27 de agosto de 2023

Lo que cuesta un escaño

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

He consultado en varios medios de comunicación los resultados de las elecciones generales del 23 de julio. En unas tablas, que aquí no voy a reproducir y que el lector puede consultar en internet, figuran los 11 partidos políticos que han obtenido diputados para el Congreso, a saber, por orden de más a menos diputados: PP 137, PSOE 121, Vox 33, Sumar 31, ERC 7, Junts 7, EH Bildu 6, PNV 5, BNG 1, CCa 1, UPN 1. En una tercera columna aparecen los números de votos conseguidos por cada partido, y en una cuarta columna el porcentaje que esos votos representan sobre el total de participantes en dichas elecciones.

Pues bien, me han llamado la atención las notables diferencias que existen en el número de votos que cada partido ha necesitado para alcanzar los escaños obtenidos.

Así el PP, ganador de las elecciones, consiguió 8.091.840 votos, o sea, un 33.05 % de los participantes, lo que se traduce en 137 escaños. Esto significa que cada escaño le ha costado aproximadamente 590.064 votos.

En el caso del segundo partido más votado, el PSOE, para obtener un diputado ha necesitado unos 641.400 votos.

Si trasladamos estas operaciones a ERC, 462.883 votantes, o sea, 1.39 % de los participantes, le han significado 7 escaños, con lo cual cada escaño está avalado aproximadamente por 66.120 votos.

En los tres últimos puestos de la columna de partidos figuran BNG, CCa y UPN, los tres con un escaño, que al BNG le ha costado 152.327 votos, a CCa 114.718 y a UPN 51.761.

Supongo que estas diferencias se explicarán por la Ley D’Hondt, sistema de cálculo proporcional que divide el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos con los que cuenta cada circunscripción. Esta explicación podría valer para aquellos partidos que se presentan por distintas circunscripciones, pero no para el PP y el PSOE que se presentan en una única circunscripción.

Ni siquiera los expertos en la Ley D’Hondt se ponen de acuerdo a la hora de valorar las ventajas y los entresijos de la misma, que yo, por supuesto, nunca he llegado a entender.

Hay quienes opinan que los partidos nacionalistas e independentistas están sobrerrepresentados en el Parlamento español. Otros piensan que en un sistema de circunscripción única los resultados serían similares.

En mi opinión, partidos como ERC, Junts, EH Bildu y BNG, que no han acudido a la consulta del jefe del Estado para comunicarle a qué candidatos a la investidura apoyan, no merecen tener representación en el Parlamento español.

Unas fuerzas políticas que abogan por la destrucción de España como nación indivisible de todos los españoles, que no acatan la Constitución vigente, ellas mismas se excluyen del sistema parlamentario.

Más extraño aún resulta que los dos candidatos a la investidura estén dispuestos a negociar con tales partidos y a concederles exigencias que no está en su mano otorgar sin saltarse la Constitución.

Claro que, después de haber tenido como aliado del Gobierno en la pasada legislatura a un partido comunista, se llame Podemos, o ahora Sumar, tampoco debe extrañarnos que nacionalistas, separatistas e independentistas, que juran su cargo por la república catalana o cualquier otra entelequia, condicionen la vida política española.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20 de agosto de 2023

Luchas del verano

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Comprendo que haya gente que, huyendo del calor, se venga a Santander, donde, en lo que llevamos de agosto, no hemos pasado de 27 grados.

Ya se me hace más difícil entender a quienes, sin salir de la capital cántabra, acuden a alguna de sus hermosas y doradas playas a luchar por conseguir un lugar al sol.

Sí, porque incluso en las amplísimas arenas del Sardinero, los días soleados resulta arduo encontrar un espacio donde extender la toalla y plantar la sombrilla y la silla.

Tengo catalogados varios tipos de usuarios playeros. Están quienes se tumban en la toalla o hamaca o se sientan en una silla, y así se están, después de untarse bien el cuerpo de cremas solares, hasta que estiman llegado el momento de levantar los reales e irse sin bañarse.

Numerosos son también los que pasean –o paseamos, pues yo me cuento entre estos– por la orilla, pasando de La Concha a la primera o a la segunda playa del Sardinero, y vuelta. La mayoría de ellos tampoco mete en el agua del mar más que los pies.

Luego están las minorías que juegan a la pelota con palas o con balones, así como los niños que hacen hoyos o montones de arena acompañados de sus padres o madres. Estos pequeños sí suelen bañarse.

Así que, en resumidas cuentas, son pocos los que, incluso en los días en que el mar está tranquilo, se adentran donde cubre.

Y esto, insisto, en playas como las amplísimas y frescas del Sardinero. Cuando veo en los telediarios las atiborradas y ardientes de Levante o de Andalucía, no se me alcanza que el personal se dispute un palmo de espacio en ellas.

Leo en la prensa que este mes de agosto hay quienes han pedido un crédito para poder salir de vacaciones. Crédito que luego, obviamente, hay que devolver, añadiendo así dificultades a las ya habituales para llegar a fin de mes.

Y, repito, si la escapada es a un lugar donde la temperatura no pasa de los 27 grados, merece la pena. ¿Pero a costas en las que se alcanzan o superan los 40 grados?

Pues bien, las luchas del verano no acaban en las orillas del mar. Luego está la batalla por encontrar dónde comer. Si no has reservado mesa con antelación, despídete de encontrar sitio, incluso en restaurantes de precios elevados. Los profesionales del sector preferirían que los clientes se escalonaran a lo largo del año. Pero claro los veraneantes elegimos las fechas cruciales.

Menos mal que, para los conciertos del Festival Internacional de Santander, si cuentas con entradas adquiridas de antemano, se acabaron las peleas. El disfrute de música como la Novena Sinfonía de Beethoven, El lago de los cisnes de Tchaikovski, la Sinfonía nº 1 de Mahler, el recital de piezas de ópera y de zarzuela a cargo del tenor Juan Diego Flórez y obras de piano de Purcell y Mozart por Grigori Sokolov.

Entonces las luchas del verano se convierten en sereno deleite.

 

 

 

 

 

 

 

13 de agosto de 2023

Olas de calor

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En el momento en que escribo estas líneas, 7:00 de la tarde del 11 de agosto, en El Espinar los termómetros marcan 34º y en Santander capital, en la que nos encontramos mi mujer y yo, 26º. En San Rafael, donde viven mi hija, mi yerno y mis dos nietos, han llegado en días pasados a los 37º. Temperaturas insólitas para estos pagos de la sierra de Guadarrama, mientras que en Santander hace un tiempo muy agradable y algún día auténtico frío, provocado por la borrasca Patricia.

Los meteorólogos hablan de olas de calor, que anuncian con precisión gracias a los satélites, los drones y los mapas de isobaras, vientos y demás fenómenos atmosféricos, sin descartar las estadísticas de los registros de las temperaturas.

Gustan los informativos de las olas de calor de remontarse a las fechas en las que se dieron tales elevadas temperaturas, o insistir en que, desde que hay registros, no se habían alcanzado esos extremos asfixiantes.

Luego viene el capítulo de las causas que provocan las olas de calor, en el que los humanos y nuestras conductas irresponsables salimos muy mal parados. Nuestros hábitos de consumo, las emisiones de CO2, los incendios provocados y una larga lista de agresiones al medio natural nos hacen sentir culpables de la pertinaz sequía, de la contaminación de ríos, lagos, mares y océanos, y por supuesto de estas antes nunca experimentadas olas de calor.

Sin quitar importancia a todas estas agresiones a la naturaleza, yo me atrevo a formular algunas cuestiones que ponen en duda determinados asertos categóricos de la agenda 2030 y de otras instancias similares.

¿Qué fenómenos climáticos se produjeron en los largos y desconocidos milenios desde que existe nuestro planeta y que dieron lugar a la desaparición de especies vegetales y animales?

¿Predominaron en la Tierra en tales eones las superficies heladas o los desiertos?

¿Está el universo en expansión o en compresión?

¿Qué sabemos de la evolución de la corona solar y de los cambios que afectan a la principal fuente de energía de nuestro sistema que es el Sol?

La ciencia se construye más a base de preguntas que de respuestas taxativas.

Descendiendo al día a día de las olas de calor, quizá haya que olvidarse de las características climáticas que retrataban las distintas estaciones en el hemisferio norte y en el sur.

En la actualidad hay olas de calor en primavera, en otoño, en verano y hasta en invierno. Y también, lo que antes era insólito, en El Espinar y San Rafael.

 

 

 

6 de agosto de 2023

Luis Landero en los Martes Literarios

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No he leído nada de Luis Landero. Claro que él tampoco me ha leído a mí, ni siquiera sabe de mi existencia como autor de doce libros publicados y de centenares de artículos y blogs que probablemente se acerquen a los mil o incluso los superen. Pero Luis Landero es un novelista galardonado en 1990 con el Premio Nacional de Narrativa y en 2022 con el Premio Nacional de las Letras Españolas. Y el pasado martes 1 de agosto llenó a rebosar el paraninfo del palacio de La Magdalena de Santander en la sesión de los Martes Literarios. Digo a rebosar porque habilitaron un aula con una pantalla por la que quienes ya no teníamos sitio en el salón del paraninfo, a pesar de haber llegado con un cuarto de hora de antelación, pudiéramos seguir el diálogo que Landero mantuvo con Guillermo Balbona, escritor, periodista y alma cultural de El Diario Montañés.

Así que el próximo libro que me propongo leer este verano será la primera y más famosa novela de Luis Landero, Juegos de la edad tardía, que fue publicada por Tusquets en 1989.

Como el aula en la que mi mujer y yo seguimos el diálogo Balbona-Landero estaba a oscuras no pude tomar notas y es posible que algunas de las ideas que a continuación voy a expresar no pertenezcan a ese diálogo, sino a mis consultas posteriores en internet.

En cualquier caso, me ha impresionado la vocación literaria de este extremeño nacido en Alburquerque en 1948, en cuya casa natal no había ningún libro, pero sí un amor a las palabras, al lenguaje y una afición a contar historias por parte de los miembros de su familia. Una familia de labradores con tierras de su propiedad que en 1980 se trasladó a Madrid, no escapando de la pobreza, pues tenían un buen nivel de vida, sino por el deseo de emprender algún negocio que no fuera la labranza y por el afán del padre de que su hijo Luis tuviera acceso a una educación universitaria. El retrato que Luis hace de su padre nos emociona a quienes le oímos en directo y puede leerse en diferido en la obra autobiográfica El balcón en invierno (2014).

Y, en efecto, después de trabajar en diversos oficios, Luis estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, en la que más tarde impartiría clases de Filología Francesa. También él, que había sido un mal estudiante, fue profesor de Lengua y Literatura Españolas en el instituto Calderón de la Barca de Madrid, una experiencia que, nos confesó, le resultó muy gratificante.

Anteriormente, a los 15 años, recalca Luis la edad, escribió su primer poema, al que seguirían otros muchos. Con humor cuenta su nulo éxito con las chicas del barrio en su juventud.

En la actualidad está casado y tiene dos hijos. Quiero recordar que fui compañero de su mujer, Coté, en los años sesenta, pues yo también estudié Filología Hispánica –entonces se llamaba Románicas– en la Universidad Complutense de Madrid.

El Premio Nacional de las Letras Españolas le fue concedido “por ser un extraordinario narrador, creador de numerosas ficciones con personajes y atmósferas de gran expresividad y excelente escritura recuperando la tradición cervantina con dominio del humor y la ironía e incorporando con brillantez el papel de la imaginación”, en palabras del jurado.

¿Por qué la crítica ha calificado su obra de “cervantina”? En un primer momento, no sabe Luis muy bien qué quiere decir este calificativo aplicado a su narrativa. Quizá, declara a continuación, porque mis personajes, como el Quijote de Cervantes, están guiados por un afán quimérico y una mirada de piedad emocional y moral redime el fracaso del protagonista. Se ha dicho que Una historia ridícula es un relato quimérico del fracaso.

Siempre me ha interesado, esto lo digo yo, saber cómo se enfrenta el escritor a la tarea de escribir. Landero refiere que escribe y lee por las mañanas. Tiene cientos de cuadernos donde ha ido anotando ideas, vivencias, descubrimientos. Aunque, en definitiva, añade, una novela se le impone al novelista, está escrita antes de que él la escriba.

Pero claro que cuenta la técnica. Según Landero, en la gestación de una novela hay tres pasos: el primero es la inventio, la invención de una historia; el segundo es la compositio, o sea la estructuración; y el tercero, la invocatio –no estoy seguro de que este sea el término latino que utilizó Luis–, la parte más difícil, cuando tienes que ponerte a escribir. Aunque hay un momento en que te llega la inspiración y la escritura fluye.

A la salida de la sesión, una larga fila de asistentes al acto, con libros de Luis Landero en la mano, hacían cola para que el autor se los firmara.