Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
No
sé quién sea Lalachus, a la que se atribuye una ofensa al Corazón de Jesús.
Esta ignorancia mía nada tiene de extrañar, toda vez que la tal actúa en un
programa de televisión de la Primera, cadena pública que tengo recomendado no
ver por prescripción facultativa, dada su entrega incondicional a las
directrices políticas de Pedro Sánchez.
Y
sí ha llegado a mi conocimiento que Lalachus actúa en la Primera por haberse
mofado de los sentimientos religiosos de muchos católicos con una imagen del
Sagrado Corazón de Jesús con la cara de la vaquilla del Grand Prix que mostró en
las campanadas de la pasada Nochevieja.
Como
también me he enterado, a pesar de mi renuencia a ver la Primera, de los
millones de euros que cobra de dinero público, o sea del dinero que pagamos
todos los contribuyentes, el cómico Broncano por su programa La Revuelta, en el
que interviene la mencionada Lalachus.
La
salud mental de la mayoría de los creyentes católicos les ha llevado a
abstenerse de participar en la polémica suscitada por la mofa de la actriz y
cómica Lalachus contra la imagen del Corazón de Jesús, burla que los defensores
de Lalachus consideran amparada por el derecho a la libertad de expresión.
Yo
también prescindo de intervenir en dicha polémica. Pero la alusión al Corazón
de Jesús me ha traído a la memoria un antiguo motete, que recuerdo en latín y
que dice así:
“Cor
Iesu sacratissimum, adveniat regnum tuum, regnum veritatis et vitae, regnum
sanctitatis et gratiae, regnum iustitiae, amoris et pacis”.
Comprendo
que a los defensores de la república como forma privilegiada de gobierno, a
pesar de su fracaso a la hora de implantarse en España las dos veces que se ha
llevado a cabo, les desazone esa insistencia del citado cántico religioso en
apelar a la venida del reino.
Sin
embargo, fue el mismo Jesús de Nazaret quien, en la oración que comunicó a sus
apóstoles cuando estos le pidieron que les enseñara a rezar, pidió a Dios
Padre: “Venga a nosotros tu reino”.
Siguiendo
con las características que el mencionado motete al Corazón de Jesús enumera,
pienso que cualquier persona de bien las suscribirá, a excepción de la santidad
y la gracia, que supera el alcance de cualquier no creyente, incluso del
creyente.
Así
quiero pensar que tanto creyentes como no creyentes convendrán en considerar
certeras las restantes características del reino: la verdad y la vida, la
justicia, el amor y la paz.
Cinco
aspiraciones que sin duda nos unirán por encima de ideologías y credos a todos
los hombres de buena voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario