Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Si
alguien piensa que Pedro Sánchez, al verse acorralado por la corrupción, va a
convocar elecciones, está muy equivocado y no conoce al personaje.
Si
alguien piensa que los socios de Gobierno o de investidura van a dejar en la
estacada a Pedro Sánchez, está muy equivocado y no conoce a tales socios.
Si
alguien piensa que la falta de Presupuestos Generales del Estado y la
dificultad o incluso imposibilidad de aprobar leyes va a obligar a Pedro
Sánchez a convocar elecciones, está muy equivocado y no conoce al personaje.
Porque
al personaje le importa un bledo la corrupción y piensa, con acierto, que se
librará de ella más eficazmente dentro de la Moncloa que convocando unas
elecciones que puede perder y le sacarían del refugio monclovita.
Porque
¿hay alguien o algo que pueda obligar a Pedro Sánchez a convocar unas
elecciones anticipadas? ¿La insistencia de la oposición en que las adelante?
¿La petición de algún socialista destacado como Emiliano García-Page?
Cuantas
más voces se alcen desde la oposición o desde las propias filas del PSOE
pidiendo un adelanto electoral, más se obstinará Pedro Sánchez en agotar la
legislatura hasta que no le quede más remedio que darla por concluida y
enfrentarse a las urnas.
Y
tampoco crea alguien que la derrota de Pedro Sánchez en esas elecciones
obligadas está cantada. Sin incurrir en el optimismo demoscópico de Tezanos y
del CIS, que dan al actual presidente del Gobierno una ventaja considerable
sobre los candidatos de otros partidos, no hay duda de que los socialistas
siguen contando con una base inalterable de votantes.
En
cuanto a los socios de Gobierno o de investidura de Pedro Sánchez, a saber,
comunistas, independentistas, golpistas y proetarras, es decir, todos los
enemigos de España, incluido el PNV que ve las orejas del lobo de Bildu, ¿con
quién van a estar mejor que con Pedro Sánchez, de cuya debilidad se aprovechan
para subir la cota de sus exigencias?
Todos
estos personajes y grupos políticos hace tiempo que deberían estar, no solo
fuera del Parlamento español, sino ilegalizados, por ser enemigos de España y
de la Constitución Española.
Me
dirán que vaya panorama desolador presento, sin una alternancia realista, dado
que la ilegalización de los partidos y personajes en que se ha apoyado Pedro
Sánchez es hoy por hoy utópica.
La
única esperanza de solución radica en que el temor a sufrir en propia carne el
rechazo de los votantes lleve a cargos y militantes socialistas a abandonar la
nave de Pedro Sánchez que se hundirá irremisiblemente.