Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
No
hay palabra que más se pronuncie en el mes de diciembre, incluso antes, que
Navidad, una Navidad laica, desprovista de todo sentido religioso y evangélico.
El
dictador de Venezuela Nicolás Maduro hasta adelantó por decreto la celebración
de la Navidad desde l e1 de octubre, como si el oprimido y deprimido pueblo
venezolano tuviera algo que celebrar.
Y
un gobierno como el del PSOE, con el presidente Pedro Sánchez a la cabeza,
caracterizado por su fidelidad al hecho trascendente que los cristianos
conmemoramos en estas fechas, tiene la desfachatez de convocar a socialistas y
periodistas de medios afines a una copa de Navidad en La Moncloa. ¿No habría
estado más indicado invitar a una copa el día del Orgullo Gay, o el de la
conmemoración de la Segunda República, o el del LGTBI, aunque sea sin Q y +, o el
de la Internacional Comunista puño en alto… En la memoria (a)histórica del PSOE
no cabe ni con fórceps el relato de la venida al mundo del Hijo de Dios, y no otro
hecho es el que recuerda la Navidad cristiana.
Mi
buen amigo y certero escritor Germán Ubillos Orsolich atribuye a Satanás la
Navidad desvirtuada que prima en una sociedad entregada a las comidas y cenas
familiares, de amigos o de empresa, a las compras compulsivas, a los viajes de
placer. Las ciudades compiten a ver qué iluminación es más brillante y
espectacular, de la que han desaparecido los motivos religiosos.
La
hermosa tradición de los nacimientos o belenes queda casi restringida a las
iglesias. Ya hace tiempo que el abeto y Papá Noel han desbancado al portal de Belén
y a los Reyes Magos.
Me
consuela el bellísimo poema con que nos felicita la Navidad a mi mujer y a mí
nuestro amigo e inspirado escritor Rogelio Sánchez Molero:
“Vino
por primera vez en carne humilde / y mortal. Pero era Dios quien llegaba. /
Desde el seno inmaculado de la hija de Sión / vio la vida quien nos nutre con
el pan / angelical. Se hizo hombre la palabra. / Su nacimiento, misterio se
hizo en Belén / de Judá. / ¡Gloria a Dios en las alturas!”.
Sí,
una nueva luz, una nueva ciudad, una nueva Navidad.
Vendrán días de recuerdo y agradecimiento a la llegada de NUESTRO DIOS. Sin duda ¡¡ Feliz Navidad !!
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