26 de enero de 2025

San Eutropio

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Cada vez que entrábamos en la parroquia de El Espinar, mi mujer me preguntaba quién es el santo que preside el altar mayor. Yo sabía, y así le respondía, que se llama Eutropio, que había sido obispo de Saintes en Francia, había muerto mártir y es patrono de El Espinar.

Ahí se acababan mis conocimientos. Consultando en Internet, me enteré de que su fiesta se celebra el 30 de abril con una procesión del santo por las calles del pueblo.

No me parecía de recibo que, después de haber veraneado en este pueblo serrano desde mi infancia y residido empadronado en su municipio desde mi jubilación, no supiera más de San Eutropio.

Como en tantas otras ocasiones, acudió en mi auxilio y en el de mi mujer nuestro sabio amigo Servando Hurtado González. Así les transmito, aprovechando el eco de La Voz de El Espinar, parte de los datos que nos proporcionó Servando.

La historia se remonta a Alfonso VIII de Castilla, que fue proclamado rey en 1170 y casado con la princesa Leonor Plantagenet, hija del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, a su vez reina de Francia por su anterior matrimonio con Luis VII.

La dote de la princesa fue un ducado de Gascuña, siendo Saintes una de sus ciudades más importantes. La región de Santonge y su capital Saintes acogían numerosos peregrinos a Santiago. La citada dote de Leonor incluía una ganadería de 40.000 ovejas, que se conocerían como merinas, pues llegaron a las costas castellanas de Santander. Los nuevos reyes castellanos decidieron enviar dichas ovejas a pastar en el gran valle de la vertiente noroeste de la sierra segoviana, que hoy se encuentra en el corazón del término municipal de El Espinar.

Algunas personas de la comitiva de la reina decidieron levantar una iglesia al santo de su devoción, San Eutropio, y encargaron a un escultor de su tierra que les hiciese una escultura del santo para que presidiera la iglesia. Esta es la talla que todos los años se saca en procesión por las calles de El Espinar el 30 de abril, día que la Iglesia católica celebra su martirio.

La versión más autorizada sobre la vida y el martirio de San Eutropio parece ser que este, perteneciente a una familia de la nobleza persa que vivió en el siglo I, se convirtió al cristianismo y el obispo Clemente le envió a predicar a la Galia. Sin conseguir adeptos, regresó desanimado a Roma, donde Clemente le animó a volver a la Galia. En Saintes consiguió convertir y bautizar a muchos gentiles, entre ellos a la hija del gobernador, llamada Eulalia. El gobernador, furioso, decidió acabar con la vida de Eutropio y le dio martirio con un hachazo en la cabeza. En ese lugar, siglos después, se levantaría una basílica con sus reliquias.

En Espinar, a finales del siglo XII se iniciaron las obras de la iglesia a su patrón. Pero la historia de esta construcción y de las competiciones que acompañaron a la fiesta de San Eutropio, las dejo para otra entrega de La Voz de El Espinar.

Hay quienes creen que la fiesta principal de El Espinar es la que se celebra en honor al Santo Cristo del Caloco en el mes de septiembre, aunque sea la celebración de San Eutropio el 30 de mayo su principal conmemoración.

 

 

 

19 de enero de 2025

Metro con mayúscula

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Hacía mucho que no viajaba en el metro de Madrid. Pero en unos días he tenido que utilizar tres líneas para llegar a mi destino: la línea 7 para ir a la Avenida de América, la 4 para enlazar con Argüelles y la 3 para bajarme en Palos de la Frontera.

A menudo empleas más tiempo andando de una línea a otra que lo que tarda el tren en efectuar el recorrido de una estación a otra.

Sí recordaba que la mayoría de los pasajeros que comparten viaje conmigo van pendientes de su móvil. Admiro y envidio a quienes con dos dedos teclean un mensaje de wasap. Pocos son los que hablan con un interlocutor, Y supongo que muchos se entretienen con algún juego o mirando fotografías.

Yo, de un tiempo a esta parte, también practico un juego que se denomina “Wordle hoy” y que consta de tres partes: la Palabra del día, Modo tildes, Modo científico y la Frase del día. Pero juego tranquilamente en mi casa, no en el metro.

En estos viajes me dio por comparar el metro de Madrid con el de Londres, que pude experimentar en una reciente visita a la capital del Reino Unido: los asientos presentaban un estado lamentable, los coches estaban viejos y sucios.

Mientras que el metro de Madrid es rápido, los coches están nuevos, en las estaciones han instalado puntos limpios, en los que depositar papel, restos y envases.

La megafonía funciona perfectamente, anunciándote la siguiente estación y los enlaces con otras líneas. Hasta te avisan, si la estación está en curva, que tengas cuidado para no introducir el pie entre coche y andén.

Por eso digo en el título de este blog que hay que escribir Metro de Madrid con la inicial en mayúscula.

Además, con la tarjeta transporte de la que disfrutamos los mayores, los viajes en metro y autobús nos salen gratis.

Y a mí, aunque me dé vergüenza decirlo, cuando los asientos están todos llenos, siempre hay alguien que se levanta para cederme el sitio.

Sí, Metro de Madrid con mayúscula inicial.

 

12 de enero de 2025

El reino del Corazón de Jesús

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No sé quién sea Lalachus, a la que se atribuye una ofensa al Corazón de Jesús. Esta ignorancia mía nada tiene de extrañar, toda vez que la tal actúa en un programa de televisión de la Primera, cadena pública que tengo recomendado no ver por prescripción facultativa, dada su entrega incondicional a las directrices políticas de Pedro Sánchez.

Y sí ha llegado a mi conocimiento que Lalachus actúa en la Primera por haberse mofado de los sentimientos religiosos de muchos católicos con una imagen del Sagrado Corazón de Jesús con la cara de la vaquilla del Grand Prix que mostró en las campanadas de la pasada Nochevieja.

Como también me he enterado, a pesar de mi renuencia a ver la Primera, de los millones de euros que cobra de dinero público, o sea del dinero que pagamos todos los contribuyentes, el cómico Broncano por su programa La Revuelta, en el que interviene la mencionada Lalachus.

La salud mental de la mayoría de los creyentes católicos les ha llevado a abstenerse de participar en la polémica suscitada por la mofa de la actriz y cómica Lalachus contra la imagen del Corazón de Jesús, burla que los defensores de Lalachus consideran amparada por el derecho a la libertad de expresión.

Yo también prescindo de intervenir en dicha polémica. Pero la alusión al Corazón de Jesús me ha traído a la memoria un antiguo motete, que recuerdo en latín y que dice así:

“Cor Iesu sacratissimum, adveniat regnum tuum, regnum veritatis et vitae, regnum sanctitatis et gratiae, regnum iustitiae, amoris et pacis”.

Comprendo que a los defensores de la república como forma privilegiada de gobierno, a pesar de su fracaso a la hora de implantarse en España las dos veces que se ha llevado a cabo, les desazone esa insistencia del citado cántico religioso en apelar a la venida del reino.

Sin embargo, fue el mismo Jesús de Nazaret quien, en la oración que comunicó a sus apóstoles cuando estos le pidieron que les enseñara a rezar, pidió a Dios Padre: “Venga a nosotros tu reino”.

Siguiendo con las características que el mencionado motete al Corazón de Jesús enumera, pienso que cualquier persona de bien las suscribirá, a excepción de la santidad y la gracia, que supera el alcance de cualquier no creyente, incluso del creyente.

Así quiero pensar que tanto creyentes como no creyentes convendrán en considerar certeras las restantes características del reino: la verdad y la vida, la justicia, el amor y la paz.

Cinco aspiraciones que sin duda nos unirán por encima de ideologías y credos a todos los hombres de buena voluntad.

 

 

5 de enero de 2025

La fiesta continua

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Desde tiempo inmemorial las festividades religiosas cristianas han tenido vísperas y octavas. Era una manera de anticipar o prolongar la celebración.

Pero lo que viene ocurriendo con las fiestas que se acumulan a finales de diciembre y principios de enero es, a mi modo de ver, un fenómeno novedoso que no sabría precisar de cuándo data.

Estábamos acostumbrados a los puentes, que el personal aguarda con expectación y fruición para escapar de la rutina laboral. Pero, insisto, la anticipación de la Navidad y el reguero de festejos que se prolongan hasta Reyes es algo inédito. Y, por supuesto, nada tiene que ver para mucha gente con el sentido cristiano. Además del consumismo que todo lo invade se han impuesto una serie de símbolos y personajes, como el árbol navideño, Papá Noel o Santa Klaus, ajenos a nuestra cultura y, desde luego, al misterio que refieren los Evangelios y que ocurrió al principio de nuestra era en Belén de Judá: una Virgen que da a luz al que los cristianos, siguiendo el ejemplo de los pastores y de los Magos de Oriente, veneramos como Hijo de Dios.

Y todavía se pretende, por parte de la vicepresidenta Yolanda Díaz y de unos líderes sindicales que no han dado un palo al agua en su vida, acostumbrados a vivir de las subvenciones de los gobiernos, acortar la jornada laboral, sin contar con los perjuicios que ello comporta para las empresas y para los propios trabajadores.

Empresas, tanto las grandes como las pequeñas y medianas, incluidos los autónomos, que son las únicas que crean puestos de trabajo, paliando el endémico fenómeno del paro, mientras que el Gobierno progresista de Pedro Sánchez no hace otra cosa que camuflarlo con subvenciones e inventos semánticos como los trabajadores fijos discontinuos.

Con lo cual los jóvenes preparados que no encuentran en España puestos de trabajo acordes con su bagaje de conocimientos emigran a otros países.

Pues, nada, que aquí en la España de la paguita y la fiesta continua la juventud seguirá sin poder emanciparse y abandonar la casa de sus padres. Y no digamos encontrar una vivienda, bien sea de alquiler o de compra, de los cientos de miles que ha prometido construir Pedro Sánchez, sin que hasta la fecha se haya materializado ninguna.

Pero, eso sí, la economía de las grandes cifras que nadie puede comprobar y que no se traducen en bienestar y mejoras en la vida diaria de los ciudadanos irá como un cohete.