26 de diciembre de 2021

Navidad humana y divina

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Es posible que ni los que nos creemos más versados en cuestiones de lenguaje y religión acertáramos a decir, así de pronto, la etimología de la palabra Navidad. Para el común de los mortales las Navidades son unas fiestas que celebramos todos los años entre los días 24 de diciembre y 6 de enero y son ocasión propicia para reuniones y comidas familiares, compras y regalos. Se iluminan las calles, ahora a pesar del precio de la electricidad, y nos enviamos mensajes de felicitación a través del wasap o del correo electrónico, medios que han sustituido a los tradicionales christmas.

¿Hemos olvidado el sentido cristiano de la Navidad? Navidad es un término que tiene su origen etimológico en el latín nativitas, sustantivo procedente del verbo nascor. O sea que estamos hablando de un nacimiento, y no de un nacimiento cualquiera, sino del natalicio de Jesús, hijo de la virgen María y, para los creyentes, hijo de Dios.

Aún se conserva la costumbre de poner, tanto en las iglesias como en las casas particulares y en otros lugares, los nacimientos, también llamados belenes. Los hay que incluyen, además del portal con María, Jesús y el Niño, es decir, lo que llamamos el Misterio, otras escenas y personajes de los relatos evangélicos. En la parroquia de San Bonifacio de mi barrio madrileño he podido contemplar una reproducción de la Anunciación del ángel Gabriel a María, que inspiró a preclaros artistas como fra Angélico, Leonardo da Vinci y Botticelli.

Pero observo que somos dados a sustituir nuestras hermosas tradiciones por otros motivos y figuras que poco o nada tienen que ver con la Navidad cristiana. El árbol con luces y adornos ha reemplazado al Misterio, Papá Noel a los Reyes Magos que siguieron una estrella para adorar a Jesús y llevarle presentes de oro, como a rey, incienso, como a Dios, y mirra, como a hombre. Del mismo modo que el estúpido Hallöoween, carente de antecedentes patrios, se ha colado en nuestras fiestas

Nuestros más eximios poetas han cantado a la Navidad, como Juan del Encina, Gil Vicente, Gómez Manrique, Lope de Vega, Góngora, santa Teresa de Jesús, sor Juana Inés de la Cruz, Rubén Darío, Gerardo Diego, Luis Rosales, Carlos Murciano, Angelina Lamelas y Gloria Fuertes, entre otros que ahora no recuerdo, y los anónimos autores de tantos hermosos villancicos.

Mis admirados cantores del grupo ugandés Aba Taano, en un reciente concierto en Navarra, deleitaron a los oyentes con la preciosa nana Aurtxoa seaskan.

También, volviendo a la Navidad, Lope de Vega, en su libro Pastores de Belén, nos regala esta nana, llena de hondura humana y divina:

“Pues andáis en las palmas, / ángeles santos, / que se duerme mi niño, / ¡tened los ramos! / Palmas de Belén / que mueven, airados, / los furiosos vientos / que suenan tanto: / no le hagáis ruido, / corred más paso, / que se duerme mi niño, / ¡tened los ramos! / Rigurosos hielos / le están cercando, / ya veis que no tengo / con qué guardarlo. / Ángeles divinos, / que vais volando, / que se duerme mi niño / ¡tened los ramos!”

 

 

 

 

 

 

 

 

19 de diciembre de 2021

Degradación de la política

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Comprendo que los articulistas que tengan que escribir varias columnas, o aunque sea una sola, a la semana se las vean y deseen para encontrar temas de interés sin repetirse.

Yo me he comprometido conmigo mismo, y con mis lectores, aunque fuera uno solo, a colgar una entrada semanal en mi blog. Y a menudo me digo: “De esto ya has hablado, y más de una vez”. Claro que se puede, puedo, dar al asunto en cuestión un enfoque nuevo.

Muchos columnistas, comentaristas y tertulianos se refugian en la política, Y tratan de competir con sus colegas a ver quién es más original, o está en posesión del dato que el lector, oyente o telespectador ignora.

Confieso que con frecuencia no puedo por menos de preguntarme qué habrá querido decir tal periodista. A algunos, cuyos nombres no citaré, los tengo excluidos de antemano de mi lectura habitual. Son crípticos, citan a autores de los que no he oído ni siquiera el nombre, se pierden en juegos de palabras y alusiones cuyo sentido se me escapa, tienen la mala costumbre de no desarrollar las siglas que dan por supuesto que todos conocemos…

La política actual en España es campo abonado para el aburrimiento, la decepción, la indignación, el sesgo ideológico, la descalificación del que piensa de modo distinto.

El noble arte de gobernar una nación, de ocuparse de los asuntos públicos, de trabajar por el bien común, por resolver los problemas de los ciudadanos, se ha degradado en una lucha partidista en la que priman los intereses personales y del partido en el que se milita.

Los dos principales partidos con implantación nacional, el PSOE y el PP, son incapaces de llegar a acuerdos que redunden en beneficio de todos, que afiancen las instituciones y el poder judicial, que traten de solucionar la crisis económica, el paro estructural, la quiebra de empresas, la deuda pública, la inflación y el consiguiente aumento de los precios de productos básicos, la actual escalada de la tarifa eléctrica, la baja natalidad, la falta de viviendas sociales, el aumento creciente de la pobreza.

Las sesiones de control al Gobierno se han convertido, cuando se celebran, en sesiones de control a la oposición. El Gobierno, y en especial su presidente, culpa a la oposición de todos los males que nos aquejan. Por su parte, la oposición se entretiene en disputas internas, del PP contra Vox, de Vox contra el PP y del PP contra el PP.

El PSOE ha dejado de ser socialista, obrero y español, para ser sanchista. La expresión “sanchismo” ha adquirido de un tiempo a esta parte carta de naturaleza, aunque ni en su construcción lingüística ni en su significado sea afortunada. ¿Sanchismo quiere decir que el presidente Sánchez tiene un programa de gobierno, unas ideas propias sobre cómo gestionar la res pública, la sanidad, la pandemia, la economía, las relaciones con las Cortes, con las autonomías, con la oposición, con el poder judicial?

Se le ha acusado a Sánchez de mentir, cosa que ha hecho constantemente. Pero lo que realmente le define es precisamente su indefinición, su falta de convicciones, su capacidad de afirmar en una misma tirada que defiende la Constitución “de pe a pa” y de aliarse con los enemigos declarados de la Constitución, como Podemos, partido con el que gobierna (es un decir), los independentistas catalanes y vascos, y los herederos y albaceas de ETA.

Si algo caracteriza a Sánchez es su interés por permanecer el mayor tiempo posible en La Moncloa y disfrutar de las prebendas que ello conlleva. Lo demás son medios para conseguir este fin.

En eso es un maestro de la resistencia y la resiliencia.

 

 

 

 

 

 

12 de diciembre de 2021

Al ataque

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

¿Por qué nadie nos aconseja cómo vencer al coronavirus? Y eso que en España la covid-19 está incrementando su incidencia en la sexta ola.

Sí, todo se nos va en llevar la mascarilla, en guardar la distancia interpersonal de seguridad y en vacunar a cuantas más personas mejor, incluidos los niños a partir de cierta edad, y poner la tercera dosis a los mayores de 60 años o a los grupos de riesgo.

Pero todas estas medidas se centran en protegernos frente al virus y en tratar de evitar los contagios. Que, a pesar de nuestros esfuerzos, siguen aumentando, y tampoco han conseguido evitar las hospitalizaciones, los ingresos en las UVI y, lo que es más grave, las muertes.

Porque el coronavirus continúa campando a sus anchas sin que pongamos los medios idóneos para destruirlo.

En los comienzos de la pandemia se insistía mucho en que nos laváramos las manos con agua caliente y jabón, haciendo abundante espuma. El calor derrite la grasa que cubre y protege la molécula de proteína que es el virus.

Vengo observando que últimamente la gente la no se limpia las manos con los hidrogeles que hay, o había, en la entrada de tiendas, supermercados, farmacias y otros establecimientos. Y estos hidrogeles, el alcohol o cualquier mezcla con alcohol a más del 65% disuelven la capa lipídea externa del virus, que se desintegra solo. Incluso en hospitales y otros centros sanitarios a menudo los dispensadores de tales hidrogeles alcohólicos están vacíos, o no funcionan, o los que acudimos a consultas externas pasamos de utilizarlos.

En algún artículo mío o entrada de mi blog he llegado a preguntarme por qué no se ataca al coronavirus con medios masivos, o hasta aéreos, como se lucha contra los incendios, solo que en vez de agua, con esos disolventes que le privan de su capa protectora de lípido.

No nos limitemos a protegernos del virus, que, sí, es necesario, pasemos al ataque. Cualquier mezcla de cloro y agua también disuelve directamente la proteína, que se desintegra.

Hay expertos que incluso hablan de que la luz ultravioleta también desintegra la proteína del virus.

El virus, hay que repetirlo, no es un organismo vivo, sino que parasita células de organismos vivos. Por eso también es importante potenciar nuestro sistema autoinmune.

Me dirán que “zapatero a tus zapatos”, que no me meta en terrenos ajenos a mis humildes conocimientos.

Me he limitado a reproducir, confío en que sin demasiados errores, los consejos y saberes de los expertos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

6 de diciembre de 2021

Doble o nada

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

En seguida se entera el espectador de que el “Doble o nada” del título de la obra es la propuesta que Ricardo, el director de un importante medio de comunicación, le hace a Miky, la subdirectora del diario digital del grupo: asumir la dirección de la empresa, o ser despedida de la misma, abandonando la subdirección que desempeña.

No había yo querido leer ninguna reseña o crítica de esta obra teatral antes de verla en el teatro Luchana de Madrid para no ir condicionado por opiniones ajenas.

Pero he de confesar que me hubiera ayudado conocer de antemano algunos pormenores del argumento para poder seguir con mayor detalle el desarrollo de la trama. A mis problemas de audición se unían los argentinismos de ese gran actor que es Miguel Ángel Solá y la rapidez y complejidad de los diálogos entre él y esa no menos grande actriz que es Paula Cancio. Y eso que mi mujer, mi cuñada y yo estábamos sentados en la fila 2, prácticamente compartiendo escenario con los intérpretes, pues la fila 1 creo que no se pone a la venta.

Cuando voy al cine o veo en casa la televisión me resultan imprescindibles los subtítulos en castellano, aunque los actores hablen en esta mi lengua materna.

La obra comienza “in medias res” y los dos protagonistas de Doble o nada son los únicos que aparecen en escena, aunque hay otros personajes que, sin salir al escenario, desempeñan un papel, como el otro candidato a dirigir la empresa; o el consejo de administración, especie de “gran hermano” que todo lo controla, según atinada comparación de Miky; o la esposa del director, ambos celebran ese día un aniversario de su boda; un tal Raúl, con quien conversa por el móvil varias veces Ricardo, y no entendí bien si es su chófer o ayudante; o hasta la tormenta que retiene a los protagonistas en el despacho del director…

Por supuesto que no voy a desvelar el desenlace de la acción dramática, en la que vamos enterándonos de la admiración que Miky siente por Ricardo, ¿que desemboca en amor? O de la petición de Ricardo a Miky de que le ayude a escribir sus memorias y, aún más, de que se case con él.

Hay atracción sexual entre ambos, ¿o es estrategia de la subdirectora para lograr el ansiado puesto de directora?

Los giros argumentales, sutiles o manifiestos, mantienen en ascuas al espectador, combinando la intriga dramática con rasgos de humor y de amor.

Todos los componentes de las relaciones humanas entre un hombre y una mujer, sin descartar la ambición, la lucha por el poder, la violencia, el machismo, van aflorando en las palabras que intercambian el director, hombre mayor y enfermo, y la joven subdirectora, espléndida, atractiva y llena de vitalidad.

Había pocos espectadores, no más de treinta, en la función a la que nosotros asistimos, después de un año de representaciones. Miguel Ángel solá, al saludar y dar las gracias a los asistentes al término de la representación, nos pidió que la recomendáramos a amigos y conocidos.

Es lo que yo hago a mis lectores: no les defraudará, saldrán enriquecidos.