11 de junio de 2023

Voto en contra... y a favor

Las palabras y la vid

Alberto Martín Baró

Por si nos quedaba alguna duda sobre el escaso, por no decir nulo, interés de la gran mayoría de los políticos por los problemas de la gente común, el espectáculo denigrante de la lucha de los descabalgados de sus cómodos puestos para entrar en las listas de candidatos que les permitan seguir viviendo del erario público, o sea de nuestros impuestos, nos convencerá de que nuestro voto el 23 de julio debe ser de un rechazo a toda la casta política en general, pero muy en especial a los que han ejercido el gobierno de la nación en los pasados años desde la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy.

He de confesar que me siento huérfano de representación por parte de los partidos políticos que integran el espectro de las siglas que concurren a las elecciones generales del 23-J.

 El proyecto político de Ciudadanos, que llegó a ganar las elecciones en Cataluña el 21 de diciembre de 2017, aunque no pudo gobernar por la alianza de todas las fuerzas independentistas, se aproximaba a mi concepción de un centro liberal.

En la actualidad comparto con Vox muchas de sus reivindicaciones políticas y sociales, tachadas por la izquierda de radicales, de extrema derecha y de fascistas.

Por si no fueran suficientes los planteamientos y las ideas de Vox para merecer mi voto, la virulencia de los ataques de Pedro Sánchez y de sus aplaudidoras huestes contra los seguidores de Abascal serían motivo más que sobrado para dar a esta formación política mi confianza.

Pedro Sánchez y el PSOE que le ha apoyado no han tenido reparo en aliarse y llegar a pactos con las fuerzas más anticonstitucionales, más extremistas y más antiespañolas, como los comunistas de Unidas Podemos, los partidarios de ETA como Sortu y Bildu, con Otegui, terrorista condenado, al frente, y todo el impresentable magma de independentistas catalanes y vascos, no tienen ninguna autoridad ni argumentos para arremeter contra Vox.

Claro que hay que reformar la Constitución Española, pero no en el sentido en que trabajan Sánchez, el PSOE y sus aliados para dar carta blanca a una “nación de naciones”, sino en la línea de abolir las funestas, inútiles y carísimas Comunidades Autónomas, que un país como España endeudado hasta las cejas no puede permitirse.

¿Que defiendo una utopía anticonstitucional? ¿Y es constitucional que el presidente del Tribunal Constitucional, encargado de velar por la validez del texto aprobado en su día por la gran mayoría del pueblo español, declare por su cuenta y riesgo el aborto como un derecho de la mujer?

Yo me considero con argumentos más que sobrados para suprimir las Comunidades Autónomas, insisto, inútiles para los ciudadanos y ruinosas para la nación española.

Y voy a dar mi voto a Vox por su valentía en defender las ideas y los valores que son los de más de tres millones y medio de españoles, entre los que me cuento.

 

 

  

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