30 de diciembre de 2018

El asombro de la Navidad


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

¿Se está perdiendo en España el genuino espíritu de la Navidad?
Creyentes cristianos y no creyentes conmemoramos año tras año, desde hace más de veintiún siglos, el nacimiento de un niño, hijo de una virgen, María, desposada con José, en Belén, un remoto pueblo perdido de una provincia sin importancia alguna, Palestina, bajo el poder de Roma, en tiempos del emperador Augusto.
Para los creyentes, ese niño, de nombre Jesús, es el hijo de Dios, que vino a este mundo para salvarnos, por lo que también se le conoce como el Salvador.
Creencias que no comparten más del treinta por ciento de los españoles actuales, no obstante lo cual celebran con fiestas esta efeméride, que es festividad oficial. Como responden a motivos religiosos la mayor parte de los días festivos de nuestro calendario. Quienes prefieren festejar el solsticio de invierno están en su pleno derecho, siempre y cuando desde puestos de gobierno no impidan la celebración religiosa de la Navidad.
Lo asombroso no es que haya personas, convecinos nuestros, que no crean en la historia que relatan los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y, también a su modo más alegórico, Juan. Lo que resulta verdaderamente pasmoso, a poco que reflexionemos sobre estos hechos transmitidos hasta nuestros días por la tradición oral y escrita, es que semejante relato haya llegado hasta nosotros y siga contando con la fe de millones de contemporáneos nuestros en todo el mundo.
Ya he aludido de pasada al escaso papel que en el mundo del Imperio Romano desempeñaba el pueblo judío, en el seno del cual nació Jesús. Pero es que las noticias sobre este personaje y su vida proceden casi exclusivamente de los citados cuatro Evangelios, de cuyos autores apenas tenemos más datos que los que ellos mismos, y en un número muy reducido, nos dan. Mateo y Juan fueron discípulos de Jesús, al que siguieron y cuyas enseñanzas pudieron escuchar con sus propios oídos, contándose entre los doce apóstoles escogidos por Cristo y enviados expresamente por él a predicar el Evangelio. Mientras que Marcos y Lucas transmiten de manera muy especial la predicación de los apóstoles Pedro y Pablo, respectivamente.
En un mundo como el nuestro en el que la globalización y los medios tecnológicos de comunicación nos permiten estar informados en tiempo real de lo que sucede en cualquier país, ciudad o pueblo por alejados que estén de los nuestros, nos resulta inverosímil que la vida y milagros de un personaje llamado a convocar en su seguimiento a millones de fieles de todas las épocas, razas y naciones fueran solo comunicados por unos autores de los que sabemos poco más que el nombre.
Las escasas y, en parte, controvertidas referencias a Jesús de escritores no judíos, como los historiadores romanos Tácito, Suetonio y Plinio el Joven, o las del judío Flavio Josefo, no pasan de alusiones circunstanciales que apenas dicen nada sobre el personaje histórico Jesús de Nazaret.
Por otra parte, lo que los evangelistas narran dista mucho de ser una historia fácil de aceptar. Por ceñirme exclusivamente a los acontecimientos en que se basa la celebración de la Navidad, se nos refiere que María es virgen y que concibe a su hijo Jesús por obra del Espíritu Santo. Y esto se lo anuncia a María un ángel, del que Lucas nos dice hasta el nombre, Gabriel. Una vez nacido el niño, son de nuevo ángeles los encargados de anunciar la buena nueva a unos pastores. A unos magos de oriente no son ángeles, sino una estrella la que les indica que ha nacido el rey de los judíos y les guía, primero hasta Herodes y después hasta la casa en la que está el niño con María su madre.
Pues bien, a pesar de lo inverosímiles que puedan resultar a nuestra mentalidad moderna y a nuestro modo de concebir la historia estas y otras circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, esta natividad, esta Navidad daría la vuelta al mundo, sería reconocida por gentes de las más diversas épocas y condición, y hoy día sigue configurando el sentir de quienes se confiesan seguidores de Jesús y de sus enseñanzas.
Seguimos cantando villancicos protagonizados por la Virgen y San José, los ángeles y los pastores. Seguimos poniendo en nuestras casas e iglesias, hoy menos en lugares públicos, el nacimiento o belén. Los niños siguen escribiendo cartas con peticiones a los Reyes Magos, sin que obste la creciente popularidad e influencia de la figura de Santa Claus o Papá Noel. Seguimos yendo a la misa del gallo, a las doce de la noche, a pesar de que los gallos cantan tradicionalmente al despuntar el día. Y seguimos reuniéndonos en familia la Nochebuena.
Hay quienes denuncian el consumismo egoísta que invade la celebración de la Navidad. Coincido en el rechazo del egoísmo. Pero el consumo es motor de la economía y fuente de empresas y puestos de trabajo. Y comprar regalos y hacerlos supone pensar en los demás, o sea no ser egoístas.
Como piensan en los demás, sobre todo en los niños, los Reyes Magos, que ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra al niño nacido en Belén.

23 de diciembre de 2018

Cuando no decíamos 'super-'


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Porque hubo un tiempo en el que no decíamos ‘super-’, utilizado como elemento compositivo con un adjetivo para elogiar a alguien o algo. Hoy lo oímos a cada paso, especialmente en boca de los niños y de gente joven: “Carlos es supersimpático”. “La peli es superentretenida” (a propósito, observarán que ya casi nunca se habla de ‘películas’, se ha impuesto la abreviatura coloquial ‘peli’). Y ya en el colmo de la admiración, esos mismos hablantes no encontrarán mejor calificativo que ‘superguay’.
La palabra súper como sustantivo se usaba para designar una clase de gasolina de más octanaje y –no sabría precisar si en la misma época, o antes o después, pues los fenómenos del lenguaje son muy difíciles de situar con exactitud en el tiempo–, digo que también se empezó a usar para referirse a los grandes almacenes o centros comerciales, los supermercados.
Al mismo o parecido empeño por ponderar o aseverar algo responde, me parece a mí, el uso de la expresión “La verdad es que…”, con la que se inicia una declaración o la contestación a una pregunta y que se ha convertido en auténtica muletilla. Y ello cuando nunca como en nuestros días se han prodigado tanto la mentira, la falsedad o la posverdad.
De forma similar se nos bombardea con la utilización de ‘género’ en lugar de ‘sexo’. Ya pueden expertos lingüistas y la misma Real Academia Española (RAE) recomendar las expresiones “violencia contra la mujer” o “violencia machista”, o violencia doméstica, si se lleva a cabo en el ámbito familiar e incluye a niños, en vez de “violencia de género”: los medios de comunicación y los hablantes de toda laya no se apean de tal locución.
En el documento nacional de identidad no se nos identifica como M o F bajo la denominación Género, sino Sexo. Claro que pronto se ampliará esta identificación para incluir a homosexuales y transexuales, términos compuestos en todo caso con el adjetivo ‘sexual’, no ‘genérico’.
Género indica una categoría gramatical, por más que se empeñen en lo contrario modernos transgresores del léxico.
Género, entre otras muchas acepciones, significa también en el comercio cualquier mercancía, en la que supongo que no querrán ser englobados quienes defienden la utilización de ‘género’ para personas.
‘De género’, como locución adjetiva con la preposición ‘de’, se dice de las obras pictóricas o escultóricas que representan escenas de costumbres o de la vida común, y de los artistas que las crean. En ningún caso se alude al sexo.
Y ya metidos en la diferencia entre masculino y femenino, no me resisto a desautorizar una vez más a los políticos, maestros y demás profesionales que repiten cansinamente “ciudadanos y ciudadanas”, “niños y niñas”, “alumnos y alumnas”, “compañeros y compañeras”, o viceversa, etc., ignorando que en español, cuando utilizamos el masculino como categoría gramatical, estamos incluyendo a varones y hembras, a hombres y mujeres.
Reescribir la Constitución Española, el Quijote o hasta la Biblia, como pretenden algunas iluminadas e iluminados, para que incluyan “el lenguaje inclusivo”, valga la redundancia, es delirante propuesta que solo sirve para distraer la atención de problemas más importantes y para demostrar la ignorancia de quienes defienden semejante estupidez.
Cualquier manual de historia se haría indigesto y desmedido si tuviera que referirse siempre a los egipcios y las egipcias, los hebreos y las hebreas, los fenicios y las fenicias, los romanos y las romanas, los visigodos y las visigodas…
No entiendo, en este contexto de pretendida reivindicación de la mujer, la resistencia de algunas profesionales a llamarse y que las llamen, por ejemplo, médicas y no médicos, abogadas y no abogados, arquitectas y no arquitectos, etc. La médico, además, entraña una manifiesta falta de concordancia
Menos mal que periodista, electricista, futbolista y otros muchos sustantivos acabados en -ista valen lo mismo para un roto que para un descosido, quiero decir para mujeres y hombres.
Alcaldesa hace tiempo que dejó de referirse solo a la mujer del alcalde, para significar también la mujer que desempeña la función de regidora en un ayuntamiento.
Por cierto, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me congratulo de que la reciente publicación del Libro de estilo de la lengua española, de la RAE, se haya agotado al poco tiempo de salir al mercado. Por lo menos, yo no he encontrado esta novedad en las librerías que frecuento.
Me permito aconsejar a la editorial responsable de esta publicación que lance una nueva edición. Es un regalo que en estas fechas hará un oportuno servicio a tantos eruditos, perdón y eruditas, a la violeta que se atreven a pontificar sobre lo que ignoran.

16 de diciembre de 2018

Alicia, hermana


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Estabas tan llena de vida…
Llena de vida, cuando naciste, hace 84 años, la mayor de seis hermanos, hija de Alicia y Paco. La saga de las Alicias se prolonga en mi nieta, en una nieta de nuestro hermano Javier y en otra de nuestra hermana Cristina.
Llena de vida, en los juegos de infancia en la soleada galería de la calle López Gómez, y en la Plaza del Museo, la familiar Plazuela, hoy Plaza del Colegio de Santa Cruz, de Valladolid. Allí estaba, y sigue estando, el colegio de carmelitas del Museo, en el que tú estudiaste, sin saber entonces que años más tarde en él serías profesora de Música.
Llena de vida, cuando entraste con 19 años en la orden de las carmelitas de la madre Joaquina de Vedruna, hoy santa canonizada. A nuestro padre, Francisco Javier Martín Abril, le inspiraste unos artículos que luego se reunirían en un libro Cartas a una novicia. “Ya estás ahí, hija mía queridísima, con tus diecinueve años estupendos, tu risa contagiosa, tu charla un poco atropellada, que ahora, por fuerza de las circunstancias, tendrá que convertirse en prolongados silencios y en largos coloquios inefables con el Señor […]. Nosotros, tu madre y yo, nos hemos quedado de repente como vacíos, como sin sombra y sin sol, acurrucados en nuestra casa, que, ya sin ti, nos parece un mundo distinto”.
Llena de vida, cuando en el noviciado de Vitoria hiciste los primeros votos, pobreza, castidad y obediencia, a los que siempre fuiste fiel.
Como fuiste fiel a tu otra vocación, aquel “son divino” que cantara fray Luis de León, la música, perfeccionando tu carrera de piano con el gran maestro José Cubiles, y el gregoriano con tu amiga del alma Merche Iglesias, en cantos que os elevaban a las armonías celestiales.
Llena de vida, en tus sucesivos destinos, Madernia, León, donde, además de las clases de Música, te escapabas con tus alumnas a los montes leoneses, otra de tus grandes aficiones, que hoy llamaríamos senderismo.
Llena de vida, complementando tu labor docente con la publicación de libros como Canciones de flauta y Grandes maestros, escritos a la limón con Merche Iglesias, e ilustrados con dibujos de mi mujer, también fallecida, Ana Bermejo, y Canciones y melodías instrumentales para instrumentos de percusión y flautas dulces, preparadas con María Ángeles Sevillano.
Llena de vida, ayudando a don Domicio en la liturgia, dirigiendo el coro y tocando el órgano en la parroquia vallisoletana de San Andrés. Por estas fechas estarías preparando el concierto de villancicos de Navidad.
Llena de vida, cuidando de nuestros padres, cuando a ellos la vida ya se les iba escapando, por la edad y por la muerte prematura de Nacho, salvajemente asesinado en El Salvador con sus compañeros jesuitas y dos asistentas seglares.
Con nuestro hermano Nacho mantenías especial contacto por teléfono y por carta, cuando en una de aquellas conversaciones te comunicó que en cualquier momento podían matarle, por ponerse al lado de los pobres y dar voz a los sin voz.
Este mes de noviembre ya no pudiste asistir a la ofrenda floral que, conmemorando su muerte, qué digo, su nueva vida, familiares, amigos y profesores y alumnos del Colegio Ignacio Martín Baró hacen todos los años ante el monolito dedicado a su memoria y a la de su compañero jesuita, el también vallisoletano Segundo Montes.
Porque tu vida, Alicia, hermana por doble título, estuvo, sí claro, dedicada a Dios, pero al Dios que está en los hermanos. Como diría el Principito de Saint-Exupéry, tu vida se tradujo en “crear lazos”, de amistad, de amor.
Por donde pasaste hiciste el bien. He citado ya Madernia, León y el colegio del Museo, pero no me olvido de los humildes barrios de la Rondilla y la Cañada, en los que también desarrollaste tu abnegada labor.
En todos ellos has dejado amigas y amigos, que en la misa corpore insepulto dicen un último adiós a tu cuerpo sin vida, junto a la comunidad de hermanas carmelitas del Ave María, que te han cuidado con amorosa dedicación cuando ya la vida, de la que habías estado tan llena, te iba abandonando.
El pasado 17 de noviembre, día de la ofrenda floral a Nacho y Segundo, aún nos reconociste a tus hermanos, Cristina, Jeromo, Angelina y yo. Estabas muy guapa en tu silla de ruedas y me apretabas la mano.
Ahora vives en nosotros, en todos los que te queremos y somos afortunados por haber convivido con una persona generosa, alegre, luchadora, vital y, en el profundo sentido de la palabra, buena.
Cuando nos encontremos en el espíritu y en la luz, ya sin las ataduras corporales, te reconoceremos en tu “risa contagiosa”, en el humor y el amor que siempre emanaba de todo tu ser.
Ahora formas con nuestros padres, con nuestros hermanos Javier y Nacho, con todos nuestros antepasados y con cuantos nos precedieron en los caminos de Jesús de Nazaret, la “bóveda palpitante”, bajo la que yo, entre lágrimas, me cobijo.

9 de diciembre de 2018

El cambio en Andalucía


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

De los resultados de unas elecciones suele haber interpretaciones para todos los gustos. En los comicios andaluces del 2 de diciembre no podía suceder de otro modo. Las declaraciones de los candidatos de los distintos partidos en la misma noche electoral son un ejemplo claro de cómo la óptica partidista puede deformar la realidad, en este caso las intenciones de los votantes. Sin embargo, hay un aspecto que es difícil tergiversar: el gesto de la principal derrotada, la todavía presidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz. Y un gesto vale más que mil palabras. Incluso que los números.
Porque si analizamos las cifras de los votos obtenidos por los diferentes partidos o agrupaciones, el PSOE andaluz podrá aducir que ha sido la fuerza política más votada, con más de un millón de votos y 33 escaños, mientras que sus adversarios pondrán el acento en el fuerte descenso socialista con respecto a anteriores elecciones, en las que obtuvo 47 escaños en 2012 y 2015.
Descenso que también ha experimentado el PP, de 50 escaños en 2012 a 33 en 2015 y 26 en 2018, el cual no obstante hará valer que es la segunda sigla en número de votantes.
La amalgama de grupos, círculos y amaneceres que han confluido en Adelante Andalucía no puede hacer valer ni una buena posición entre los cinco principales participantes, pues se sitúa en el anteúltimo puesto, ni un avance con respecto a la convocatoria de 2015, en la que Podemos más Izquierda Unida obtuvieron 20 escaños.
Las únicas fueras políticas que han logrado un notable avance en número de votos y de escaños han sido Ciudadanos, que ha pasado de 9 escaños en 2015 a 21 en 2018, y Vox, que de no tener representación parlamentaria se ha alzado con 12 escaños, lo que constituye el resultado más espectacular e inesperado de estas elecciones, en las que las encuestas más optimistas daban a Vox entre 6 y 8 escaños, y 1 el CIS de Tezanos.
Una primera conclusión que estos datos numéricos permiten extraer es el fin del bipartidismo y de las amplias mayorías, no digamos absolutas. Unida a este hecho incontestable está la necesidad de pactos entre partidos para formar gobiernos estables. Y aquí los números se muestran obstinados.
Por un lado, descartan una Junta integrada por las fuerzas de izquierda, PSOE y Adelante Andalucía, que solo sumarían 50 escaños. Un apoyo de Cs al PSOE, como el que se dio en la pasada legislatura, estaría a un escaño de la mayoría absoluta, que se cifra en 55 escaños. El pacto de las derechas, PP, Cs y Vox, sí alcanzaría y sobrepasaría la mayoría absoluta, con 59 escaños. Y, por supuesto, una improbable alianza entre PSOE y PP arrojaría ese mismo número de escaños.
Hasta aquí las meras combinaciones numéricas. Pero luego hay que tener en cuenta los imponderables de la proverbial resistencia de los partidos y los líderes políticos en España a los consensos. La Constitución de 1978, cuyo 40 Aniversario estamos celebrando, es una excepción admirable a esa particularidad personalista y partidista de la política española.
Quienes argumentan que los andaluces han votado cambio son rebatidos por los que ven en la abstención, que en estas elecciones ha sido muy numerosa con un 41,35 %, la causa del descenso de votos del PSOE.
La furiosa reacción de Susana Díaz y de Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez contra la entrada de Vox en el Parlamento andaluz puede retrotraer a los peores enfrentamientos que desembocaron en la Guerra Civil y que los consensos de la transición superaron.
Vox tiene el mismo derecho, y posiblemente mayor, que el PSOE y, desde luego, que Podemos a participar con voz y voto en un parlamento autonómico y en el español. Los que le acusan de fascista ignoran lo que el fascismo significó en la Europa del siglo pasado, de cuyos tintes totalitarios están más cerca los comunistas de Podemos que los miembros y votantes de Vox.
Cuando una formación política recurre a la descalificación del adversario, al que convierte en enemigo, y a la movilización violenta en la calle, significa que no tienen nada positivo que ofrecer a sus seguidores.
Tanto Susana Díaz como José Luis Ábalos, ministro de Fomento y Secretario de Organización del PSOE, han instado al PP y a Cs a que se definan si quieren pactar con un partido como Vox de ultraderecha, xenófobo y defensor de la violencia contra la mujer, sin presentar una sola prueba de tales acusaciones. Olvidando u ocultando arteramente que el actual presidente socialista del Gobierno ha logrado serlo, sin ganar unas solas elecciones, gracias al apoyo de fuerzas tan constitucionales como los partidos que abiertamente abogan y trabajan por socavar la unidad y la misma existencia de España como nación.


2 de diciembre de 2018

Pensar con Pascal


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Admiro a los articulistas que son capaces de aunar la publicación en los medios de comunicación de sus reflexiones sobre la actualidad con trabajos de investigación que, después de largos años de dedicación, fructifican en un libro o en una tesis.
Este es el caso del filósofo y escritor Gabriel Albiac, que además ejerce la docencia en la Universidad Complutense de Madrid. Albiac acaba de publicar una edición crítica de los Pensamientos de Blaise Pascal, con un estudio preliminar y una indexación que permite el acceso digital a los manuscritos originales.
Desde mis tiempos de estudiante de Filosofía, disciplina en la que me licencié en la misma Universidad Complutense de la que es catedrático Gabriel Albiac, he sentido una especial predilección por esta obra póstuma del matemático, físico y filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662).
En su corta vida, Pascal tuvo tiempo para construir la primera máquina calculadora, desarrollar los conceptos de la presión y del vacío, y sentar las bases del cálculo de probabilidades.
En filosofía, sobresale su concepción del hombre como un ser intermedio entre lo más elevado y lo más miserable. El conocimiento humano, a juicio de Pascal, no es puramente razón, ni sentimiento, sino una lógica del corazón.
En 1968 llevé a cabo la traducción de la por entonces más completa colección de los Pensées de Pascal para una editorial que dirigía el escritor rumano Vintila Horia. El autor de “Dios ha nacido en el exilio”, novela galardonada con el Premio Goncourt, en reconocimiento a mi labor como traductor, me propuso trabajar en la prestigiosa Editorial Guadarrama, hoy desaparecida. Así comenzó mi carrera profesional en el mundo de la traducción y la edición. Solo más tarde pude compaginar esos trabajos con la escritura de artículos y libros, mi más genuina vocación.
Volviendo a Pascal, en mi ensayo Tiempo de respuestas. Sobre el sentido de la vida, publicado en el año 2008, en el capítulo sobre “La existencia de Dios”, dedico puntual atención a los Pensamientos, colección de sentencias y argumentaciones, a veces incoherentes y paradójicas, pero siempre dignas de ser tenidas en cuenta.
Una de esas reflexiones de Pascal reza textualmente: “Las pruebas metafísicas de la existencia de Dios están tan lejos del razonamiento de los hombres y son tan complicadas que impresionan poco; y aun cuando eso sirviera a algunos, no serviría más que en el instante en que ven la demostración, pero una hora después temen haberse equivocado”.
Dar el salto de nuestra experiencia –esto lo conjeturo yo– a un ser que está más allá de toda experiencia es una ardua tarea, incluso para las mentes filosóficamente más dotadas. Por eso la religión apela a la fe.
Proseguía así mi discurso en Tiempo de respuestas: “El vista de la dificultad de demostrar la existencia de Dios, Pascal propone su famosa ‘apuesta’, que puede resumirse así: Dios existe o no existe. El hombre no puede zafarse de este dilema, que no es capaz de resolver la razón, porque Dios es un ser escondido, oculto, y no conocemos ni su naturaleza ni su existencia. De ahí la necesidad de apostar en pro o en contra, como si se tratara de un juego. Si se apuesta por la existencia de Dios, se arriesgan una serie de bienes finitos, como placeres y riquezas. Pero hay la posibilidad de ganar un bien infinito”.
Y, aunque esa ganancia no se alcanzara –cedo de nuevo la palabra al propio Pascal–, “¿qué mal os acaecerá por tomar este partido? Seréis fiel, honesto, humilde, reconocido, bienhechor, amigo sincero, veraz”.
Lo que salva a la religión cristiana de caer en un teocentrismo basado en la adoración de un Dios al que hay que rendir culto y obediencia, ofrecer sacrificios y total sumisión, es el enfoque ético, la práctica de la verdad, de la honestidad, de la justicia, del amor al prójimo, en especial a los más humildes, del desapego de los bienes materiales, en suma, el cumplimiento de las enseñanzas que nos legó Jesús de Nazaret.
Pascal, en 1654, mientras rezaba, experimentó como otros místicos la presencia del Ser Supremo, con una intensidad tal que cambió su vida, retirándose de las vanidades mundanas.
No pudo llevar a cabo la gran obra en la que había puesto sus mayores esperanzas: una apología del cristianismo. Pero nos dejó en los Pensamientos, no una construcción sistemática de su razonamiento filosófico, sino una colección de sentencias que invitan a quien las lee a pensar por cuenta propia, a rectificar si es necesario –los manuscritos están llenos de tachaduras y modificaciones– y siempre a buscar el sentido último de la propia vida, de las vidas de los demás y del universo que nos rodea, sentido en el que se cifra la verdadera felicidad.
Concluyo con otra máxima de Pascal: “He descubierto que toda la infelicidad de la persona deriva de una misma fuente: no ser capaz de estar sentado tranquilamente en silencio, a solas consigo mismo”.

25 de noviembre de 2018

Independencia del poder judicial y de la educación


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Todos los partidos políticos, en cuanto alcanzan el poder de gobernar una nación, tratan de poner el sistema público educativo al servicio de sus intereses, no de los intereses de los ciudadanos a los que dicen representar.
La educación corre así el riesgo de convertirse en un medio de adoctrinamiento de los alumnos de acuerdo con la ideología del partido gobernante. ¿Es entonces imposible un pacto por la educación que no estuviera sujeto al vaivén de los cambios de gobierno y que atendiera a los aspectos esenciales que deben configurar el sistema educativo en un país moderno y democrático?
Lo que ha ocurrido esta misma semana con la ruptura del acuerdo alcanzado por el PP y el PSOE para la renovación del Consejo General del Poder Judicial puede arrojar luz sobre la deseada independencia tanto de este órgano como de la educación en España.
En principio, que los partidos políticos que en teoría representan la voluntad popular elijan a los jueces integrantes del órgano que los gobierna no debería atentar contra la independencia del poder judicial. A fin de cuentas, los jueces, magistrados y fiscales en el ejercicio de sus funciones deben aplicar las leyes y esas leyes han emanado del poder legislativo que conforman los parlamentarios elegidos por los ciudadanos.
Pero la separación de poderes necesaria en una democracia está amenazada por dos circunstancias. La primera radica en las propias asociaciones profesionales de la judicatura, que se califican a sí mismas de progresistas o conservadoras. Los jueces, a título privado, son muy libres de tener unas ideas políticas determinadas, de votar a uno u otro partido, pero en el ejercicio de su profesión y a la hora de juzgar y dictar sentencias deben observar una estricta neutralidad. Si ya de entrada están etiquetados como de derechas o de izquierdas, un ciudadano que vota al PP no querrá ser juzgado por un juez afín al PSOE, y viceversa. Y no digamos si se trata de jueces o fiscales que entran a formar parte del gobierno. ¿Sería imparcial el juez Marlasca si tuviera que juzgar a su compañera de gabinete Dolores Delgado? El segundo peligro que corre la independencia judicial reside en los partidos políticos que, de una manera más o menos declarada, tratan de que las causas penales que afectan a sus miembros o a sus intereses partidistas, se resuelvan a su favor. El ya famoso whatsapp del senador popular Ignacio Cosidó, jactándose de controlar la Sala Segunda del Supremo desde detrás, no hace sino poner de manifiesto el afán de control del poder judicial, no solo por el PP, sino por todo partido político.
En la educación sucede algo similar. Según la Constitución Española, “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana” (art. 27.2). Ahora bien, en una sociedad plural como la española en la actualidad, hay diversidad de opiniones sobre en qué consista “el pleno desarrollo de la personalidad humana”. Así, por fijarnos en el ejemplo de la religión en la escuela, siempre objeto de controversia, según los defensores de la enseñanza religiosa esta es imprescindible para tal desarrollo, mientras que otros opinan que la religión no debería ser de oferta obligatoria en los centros educativos públicos. Así, en las Propuestas para la modificación de la Ley Orgánica de Educación avanzadas por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez, se deja de considerar la Religión como materia específica en 1.º y 2.º de Bachillerato, mientras que la Educación en valores cívicos y éticos será obligatoria en un curso de Primaria y otro de Secundaria aún por determinar.
Del mismo modo, nuestra Constitución avala el derecho de los padres para dar a sus hijos “la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27.3). Pero, de nuevo, se entabla la discusión sobre cuáles son las convicciones predominantes de los padres. En el presente curso escolar, alrededor de un 64 % de los alumnos han solicitado la clase de religión. Esta demanda social, en la que se basa la existencia de centros concertados, es eliminada en la propuesta socialista de reforma de la ley de educación.
Como en el caso de los jueces, los profesores, principal pilar en el que se sustenta la educación y que ha sido lamentablemente desatendido en dicha propuesta de reforma, tienen todo el derecho de abrazar una ideología progresista o conservadora, de votar a un partido de izquierdas, de centro o de derechas, pero a la hora de enseñar y formar a los alumnos deberán mostrar una comprendo que difícil imparcialidad.
En la práctica docente intervienen factores técnicos y objetivos, que no deberían ser susceptibles de criterios dispares. Es obvio que existen asignaturas que se prestan más a la interpretación con sesgo ideológico de los hechos y de la realidad, como son la historia y la formación en valores cívicos y éticos.
Una base de acuerdo entre distintas ideologías estriba en los derechos humanos y en las declaraciones universales que los definen. Sobre este fundamento habrá que cimentar una educación que haga posible la convivencia pacífica en medio del pluralismo ideológico.

18 de noviembre de 2018

Leyes de educación en la España democrática


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

No parece que la actual situación del Parlamento español sea idónea para abordar la reforma de la ley educativa en vigor, LOMCE, conocida como ley Wert.
En primer lugar, el Gobierno constituido después de la moción de censura de los pasados 31 de mayo y 1 de junio cuenta solo con 84 diputados y con el apoyo de partidos que únicamente buscan sus intereses particulares, no los de todos los ciudadanos. Así, los nacionalistas e independentistas tratan únicamente de sacar réditos para sus planes de secesión y ventajas de todo tipo para sus comunidades autónomas que ellos desean, de una manera más o menos declarada, convertir en Estados soberanos independientes de España. En cuanto al principal aliado del Gobierno, Podemos, su objetivo, disimulado por demagógicas proclamas sociales, es derrocar el vigente sistema de libertades y derechos amparados por la Constitución Española para implantar un régimen de inspiración comunista bolivariana.
En segundo lugar, el enfrentamiento entre las distintas fuerzas parlamentarias supera en la actualidad las normales diferencias entre el partido que sustenta el Gobierno y la oposición, que se acusan mutuamente de generar la manifiesta crispación reinante.
Con este panorama, la tramitación en las cámaras legislativas de la modificación de la Ley Orgánica de Educación tiene toda la probabilidad de convertirse en una carrera de obstáculos, semejante a la que se está produciendo para la aprobación de los presupuestos generales del Estado.
Se me objetará que este clima enrarecido y crispado no ha sido óbice para que los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, hayan llegado a un acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Cierto, como también lo es que semejante acuerdo no ha satisfecho ni a los jueces, ni a muchos ciudadanos que asisten asombrados a un reparto de cargos entre conservadores y progresistas en el que ha primado la adscripción ideológica de los propuestos sobre su competencia profesional como juristas.
Un pacto por la educación, en el caso improbable de alcanzarse con la presente correlación de fuerzas políticas, estaría viciado de origen y dejaría sin dar satisfacción a las justas demandas de la comunidad educativa, tanto de profesores, alumnos y padres, como de las distintas organizaciones del sector.
Ya el simple anuncio de las propuestas para la reforma educativa por la ministra de Educación, Isabel Celaá, ha provocado tal polémica y confrontación sobre las diferentes opciones en aspectos esenciales de la educación, que prácticamente imposibilitan un debate sereno sobre las cuestiones planteadas: conciertos y sistema de admisión de alumnos, equidad e inclusión, enseñanza de la religión, autonomía y dirección de los centros, evaluación y reválidas, etapas formativas y distribución de competencias entre el Estado y las autonomías.
Se suele afirmar que, con cada cambio de Gobierno, no solo cambian los ministros de los distintos departamentos, sino también toda una serie de responsables de empresas e instituciones estatales, muy en especial de la televisión pública por su innegable influencia en amplios sectores de la población. Y cambian también leyes, ordenanzas y reglamentos que afectan a la vida política, social, económica… ¿y educativa?
Veamos. Esta práctica habitual de cambios con la alternancia de los partidos en el Gobierno de la nación como consecuencia de los resultados de elecciones generales no se cumple con las leyes orgánicas de educación. Desde la implantación en España de la democracia, basada en la Constitución refrendada por una amplia mayoría de los españoles, ha habido ocho leyes de educación, si contamos la Ley General de Educación Villar Palasí de 1970, que se aplicó durante los primeros años de la transición hasta 1980. Estas leyes son las siguientes: Ley Orgánica por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares (LOECE), promulgada en 1980 por el Gobierno de la UCD y que tuvo una vigencia efímera, pues fue revocada por un decreto de 1981 estando en el poder el PSOE. Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE), de 1985, también del PSOE. Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de España (LOGSE), de 1990, igualmente debida al PSOE. Ley Orgánica de la Participación, la Evaluación y el Gobierno (LOPEG), de 1995, asimismo obra del PSOE. Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), de 2002, bajo el mandato de Aznar, que no llegó a aplicarse por la llegada al poder del socialista Zapatero en 2004. Ley Orgánica de Educación (LOE), de 2006, ya en la legislatura de Zapatero. Y Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), de 2013, que entró en vigor en el curso 2014-2015, avalada por el PP y que es la que ahora el Ministerio de Celaá se plantea reformar. Así que la educación actual en España es atribuible principalmente a leyes del PSOE. ¿No está de acuerdo Sánchez con lo propiciado por sus antecesores socialistas en el Gobierno de España?

11 de noviembre de 2018

¿Se vive bien en España?


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Hecha así la pregunta, con ese verbo impersonal, resulta muy difícil de responder. Y la respuesta tampoco es sencilla si preguntamos cómo viven los españoles hoy día.
Hace menos de un mes, el 19 de octubre de este año, publicaba el diario británico The Guardian una crónica en la que, según un informe de Deloitte y Social Progress Imperative, se afirmaba que España es el mejor país en el que nacer, dentro de un conjunto de 128 países examinados sobre la base de 50 categorías.
Hay en esa lista de ventajas que brinda España unas que afectan de una manera más indirecta al bienestar de los individuos, como puede ser el ocupar el tercer puesto detrás de Italia y China en patrimonio universal de la Unesco, o tener el segundo mejor porcentaje de esperanza de vida, solo detrás de Japón. Porque el hecho de que haya en nuestro país muchos monumentos artísticos e históricos reconocidos a escala mundial puede no influir de una forma clara y positiva en nuestra existencia cotidiana. Y vivir muchos años no siempre equivale a vivir bien.
Sin embargo, otros muchos de los datos recogidos en el citado informe sí pueden tener una repercusión beneficiosa en nuestra calidad de vida. Mencionaré solo algunos de los baremos que hacen de España, no sé si el mejor país en el que nacer, como asegura Deloitte y Social Progress Imperative, pero ciertamente un país que dista mucho de la España negra que pintan ciertas formaciones políticas. Así, disfrutamos de uno de los sistemas de protección sanitaria más completos del mundo. España goza de un clima y un paisaje diversos y envidiables. Somos reconocidos como uno de los pueblos más sociables. Estamos dentro del grupo de países de Europa con menor violencia doméstica –a mí no me convence la expresión “violencia de género”–. España es líder en trasplantes y donaciones de órganos, en tratamiento de aguas, en construcción de infraestructuras ferroviarias de alta velocidad. España arroja la menor tasa de suicidios de Europa, ha sido elegida en Davos como el mejor país en el que viajar por su seguridad. Es número uno en producción de energía eólica, líder europeo en conservación marítima, líder mundial en playas azules…
Sabido es que los datos estadísticos reflejan solo una realidad porcentual, que luego habrá que contrastar con la situación de los distintos colectivos e individuos.
Retomo la pregunta con la que encabezo mi artículo: ¿Se vive bien en España? A la vista de las categorías económicas, sanitarias y sociales que enumera The Guardian, yo diría que en España se puede vivir bien. Así lo demuestran, por ejemplo, los centenares de miles de ingleses, alemanes y escandinavos que vienen a pasar sus últimos años en nuestro país, atraídos no solo por el sol y las playas. No son turistas de paso, sino que han elegido España para residir en ella de forma estable por un conjunto de beneficios que les supone tal residencia.
Habrá obviamente que distinguir entre regiones y comunidades, entre ciudades y pueblos. No ofrecen las mismas oportunidades para extranjeros y nacionales los pueblos del interior de provincias como Soria, Segovia y Teruel, que pierden población y carecen de recursos de todo tipo, que las capitales de Comunidades Autónomas y ciudades de la costa, con gran dotación de escuelas, colegios y universidades, centros de salud y hospitales, empresas, comercios, industrias, cines, teatros, salas de conciertos, transportes y demás servicios.
O sea que, si preguntamos cómo vivimos hoy los españoles, no basta con enumerar las ventajas que España presenta como país desarrollado, sino que habrá que considerar qué acceso tienen los diferentes ciudadanos a la educación, a la sanidad, al trabajo, al ocio…
Es evidente que España se cuenta en la actualidad entre los países que atraen inmigrantes, sobre todo de Hispanoamérica y del norte de África. Los grandes flujos de migración actuales se dirigen a los países que podemos englobar bajo la denominación de Occidente, naciones de la Unión Europea y los Estados Unidos.
En el caso de España, ¿cuenta nuestro país con las condiciones para que los inmigrantes hispanoamericanos y, sobre todo, africanos encuentren trabajos dignos que les permitan llevar una vida aceptable? ¿Pasarán a engrosar muchos de ellos las cifras de parados, de mendigos o de manteros, cuando no de delincuentes sin nada que perder?
La igualdad de oportunidades para nativos e inmigrantes ha mejorado en España actualmente, en comparación con tiempos no tan lejanos. Pero aún dista mucho de ser una realidad consolidada. En el Panorama de la educación que publica anualmente la OCDE y en el que se comparan los logros educativos de sus países miembros se destaca las posibilidades mayores que tienen para disfrutar de una mejor calidad de vida aquellas personas que han cursado estudios superiores, y también las que han podido acceder a la educación infantil.
Así, a los datos publicados por The Guardian habrá que añadir los baremos del Informe PISA, que no son tan favorables a España en varios apartados de la educación.

4 de noviembre de 2018

Contradicciones


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Es muy posible que, cuando se publique este artículo, algunas de las afirmaciones que en el mismo hago sobre los dichos y hechos del presidente del Gobierno hayan dejado de ser válidas. No porque esos dichos y hechos no se hayan producido, sino porque ya han sido sustituidos por otros que contradicen a los anteriores.
Tales cambios de ideas, palabras, actitudes y actuaciones son frecuentes en la mayoría de los gobernantes y políticos de todo signo, pero en Pedro Sánchez han llegado al extremo de que, salvo el deseo de permanecer en el poder a toda costa, no se le pueda atribuir una postura duradera en el tiempo.
Dice el aforismo tomado de una expresión del poeta británico Alexander Pope que rectificar es de sabios”. Si esto fuera cierto, Pedro Sánchez sería el mayor sabio que ha pisado la escena política. Pero ocurre que, a fuerza de desdecirse a sí mismo, no se sabe ni qué piensa ni cuál es su proyecto de gobierno.
Proyecto que brilló por su ausencia en la moción de censura que desalojó del poder a Mariano Rajoy y al Partido Popular, invalidando a mi juicio esa moción. Pues en esta herramienta legal prevista en la Constitución Española no basta con que se presente un candidato alternativo, sino que el candidato debe plantear un programa de gobierno que sea sometido a votación de los grupos parlamentarios. En lo único en lo que coincidieron los partidos que votaron a favor de la moción fue en el rechazo a Rajoy. La promesa hecha por el candidato Sánchez, si accedía a la presidencia del Gobierno, de convocar en un breve plazo de tiempo elecciones generales ha quedado en papel mojado.
¿Es el mismo Sánchez que apoyó al PP y a Ciudadanos en la aplicación del artículo 155 en Cataluña quien, menos de un año después, se niega a utilizar este medio de atajar un plan de secesión que sigue en marcha?
¿Es el mismo Sánchez que tachó con razón a Quim Torra de ser el Le Pen español quien gobierna –es un decir– con el apoyo de los independentistas catalanes y propugna con ellos un diálogo que solo conduce a darles alas?
¿Es el mismo Sánchez que tildó de antisociales los presupuestos de Rajoy quien está gobernando –es un decir– con ellos hasta la elaboración y aprobación de los próximos?
¿Es el mismo Sánchez que prometió derogar la reforma laboral de Rajoy quien, hace solo unos días, envía a Londres a la ministra de Economía Nadia Calviño a tranquilizar a empresarios e inversores asegurando que únicamente se harán retoques a dicha reforma?
¿Es el mismo Sánchez que hace cinco meses aseguró en una entrevista en televisión que en el golpe de Estado de los cabecillas catalanes hubo delito de rebelión quien ahora afirma públicamente lo contrario?
¿Es el mismo Sánchez que aplaudió la dimisión de ministros alemanes por plagiar sus tesis doctorales y destituyó a su ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social Carmen Montón también por plagiar quien se niega a dimitir por su tesis doctoral llena de plagios, además de mentir al responder a Rivera “en sede parlamentaria” que su tesis podía consultarse en Teseo cuando aún no estaba colgada en esta Base de Tesis Doctorales?
¿Es el mismo Sánchez que dijo en 2015 que estaría fuera de su ejecutiva al día siguiente un responsable político que creara una sociedad interpuesta para pagar menos impuestos quien mantiene en su equipo ministerial a Pedro Duque cuando existen dudas sobre la sociedad patrimonial del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades?
¿Es el mismo Sánchez que prometió regenerar la vida política española y acabar con la corrupción quien se niega a destituir a la ministra de Justicia, que mintió al insistir en que ni conocía ni había tenido ningún contacto con el corrupto excomisario Villarejo, además de incurrir en posibles delitos aún por investigar?
¿Y qué piensan de todas estas contradicciones de Sánchez los miembros de su partido que en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 le desbancaron como líder del PSOE? ¿Era el mismo PSOE que rechazó por 132 votos frente a 107 la propuesta de congreso exprés hecha por Sánchez el que el 21 de mayo de 2017 le hizo ganar las primarias en todas las comunidades autónomas excepto en Andalucía y el País Vasco? ¿Tanto había cambiado Sánchez para ser sustituido por una gestora y, al cabo de menos de un año, volverse a alzar con la secretaría general del mismo partido que lo había rechazado?
Callan los llamados barones socialistas, que en Extremadura y Castilla-La Mancha mantienen el poder gracias al apoyo de Podemos, ante la colaboración de Sánchez con Pablo Iglesias. Y Susana Díaz, una de las principales promotoras de la defenestración de Sánchez en 2016, no tiene ningún reparo en abrazarse en plena campaña electoral al actual presidente de la nación, y este en abrazar y apoyar a la presidenta de Andalucía.
¡Lo que unen el poder y el afán de mantenerlo o alcanzarlo!

28 de octubre de 2018

Puramente líricas


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

No habían caído en la cuenta, hasta el último ensayo general, de que el leitmotiv de casi todas las letras de las canciones del concierto que preparaban era… el amor. Hablo de las sopranos Maristela Gruber y Lana Siloci y del pianista Alexander Alcântara. Y del concierto “Puramente líricas”, que tuvo lugar el pasado domingo 21 de octubre en el Espacio Ronda Madrid. Todas las veladas musicales en las que interviene, con los citados u otros intérpretes, la cantante brasileña Maristela Gruber son una incomparable fiesta para quienes tenemos el privilegio de asistir a ellas.
Escuché por primera vez a Maristela el 14 de noviembre de 2015 en el Auditorio Menéndez Pidal de El Espinar, en una actuación del Marambaia Bossa-Jazz Group. Aún está viva en mi memoria la impresión que me produjo el canto de Maristela en una vibrante fusión de bossa nova y jazz, en canciones tan famosas como La chica de Ipanema, Felicidad y Mañana de Carnaval, impresión que me llevó a escribir en esta misma sección de El Adelantado: “Maristela es un ciclón que arrebata y nos transporta a la región donde los más altos sentimientos nos confortan para hacer frente a lo negativo de nuestro mundo y superarlo”.
Desde entonces son muchos e irrepetibles los conciertos en los que he disfrutado del arte único de Maristela, que demuestra su maestría interpretando, por ejemplo bajo la denominación genérica de ¡Latinos! en San Rafael, un repertorio de canciones de los años ochenta, como El día que me quieras, de Carlos Gardel, Historia de un amor, de Carlos Eleta Almarán, La flor de la canela, de Chabuca Grande, y Gracias a la vida, de Violeta Parra.
De la versatilidad de la prodigiosa voz de Maristela da fe su interpretación de las Canciones de amor, de Johannes Brahms, en las que nuestra intérprete canta y actúa, enardecida unas veces, tierna otras, desbordando la partitura con su mirada, su ritmo y su entusiasmo.
Del amor y de sus múltiples facetas tratan también, como he dicho al principio, las arias, las romanzas y las demás canciones del concierto “Puramente líricas”, en el que la ópera se daba la mano con la zarzuela, y pudimos deleitarnos con obras de grandes autores como Heitor Villa-Lobos, Jacques Offenbach, Georges BIzet, Camille Saint-Säens, Federico Moreno Torroba, Pablo Sorozábal, Gaetano Donizzetti, Wolfgang Amadeus Mozart y Giacomo Puccini.
Maristela acostumbra a introducir cada interpretación con unas palabras en las que comenta y, si es preciso, traduce la letra de las canciones, a la par que las dedica a los músicos, cantantes, alumnos y amigos que llenan la sala, creando un ambiente de celebración encendida y de fusión amorosa. Gracias, Maristela, por recordarnos a Angelina y a mí.
Después del sugerente solo de piano de Alex Alcântara, Confidências, vals de Ernesto Nazareth, ya en el “Lundú da marquesa de Santos”, de Heitor Villa-Lobos, Maristela recrea el tormento que supone para el amante la partida de la amada: “Minha flor idolatrada / tudo em min é negro e triste / vive minh’alma arrasada O’Titilha / desde o dia en que partiste”.
A continuación, Lana, con acento de terciopelo, nos invita en Plaisir d’amour de Jean Paul Martini a gozar de los placeres del amor, que solo duran un momento: “Plaisir d'amour ne dure qu'un moment / Chagrin d'amour dure toute la vie. / Tu m'as quitté pour la belle Sylvie / Elle te quitte pour un autre amant”.
En la Barcarola de Los cuentos de Hoffman, de Jacques Offenbach, cantan a dúo Maristela y Lana, y nos hacen sentirnos románticos en la bella noche de amor: “Belle nuit, ô nuit d’amour, / souris à nos ivresses, / nuit plus douce que le jour, / ô belle nuit d’amour!”.
De nuevo, el solo de Maristela en la Habanera de la ópera Carmen de Georges Bizet nos avisa que el amor es un pájaro rebelde que nadie puede domar: “L'amour est un oiseau rebelle / Que nul ne peut apprivoiser […] / L'amour! L'amour! L'amour! L'amour!”.
Maristela no solo goza con la compañía de quienes la quieren y admiran, sino que también llora por los que se han ido. Así rindió improvisado y cálido homenaje a su gran amigo chileno, Luis Gallardo, músico y ajedrecista, fallecido recientemente a los 57 años de edad, dedicándole el aria O mio babbino caro, de la ópera de Puccini Gianni Schichi.
En un audio que Maristela me envía por whatsapp el día siguiente al concierto me pide que haga la crítica de lo que no me haya parecido bien, para que eso le ayude a mejorar. No puedo por menos de apreciar su deseo de avanzar en su técnica y su interpretación pero, desde mi apreciación de amante apasionado de la música, solo puedo constatar que su arte se ha ido depurando de día en día, llegando a una madurez y perfección que, aun sin mi crítica, seguro que crecerán. Afán de superación que además transmite a sus alumnos, en unión de los cuales dedico a Maristela, a Lana y a Alexander desde estas líneas un emocionado aplauso.

21 de octubre de 2018

Carne de cuento


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Conocí a la escritora Angelina Lamelas en un recital poético en el Real Club de la Amistad de Córdoba el 14 de abril de 2016. Para entonces Angelina ya tenía en su haber una nutrida obra literaria, repartida en artículos de prensa, relatos y poemas, que yo por aquella fecha no había leído.
Quiso el azar que, en sus iniciales colaboraciones en el diario “Ya”, Angelina hubiera compartido página con mi padre, articulista y poeta ya consagrado, Francisco Javier Martín Abril, coincidencia de la que ella se gloriaba.
Como yo me enorgullezco de que Angelina Lamelas me pidiera escribir el prólogo para su libro de relatos titulado Carne de cuento, que acaba de publicar la editorial cántabra Valnera. Para estas calendas ya he leído la mayor parte de la obra editada de Angelina Lamelas, sus artículos recogidos en el volumen Lo que vivimos, sus Cuentos de la vida casi entera y sus poemarios Recital de lluvia y El arco del violín, amén de sus siete incursiones en la literatura infantil, la última de las cuales Aquel niño austriaco, aparecida este mismo año, lleva camino de emular las diez ediciones del primer libro de Angelina para niños Dika mete la pata.
El gran periodista Guillermo Balbona, avezado en las más diversas lides culturales, encabezaba el pasado domingo 14 de octubre en “El Diario Montañés” su espléndida crónica con el siguiente titular: “Angelina Lamelas recrea su idilio con el relato en su libro Carne de cuento”. Certera forma de calificar la entrega de esta escritora santanderina al género cuentístico como una relación amorosa, sí, como un idilio, en el que ambos amantes se compenetran, la autora plasmando en el cuento su vida “casi entera”, y el cuento brindando a la autora el cauce en el que desarrollar su arte narrativo.
Porque Angelina ha dejado el artículo periodístico para centrarse en el cuento –aunque, según ella, artículo y cuento son primos hermanos– y sin abandonar la poesía. En esta última entrega de relatos Carne de cuento Angelina raya en la perfección. Lo afirmo en el Prólogo y lo reitero aquí.
Angelina continúa escribiendo poemas, pero además es que sus cuentos rezuman poesía en múltiples registros. Más aún, remedando a Bécquer en gloriosa rima, yo diría que “poesía eres tú”, Angelina, enamorada del mar, de la playa y de la montaña de Cantabria.
Y ¿qué cuenta Angelina en sus cuentos? Pues, fundamentalmente, su propia vida, sus vivencias, encuentros, viajes, y la vida de quienes la rodean. Vidas en las que la realidad se funde con la inventiva y la fantasía. Así Carne de cuento narra de mano maestra lo que le pasa, sus recuerdos docentes en Francia e Inglaterra con 19 y 21 años, sus experiencias itinerantes –ella se ufana de haber visitado 35 países–, pequeñas anécdotas familiares, cotidianas, que su arte eleva a categorías. Siempre sugiriendo más de lo que expresamente refiere. Los relatos de Carne de cuento han ido ciñéndose a un desarrollo cada vez más reducido, más quintaesencia: la mayoría de ellos no sobrepasan las dos páginas impresas del libro.
Ya lo digo en el Prólogo: “Precede a los relatos propiamente dichos de Carne de cuento una detallada introducción, un esclarecedor ensayo sobre ‘Cómo nace un cuento’, en el que Angelina Lamelas no solo explica cómo a ella le nace un cuento, cómo lo sueña y se lo cuenta antes a sí misma, sino que además ofrece pautas y consejos a quienes se enfrentan al misterioso proceso de alumbrar a esas criaturas vivas que son los cuentos”.
Y la propia autora da la razón de por qué Carne de cuento: “Porque la vida es siempre carne de cuento, la propia y la ajena, lo que traemos y llevamos: las ensoñaciones, lo que perdimos en los viajes, como la cabeza en Petra, la chaqueta en Nazaret, un abrigo protector en Rusia, la elegancia en la ópera de Praga, casi la vida en Osaka… Surgen tiburones, costumbres que cambian, el encuentro con un francés en Mallorca y un mendigo en París”.
Un paseante inglés de Exeter puso en la ordenada vida de estudiante de Angelina un punto de misterio. Un traductor polaco con el que coincidió en la parada de autobús de La Magdalena le dejó una sensación de armonía universal.
Si no puedo por menos de resaltar el amor con que Angelina trata a sus personajes, trasunto del amor a su familia y a sus amigos, un último apunte me obliga a no olvidar el humor que campa a sus anchas en relatos como “Aquel paraguas”, “El viaje a Cádiz”, “Taranga o Los bombones de Castelar” y “No me quieras tanto”.
Siguen a los cuentos en los que Angelina es única autora, otros escritos a la limón con su admirado maestro Medardo Fraile, en los que desfilan algunas de las mujeres que pueblan los relatos de Medardo, y ella se erige en coautora, comentando y ampliando la narración.
En suma, unos cuentos, como dijo en su día el propio Medardo Fraile, “escritos con una belleza deslumbrante al alcance de todos, con humor, soberana gracia, precisión ejemplar, originalidad gozosa, y andan con paso de pies de ángel”.