25 de junio de 2023

Cuándo y por qué violencia de género

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Tengo en una estantería delante de mi mesa de trabajo la vigésima primera edición en papel del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que data del año 1992 y en la que no aparece la locución “violencia de género” ni en la entrada de “género” ni en la de “violencia”.

Detecto esta misma ausencia en otros dos diccionarios de gran prestigio que consulto: el Diccionario de uso del español, de la ilustre lexicógrafa María Moliner, que también data del año 1992, y el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, cuya segunda edición actualizada se remonta al año 2011.

O sea, que ni siquiera en la década de dos mil diez, ya bien entrado el siglo XXI, un diccionario que se autodenomina “del español actual” recoge la expresión “violencia de género”.

No será hasta el año 2026 cuando el Diccionario de la lengua española (DLE) incluya en su edición vigésima cuarta el concepto “violencia de género”.

Sin embargo, ya con anterioridad, en el año 2023, el Diccionario panhispánico de dudas explicaba así la ampliación del concepto de “género”: “en los años setenta del siglo xx, con el auge de los estudios feministas, se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término género (ingl. gender) con un sentido técnico específico, que se ha extendido a otras lenguas, entre ellas el español. Así pues, en la teoría feminista, mientras con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. Es en este sentido en el que cabe interpretar expresiones como estudios de género, discriminación de género, violencia de géneroetc.”

En el mismo lema, este Diccionario de 2023 añade que “ para las expresiones discriminación de género y violencia de género existen alternativas como discriminación o violencia por razón de sexo, discriminación o violencia contra las mujeres, violencia doméstica, violencia de pareja o similares”.

Si la propia RAE propone como alternativas a violencia de género, violencia doméstica o violencia de pareja, ¿por qué se han lanzado los guardianes de la ortodoxia políticamente correcta contra Vox por preferir la expresión violencia intrafamiliar?

De ningún modo, niega Vox, o su candidato Carlos Flores a presidir la Comunidad Valenciana, además Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, o el mismo Santiago Abascal, que exista violencia contra la mujer. Lo que sí hacen, y a justo título en mi opinión, es ampliar esa violencia a otras personas de la familia más débiles, como los niños y los ancianos. Y opinan que la expresión violencia de género tiene una carga ideológica, dentro de un feminismo radical de la ultraizquierda.

Esta izquierda no ha conseguido, a pesar de los millones de euros invertidos en el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, erradicar, o siquiera disminuir, el número de agresiones físicas o psíquicas a la mujer por su pareja masculina.

Lo que sí ha conseguido este feminismo radical es criminalizar al varón, al que, por el mero hecho de serlo, considera culpable en potencia de ejercer violencia contra su mujer, pareja o expareja, suprimiendo la presunción de inocencia y cargando sobre el hombre la prueba de su no culpabilidad.

En cambio, sí ha conseguido el feminismo radical de Irene Montero con la ley del “sólo sí es sí” rebajar las penas a más de 1000 agresores sexuales y dejar en libertad a más de 100.

Pero de esta ley, aprobada por el Consejo de Ministros presidido por Pedro Sánchez y votada por la mayoría de los diputados del Parlamento Español, ahora no se hace responsable nadie. Por supuesto, el primero que se desmarca de ella es el presidente del Gobierno, el mismo que aspira a volver a revalidar mandato en las elecciones del 23J.

¿Entrevistará Pedro Sánchez, convertido en presentador de televisión, a la aún ministra de su Gobierno Irene Montero y pedirá para ella un aplauso?

 

 

 

 

 

 

 

18 de junio de 2023

Anglicismos con prestigio

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Comprendo que determinados anglicismos tienen su justificación en nuestra lengua por designar objetos o realidades de tecnologías inventadas en países de habla inglesa.

Así, a nadie le extraña que se hable de wasap, o guasap, que es la adaptación al español aprobada por la Real Academia Española (RAE) de los mensajes enviados por WhatsApp, palabra que, al ser nombre propio, no tiene posible adaptación castellana.

Sí se ha permitido escribir con minúscula inicial internet, la red de redes, que ha pasado a ser un nombre común, aunque muchos usuarios siguen escribiéndolo con la inicial en mayúscula, Internet.

Pero fuera del ámbito tecnológico observo el uso masivo de términos ingleses que no tiene una clara justificación al existir los correspondientes vocablos españoles.

Un ejemplo de esta utilización injustificada es CEO, sigla de chief executive officer, para denominar al máximo ejecutivo de una organización. Es más importante a juicio de muchos ser el CEO de una empresa que director general, consejero delegado, presidente ejecutivo o gerente general, términos que recomienda la RAE.

No sólo en programas o revistas que antes llamábamos “del corazón” se habla de influencers para referirse a personas que ejercen gran influencia sobre otras, especialmente sobre sus hábitos de consumo, a través de las redes sociales. ¡Qué duda cabe que un o una influencer influye mucho más en otras personas que un simple influyente o influidor!

En los medios de comunicación, tanto en la prensa como en la radio y la televisión, siempre han circulado noticias falsas. Pero nada que ver con las fake news, que se han impuesto a los vulgares bulos.

Y para nombrar o titular programas de televisión, tienen más tirón los títulos ingleses, como pueden ser La Voz Kids, Mask Singer o Got Talent. Este fenómeno también puede deberse a que se trata de programas o series importados de otros países.

El término usado en inglés para referirse a las fotos hechas por uno mismo, especialmente con la cámara del móvil, selfie, fue declarado palabra del año en 2013. Selfie o selfi se impuso a otros vocablos castellanos como autorretrato, de notable abolengo en el mundo del arte, o autofoto, de escasa utilización.

¿Enriquecen estos usos el acervo del idioma español? No sabría decirlo.

Desde siempre ha existido este trasvase de terminología de las culturas dominantes a las dominadas. El latín ejerció su influencia en nuestra lengua, que nació y evolucionó a la par que el imperio Romano dominaba la península Ibérica.

Unas denominaciones inglesas tienen más fortuna que otras. Este hecho se aprecia claramente en el ámbito del deporte. Mientras que fútbol se impuso decididamente al castellano balompié, handball cedió protagonismo a balonmano, y básquet ha alternado en fortuna con baloncesto.

¿Persistirá el prestigio de los CEO, las fake news y los influencers?

Chi lo sa.

 

 

 

 

 

11 de junio de 2023

Voto en contra... y a favor

Las palabras y la vid

Alberto Martín Baró

Por si nos quedaba alguna duda sobre el escaso, por no decir nulo, interés de la gran mayoría de los políticos por los problemas de la gente común, el espectáculo denigrante de la lucha de los descabalgados de sus cómodos puestos para entrar en las listas de candidatos que les permitan seguir viviendo del erario público, o sea de nuestros impuestos, nos convencerá de que nuestro voto el 23 de julio debe ser de un rechazo a toda la casta política en general, pero muy en especial a los que han ejercido el gobierno de la nación en los pasados años desde la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy.

He de confesar que me siento huérfano de representación por parte de los partidos políticos que integran el espectro de las siglas que concurren a las elecciones generales del 23-J.

 El proyecto político de Ciudadanos, que llegó a ganar las elecciones en Cataluña el 21 de diciembre de 2017, aunque no pudo gobernar por la alianza de todas las fuerzas independentistas, se aproximaba a mi concepción de un centro liberal.

En la actualidad comparto con Vox muchas de sus reivindicaciones políticas y sociales, tachadas por la izquierda de radicales, de extrema derecha y de fascistas.

Por si no fueran suficientes los planteamientos y las ideas de Vox para merecer mi voto, la virulencia de los ataques de Pedro Sánchez y de sus aplaudidoras huestes contra los seguidores de Abascal serían motivo más que sobrado para dar a esta formación política mi confianza.

Pedro Sánchez y el PSOE que le ha apoyado no han tenido reparo en aliarse y llegar a pactos con las fuerzas más anticonstitucionales, más extremistas y más antiespañolas, como los comunistas de Unidas Podemos, los partidarios de ETA como Sortu y Bildu, con Otegui, terrorista condenado, al frente, y todo el impresentable magma de independentistas catalanes y vascos, no tienen ninguna autoridad ni argumentos para arremeter contra Vox.

Claro que hay que reformar la Constitución Española, pero no en el sentido en que trabajan Sánchez, el PSOE y sus aliados para dar carta blanca a una “nación de naciones”, sino en la línea de abolir las funestas, inútiles y carísimas Comunidades Autónomas, que un país como España endeudado hasta las cejas no puede permitirse.

¿Que defiendo una utopía anticonstitucional? ¿Y es constitucional que el presidente del Tribunal Constitucional, encargado de velar por la validez del texto aprobado en su día por la gran mayoría del pueblo español, declare por su cuenta y riesgo el aborto como un derecho de la mujer?

Yo me considero con argumentos más que sobrados para suprimir las Comunidades Autónomas, insisto, inútiles para los ciudadanos y ruinosas para la nación española.

Y voy a dar mi voto a Vox por su valentía en defender las ideas y los valores que son los de más de tres millones y medio de españoles, entre los que me cuento.

 

 

  

4 de junio de 2023

Genio y figura

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No podía soportar que se hablara ni un día más de su clamorosa derrota en las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo 28 de mayo. Porque si hay algo en lo que coinciden la mayoría de los analistas y observadores de dichos comicios, sean del signo político que sean, es que los derrotados no han sido los candidatos a las alcaldías y concejalías de los ayuntamientos y a las presidencias y las consejerías de las Comunidades Autónomas, muchos de ellos desconocidos para el gran público. El principal derrotado en la convocatoria electoral del 28M ha sido el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que asumió en la campaña un protagonismo que no le correspondía, pero acorde con su desmesurado ego. Lo cual ha permitido al electorado propinarle en las urnas el castigo merecido por todas las promesas incumplidas, por la acumulación de mentiras y por su alianza con partidos antiespañoles con los que aseguró que nunca pactaría.

Ya he escrito en más de un blog que el “sanchismo”, además de ser un término léxicamente desafortunado, no existe si con él se quiere designar algo así como la ideología o el pensamiento de Pedro Sánchez: ni para bien ni para mal existe en él lo que pudiera calificarse de proyecto político. En sus discursos e intervenciones parlamentarios abundan las expresiones tópìcas y vacías, como progresismo, ecologismo, resiliencia, globalismo, escudo social, protección de las clases y personas vulnerables, eso sí, acompañadas de descalificaciones de la oposición, tachada de fascista y retrógrada. Su única meta y preocupación ha sido y sigue siendo permanecer en La Moncloa.

Y los electores le han calado y han expresado en las urnas el rechazo que les produce su persona. Y como su persona no soportaba que en los medios de comunicación se criticara su actuación y se hablara de su fracaso, se saca de la manga la convocatoria de unas elecciones generales que sólo unos pocos de sus asesores tenían prevista.

Sin la menor autocrítica, sin el más mínimo reconocimiento de su fracaso personal, carga el peso de la debacle sobre los hombros de los miembros de un partido, el PSOE, que incomprensiblemente le sigue aplaudiendo como a un líder vencedor, al que sólo algún barón (también es muy impropia esta denominación para militantes de un partido que lleva en sus siglas la O de obrero) y algunos socialistas históricos se han permitido tímidos reproches, y eso cuando han estado callados en la etapa triunfal del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE.

Con gesto compungido y de perdonavidas, declara Pedro Sánchez comprender que la ciudadanía se merece y necesita unas vacaciones en las fechas anteriores y posteriores al 23 de julio, cuando cientos de miles de españoles se desplazan a lugares de veraneo en plena canícula. Pero la situación de emergencia ante el posible triunfo de la “extrema derecha y la derecha extrema”, términos que repitió hasta cuatro veces, le convencía de la necesidad de este adelanto electoral, a pesar de que por activa y por pasiva había asegurado que concluiría la legislatura. Un renuncio más, qué importa. Genio y figura, de derrota en derrota hasta la victoria final.

Y aplica a la extrema derecha lo que ya están haciendo él y sus corifeos. “Veremos en programas de máxima audiencia pontificar e insultar. Desde la posición de dominio en las grandes empresas, en los grandes medios de comunicación, se va a desatar una campaña feroz”. Certera descripción de su actuación y la de sus ministros.

En España, por más que Sánchez lo repita una y cien veces, no hay extrema derecha, y sí extrema izquierda: no tiene más que mirar a sus aliados de Podemos, hundidos después de las elecciones municipales y autonómicas en una merecida irrelevancia, y a Bildu, que le ha apoyado en las votaciones parlamentarias a lo largo de toda la legislatura y que ahora se duele de la traición de Sánchez. Ya digo, genio y figura… hasta la sepultura.

Pero que la derecha no se confíe y venda la piel del oso antes de cazarlo.