26 de febrero de 2023

La gente de bien

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

“Deje ya de molestar a la gente de bien y de meterse en las vidas de los demás”. Así se dirigía el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el enfrentamiento entre ambos en el Senado el pasado martes 21 de febrero a propósito de la ley del solo sí es sí y de la ley trans.

Ministros del gabinete de Sánchez y medios de comunicación “progresistas” han salido en tromba a atacar a Feijoo por calificar de “gente de bien” a quienes se oponen a la actuación de un ejecutivo que no cesa de entrometerse en las vidas de los ciudadanos.

No voy a entrar en la polémica de si solo es gente de bien la que sigue a la mayoría de senadores y diputados del Parlamento español que han ratificado con sus votos leyes como la ley de regulación de la eutanasia, la ley de memoria democrática, la ley del solo sí es sí, la ley del aborto y la ley trans.

Me interesa en este blog analizar qué solemos entender por “gente de bien”. Con esta expresión, que puede sonarnos anticuada, el común de los mortales nos referimos a las personas buenas que, se pongan como se pongan nuestros políticos, son una inmensa mayoría, independientemente de que voten a la izquierda, a la derecha o al centro, o se abstengan de votar en una democracia representativa en la que no creen.

Las personas con las que me cruzo en la calle, con las que comparto el transporte y la sanidad públicos, los médicos, las enfermeras y demás sanitarios que nos atienden con entrega y amabilidad, los dependientes del supermercado y demás comercios, los camareros de los bares y las cafeterías, los inmigrantes procedentes de cualquier país, mis vecinos jubilados, son gente buena y amable.

Me dirán que estoy describiendo sobre todo a una clase media o acomodada, con trabajo para ganarse la vida, olvidándome de aquellos a los que hemos dado en llamar “desfavorecidos” o “vulnerables”, o simplemente pobres, mendigos, sin techo.

No, no me olvido. Pero en su desvalimiento, mayor o menor, son gente buena que no cae en el crimen, en el robo, en el asalto, en la violencia, y se resigna a pedir limosna en la puerta del súper o de la iglesia.

Entonces, me objetarán, para usted no existe gente mala, o es una minoría, a la que los informativos prestan más atención y dedican más espacio.

Veamos. Para mi admirado filósofo Aristóteles el bien es aquello a lo que se tiende como fin en los diferentes ámbitos de la realidad. La definición de bien en el Diccionario de la Real Academia denota una clara impronta aristotélica: bien es “Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal”.

Entonces, me objetará el lector, si nuestra voluntad tiende inevitablemente al bien, ¿cómo se explica la existencia del mal, por ejemplo los crímenes cometidos en la invasión de Ucrania por militares rusos, o las violaciones de mujeres por desalmados a los que la ley del solo sí es sí está disminuyendo las condenas o hasta poniéndolos en libertad?

Por supuesto que existe el mal y existen los malos. Pero son minoría. Me mantengo en mi aserto de que la mayoría de la gente es buena, está dispuesta a ayudar al prójimo, a acoger a familias ucranianas que huyen de la guerra, a echar una mano en un comedor social, a contribuir con dinero o colaborar con Cáritas, Unicef, Música para salvar vidas, Manos Unidas, o cualquiera de las ONG que tratan de paliar la pobreza y el hambre en el mundo.

Los mismos gobernantes y políticos que elaboran y aprueban unas leyes que a la gente de bien nos parecen malas y que producen unos efectos perniciosos no obran por maldad, quiero pensar que sus intenciones son buenas. Pero son incompetentes y pasan de las advertencias y los informes de los expertos.

Claro que si hacemos caso de las invectivas y descalificaciones que los políticos gobernantes y los de la oposición se lanzan unos a otros, habría que concluir que este juicio mío es muy benévolo. Y que, en palabras tantas veces citadas del escritor inglés del siglo XIX lord Acton, “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

 

 

 

 

 

 

19 de febrero de 2023

Protección de la vida humana

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En plena votación de la reforma de la ley del aborto, líderes religiosos ortodoxos, evangélicos, anglicanos, musulmanes y católicos han hecho pública una declaración conjunta en la que defienden que “toda vida humana, en su inviolable dignidad, debe ser protegida desde el principio hasta el fin”.

Esta protección de la vida humana “desde el principio hasta el fin” plantea el interrogante fundamental de cuándo se puede considerar “vida humana” lo concebido por la mujer. En un extremo estarían quienes sostienen que solo el nacido es un ser humano pleno con derecho a la vida y, en consecuencia, hasta ese momento es lícito interrumpir el embarazo. En el otro extremo se encuentran quienes afirman que el óvulo fecundado es ya vida humana. Entre estos extremos cabría situar, en teoría, toda una serie de posturas para las que la vida humana comenzaría en alguno de los diferentes estadios que se suceden desde la fecundación hasta el alumbramiento del feto. En la práctica, las legislaciones más extendidas sobre el aborto señalan algunos plazos concretos para los supuestos en los que es lícito interrumpir la gestación. Así, de acuerdo con el Artículo 14 de la Ley del Aborto aprobada por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, “podrá interrumpirse el embarazo dentro de las primeras 14 semanas de gestación a petición de la embarazada, siempre que concurran los requisitos siguientes: a) Que se haya informado a la mujer embarazada sobre los derechos, prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad (…). B) Que haya transcurrido un plazo de al menos tres días desde la información mencionada en el párrafo anterior y la realización de la intervención”.

En junio de 2010, el Partido Popular presentó un recurso contra varios preceptos de dicha ley ante el Tribunal Constitucional. El 9 de febrero de 2023 el Tribunal desestimó el recurso.

En mayo de 2022 el Gobierno socialcomunista presidido por Pedro Sánchez aprobó un proyecto de ley que recupera el aborto sin consentimiento a partir de los 16 años, elimina la obligación de recibir información sobre maternidad y la de retrasar la decisión tres días a modo de reflexión como requisitos.

El derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo es el principal argumento de grupos políticos y sociales de izquierdas para permitir el aborto entre la semana 14 y 22 del embarazo con la sola voluntad de la mujer libremente expresada. La validez de este argumento dependerá de la respuesta que se haya dado a la cuestión fundamental de cuándo se considera el feto un ser humano. En el momento en que dentro del cuerpo de la mujer haya otro cuerpo humano, el derecho a disponer del propio cuerpo quedará limitado.

No faltan argumentos que niegan que el aborto sea un derecho de la mujer. Acabar con un feto en la semana 22, arguyen, es técnicamente lo mismo que hacerlo en la 25. El legislador interpreta, sin hacerlo explícito, que más allá de la semana 22 el feto tiene derechos.

El texto hecho público por los líderes religiosos reconoce que “hay situaciones complejas, que son difíciles de resolver”, pero insisten en que esos “profundos dilemas éticos y morales no pueden resolverse de forma genérica con el sacrificio de uno de los derechos fundamentales afectados (en este caso, el derecho a la vida) haciendo prevalecer el otro”.

El enfoque positivo de proteger la vida humana desde el principio hasta el fin es la mejor forma de luchar contra el mal que significan el aborto y la eutanasia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12 de febrero de 2023

Cambiar de vida

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Se me ha ocurrido pensar si podría yo cambiar de vida. Si sería capaz de alterar la rutina diaria.

Expertos en el sueño aconsejan mantener un cierto horario para acostarse y levantarse. Yo procuro hacerlo, aunque con flexibilidad y dependiendo de los imponderables del insomnio.

El ritual de un poco de gimnasia, del afeitado, de la ducha y del desayuno sigue unas pautas fijas.

Después voy a la compra diaria. No me convence comprar para toda la semana o para varios días, pues el pan y el periódico han de ser del día en curso. Familiares cercanos nos reprochan tener el frigorífico poco abastecido, de la Unión Soviética…

Leer el periódico y hacer el sudoku y los crucigramas me ocupa buena parte de la mañana. Luego hay que preparar la comida, cuando me toca, pues nos turnamos mi mujer y yo. O nos vamos a comer a alguna de las cafeterías cercanas.

Llamo “la cabezada” a descabezar un breve sueño reclinado en el sofá. Le sigue el cine de sobremesa, si dan en la tele alguna película que merezca la pena.

Como todos los médicos nos recomiendan andar, pues a media tarde salimos a dar un paseo y a merendar: mi mujer es una señora que merienda y yo la acompaño.

“Pasapalabra” y el informativo de las 9:00 preceden a la cena. Y la sigue sesión de lectura o escritura.

Claro que estas pautas se ven reemplazadas por otras cuando hacemos vida social, asistimos a presentaciones de libros, vamos a El Espinar a ver a mis nietos, a participar en la tertulia “El libro del mes”, a celebrar algún cumpleaños…

Cuando me preguntaba al comienzo de este blog si sería capaz de cambiar de vida pensaba en dedicarme a hacer algo en serio por el prójimo. ¡Qué sé yo! Cuando oigo los llamamientos de Jesús en el evangelio de los domingos, pienso que voy a presentarme con las manos vacías en el día del juicio, cuando me examinen en el amor.

A estas alturas de la vida, busco disculpas para no hacer ningún cambio radical. Incluso recurro al principio teológico de que la salvación se nos dará por la gracia de Dios y por la redención de Jesucristo, no por nuestras buenas obras.

¿Me valdrá la dedicación a los más próximos, a los cercanos? No sé. Excusas de mal pagador.

 

 

 

 

 

 

 

5 de febrero de 2023

Los cuadernos secretos

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Tenía yo un tanto olvidado a mi padre, el escritor y periodista Francisco Javier Martín Abril, cuando una feliz circunstancia ha venido a reactivar su memoria. Esta circunstancia ha llegado de la mano –nunca mejor dicho– de la pianista Irene Alfageme, profesora de Repertorio Vocal de la Escuela Superior de Canto de Madrid, cuya tesis doctoral “Las canciones para voz y piano de Jesús Legido: un análisis poético y musical”, defendida en la Universidad de Valladolid en 2022, recibió un sobresaliente cum laude.

Doy todos estos datos porque recientemente Irene Alfageme nos solicitó a los hermanos Alberto, Carlos y Cristina Martín Baró, como herederos de Francisco Javier Martín Abril, la autorización para reproducir en el libreto del CD Los cuadernos secretos sobre poemas de Francisco Javier Martín Abril las imágenes facilitadas por la Fundación Jorge Guillén de dichos Cuadernos. El CD contiene canciones para voz y piano compuestas por Jesús Legido e interpretadas por la soprano Raquel Lojendio y la mencionada pianista Irene Alfageme, que además de excelente música y profesora es un encanto de persona.

No es la primera vez que poemas de Francisco Javier Martín Abril han servido de inspiración a un compositor. En la familia cantábamos, del libro Violetas mojadas que publicó nuestro padre en 1936, los versos: “Álamos desnudos / sobre un cielo claro; / manos de poetas / hay en el espacio. / Yo, al sol de este invierno / sueño acurrucado, / lejos de la vida, / en la paz de un banco / que pintan de verde / todos los veranos”, con música que aún recuerdo de Facundo de la Viña (1876-1952), compositor postromántico, afincado desde su infancia en Valladolid. Años después, en 2019, será Jesús Legido quien tomará 10 poemas del mismo libro y, en 2014, 3 poemas de Nostalgia en la meseta para componer unas pequeñas canciones para voz y piano. Tengo ante mis ojos las partituras de estas canciones que me envió el propio Legido.

¿Por qué Los cuadernos secretos? Porque nuestro padre no quiso que se publicaran los poemas acompañados de dibujos que, al parecer, nos leía y enseñaba a sus hijos cuando éramos niños y estábamos enfermos. En 1999, por iniciativa y en edición del catedrático de la Universidad de Valladolid Antonio Piedra, el Ayuntamiento de Valladolid y la Fundación Jorge Guillén publicaron en preciosos álbumes estos poemas y dibujos.

Se me han saltado las lágrimas de emoción al volver a leer estas poesías y deleitarme con los dibujos primorosos que las acompañan. Como dice Antonio Piedra en la Presentación, “en estos cuadernos de inocencia, la palabra, el dibujo y el color crean un ritmo melódico tan ajustado y elemental que pocas veces el poema ha tenido en la pintura una correspondencia tan natural y tan mimética con la actividad interna del poeta y la plástica de los ojos. No sabría decir con exactitud dónde reside la belleza de estos cuadernos: si en la ternura de una palabra verdaderamente sentida o en el sentimiento de una impresión pictórica atrapado en la expresión poética”.

Sí, yo he vuelto a caer atrapado en el sentimiento inocente y en el color nostálgico de unos versos, como aquellos que más de una vez he citado al evocar la Yedra, el chalet de El Espinar en la calle Fernando Baró, donde veraneábamos de niños con nuestros abuelos maternos: “La puerta verde tenía / verde candado de hiedra. / Ay, si vieras qué despacio / caían las hojas secas”.

El próximo 15 de abril en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid, en el Homenaje a los 80 años de Jesús Legido, entre otras canciones del compositor sobre poemas de José Luis Hidalgo, García Lorca y Antonio Machado, se estrenarán sus canciones para voz y piano sobre poemas de Violetas mojadas, con la actuación de la soprano Raquel Lojendio y la pianista Irene Alfageme.

Esta velada musical y el CD Los cuadernos secretos serán sendas felices ocasiones de rememorar como poeta a Francisco Javier Martín Abril, que abandonó la poesía para entregarse a las crónicas, “croniquillas” las titulaba, en la radio y a los artículos en la prensa diaria.