4 de noviembre de 2018

Contradicciones


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró                                                                            

Es muy posible que, cuando se publique este artículo, algunas de las afirmaciones que en el mismo hago sobre los dichos y hechos del presidente del Gobierno hayan dejado de ser válidas. No porque esos dichos y hechos no se hayan producido, sino porque ya han sido sustituidos por otros que contradicen a los anteriores.
Tales cambios de ideas, palabras, actitudes y actuaciones son frecuentes en la mayoría de los gobernantes y políticos de todo signo, pero en Pedro Sánchez han llegado al extremo de que, salvo el deseo de permanecer en el poder a toda costa, no se le pueda atribuir una postura duradera en el tiempo.
Dice el aforismo tomado de una expresión del poeta británico Alexander Pope que rectificar es de sabios”. Si esto fuera cierto, Pedro Sánchez sería el mayor sabio que ha pisado la escena política. Pero ocurre que, a fuerza de desdecirse a sí mismo, no se sabe ni qué piensa ni cuál es su proyecto de gobierno.
Proyecto que brilló por su ausencia en la moción de censura que desalojó del poder a Mariano Rajoy y al Partido Popular, invalidando a mi juicio esa moción. Pues en esta herramienta legal prevista en la Constitución Española no basta con que se presente un candidato alternativo, sino que el candidato debe plantear un programa de gobierno que sea sometido a votación de los grupos parlamentarios. En lo único en lo que coincidieron los partidos que votaron a favor de la moción fue en el rechazo a Rajoy. La promesa hecha por el candidato Sánchez, si accedía a la presidencia del Gobierno, de convocar en un breve plazo de tiempo elecciones generales ha quedado en papel mojado.
¿Es el mismo Sánchez que apoyó al PP y a Ciudadanos en la aplicación del artículo 155 en Cataluña quien, menos de un año después, se niega a utilizar este medio de atajar un plan de secesión que sigue en marcha?
¿Es el mismo Sánchez que tachó con razón a Quim Torra de ser el Le Pen español quien gobierna –es un decir– con el apoyo de los independentistas catalanes y propugna con ellos un diálogo que solo conduce a darles alas?
¿Es el mismo Sánchez que tildó de antisociales los presupuestos de Rajoy quien está gobernando –es un decir– con ellos hasta la elaboración y aprobación de los próximos?
¿Es el mismo Sánchez que prometió derogar la reforma laboral de Rajoy quien, hace solo unos días, envía a Londres a la ministra de Economía Nadia Calviño a tranquilizar a empresarios e inversores asegurando que únicamente se harán retoques a dicha reforma?
¿Es el mismo Sánchez que hace cinco meses aseguró en una entrevista en televisión que en el golpe de Estado de los cabecillas catalanes hubo delito de rebelión quien ahora afirma públicamente lo contrario?
¿Es el mismo Sánchez que aplaudió la dimisión de ministros alemanes por plagiar sus tesis doctorales y destituyó a su ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social Carmen Montón también por plagiar quien se niega a dimitir por su tesis doctoral llena de plagios, además de mentir al responder a Rivera “en sede parlamentaria” que su tesis podía consultarse en Teseo cuando aún no estaba colgada en esta Base de Tesis Doctorales?
¿Es el mismo Sánchez que dijo en 2015 que estaría fuera de su ejecutiva al día siguiente un responsable político que creara una sociedad interpuesta para pagar menos impuestos quien mantiene en su equipo ministerial a Pedro Duque cuando existen dudas sobre la sociedad patrimonial del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades?
¿Es el mismo Sánchez que prometió regenerar la vida política española y acabar con la corrupción quien se niega a destituir a la ministra de Justicia, que mintió al insistir en que ni conocía ni había tenido ningún contacto con el corrupto excomisario Villarejo, además de incurrir en posibles delitos aún por investigar?
¿Y qué piensan de todas estas contradicciones de Sánchez los miembros de su partido que en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 le desbancaron como líder del PSOE? ¿Era el mismo PSOE que rechazó por 132 votos frente a 107 la propuesta de congreso exprés hecha por Sánchez el que el 21 de mayo de 2017 le hizo ganar las primarias en todas las comunidades autónomas excepto en Andalucía y el País Vasco? ¿Tanto había cambiado Sánchez para ser sustituido por una gestora y, al cabo de menos de un año, volverse a alzar con la secretaría general del mismo partido que lo había rechazado?
Callan los llamados barones socialistas, que en Extremadura y Castilla-La Mancha mantienen el poder gracias al apoyo de Podemos, ante la colaboración de Sánchez con Pablo Iglesias. Y Susana Díaz, una de las principales promotoras de la defenestración de Sánchez en 2016, no tiene ningún reparo en abrazarse en plena campaña electoral al actual presidente de la nación, y este en abrazar y apoyar a la presidenta de Andalucía.
¡Lo que unen el poder y el afán de mantenerlo o alcanzarlo!

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