Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
O
sea, que el interruptor de control de potencia (ICP) o el interruptor
diferencial se ha desconectado debido a una sobrecarga, cortocircuito o falla
en la instalación eléctrica.
El
28 de abril a las 12:30, yo estaba, como estoy ahora, sentado en una butaca
cuando la lámpara de pie a mi lado se apagó.
Como
la mayoría de las personas con las que he hablado, me dirigí al interruptor de
control de potencia, para ver si se había desconectado. Pero no, estaba, como
también los diferenciales, alzado en su lugar.
Los
vecinos y el conserje empezamos a preguntarnos por el alcance del apagón.
Hay
quien opina que puede deberse a las obras que se realizan en nuestro barrio y
afectaría a todo el Parque de las Avenidas.
El
conserje fue el primero en apuntar que el apagón tenía alcance nacional.
Yo,
de manera sorprendente, puedo comunicarme por wasap, tanto con mis hijos, que
viven en El Espinar y San Rafael, como con el hijo menor de mi mujer Angelina.
Sí, sorprendente, porque a la mayoría de la gente los móviles no les funcionan,
ni tampoco el wasap.
–¿Tienes
un transistor de pilas? –me pregunta mi hija–. Pues por la radio puedes estar
informado de lo que ocurre.
¿Y
qué es lo que ocurre? Pues que la falta de corriente eléctrica afecta a toda la
Península Ibérica, o sea, a España y Portugal, pero no a las islas Baleares y
Canarias, como tampoco a Ceuta y Melilla.
La
anunciada comparecencia del presidente del Gobierno se dilata unas dos horas. Y
cuando por fin aparece en una sala sin público ni periodistas es para anunciar…
que ignora las causas de lo sucedido, pero que el Gobierno y todos los
organismos oficiales de seguridad están trabajando para averiguar el origen del
apagón.
Me
llama la atención la multitud de consejos y comisiones que se convocan y
reúnen, incluso con la presencia y presidencia del Rey Felipe VI.
Algunos
de estos organismos, con sus correspondientes siglas, sí me son conocidos, como
la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) y el Centro
Nacional de Inteligencia (CNI), pero de otros es la primera vez que oigo
hablar: el Centro Criptológico Nacional, el Instituto Nacional de
Ciberseguridad (Incibe), el Consejo de Seguridad Nacional, el Mando de
Ciberdefensa y el Centro Nacional de Emergencias (Cenem).
Demasiadas
albardas para un burro, el burro de la ignorancia más supina. Y los integrantes
de todos estos centros cobrarán sus buenos emolumentos del Estado, o sea de
nosotros los contribuyentes.
Y
esta es la fecha, 3 de mayo de 2025, en que escribo este blog, en la cual los
ciudadanos no tenemos constancia de que el Gobierno de Pedro Sánchez y sus
ministros y asesores conozcan a ciencia cierta qué ocurrió el 28 de abril.
Lo
tremendo de esta ignorancia es que el apagón puede volver a producirse en
cualquier momento. Sin que hasta ahora se haya producido ninguna dimisión o
cese de las personas implicadas, como la presidenta de la Red Eléctrica Beatriz
Corredor, colocada en ese puesto por Pedro Sánchez, o Sara Aagesen, vicepresidenta
tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico –observen
los vacuos e ideologizados términos– , sustituta de la hoy vicepresidenta de la
Comisión Europea Teresa Ribera.
Pero
mientras que esta lumbrera ha pasado de rechazar las nucleares a ser una
ferviente defensora de las mismas, aquí el presidente Pedro Sánchez y sus
ministros continúan atacando a las centrales nucleares y defendiendo a capa y
espada las energías renovables, o sea las eólicas y fotovoltaicas.
Aunque
se olvidan de la energía hidroeléctrica, asimismo renovable, tal vez porque les
recuerda a Franco, que tanto hizo por dotar a España de una extensa red de
embalses y pantanos.
Los
que vivimos en un piso octavo entramos con miedo a los ascensores.
Y
agradecemos los vecinos jóvenes que, en los momentos agudos del apagón, nos
proporcionaran botellines de agua y se ofrecieron a traernos provisiones.
Va
a resultar que la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen tenía
razón al recomendar el kit de supervivencia.