27 de abril de 2017

Una "justicia" paralela

Las palabras y la vida

Alberto Martín Baró

Ante los casos de corrupción de personajes políticos que, un día sí y otro también, airean los titulares de los medios de comunicación, es muy difícil mantener la presunción de inocencia que todo imputado merece, mientras no haya sido condenado por los tribunales de justicia. Dependiendo de la orientación ideológica del periódico, del canal de televisión o de la emisora de radio, su versión de la noticia será más o menos contundente en su tratamiento del presunto culpable, que en muchos casos deja de ser presunto. La que se ha popularizado como “pena de telediario” sustituye con harta frecuencia al pronunciamiento de los jueces.
¿De qué le sirvió a Francisco Camps, presidente que fue de la Generalidad Valenciana, ser absuelto por el Tribunal Supremo en el famoso asunto de los trajes que le fueron regalados? Su carrera política quedó arruinada sin que la absolución pudiera devolverle la honra perdida.
Rodrigo Rato, Vicepresidente del Gobierno de España y Ministro de Economía durante los gobiernos de José María Aznar, director gerente del Fondo Monetario Internacional, presidente de Caja Madrid y uno de los directivos del grupo financiero Bankia. inmerso en numerosos procesos judiciales, hasta el 23 de febrero de 2017 no fue condenado a cuatro años de cárcel por un delito continuado de apropiación indebida entre 2003 y 2012, en el caso de las tarjetas black Pero mucho antes, confesémoslo, todos, en nuestro fuero interno y externo, ya estábamos convencidos de la culpabilidad de quien fuera detenido de manera pública y humillante ante la audiencia televisiva. 
La proverbial lentitud de la justicia española tiene mucho que ver en las condenas públicas de políticos por los medios de comunicación, por los ciudadanos y, no digamos, por las agrupaciones opuestas al partido al que pertenecen los así condenados.
Como los reos de la Inquisición española paseaban su infamia portando el sambenito, especie de escapulario que variaba si el declarado culpable se había arrepentido y reconciliado con la fe, recientemente los modernos inquisidores hacen pasear en autobuses con retratos de los por ellos declarados culpables, a políticos, empresarios y periodistas supuestamente implicados en la “trama” de la corrupción. La “casta”, en la que estos inocentes justicieros se han integrado con tanta rapidez y adoptado sus vicios y prebendas, ya no les sirve para denigrar al resto de partidos políticos y grupos empresariales, y se han inventado la “trama”, la red corrupta que ejerce el verdadero y opresivo poder en España. ¿Para qué necesitamos ya fiscales, jueces, tribunales, procesos y juicios?
Ríos de tinta en diarios, de noticias en las ondas y de imágenes televisivas ha hecho correr la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, por su implicación en el desfalco masivo de la principal empresa pública dependiente de la Comunidad de Madrid.
Mientras tanto, ha caído prácticamente en el olvido mediático el escándalo de los ERE y de los cursos de formación en Andalucía, que ha representado el mayor expolio de las arcas públicas de la historia reciente. No oculto que, de los tres precandidatos que aspiran en las primarias a la secretaría general del PSOE, mis preferencias se inclinan por Susana Díaz. Pero ¿no estaba la actual presidenta de la Junta de Andalucía al frente de esta comunidad autónoma, como antes lo estuvieron Manuel Chaves y José Antonio Griñán? ¿Y no se enteró de lo que ocurría con sus más estrechos colaboradores?
Se ha llamado a declarar como testigo de la trama Gürtel al presidente del Gobierno Mariano Rajoy, lo que tiene toda la razón de ser. ¿Ni él ni Susana Díaz estaban al tanto de los manejos ilegales de sus subordinados? La alternativa a la connivencia con la corrupción es la ignorancia. En cualquiera de los dos casos, tales gobernantes son culpables por acción o por omisión. Y deberían dimitir sin esperar al veredicto de los tribunales de justicia.
Una justicia lenta y politizada, mientras a los jueces sigan nombrándolos los partidos políticos. Una política judicializada, que solo reacciona ante la corrupción cuando los políticos son imputados –ahora se dice “investigados”–  por los jueces.

Y una “justicia” paralela, la de los medios de comunicación y de los nuevos llegados a la política con pretendidos anhelos de regeneración, que se encarga de poner en la picota a culpables e inocentes que no comulgan con sus ideas.

21 de abril de 2017

El tráfico rodado

Las palabras y la vida

Alberto Martín Baró

Ver las calles de ciudades y pueblos vacías de coches nos permite descubrir bellas perspectivas ignoradas. Caemos entonces en la cuenta de lo hermoso que es tal edificio, o tal monumento, o tal glorieta. Y reparamos en la abundancia de árboles y zonas ajardinadas que adornan nuestras vías y plazas.
En la pasada Semana Santa, los coches se han trasladado con sus ocupantes a las playas o a otros lugares de descanso y ocio, para solaz de quienes nos quedamos y podemos disfrutar de nuestro barrio habitual en silencio y sin tráfico.
También se corta la circulación de vehículos en las calles por las que va a pasar alguna de las muchas procesiones que siguen atrayendo a fieles y espectadores, no solo por su interés artístico y turístico, sino también por la devoción que tantas buenas gentes profesan a las sagradas imágenes.
Estoy en la tarde del Viernes Santo en el Paseo del Prado madrileño esperando el paso de la procesión de Jesús Nazareno de Medinaceli. Tengo cerca, a mis espaldas, el Palacio de Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid. Yo invitaría a la alcaldesa Carmena y demás regidores municipales, que hacen gala de un laicismo combativo contra cualquier manifestación de fe religiosa, a que se mezclaran con estos ciudadanos creyentes que aguardan a pie firme, a veces hasta horas, para tributar a Jesús y a la Virgen un cálido homenaje de devoción, que a menudo prorrumpe en aplausos o, en Andalucía y otras regiones, en emocionadas saetas. Y aunque España es, según la Constitución de 1978, un Estado aconfesional, también se insta en dicha Carta Magna a los poderes públicos a mantener una especial cooperación con la Iglesia Católica, mayoritaria en nuestro país.
Vaya, me he ido del tráfico rodado, tema del que quería ocuparme en este artículo. Y que retomo, preguntándome, como suelo hacer cuando me encuentro inmerso en un embotellamiento circulatorio: ¿qué motivos imprescindibles tendrán estos automovilistas para coger el automóvil con todos los inconvenientes que este medio de transporte conlleva en las grandes y no tan grandes ciudades? Porque uno siempre se justifica frente los demás en la necesidad de usar el coche: nuestras razones son válidas, claro, no así las de los demás.
Invito a los reporteros de calle a que pregunten a los conductores en un atasco por qué van en su auto o furgoneta en ese preciso momento. Están los repartidores de toda clase de géneros y mercancías; las personas que en las horas punta van al trabajo o vuelven de él; los padres que llevan a sus hijos al colegio; los pacientes que acuden a una consulta médica; quienes se dirigen a puntos a los que no llega el transporte público… Seguro que a ustedes se les ocurren más causas que justifican la utilización del vehículo privado.
¿Y si el equipo municipal decide implantar la medida de que solo pueden circular los días pares los vehículos con matrícula acabada en número par y los días impares los de matrícula acabada en impar? Se demostraría que no era tan insustituible el uso del auto particular.
Contemplo la serie de cuadros en los que Antonio López representó la Gran Vía madrileña. ¿Qué hizo con los coches, que suelen atestar esta calle, en las pinturas en las que no aparecen? ¿O pintó esos cuadros en horas de la madrugada o en días de vacaciones cuando cesa la circulación?
El automóvil, prodigioso invento que nació para facilitar nuestra movilidad, se ha convertido hace tiempo en una traba engorrosa para nuestra facilidad de desplazamiento, ello sin contar los nocivos efectos contaminantes de la atmósfera que tienen las emisiones de los gases de combustión… y la agresión continua al bendito silencio.
Como paso largas temporadas en la capital de España, me he sacado la Tarjeta Transporte Público que la Comunidad de Madrid proporciona a un precio muy razonable a los mayores de 65 años. También hay otras tarjetas y bonobuses, aunque no tan económicos, para quienes no superan esa edad.

Estoy encantado de que el metro, los autobuses y los trenes de cercanías me lleven tan ricamente adonde quiero trasladarme. Y, si el transporte es en superficie, puedo contemplar por la ventanilla a los sufridos conductores pillados en el consabido atasco circulatorio. 

15 de abril de 2017

Un año de amor


A Angelina, mi mujer

Solo ha pasado un año
desde que Córdoba, sultana
altiva de la luz y de las flores,
hiciera germinar nuestros amores.
Martín Abril, mi padre el escritor,
con el Guadalquivir de curso lento,
fueron testigos mudos
de nuestro alumbramiento
entre naranjos y murallas árabes
a los pies de la estatua de Averroes.
Luego vendría el Alvia con manitas,
docencias atrevidas de Bolaños
en la universidad santanderina,
y conciertos de Brahms, de Mozart,
de Schumann y Taneyev,
al caer de la tarde en la bahía.
Novia blanca en la playa,
recuerdos de la infancia y juventud,
y el mar que nos levanta con su espuma
a la altura soñada del espíritu.
El abrazo inicial de nuestros cuerpos
sella la convivencia
en cuartos separados,
y besos con embozo de las sábanas.
Al fin doblan campanas
de boda impropia a nuestra edad.
Nuestros hijos anuncian el enlace
y nuestros nietos portan los anillos
y las arras del sí a la unión,
a la salud y enfermedad,
a la riqueza y la pobreza,
para que nada nunca nos separe.
Aquí estamos tú y yo,
en soledades libres compartidas,
amaneciendo cada día
con renovada efervescencia
y durmiendo después del dulce ocaso
la noche de efusiones y de sueños.

Alberto Martín Baró
14 de abril de 2017


13 de abril de 2017

Compañero del alma

Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
El 10 de enero de 1936 Miguel Hernández escribía su Elegía a Ramón Sijé, que introduce con estas palabras: “En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería”. El poema comienza con esta estrofa:
“Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano”.
Y concluye con estos versos inmortales, tantas veces citados:
“A las aladas almas de las rosas,
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas.
compañero del alma, compañero”.
No he conseguido averiguar si esta expresión, “compañero del alma”, la utilizó algún otro autor antes que Miguel Hernández, pero lo que está fuera de toda duda es que fue el poeta de Orihuela quien consagró y dotó de fama imperecedera este apóstrofe dirigido a su paisano y amigo Ramón Sijé.
En la tertulia “El libro del mes” de la semana pasada en El Espinar, Katia Cócera presentaba su novela El tema de los temas. Katia, bióloga medioambiental y profesora de yoga, ya nos había deleitado en diciembre de 2010 con su ensayo San Juan de la Cruz y el yoga, obra de la que ha publicado recientemente una nueva edición revisada.
En su primera incursión en el mundo de la narrativa se enfrenta de nuevo con lo que para ella es, en paráfrasis del bíblico Cantar de los cantares, “el tema de los temas": el amor.
Tres bellas historias de amor vertebran el relato, una ambientada en el Perú del tiempo de la conquista, más en concreto en Cuzco, entre una virgen del sol y un oficial español; otra en Barcelona y el Pirineo actuales, entre la protagonista de la novela, la periodista Diana del Pino, y el catalán y también periodista Miguel Ángel, y una tercera en la Finlandia de nuestros días, entre Diana y el agente forestal finlandés Aleksis.
Estas relaciones se nos relatan con saltos en el tiempo y con enfoques distintos, en los que la autora investiga la multiplicidad sexual y espiritual del amor.
Miguel Ángel ama a Caro, su mujer, pero tiene en Diana a su “compañera del alma”. Ambos amores no son incompatibles. ¿O no hay más que un único amado? ¿No es Aleksis, después, un trasunto de Miguel Ángel?
Leemos en la última página del libro: “El nombre, la nacionalidad, todos sus atributos, eran de ficción, ella le había dado un perfil, no más, a partir de la forma sagrada que tenía impresa en el alma, y anhelaba reunirse con él, sin velos, cuanto antes”.
Katia plantea en la tertulia tres cuestiones: 1. ¿Existe el compañero del alma? 2. El encuentro total entre hombre y mujer es imposible en esta vida, hay un desfase. 3) El tema de los temas ahonda en la unión amorosa en dos sentidos: entre el alma y Dios, y entre el amado y la amada.
El compañero o la compañera del alma –estas son ya reflexiones mías a partir de lo leído en la novela y escuchado a Katia– es más que un amigo o una amiga. Trasciende el tiempo y el espacio, y la dualidad de dos seres se convierte en unidad, manteniendo no obstante la necesaria polaridad.
Una cita del místico alemán Maestro Eckhart encabeza El tema de los temas:
”Está en la naturaleza del amor que fluya y emerja de dos que no son más que
Uno. El Uno, en tanto que Uno, no produce el amor. Dos, en tanto que dos, no producen el amor. Pero Dos, en tanto que Uno, da necesariamente un amor natural, voluntario y coherente”.
Katia introduce de nuevo a san Juan de la Cruz en un capítulo del libro. El amor del compañero del alma es un equivalente humano espiritual de la fusión que el místico busca, a través de la noche oscura, con Dios, el Amado.

Preparando la tertulia, en el entorno privilegiado de las Navas de Riofrío, a la vista de la Mujer Muerta, comento con Katia que, después de una convivencia feliz de muchos años con la mujer amada o con el hombre amado, no llegamos a penetrar en su esencia más íntima. Penetración, coincidimos Katia y yo, reservada a otra vida o, si prefieren, a otra dimensión. 

7 de abril de 2017

Tertulia "El libro del mes" del 5 de abril con Katia Cócera

TERTULIA ‘EL LIBRO DEL MES’, EL ESPINAR, 5 DE ABRIL DE 2017          
Restaurante El Espino

Presentan a la autora, Katia Cócera, y su obra El tema de los temas, Alberto Martín Baró y Concha López de la Torre.

Katia Cócera presentó en la tertulia ‘El libro del mes’ del 1 de diciembre de 2010 su obra San Juan de la Cruz y el Yoga, de la que recientemente se ha realizado una nueva edición revisada.

Presentación a cargo de Concha López

Katia Cócera Martín (París, 1959) es bióloga ambiental. Nacida en Francia, hija de emigrantes, ha vivido en España desde los cinco años. Actualmente reside en Navas de Riofrío (Segovia). Ha trabajado como cooperante en Nicaragua (1984) y como colaboradora de la revista del antiguo Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. Entre 1990 y 1999 fue Coordinadora del Área Federal de Medio Ambiente de Izquierda Unida.  Aficionada a la montaña por tradición familiar, ama la Naturaleza: los montes, los bosques, las aves de la Sierra de Guadarrama ocupan un lugar importante en su vida y en sus escritos. En 1997 empieza a practicar Yoga: la experiencia fue tan cautivadora que lo deja todo para dedicarse por completo a esta práctica. Obtiene el diploma de profesora a través de la Escuela Patanjali perteneciente a la Asociación Española de Practicantes de Yoga (AEPY). Ha impartido clases en Madrid y Segovia desde el año 2000, y entre 2005 y 2011 ha colaborado con su profesora, Amable Díaz, en la formación de profesores de Yoga. También escribe ensayo, poesía y divulgación científica.

Obra: El tema de los temas, de Katia Cócera


Una serie de extrañas experiencias vividas en Perú evocan para Diana del Pino un encuentro entre una virgen del sol y un oficial español en los tiempos de la conquista. En otra fase de su vida coincidirá con un agente forestal finlandés, con quien forma parte de un plan divino para atraer conciencia a la Tierra. El tema de los temas es ante todo una investigación sobre la pareja y el amor desde el punto de vista espiritual, integrado por dos relatos estrechamente relacionados: Cuzco y Finlandia. Pueden leerse en ese orden o empezar por el segundo, dado que implican un juego con el tiempo, y lo esencial es reflejado en una especie de diálogo entre un dios y una diosa.

Su obra San Juan de la Cruz y el Yoga fue presentada en esta misma tertulia en 2010. Katia desde joven leía y admiraba la poesía de este santo católico, y cuando se aventuró por los caminos del Yoga le eligió como Maestro, gurú o guía espiritual, aunque ella no se confiesa estrictamente católica. Es claro que San Juan de la Cruz no practicó el yoga como se entiende ahora, pero la autora afirma que lo que desde luego practicaba y experimentaba el santo es pratyahara (la retracción de los sentidos), así como samyama, las tres componentes superiores del Yoga: dharana (la concentración), dhyana (la contemplación) y samadhi (estado de Yoga o experiencia extática). Porque Yoga quiere decir «unión», y toda la vida y la obra del santo gira en torno a la unión con Dios. Las convergencias entre la vida y obra de San Juan, por un lado, y la experiencia de los yoguis, con los postulados del Hinduismo, por otro, son a veces evidentes, y otras no tanto. A partir de estas reflexiones surgiría, en 2010, su ensayo San Juan de la Cruz y el Yoga, publicado por Editorial de Espiritualidad y que en 2015 ha vuelto a editar, en versión revisada, Punto Rojo Libros. En 2011, publica en Visión Libros una obra técnica, Fichas de Hatha-Yoga. Sistema de información para Profesores y Practicantes. Esta obra es una recopilación de datos en formato de fichas dirigidas al profesorado y otras personas interesadas en la metodología y los conceptos básicos del Hatha-Yoga. Están inspiradas en su experiencia docente, y son útiles para la preparación para las pruebas oficiales así como base orientativa para la investigación, especialmente en lo relativo a la salud o Yoga terapéutico.

La obra que hoy nos presenta, El tema de los temas, es su primera publicación en el campo de la narrativa. El título es el del VI capítulo de San Juan de la Cruz y el Yoga. Se trata de una investigación personal sobre la pareja y el amor desde el punto de vista espiritual. Para Katia, la espiritualidad le ha liberado de cualquier forma de dependencia sensorial o psicológica.

En la novela, cuenta dos historias de amor en torno a la periodista Diana del Pino, espiritualmente entrelazadas. La primera es Cuzco. Perú la llama de un modo especial, y su viaje a Cuzco nos describe paisajes, experiencias y sensaciones. Se relata la relación de Intizumac —una aguadora de las vírgenes del sol— y Beltrán Iparralde, un oficial de la conquista española, que viven su bonita historia de amor a pesar de todos los inconvenientes, incluido el idioma. A la vez, se nos cuenta la historia personal de Diana con Miguel Ángel, su primer amor, compañero del Instituto y su ‘compañero del alma’. Después de años sin tener contacto, el destino les hace coincidir un fin de semana en Barcelona, donde tienen un encuentro intenso. Ambos ven así confirmada su convicción de lo que eran el uno para el otro.

La otra historia es Finlandia. Se refiere a la relación de Diana con Aleksis Berghjart, un agente forestal finlandés que vive en un islote en medio de un lago. También Diana abandonará su trabajo en la revista y ahora es “una asceta retirada al pie de la montaña”. Aleksis vive solo en el islote desde hace diecinueve años, y como guarda forestal vive estrechamente relacionado con la naturaleza, donde desarrolla un estudio sobre el cambio climático que atrae a Diana como periodista. Eso hace que surja una bonita historia de amor, con frecuentes referencias al Yoga, la vida retirada, el za-zen… En esta primera novela Katia juega con la espiritualidad, el tiempo y el espacio, estableciendo paralelismos entre filosofías, culturas y corrientes espirituales. Es una obra muy recomendable y fácil de leer para interesados o no por el Yoga.

    
De izquierda a derecha, Alberto Martín Baró, Katia Cócera y 
Concha López de la Torre.

Presentación de Katia Cócera

El tema de los temas es una paráfrasis del Cantar de los Cantares, que es una de las expresiones del amor. Por ello, con quedarse con la historia amorosa del libro, ya es suficiente. El Cantar de los Cantares trasciende mucha sexualidad y erotismo. Katia habla de uniones en una especie de cruz, donde en sentido vertical se relacionan Dios y el alma, mientras que la relación horizontal sería entre amado y amada. La autora hizo una investigación para ella, escogiendo la narrativa por dos motivos: uno, práctico, para llegar a la gente interesada por la espiritualidad y a más público; y, en segundo lugar, al ser una investigación abierta, quería ver lo que salía, dejando funcionar la intuición.

El proceso creativo de Katia comienza escribiendo primero y documentándose después. Ello es así porque existe mucha documentación, sobre todo hoy día con Internet a nuestra disposición, lo que hace que los recursos documentales sean farragosos e inagotables y, a su vez, agotadores; y también porque documentarse condiciona a la hora de escribir, por lo que ella prefiere realizar el proceso de documentarse una vez comenzada la escritura.

En esta novela hay mucho diálogo, influencia de la autora Elena Fortún —creadora de Celia, entre otros conocidos personajes como Cuchifritín, Patita, Mila, etc.—, en cuya narrativa se podía encontrar abundancia de diálogos. Para Katia, Elena Fortún fue una escritora poco valorada por la crítica.

También debe existir sentido del humor en la obra, en su opinión. Cree que sus novelas serían muy fáciles de llevar al cine, pues son muy visuales. En la primera parte del libro, Cuzco, se refleja la investigación más ligada a su experiencia. Aquí se encuentra la parte ‘realista’ del tema amoroso. La relación entre Diana y Miguel Ángel es la más realista: las otras dos relaciones son más espirituales, idealizadas. La parte de Finlandia es un despliegue de la dimensión espiritual, profundiza temas explicitándolos e incidiendo en la acción social.

La autora aclara que no escribe libros de autoayuda, sino de espiritualidad, de psicología, de filosofía…

Plantea tres temas: (1) ¿Existe el compañero del alma? (2) [Esta es su tesis] El encuentro total entre hombre y mujer es imposible en esta vida, hay un desfase (necesario) (3) El tema de los temas refleja un tema de unión en dos sentidos: alma y Dios, y amado y amada: ¿quiénes son?

Miguel Ángel es compañero del alma de Diana; Aleksis, sin embargo, es un personaje totalmente de ficción, el dios de Diana (son Shiva y Parvati). Hay un juego entre las dos almas y los dos personajes angélicos, que se parecen más al sueño divino. Sólo hay dos seres. Miguel Ángel y Aleksis es el mismo, están encarnados. En mística no se puede explicitar la vivencia mística.

Alberto recuerda la Elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández, y sus dos últimos versos: «que tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero».

Katia indica que en la experiencia humana, el cuerpo es algo más sutil de lo que parece; pero el ser no es solo el cuerpo ni la mente, sino algo más allá. El proceso espiritual es un proceso de sutilización. El cuerpo no estorba: sirve para lo que sirve. En las relaciones de pareja, los dos primeros estadios son Idilio y Conflicto. En la vida de cada persona existen varias ‘atracciones’, no una sola, y los hombres tienden a sentirse atraídos más veces que las mujeres. Los padres —involuntaria e inconscientemente— condicionan a sus hijos. Para que exista amor tiene que haber polaridad. «Si no puedes encontrar al verdadero compañero de tu alma, no te cases», afirma Yogananda.

Al final del encuentro se le hace entrega a la autora de un obsequio conmemorativo de su paso por la tertulia, obra de Guillermo Martín Bermejo.

Próxima tertulia (03/05/2017, 19:00 h.): Estará dedicada a un disco, no a un libro: el disco Gabarrería, elaborado por el Nuevo Mester de Juglaría a partir de los textos de Emilio Miguel López Laorga en torno a los gabarreros.

5 de abril de 2017

Pueblos desde el autobús

Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Mi primera intención había sido sacar en la página web de Renfe los billetes para el ferrocarril Madrid-Salamanca, Salamanca-Madrid. Pero, una vez introducidos mis datos personales y los días y las horas en que quería hacer la ida y la vuelta, al pasar a la opción Comprar, me apareció el aviso: “Tren no disponible”. Lo que se repitió en un segundo intento. En vista de lo cual opté por adquirir billetes para el autobús Auto Res en avanzabus.com.
El hecho de que en el autobús figurara el letrero “Madrid-Salamanca por Arévalo” no me hizo sospechar que fuéramos a parar, no solo en esta población de Ávila, sino en otros muchos pueblos del itinerario entre Adanero y Salamanca. Paradas que se volvieron a producir en el viaje de vuelta al día siguiente, sin que ello significara que en tales paradas bajaran o subieran viajeros. Sí significó que en el trayecto el autobús invirtiera más de tres horas, frente a la hora y media que tarda el tren en efectuar el mismo recorrido.
No soy capaz de reproducir ni las carreteras por las que circulamos, entrando y saliendo por la Autovía del Noroeste, ni todos los pueblos en los que nos detuvimos. Y, a pesar de que en la mencionada página avanzabus.com te informan de que puedes consultar, pulsando en una pestaña, los horarios y las paradas, sí te aparecen los horarios, pero no los lugares en los que los autobuses se detienen.
En este mundo nuestro de los transportes rápidos, el viaje de marras me recordó tiempos pasados, cuando los trenes y los coches de línea paraban en todas las estaciones o puntos del trayecto.
De los pueblos por los que pasamos, en las provincias de Ávila y Salamanca, dos tienen una mayor importancia, tanto en el aspecto demográfico como en el económico, y son Arévalo en Ávila y Peñaranda de Bracamonte en Salamanca.
Consulto en la página web del Instituto Nacional de Estadística (INE) y averiguo que Arévalo, según el censo del año 2014, cuenta con 8.165 habitantes, mientras que Peñaranda de Bracamonte tenía en esa misma fecha 6.672. Estas cifras notables de población influyen en que ambos núcleos dispongan de servicios, comercios e industria muy superiores a los de su entorno.
Hay viajeros que montan en uno de los pueblos intermedios y piden al conductor un billete para el siguiente. Así, en el viaje de vuelta, una mujer se subió en Madrigal de las Altas Torres y pidió un billete para Arévalo, que le costó 1 euro y 35 céntimos. Madrigal de las Altas Torres, con tan sonoro y poético nombre, cuna de la reina Isabel de Castilla, Isabel la Católica, que nació en esta localidad el año 1451, tiene solo en la actualidad una población de 1.544 habitantes. La vista de Madrigal que se percibe desde el autobús no justifica el apelativo de Altas Torres, que al parecer se debe a los torreones que remataban su muralla y que, aunque bastantes de ellos se conservan, no sobresalen, ya digo, en la panorámica que se divisa desde el autobús.
Una joven bien arreglada, que se había montado en Salamanca, se baja en Paradinas de San Juan, un pueblo que cuenta con 423 habitantes. ¿Vivirá esta joven en Paradinas o habrá ido a visitar a sus padres en el fin de semana?
Son feas y antiestéticas las casas de las afueras de estos pueblos que se ven desde el autobús. Y puntualizo de las afueras, porque en nuestro viaje el autobús no se adentra en los núcleos históricos, donde suelen conservarse edificios de valor artístico o, al menos, típicos.
Están verdes los campos y los sembrados que se dilatan ante mis ojos. La agricultura extensiva y de secano sigue siendo la principal, por no decir la única, riqueza de estas tierras. ¡Cómo no van a desangrarse estos pueblos, cómo no van a emigrar sus pobladores a otros lugares! ¿Qué atractivo pueden ofrecer a los jóvenes, incluso a aquellos a los que su vocación los llama a formarse en algún tipo de capacitación agraria? Pueblos que nacieron por alguna razón histórica o geográfica que hoy ha dejado de tener sentido. Así está seco el río Zapardiel en el punto por el que lo cruzamos. Pueblos que están llamados a desaparecer, con harto sentimiento y dolor de algún anciano superviviente que añora tiempos mejores.

En Orbita, sin acento en la O, no para el autobús. Por curiosidad, dado lo singular del nombre, consulto en el INE y me entero de que en el censo de 2014 tenía 80 habitantes. ¿Aguantarán estos vecinos un verano y, sobre todo, un invierno más en el pueblo que los vio nacer?