Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Es muy de agradecer al presidente del Gobierno que se preocupe por el consumo de energía hasta el punto de aconsejar a sus ministros y altos cargos no llevar corbata para que de este modo no sea necesario bajar la temperatura del lugar donde se encuentren.
¿A cuál de los 785 asesores del Gobierno o de los 370 a su servicio personal se le ha ocurrido esta medida verdaderamente decisiva para ahorrar energía? O a lo mejor la idea es del propio Sánchez, siempre atento a lo que ocurre en el mundo en el que nos movemos los simples mortales.
Un mínimo conocimiento de la realidad del atuendo que desde hace años impera fuera de las normas del protocolo le habría puesto al corriente a él, o al asesor en cuestión, de que la corbata es un complemento que hoy está prácticamente en desuso.
Pero pedir a Pedro Sánchez o a sus asesores áulicos que pisen la calle es pedir peras al olmo. El presidente lo evita sistemáticamente para no ser objeto de los abucheos y las pitadas que el personal le dedica en agradecimiento a su preocupación constante por las “clases medias y trabajadoras”.
¿Desde cuándo, desgalichado lector, no se anuda usted una corbata, si es que alguna vez lo ha hecho?
Hubo un tiempo en que en algunos restaurantes de lujo te entregaban a la entrada una corbata para que pudieras pasar.
Fuera de las bodas, y ni siquiera en todas, la corbata ha dejado de ser un atuendo ordinario.
El Diccionario de la Real Academia recoge el término “Descorbatado” como adjetivo con el significado de: “1. Que no viste con corbata. 2. Que no lleva corbata cuando debería llevarla”. No incluye, como tampoco lo hacen otros diccionarios que aún conservo, el verbo “descorbatarse”.
Puestos a ahorrar energía con el atuendo personal, habría que añadir al despojarse de la corbata el quitarse la chaqueta y la camisa. Pronto acabaríamos yendo en bañador y descalzos no solo en la playa, sino en todas partes.
Algún cronista de la actividad parlamentaria ha recordado el incidente en el que, en julio de 2011, el entonces presidente del Congreso de los Diputados José Bono recriminó a Miguel Sebastián, ministro de Industria del gobierno de Zapatero, por acudir a la Cámara Baja descorbatado, mientras que los ujieres por mor del reglamento estaban obligados a llevar corbata.
Recuerdo que, con ocasión de la publicación del libro “España, un Reino”, editado por FIES (Fundación Institucional Española) y el Círculo de Lectores, con textos míos e ilustraciones de mi mujer Ana Bermejo, nos recibió en el año 1987 el entonces rey Juan Carlos I: yo iba con un elegante traje azul marino y la preceptiva corbata.
Hoy, cuando Juan Carlos I es solo “rey emérito” y España corre el serio peligro de dejar de ser “un Reino”, mi imagen con corbata está decididamente “démodé”.