Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
De las diez acepciones que da del verbo ‘rectificar’ el Diccionario de la Real Academia me interesan en este artículo la 2, la 5 y la 10: “2. tr. Modificar la propia opinión que se ha expuesto antes. 5. tr. Corregir las imperfecciones, errores o defectos de algo ya hecho. 10. prnl. Dicho de una persona, enmendar sus actos o su proceder.”La expresión “errar es humano” cuenta con una larga tradición que se remonta al orador, escritor y político romano del siglo I a. C. Cicerón, quien en una de sus Filípicas (XII, 5), advertía que “Errar es propio de todo hombre, pero solo del ignorante perseverar en el error”. San Agustín, ya en el siglo V d. C., sería más severo con la contumacia en el error: ”Errar ha sido humano, pero es diabólico permanecer en el error por orgullo”. Y al poeta británico del siglo XVIII Alexander Pope debemos la frase: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.
Se ha comentado mucho en días pasados la rectificación del Gobierno en dos asuntos de actualidad: la bajada del IVA que gravaba el precio de las mascarillas, a lo que se había negado amparándose en una directiva de la Unión Europea, y la exigencia a los viajeros que entran en España por aeropuertos y puertos de haber pasado una prueba que acredite que están libres del covid-19. Si concedemos que bajar el precio de las mascarillas y asegurar la protección de nuestras fronteras son dos hechos que corrigen anteriores errores, cabe afirmar que el Gobierno ha actuado rectamente y con sabiduría. Pues ese es el sentido etimológico de rectificar, hacer recto algo.
Ahora bien, no siempre al modificar una opinión expresada con anterioridad se acierta. El presidente Pedro Sánchez había manifestado antes de las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019 que sentar en el Consejo de Ministros a miembros de Unidas Podemos le quitaría el sueño, a él y al 95 % de los españoles. Pues ahí tenemos a Pablo Iglesias de vicepresidente y a otros políticos de su partido y de IU ocupando carteras ministeriales.
En repetidas ocasiones también había declarado Sánchez que nunca y bajo ningún concepto pactaría con Bildu. Esta agrupación política, heredera de ETA y que nunca ha condenado las crímenes de la banda terrorista, hoy es admitida por el Gobierno de Sánchez como socio con el que sentarse a negociar los presupuestos. Y ello a pesar de que Bildu solo cuenta en el Parlamento otrora español con cinco escaños.
Lo que ha hecho Sánchez y sus socios de Gobierno no es rectificar, o sea “corregir imperfecciones, errores o defectos”, sino cambiar de opinión y de proceder, para adoptar otros pareceres y actos erróneos e injustos.