Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Anuncié en mi blog del pasado domingo 19 de junio que en una entrada posterior comentaría los resultados de las elecciones andaluzas. Me dispongo a hacerlo.
Afirmaba entonces que no pintaban nada bien estos comicios para el partido socialista andaluz ni para la izquierda en general. No podía sospechar que el batacazo del socialismo en Andalucía, su feudo tradicional y su granero de votos desde la instauración de la democracia en España, iba a ser tan demoledor, tan sin paliativos, para el PSOE andaluz.
¿Solo para el PSOE andaluz? No había más que ver el gesto adusto de Pedro Sánchez y oír las palabras desabridas de Adriana Lastra en la reunión de la ejecutiva federal del partido para advertir que la debacle socialista no se circunscribía a la autonomía andaluza, sino que tenía una repercusión indudable a nivel nacional.
Si en alguna comunidad autónoma ha primado durante decenios el clientelismo y la cultura de la subvención ha sido en Andalucía. Pues bien, los votos de los andaluces en el 19-J me parece a mí que han manifestado a las claras que los ciudadanos al sur de Despeñaperros están hartos de que les tomen por unos vagos que quieren vivir a costa del erario público y de los subsidios al desempleo.
Sin embargo, la reacción del presidente del Gobierno y de los principales miembros del PSOE con E de “español” ha sido la de insistir en las ayudas a los parados, en incrementar y extender el IMV, el ingreso mínimo vital, y ayudas similares, con fondos europeos o sin ellos. Es decir, en seguir incrementando un gasto público que no genera puestos de trabajo y endeudar al Estado hasta límites estratosféricos. Deuda que más pronto que tarde pagaremos nosotros, o nuestros hijos y nietos.
En otro orden de cosas, hay quienes temen, por ciertas declaraciones de Alberto Núñez Feijoo o del mismo Juan Manuel Moreno Bonilla, vencedor indiscutible de estas elecciones, que el Partido Popular se va a limitar a la gestión, tanto económica como administrativa, sin dar la “batalla cultural” para deshacer el entramado de leyes ideológicas que los gobiernos socialistas, con el apoyo de sus aliados comunistas, y de nacionalistas, independentistas y filoetarras, han ido tejiendo.
Pero ¿no decía usted en su blog anterior que no existía el “sanchismo”, que lo que define a Pedro Sánchez es la indefinición?
Y lo sigo manteniendo.
Si Pedro Sánchez se ha apuntado a la ley de Memoria Democrática, al independentismo catalán y al nacionalismo vasco, a la “cultura de la muerte” en su versión aborto sin límites y eutanasia, al blanqueamiento de Bildu y sucesores de ETA, no es porque crea en tales ideas, sino porque desde el principio de su gobierno se apoyó en todos estos movimientos para seguir en la Moncloa.
También hay quienes ven el varapalo del socialismo en Andalucía el principio del fin de Sánchez. Olvidan estos ingenuos que la principal característica del actual presidente del Gobierno es su resistencia o, en término más de su agrado, su resiliencia.
Así que no vendan la piel del oso antes de cazarlo.