen a comer sus hijos y nietos. Aun esos días tengo que echar una mano en algunos preparativos culinarios.

Así que la cocina está asociada con faenas que no son de mi agrado.

Envidio a mi hijo Guillermo, que disfruta cocinando y lo hace muy bien. Cuando estamos juntos en la casa de El Espinar, le veo mirar por televisión algún programa de los muchos que emiten todas las cadenas y que a mí nunca me han interesado. A veces le pido alguna receta que me ayude a variar mis reducidos menús.

Tere Lamelas, hermana de mi mujer Angelina, ha publicado recientemente un libro de recetas que se titula Con mucho gusto y, entre primeros platos, recetas de carne, recetas de pescado, postres y tartas, contiene 97 de tales fórmulas, además caligrafiadas por la propia autora. La edición es una preciosidad pero, a efectos de lo que estoy tratando, muy pocas veces he echado mano de este voluminoso recetario.

Luego está, sin salir de la cocina, el problema de la limpieza y el orden. Siempre hay algo fuera de su sitio o sucio. Lo cual, para los maniáticos de la buena disposición de las cosas, aunque no lleguemos a padecer TOC (Trastorno obsesivo compulsivo), sí supone una cierta inquietud.

Una dietista nos recomendó mi mujer y a mí, teniendo en cuenta que ella es diabética, que procuráramos que las comidas tuvieran un contenido equilibrado de hidratos de carbono, proteínas y verduras.

Esto sí que procuro seguirlo, dentro de mi limitado repertorio de platos y no olvidando prescindir del azúcar y los dulces. A menudo, cuando estoy pensando en la comida y la cena del día siguiente, tengo la impresión de que repito algo que ya hemos tomado recientemente. Y, como dice el refrán, “todos los días gallina, amarga la cocina”.

Cuando las nueras de mi mujer echan una mano los domingos en la cocina, esta habitación deja de ser para mí un incordio y se convierte en un bienhallado oasis.

 

 

29 de septiembre de 2024

Cruceros y cayucos

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Estábamos este verano mi mujer y yo sentados en la playa del Puntal de Santander cuando a nuestra derecha aparece un enorme transatlántico de numerosos pisos que a cada intervalo de tiempo hace sonar la sirena. Cuando pasa por delante del punto donde nosotros estábamos, a mí, que nunca había visto un crucero de esas dimensiones tan cerca, me llama la atención, por supuesto su altura, pero también lo cerca que pasa de la línea de arena.

Tampoco he realizado un crucero, un viaje de placer en un barco de ese mismo nombre con escala en varios lugares. El transatlántico que sale del puerto de Santander y atraviesa la Bahía se dirige a Southampton, ciudad portuaria de la costa sur de Inglaterra. En alguna ocasión he comentado a mi mujer que me gustaría hacer esa travesía a Southampton en el ferri de marras.

Sin embargo, hace un par de noches soñé que, en efecto, estaba alojado en ese hotel flotante haciendo un crucero de placer. Pero, en el sueño, y a pesar de que me vi jugando al frontenis, mi deporte favorito, en un pequeño frontón con que contaba el buque, pronto deseé desembarcar y pasear por los amenos parajes que se divisaban en la costa.

Del crucero de lujo, y siempre en alas del sueño, ya más bien pesadilla, me vi trasladado a un cayuco, rodeado de jóvenes negros, mujeres y algún bebé, no sabría decir si procedentes de Mauritania, Gambia o Senegal, pero sí que se dirigían a Canarias.

Esta pesadilla me ha llevado, ya en vigilia, a interesarme por el problema de la inmigración ilegal e informarme con más detalle sobre las múltiples implicaciones de todo tipo que conlleva la llegada a España y, en este caso concreto, a la isla del Hierro, de centenares y miles de inmigrantes subsaharianos.

Después de leer y escuchar a numerosos políticos y expertos en el tema de la inmigración ilegal, he llegado a las siguientes conclusiones que resumo a continuación, más para aclararme a mí, que para enseñar a mis posibles lectores.

1. Mientras que casi a diario se nos muestran en televisión imágenes de cayucos abarrotados de inmigrantes ilegales, la información sobre inmigrantes legales brilla por su ausencia. ¿De dónde proceden, cómo son legalizados, en qué trabajan en España?

2. Muchos conocedores de las dificultades de navegar en cayucos, naves de fondo plano, muy frágiles y peligrosas, dudan de que alguno de los africanos que las abarrotan sea capaz de manejarlas y atravesar los 1500 kilómetros que separan su país de origen de las costas canarias. ¿No serán transportados por barcos mayores fletados por las mafias que, una vez en aguas de las islas Canarias, abandonan a su suerte los cayucos con su cargamento humano para que los guardacostas españoles se hagan cargo de ellos?

3. España tiene el derecho y la obligación de proteger sus costas y fronteras. No se trata de hacer obras de caridad que, en resumidas cuentas, sólo benefician a las mafias y fomentan el efecto llamada.

4. No es solución repartir a los inmigrantes indocumentados, de los que se ignora la nacionalidad y la edad, por las distintas provincias españolas y albergarlos en centros que no disponen de los medios adecuados.

5. Las soluciones de las que ha hablado el presidente del Gobierno español con los dirigentes de Mauritania, Gambia y Senegal son a menudo contradictorias e irrealizables. Tan pronto señala Pedro Sánchez la necesidad de España de recibir a 250000 inmigrantes, como asegura devolver a todos los ilegales a sus países de origen.

6. Problemas como la integración de los inmigrantes en una cultura que les es ajena, o la aparición de guetos en barrios donde ni la policía se atreve a entrar, como hemos podido ver en otros países europeos, son de difícil solución sin políticas europeas coordinadas.

7. La necesidad de mano de obra en sectores de la economía española como la agricultura, la construcción, la hostelería, y que parados españoles desdeñan, prefiriendo vivir del subsidio, tampoco se resuelve con inmigrantes.

 8. Por último, habrá que fomentar en España por parte de los poderes públicos la natalidad, hoy en mínimos, a riesgo de que en unos años nuestro país deje de ser el que nos legaron nuestros padres y abuelos.

Ante este panorama desolador, me entran ganas de volver a mi sueño en el crucero…

 

 

 

 

22 de septiembre de 2024

Plan de acción contra la democracia

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

El Consejo de Ministros del pasado martes 17 de septiembre ha aprobado un “Plan de acción por la democracia”. Como ya había anunciado el presidente del Gobierno el lunes anterior a sus disciplinados y aplaudidores senadores y diputados, se trata de poner en marcha un plan de “fortalecimiento de la democracia” o también de “regeneración democrática”.

Cualquiera de estas ambiciosas expresiones da por supuesto que en España la democracia necesita un plan de acción, que hay que regenerarla y fortalecerla. O sea que en nuestro país la democracia está en peligro, debilitada y degenerada. Y son el gobierno progresista de Pedro Sánchez y el PSOE los llamados a salvar la democracia.

Pero ¿quién gobierna (es un decir) en España desde la moción de censura que desalojó de La Moncloa a Mariano Rajoy en 2018 y de nuevo después de las elecciones generales del 23 de julio de 2023 que, aunque las perdió Pedro Sánchez, se las arreglo para ser investido presidente del Gobierno aliándose con Sumar, ERC, Junts, Bildu y PNV? Pues el mismo que ahora pretende regenerar la democracia, el secretario general de un PSOE servil.

Es decir, que si la democracia en nuestro país corre el riesgo de desaparecer, si requiere ser salvada, ¿a quién habrá que achacar esa debilidad, esa necesidad de regeneración?

La respuesta es obvia: a un presidente del Gobierno, a un Consejo de Ministros, a un PSOE y a unos socios de Pedro Sánchez, que sólo han velado y trabajado por sus intereses.

Si hay un responsable principal de la degeneración democrática en España el mismo tiene nombre y apellidos: Pedro Sánchez Castrejón. El cual ha conseguido copar en un ejercicio de partidismo sin igual todas las instituciones del Estado que podrían representar un contrapeso al poder ejecutivo: el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, la Abogacía General del Estado, el Consejo de Estado, el Centro Nacional de Inteligencia, el Centro de Investigaciones Sociológicas, el Banco de España, Televisión Española, Radio Nacional de España, la Agencia EFE de Noticias…

Para colmo, el presidente del Ejecutivo ha anunciado que, a fin de llevar a cabo este plan progresista, está dispuesto a prescindir de las Cortes Generales. ¿Cabe un mayor ataque a la democracia y a la separación de poderes?

Y la puntilla a la libertad que ha de garantizar un régimen democrático son las medidas para vigilar y controlar a la prensa y a los medios de comunicación, contrapoder que en cualquier país de tradición demócrata ha supuesto un contrapeso a toda deriva autocrática del gobernante de turno.

Pero d eso se trata, de que no haya posibilidad de que ningún partido o agrupación política acceda legítimamente al poder.

Al ver a todos los senadores y diputados del PSOE en pie tributando un prolongado aplauso al amado líder, me ha venido a la mente la imagen del Partido Comunista Chino ovacionando a Ho Chi Minh. ¿Es esta la lección que se ha traído el autócrata español de su reciente viaje a China, junto con el fomento de la bicicleta como medio de transporte de los ciudadanos, mientras él no se baja del Falcon ni para ir a la vuelta de la esquina?

 

 

 

 

 

15 de septiembre de 2024

Comienzo del curso escolar

 Las palabras y la vida

Alberto Martín Baró

El pasado jueves 12 de septiembre han comenzado mis nietos de 12 años sus estudios de la ESO en el Instituto María Zambrano de El Espinar. Como ellos viven con sus padres en San Rafael, tienen que desplazarse al Instituto en uno de los autobuses de la empresa Saiz Garrido que el Ayuntamiento ha contratado para llevar a los alumnos de los distintos núcleos del municipio al citado centro escolar. Así que mis nietos tienen que ir andando desde su casa hasta la parada del autobús en la carretera de La Coruña y, a la vuelta de las clases, hacer el mismo recorrido.

Yo estaba, y aún estoy, un poco preocupado por este cambio que supone para mis nietos empezar la Secundaria en un instituto situado a varios kilómetros de San Rafael y al que asisten estudiantes de más edad, como los que cursan el Bachillerato, a quienes veo cruzar el paso de peatones cuando me detengo al ir en coche al pueblo y que me parecen, y lo son, mucho mayores que mis nietos. Claro que están en aulas separadas… Alicia y Mateo, así se llaman mis nietos, no comparten mi preocupación.

Como la educación es competencia de las comunidades autónomas, observo que el curso escolar ha comenzado en fechas distintas en unas y otras. Y se ha planteado el debate sobre la conveniencia de implantar la jornada partida, aduciendo, como ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid en el Debate sobre el Estado de la Región, la ventaja que ese horario supondría para la conciliación laboral de los padres con sus responsabilidades familiares.

Yo estoy viendo a mi hija Gabriela ayudar en los deberes a mis nietos, y eso después de su jornada laboral, que es presencial dos días a la semana. Gracias a esta ayuda sacan los niños buenas notas. ¿Seguirían con estos resultados en una jornada partida?

No puedo por menos de recordar los larguísimos horarios que teníamos los estudiantes de Bachillerato de los años cincuenta en el Colegio de San José de Valladolid, con clases también los sábados y una hora de estudio los domingos por la mañana. Delante de cada clase había tres cuartos de hora de estudio. Cuando yo alguna noche pensaba en quedarme a estudiar antes de acostarme para preparar un examen me acordaba de ese tiempo de estudio y decidía irme a dormir.

Otros asuntos que recurrentemente salen a debate en los comienzos de curso son la importancia que se da en el aprendizaje a la memoria, o por el contrario al cultivo de las competencias, disyuntiva innecesaria a mi juicio: la memorización debe acompañarse del ejercicio de aptitudes o habilidades.

Así también se ha minusvalorado el esfuerzo personal en un equivocado intento de evitar el abandono escolar.

Leo en algunos medios de comunicación que ha disminuido la ratio de alumnos por clase, a la vez que ha aumentado el número de profesores de Secundaria. No creo que en el Instituto María Zambrano, al que acuden con mis nietos estudiantes de numerosos núcleos de población, haya pocos alumnos por aula.

Seguiré al tanto de esta nueva etapa en los estudios de mis nietos. Y contaré a los lectores de este blog, si les interesa, mis impresiones.

 

 

 

 

8 de septiembre de 2024

El rito en las fiestas del Cristo del Caloco

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Ayer, sábado 7 de septiembre, hemos ido mi mujer y yo a El Espinar para celebrar las fiestas del Cristo del Caloco. El Cristo, que el resto del año permanece en la ermita al pie del monte que lleva el mismo nombre, baja en procesión a la iglesia de San Eutropio, acompañado por el párroco, autoridades, cofrades y una multitud de gente que a mí este año me ha parecido más numerosa que nunca. Es un gesto de la venerada imagen para estar durante una semana cerca de vecinos y visitantes.

Todas las fiestas, y las de los pueblos muy en especial, se encadenan en una serie de ritos, de ceremonias que se repiten, y los que participan en ellas esperan con ilusión. En las del santo Cristo del Caloco, la misa a la puerta de la ermita, al terminar la cual una larga fila de fieles se acercan a venerar la imagen y a recoger el pan bendito, mientras la campana repica incansable. Mi mujer está muy disgustada pues en su móvil ha desaparecido la foto que un joven nos hizo a los pies del Cristo.

En días sucesivos, el Santo Cristo recorrerá el pueblo en procesión y retumbar de cohetes.

La repetición es parte esperada de todo rito. A menudo, al asistir a misa y rezar las oraciones que se suceden en ella, me llaman la atención sus fórmulas invariables, lo que facilita la participación de los fieles.

Hubo un tiempo en el que en el padrenuestro, la oración que el mismo Cristo nos enseñó, se pedía a Dios Padre el perdón de nuestras deudas, “así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, petición que fue sustituida por “perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, sustitución que me parece acertada.

No entiendo, en cambio, por qué, en la consagración del vino para convertirlo en la sangre de Cristo, antes se decía que será derramada “por todos los hombres” y ahora sólo “por muchos”.

El Cristo del Caloco baja al pueblo en solemne ritual para acompañar a todos los vecinos y todos los visitantes, que en esta semana de fiestas son, somos, multitud.

 

 

 

 

 

 

1 de septiembre de 2024

Mimetismo

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

De manera natural propendemos al mimetismo, a copiar o seguir las modas, a no ser que luchemos expresamente contra ellas.

Hubo un tiempo, especialmente en las décadas de los años sesenta y setenta, en que proliferó la piratería aérea, con distintas motivaciones y finalidades, sobre todo en Hispanoamérica, sin descartar el terrorismo y el contagio.

El mimetismo me continúa llamando la atención en algunos comportamientos que observo a mi alrededor y me pregunto cuáles serán los motivos que llevan a las personas a adoptarlos.

Así han proliferado, sobre todo en gente joven, los pantalones vaqueros con rotos y los bordes deshilachados, no por el uso, sino que ya los compran así en la tienda.

Sin salirnos del atuendo personal, una moda más reciente es la de mostrar las mujeres un escote más pronunciado de lo normal.

También en jóvenes y además en famosos observo una abundancia de tatuajes. ¿Qué encontrarán de placentero o atractivo en hacerse grabar dibujos, figuras o nombres en la piel? Lo que hace algún tiempo, no sabría decir cuánto, era una excentricidad, hoy se ha extendido como una plaga en individuos de distinta condición.

Me dicen que las tales marcas son indelebles o muy difíciles de quitar si te cansas de ellas, o si se trata del nombre de una pareja de la que te has separado, a la que has dejado de querer, o ella te ha abandonado a ti.

Me viene a la memoria la inolvidable copla de Concha Piquer, Tatuaje, después cantada también por Ana Belén y Víctor Manuel, a mi gusto sin comparación posible. “Él vino en un barco de nombre extranjero, / lo encontré en el puerto un anochecer / cuando el blanco faro sobre los veleros / su beso de plata dejaba caer. / Era hermoso y rubio como la cerveza, / el pecho tatuado con un corazón, / en su voz amarga había la tristeza / doliente y cansada del acordeón.”

Sí, el pecho tatuado con un corazón, pero también el brazo con un nombre de mujer. Ella le busca de puerto en puerto, de mostrador en mostrador…

¿Se arrepintió Melanie Griffith de haberse hecho tatuar el nombre de Antonio (Banderas), creo que en el hombro, cuando se divorciaron?

Nos empeñamos en que las cosas humanas sean perennes, cuando son por definición temporales. Los tatuajes son la prueba palpable de ese afán de hacer permanente lo efímero.

Me pregunta mi mujer cómo reconoceremos a los seres queridos en la otra vida, cuando ya no quede piel, ni tatuaje en ella si lo hubo.

¡Cómo si yo lo supiera! Los creyentes creen en la inmortalidad del alma. Yo, sin estar seguro, me agarro a mi identidad y a la identidad de aquellos a quienes conocí y amé.

Sin dejarme llevar por la tendencia a adoptar como propios los comportamientos o las opiniones ajenos.

 

 

25 de agosto de 2024

Veleros blancos en la bahía azul

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Cuando por la mañana voy al quiosco de Puertochico a comprar el periódico, me llaman la atención, frente al final de la calle de Castelar, las evoluciones, casi pasos de baile, de veleros blancos en la bahía azul.

Se lo cuento a Javier, el menor de los nueve hermanos Lamelas que sobreviven y que fue marino mercante, y él me informa, con todo lujo de detalles, que esos veleros se adiestran en el Centro Especializado de Alto Rendimiento Príncipe Felipe, bautizado con el nombre del actual rey de España.

En la página de Internet del Centro leo lo siguiente: “Desde su inauguración en 1995 como Centro de Alto Rendimiento y a partir de 2008 convertido en Centro Especializado de Alto Rendimiento, el CEAR Príncipe Felipe ha venido prestando grandes servicios al deporte de la vela tanto a equipos españoles como internacionales, siendo principalmente base y centro de preparación del equipo olímpico español”.

Buena parte de mi trayectoria editorial ha estado dedicada a confeccionar diccionarios, “Obras de referencia y consulta” llamábamos a estos y otros libros similares. Hoy, en cuanto nos surge una duda o queremos averiguar un dato, acudimos a Google. Todavía en algunas casas se conservan, en librerías y armarios heredados de nuestros mayores, los voluminosos tomos de la enciclopedia Espasa. En la casa de mi hija Gabriela en San Rafael, un armario con las iniciales FB, de mi abuelo materno Fernando Baró, en sus puertas de cristal alberga numerosos volúmenes del Espasa.

José Fúster, hijo de mi mujer Angelina Lamelas, me proporciona otra interesante información sobre el Centro de Alto Rendimiento: en las Olimpiadas del año 2000 se descubrió que el agua de la bahía de Sidney, donde se celebraron esos Juegos, tenía una composición similar a la de la bahía santanderina, la cual pasó a ser escenario de adiestramiento de regatistas olímpicos.

Así, la primera medalla de oro de vela en los Juegos Olímpicos de 2024 la han traído de París el suizo Florian Trittel y Diego Botín, nacido en Madrid, de ascendencia santanderina, quien a la edad de siete años ingresó en el Centro de Alto Rendimiento de Vela Príncipe Felipe.

¿Entrenan a regatear, cuando yo los veo por la mañana, los veleros blancos en la bahía azul de Santander?

 

18 de agosto de 2024

La playa no es para mí

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Decididamente no soy hombre de playa. O, a mis ochenta y cinco años, la playa no es para mí.

Y mira que he dedicado elogios, todos ellos merecidos, a las playas del Sardinero, y hasta a la de la Magdalena, en Santander.

Pero no puedo quitarme de encima mi condición de nacido en Valladolid, tierra de secano, donde sí íbamos de niños a las piscinas Samoa, y el mismo río Pisuerga, con sus pozas traicioneras, sólo lo surcábamos en barca.

Cuando en medio de las olas, no las del mar, sino de calor de este verano veo por televisión las imágenes de las playas tanto sean de Levante como de Andalucía, o incluso de las islas Canarias o las Baleares, no puedo por menos de preguntarme qué encantos encontrarán los bañistas en luchar bajo un sol de justicia por un metro cuadrado donde extender la toalla o plantar la sombrilla. Pues me dirán que les compensa entrar en el agua y refrescarse. ¿Refrescarse? Decía mi hermano Carlos, con su humor acre, que el agua del Mediterráneo está como babas.

Y la del Cantábrico, añado yo, muy fría para mi delgadez que se ha acentuado con los años.

Luego están los preparativos imprescindibles para vestirse y equiparse de playa. A la toalla o toallas de rigor hay que añadir el bañador, una o dos sillas y una sombrilla, más las cremas y espráis para protegernos del sol. Cargados con todos estos adminículos, es una auténtica batalla acceder al autobús, que puede ir hasta los topes y no abrir sus puertas para admitir a más pasajeros.

Si cualesquiera de estas operaciones nos las impusieran a la fuerza, lo consideraríamos de una crueldad intolerable. Ni siquiera valdría aquello de que “sarna con gusto no pica”.

Claro que pica la arena en los pies u otras partes del cuerpo, por más que la sacudamos o tratemos de quitárnosla.

Para que no todo sea negativo, quiero abrir un paréntesis de placer que se da especialmente en las playas del Sardinero. Ahí, sobre todo en marea baja, caminantes por la orilla, pisando la arena bañada por las olas, van de un lado a otro, entre los muros del Chiqui, cubiertos de lapas, y la tapia que limita la primera playa con la del Camello. Es grato y saludable mojarse y masajearse los pies con el agua y la arena de la playa. Mi mujer y yo lo hacemos.

De vuelta en casa será imprescindible ducharse. Esto sí que refresca, aunque yo lo haga con agua caliente, pues nunca he sido capaz de meterme bajo un chorro de agua fría.

Hay en Maremondo, cafetería y restaurante en el Sardinero, un salón abierto a la playa y al mar por un amplio ventanal, por el que, para aumentar la sensación de realidad, pasan rozando unas gaviotas que a mí me parecen más grandes que las normales. Ahí solemos merendar mi mujer y yo. Y ahí, años atrás, escribió Angelina, con las neuronas de la inspiración a tope, gran parte de los relatos de su libro Carne de cuento.

 

 

 

 

 

10 de agosto de 2024

Santander como premio

 Las palabras y la vida

Alberto Martín Baró

Desde hace ocho años, en agosto, Angelina mi mujer y yo nos premiamos con un mes en Santander. ¿Que por qué la capital de Cantabria es un premio para nosotros? En el caso de Angelina, la respuesta es fácil: ella nació en esta ciudad, en la calle de Castelar 3, y ahí vivió su infancia y juventud. Y aunque después sus estudios de Periodismo y su matrimonio con Francisco Fúster la llevaron a residir en Madrid, nunca ha olvidado a Santander, fuente inagotable de sus cuentos y poemas. Santander son sus once hermanos, de los que viven nueve, y en Santander habitan siete.

Santander es la bahía, son las playas del Sardinero, es la Magdalena, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el Palacio de Festivales, la ya mencionada calle de Castelar, el paseo de Pereda, que muchos santanderinos llaman el Muelle, la avenida de Reina Victoria, la plaza Porticada y la de Pombo, y dando un salto en el tiempo el moderno Centro Botín.

Yo, de la mano de mi mujer, he aprendido a amar todos estos lugares y a disfrutar de ellos.

Este año, en plenas olas de calor en Madrid y hasta en mi querido El Espinar, en la sierra de Guadarrama, Santander nos ha recibido con un cielo nublado y una brisa refrigerante.

Pero Santander son sobre todo sus gentes, para Angelina muy en especial sus hermanos María Luisa, José Antonio, fallecido pero vivo en el recuerdo de todos, Tere, Ana, Ricardo, Diego, Carmen, Elena, aunque esta viva en Benicassim, y Javier. A mí, han pasado de llamarme el Advenedizo y el Okupa, a considerarme uno más de la familia.

Santander son los Osorio, primos de la madre de Angelina, Alfonso, Juan Manuel, Conchita y Pili, ya fallecidos, pero nos quedan Alfonso, María Ángeles y Lucas, hijos de Alfonso, los hijos de Juan Manuel y los hijos de Conchita.

Santander son las Naveda, Belén, amiga del alma de Angelina y abuela del recientemente ganador de un Oro en los Juegos Olímpicos, Diego Botín, Lucrecia, Beatriz y Juan Jesús.

Santander son los Pombo, y muy en especial el escritor Álvaro Pombo.

Santander son la presidenta de la Asociación Cultural Plaza Porticada Elena García Botín y la secretaria Pilar de la Torre.

Santander son tantas amistades de Angelina, que han sido o son también mías, las Estrada, María Luisa García de los Ríos, María del Mar Cubría, Javier Casanueva y su hija Lucía.

Santander es José Ramón Sánchez, dibujante y pintor, devenido también gran escritor.

Santander es la comillana Carmen Mary, alumna mía de francés en mis años de estudiante en la Universidad Pontificia.

Seguro que me dejo a alguien importante en esta lista. Pero con los mencionados Santander ocupa un lugar privilegiado en mi corazón.

 

 

 

 

4 de agosto de 2024

Democracias populares y comunismo camuflado

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Tengo familiares y conocidos que en las décadas de 1950, 1960 y 1970 emigraron a Venezuela, en este país hicieron fortuna y regresaron a España. Eran tiempos en los que las élites gobernantes venezolanas, apoyadas en la riqueza de una nación con las mayores reservas de petróleo del mundo, mantenían una democracia partidista, en la que la corrupción campaba a sus anchas, sin que el pueblo, que mal que bien tenía trabajo, se rebelara.

Hasta que un joven militar llamado Hugo Chávez irrumpió en la escena política del país, fundando en 1997 el Movimiento Quinta República, que en 2007 se fusionó con otros partidos para crear el Partido Socialista Unido de Venezuela, y en las elecciones de 1998 fue elegido presidente.

Junto a algunas mejoras en las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas que consiguió este líder populista y socialista, que gozó de una amplia popularidad, su paso por la presidencia de Venezuela estuvo lastrado por la corrupción, el tráfico ilegal de drogas, el apoyo a movimientos terroristas, la censura a la prensa y a los medios de comunicación y la violación de los derechos humanos de los ciudadanos.

Nunca he entendido el afán de dictadores y autócratas de toda laya, y muy especialmente de izquierdas, que no se denominarán comunistas, en pretender que su acceso al poder ha sido conseguido por medios democráticos.

Esta pretensión es particularmente llamativa en el sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro. ¿Qué atractivos y qué ventajas encuentra este tirano en hacer pasar por democracia lo que no es sino una toma por asalto del poder, sin ninguna garantía de respeto al resultado de las urnas, en medio de una persecución sistemática de los líderes de la oposición, a los que encarcela y asesina, como persigue y mata a cualquiera que se manifieste en contra del régimen, apoyado en una policía y unas fuerzas armadas compradas?

Con estos apoyos y unas leyes encaminadas a someter a todos los órganos representativos del Estado, no tenía Maduro ninguna necesidad de montar un circo electoral para acabar proclamándose vencedor de unas elecciones fraudulentas sin observadores neutrales, a los que no dejó entrar en el país.

¿Qué países han reconocido la victoria de Maduro y le han felicitado? Pues la Rusia de Putin, la China de Xi Jinping, la Cuba de Díaz-Canel, fiel sucesor de los Castro, el Irán de los ayatolas, la Nicaragua de Daniel Ortega y algún otro dentro de la órbita comunista o populista.

Países que, insisto, quizá salvo en el caso de China y Cuba, se cuidarán muy mucho de denominarse comunistas, sino que se camuflarán bajo denominaciones como repúblicas populares. El caso más llamativo es el de Corea del Norte, que se autoproclama República Popular Democrática de Corea del Norte, han leído bien, “Democrática”.

Para rebatir a quienes sostienen que el comunismo sólo crea pobreza allí donde se implanta, suele aducirse el ejemplo de China, o sea la República Popular de China, que hoy se considera la segunda potencia económica del mundo por su PIB. Sin entrar a valorar las condiciones de vida del pueblo chino, su avance económico ha sido debido principalmente a la implantación de los métodos del capitalismo. Y, de nuevo, sus pretendidas elecciones democráticas son controladas férreamente por el único partido reconocido, el Partido Comunista.

Tomen notas los políticos comunistas disfrazados bajo otros nombres, como los militantes de Podemos y Sumar en España.

Claro que su camuflado comunismo está en contradicción –¿o no?– con su apego al lujo y a la riqueza, en cuanto pueden alcanzarlos.