Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
No, no busquen en las
actualizaciones digitales del Diccionario de la Real Academia Española la
definición de neolenguaje. No está recogida entre los numerosos nuevos términos
que la docta casa ha acogido y bendecido. Sin embargo, es un vocablo construido
de acuerdo con las reglas lingüísticas más ortodoxas, mediante el prefijo neo- y el sustantivo lenguaje, y que, sin entrar en mayores
disquisiciones, podríamos definir como “nuevo lenguaje”.
El presidente del Gobierno es
un maestro consumado en el uso de una de las variantes del neolenguaje, la
aplicada al “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía
española”. En ocho ocasiones ha anunciado Pedro Sánchez, con escasas variantes,
este plan, en el que las cifras concretas prácticamente se limitan a la
creación de 800.000 empleos y el desembolso de 72.000 millones de euros en el
periodo 2021-2023. Eso sí, explicó con una ampulosa grandilocuencia las diez
políticas tractoras (sic) que
vertebrarán el plan.
No me resisto a citar
textualmente unos párrafos del artículo “Canéforas”, publicado en el diario ABC
el 15 de abril por el periodista y, este sí, maestro del lenguaje Ignacio
Camacho: «De cierto altisonante verso de Rubén Darío –“que púberes canéforas te
ofrezcan el acanto” – decía Valle que solo había entendido la conjunción ‘que’.
Los discursos de Sánchez son igual de oscuros, solo que en lugar del culteranismo
esdrújulo de Rubén navegan por un engolamiento posmoderno recargado de
pedantería y esnobismo. Un cantinfleo de neolenguaje pseudotecnocrático con el
que sus asesores rellenan decenas de folios a base de abstractos sintagmas
intercambiables: conectividad sostenible, gobernanza interactiva, dinamismo
transformador, externalidad resiliente, sostenibilidad conectada,
transformación modernizadora, resiliencia dinámica y así hasta el infinito
combinando sustantivos y adjetivos en un bucle de carcasas semánticas huecas
entre las que no pueden faltar los mantras identitarios del progresismo:
digital, igualitario, ecológico e inclusivo».
Me excuso por la extensión de
la cita, pero yo no sería capaz de expresar con tanta abundancia de “carcasas
semánticas” el neolenguaje vacío de Sánchez y sus asesores. Yo, por lo menos,
doy la referencia del texto citado, a diferencia de la tesis doctoral del muy
resiliente, digital y progresista presidente del Gobierno.
En este neolenguaje tan
ecológico, igualitario y feminista no podía faltar tampoco la transversalidad,
sea esta lo que fuere. Puestos a abarcar todos los campos, que nada se quede
fuera de este plan de futuro tecnocrático y sostenible.
Solo hay en tanta promesa
renovadora un pequeño fallo: que los esperados fondos de reconstrucción
prometidos por la Unión Europea aún no han llegado. Y no está descartado que no
lleguen. Aquello de “vender la piel del oso antes de cazarlo” ojalá que no se
cumpla. Pero el peligro existe, sobre todo porque nuestro Gobierno no ha salido
de caza, sino que espera sentado, sin hacer nada, a que le sirvan en bandeja la
tan publicitada piel del oso.