6 de octubre de 2024

La cocina


Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Le estoy cogiendo manía a la cocina. Y mira que es una habitación amplia y luminosa, provista de todos los electrodomésticos. Pero, claro, comienzo por el hecho de que nunca me ha gustado cocinar. He intentado diversos procedimientos para superar este rechazo, como pensar que estoy haciendo un acto de amor a mi mujer, que sólo hace la comida los domingos, cuando vienen a comer sus hijos y nietos. Aun esos días tengo que echar una mano en algunos preparativos culinarios.

Así que la cocina está asociada con faenas que no son de mi agrado.

Envidio a mi hijo Guillermo, que disfruta cocinando y lo hace muy bien. Cuando estamos juntos en la casa de El Espinar, le veo mirar por televisión algún programa de los muchos que emiten todas las cadenas y que a mí nunca me han interesado. A veces le pido alguna receta que me ayude a variar mis reducidos menús.

Tere Lamelas, hermana de mi mujer Angelina, ha publicado recientemente un libro de recetas que se titula Con mucho gusto y, entre primeros platos, recetas de carne, recetas de pescado, postres y tartas, contiene 97 de tales fórmulas, además caligrafiadas por la propia autora. La edición es una preciosidad pero, a efectos de lo que estoy tratando, muy pocas veces he echado mano de este voluminoso recetario.

Luego está, sin salir de la cocina, el problema de la limpieza y el orden. Siempre hay algo fuera de su sitio o sucio. Lo cual, para los maniáticos de la buena disposición de las cosas, aunque no lleguemos a padecer TOC (Trastorno obsesivo compulsivo), sí supone una cierta inquietud.

Una dietista nos recomendó mi mujer y a mí, teniendo en cuenta que ella es diabética, que procuráramos que las comidas tuvieran un contenido equilibrado de hidratos de carbono, proteínas y verduras.

Esto sí que procuro seguirlo, dentro de mi limitado repertorio de platos y no olvidando prescindir del azúcar y los dulces. A menudo, cuando estoy pensando en la comida y la cena del día siguiente, tengo la impresión de que repito algo que ya hemos tomado recientemente. Y, como dice el refrán, “todos los días gallina, amarga la cocina”.

Cuando las nueras de mi mujer echan una mano los domingos en la cocina, esta habitación deja de ser para mí un incordio y se convierte en un bienhallado oasis.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario