Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
En
las fiestas, como las pasadas Nochebuena y Navidad, todos andamos más
pendientes de los menús, o sea, según la primera acepción del Diccionario del estudiante de la RAE,
del “Conjunto de platos que constituyen una comida”. O una cena, añado yo.
Pero
a quienes nos toca, como es mi caso, decidir con antelación lo que vamos a
comer y cenar un día cualquiera, esta decisión constituye un problema nada desdeñable. Si
quiero que los platos sean variados y, como me aconsejó en cierta ocasión una
dietista, contengan proteínas, hidratos de carbono y verduras, a menudo se me
acaba pronto el repertorio de los alimentos que yo sé preparar y están dentro
de un presupuesto económico.
Salió
a colación este problema hablando con mi hijo Guillermo, quien se ha encargado de preparar la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Pero
Guillermo es un estupendo cocinero y, a diferencia de lo que me pasa a mí,
disfruta cocinando. Cuando le pido que me dé alguna receta, lo que para él es
sencillo a mí se me hace dificultoso.
También
hablamos de cómo en nuestra casa mi primera mujer, o sea su madre, sólo
preparaba un plato, que procuraba que tuviera todos los ingredientes
aconsejables.
Recuerdo
que los internos del colegio de los jesuitas de Valladolid solían tomar tres
platos, que yo nunca probé por ser externo y poder ir a casa para comer. Esta
costumbre de los tres platos, me dice Angelina, mi actual mujer, se observaba
también en el colegio de las esclavas de Santander. Y es que las religiosas
esclavas seguían en todo las pautas de conducta de los jesuitas.
No
sé, porque no me he interesado en averiguarlo, de cuántos platos consta el menú
habitual de las familias de mi condición social y económica.
Cuando
en un restaurante o un hotel pedimos el menú del día, se trata de una “Comida
de precio fijo, con una posibilidad de elección limitada”, según la segunda
acepción del citado Diccionario, que
en su tercera acepción define menú como “Carta (lista de comidas y bebidas)”.
Aunque
se sale del tema gastronómico que me ocupa, añadiré para el curioso lector que,
en una cuarta acepción e indicando que se trata de una materia informática,
menú es el “Conjunto de opciones que aparecen en la pantalla de un ordenador”.
Volviendo
a las comidas, mi hija Gabriela, que es muy organizada, tiene una lista de
menús para los distintos días de la semana, que me ha ofrecido por si me ayuda.
He
aceptado su ofrecimiento, siempre que no suponga hacer uso de la Thermomix,
aparato electrodoméstico del que carezco.
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