Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
El pasado viernes 27 de mayo mi mujer, Angelina Lamelas, y yo hemos participado en una excursión a Alba de Tormes, organizada por la Asociación Cultural Plaza Porticada, que preside Elena G. Botín y coordina Pilar de la Torre.
La principal finalidad de la excursión era visitar la exposición que la orden del Carmelo Descalzo y el ayuntamiento de Alba de Tormes han organizado para celebrar dos importantes aniversarios: los 400 años de la canonización de santa Teresa de Jesús y el primer centenario de su proclamación como doctora “honoris causa” de la Universidad de Salamanca.
La exposición, que está ubicada en el templo de las madres carmelitas descalzas de Alba de Tormes, se inauguró el 28 de marzo y estará abierta al público hasta el 22 de octubre de este año de 2022.
La muestra exhibe más de 70 piezas, entre pinturas, esculturas, orfebrería y documentación histórica, procedentes de toda España y de otros puntos de Europa, relacionadas con las tres realidades que protagonizan el título de la exposición: “Teresa de Jesús: mujer, santa y doctora”.
Nosotros hemos tenido la suerte de contar con la experta guía del carmelita Miguel Ángel González, comisario de la exposición, director del Museo Carmelitano y prior de los conventos de carmelitas descalzos de Alba de Tormes y de Ávila. Gracias, Miguel Ángel, y gracias, Elena y Pilar, por proporcionarnos este acercamiento a una mística que, junto a san Juan de la Cruz, es la figura cumbre de la espiritualidad del catolicismo hispano. Miguel de Unamuno, vicerrector de la Universidad de Salamanca cuando se proclamó a santa Teresa de Jesús doctora “honoris causa” de esta institución, dijo de la santa de Ávila: “Otros pueblos nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas. Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura”.
Alba de Tormes era un importante centro de poder y esplendor cultural por las fechas en que santa Teresa fundó el convento de carmelitas descalzas de la Anunciación en 1571. En este convento murió en 1582 y en su iglesia se conserva y venera el sepulcro con parte de sus restos.
El convento monasterio de la Anunciación, que visitamos después de la iglesia de san Juan de la Cruz, la primera del mundo dedicada al santo, responde al concepto que santa Teresa establece en las Constituciones: “la casa jamás se labre, si no fuese la iglesia (…), la casa sea pequeña y las piezas bajas; cosa que cumpla a la necesidad, y no superflua”.
En la reforma que Teresa de Jesús impulsa en la orden de carmelitas descalzas priman lo funcional, la sobriedad y la austeridad de los modos constructivos, y la humildad y el amor de Dios como las principales virtudes de las hermanas.
Los paneles de la exposición con textos que jalonan las paredes de la iglesia de la Anunciación nos acercan la figura de Teresa de Jesús como “Mujer, santa y doctora”. Una mujer animosa, sencilla, andariega, hermosa con un punto de vanidad y batalladora en un mundo en el que prevalecían y mandaban los hombres. Una santa que unía la contemplación y la acción, que llegó a fundar quince conventos de monjas entre 1567 y 1582: tenía 52 años y estaba “harto achacosa” cuando empieza a viajar por Castilla. Doctora de la Iglesia, que escribió más de veinte obras importantes entre autobiografías y tratados doctrinales, sin contar las numerosas cartas y poesías.
Aún nos emocionan versos como “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero”. O las palabras que su enfermera y compañera de los últimos tiempos, Ana de San Bartolomé, refiere que pronunció la santa a punto de morir: “¡Señor mío y Esposo mío, ya es llegada la hora tan deseada! Tiempo es ya que nos veamos y juntemos, Amado mío y Señor mío. ¡Ya es tiempo de caminar!”
Sí, enamorada del Señor y andariega hasta el último suspiro.
Y, hermoso detalle de humano deleite, desde su celda en el convento de la Anunciación, podía contemplar el río Tormes, con su verde y frondosa vegetación: “que estando en la cama puedo gozar de él, que es alta recreación para mí”. Y para los que hoy nos asomamos por la escueta ventana.