25 de abril de 2021

Neolenguaje

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No, no busquen en las actualizaciones digitales del Diccionario de la Real Academia Española la definición de neolenguaje. No está recogida entre los numerosos nuevos términos que la docta casa ha acogido y bendecido. Sin embargo, es un vocablo construido de acuerdo con las reglas lingüísticas más ortodoxas, mediante el prefijo neo- y el sustantivo lenguaje, y que, sin entrar en mayores disquisiciones, podríamos definir como “nuevo lenguaje”.

El presidente del Gobierno es un maestro consumado en el uso de una de las variantes del neolenguaje, la aplicada al “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española”. En ocho ocasiones ha anunciado Pedro Sánchez, con escasas variantes, este plan, en el que las cifras concretas prácticamente se limitan a la creación de 800.000 empleos y el desembolso de 72.000 millones de euros en el periodo 2021-2023. Eso sí, explicó con una ampulosa grandilocuencia las diez políticas tractoras (sic) que vertebrarán el plan.

No me resisto a citar textualmente unos párrafos del artículo “Canéforas”, publicado en el diario ABC el 15 de abril por el periodista y, este sí, maestro del lenguaje Ignacio Camacho: «De cierto altisonante verso de Rubén Darío –“que púberes canéforas te ofrezcan el acanto” – decía Valle que solo había entendido la conjunción ‘que’. Los discursos de Sánchez son igual de oscuros, solo que en lugar del culteranismo esdrújulo de Rubén navegan por un engolamiento posmoderno recargado de pedantería y esnobismo. Un cantinfleo de neolenguaje pseudotecnocrático con el que sus asesores rellenan decenas de folios a base de abstractos sintagmas intercambiables: conectividad sostenible, gobernanza interactiva, dinamismo transformador, externalidad resiliente, sostenibilidad conectada, transformación modernizadora, resiliencia dinámica y así hasta el infinito combinando sustantivos y adjetivos en un bucle de carcasas semánticas huecas entre las que no pueden faltar los mantras identitarios del progresismo: digital, igualitario, ecológico e inclusivo».

Me excuso por la extensión de la cita, pero yo no sería capaz de expresar con tanta abundancia de “carcasas semánticas” el neolenguaje vacío de Sánchez y sus asesores. Yo, por lo menos, doy la referencia del texto citado, a diferencia de la tesis doctoral del muy resiliente, digital y progresista presidente del Gobierno.

En este neolenguaje tan ecológico, igualitario y feminista no podía faltar tampoco la transversalidad, sea esta lo que fuere. Puestos a abarcar todos los campos, que nada se quede fuera de este plan de futuro tecnocrático y sostenible.

Solo hay en tanta promesa renovadora un pequeño fallo: que los esperados fondos de reconstrucción prometidos por la Unión Europea aún no han llegado. Y no está descartado que no lleguen. Aquello de “vender la piel del oso antes de cazarlo” ojalá que no se cumpla. Pero el peligro existe, sobre todo porque nuestro Gobierno no ha salido de caza, sino que espera sentado, sin hacer nada, a que le sirvan en bandeja la tan publicitada piel del oso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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