Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
El
Papa León XIV concluía su discurso inaugural el pasado 8 de mayo con estas
palabras: “Queremos ser una Iglesia sinodal, que camina, que busca siempre la
paz, que busca la caridad, estar cerca de quienes sufren”.
En
un pasaje anterior de su alocución ya había insistido en la idea de Iglesia
sinodal: “Podemos todos caminar juntos, ser una Iglesia misionera, una Iglesia
que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir a todos aquellos
que tienen necesidad de nuestra caridad y de nuestra presencia de diálogo, de
amor”.
Y
en algún momento de su discurso precisó que su propuesta de Iglesia es “más
sinodal que jerárquica”.
Los
católicos que como yo tenemos muchos años estamos acostumbrados a considerar a la
Iglesia como una institución jerárquica, en la que existe una jerarquía, o sea
una gradación de personas y dignidades, al frente de las cuales figura el Papa,
seguido de cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes.
Hemos
estado dispuestos a obedecer, a acatar órdenes y doctrinas, sabiendo que
existen unos dogmas, plasmados como verdades absolutas a lo largo de los
siglos.
¿Qué
nos sugiere este nuevo lenguaje de Robert Prescot al hablar de Iglesia sinodal?
Si
nos atenemos a la etimología, la palabra sínodo
proviene del griego synódus, que ya
se encuentra en Aristóteles y Plutarco con el significado de ‘Conjunción de dos
planetas’.
Pero
en su sentido religioso, sínodo significa: 1. Concilio de los obispos. 2. Junta
de eclesiásticos que nombra el ordinario para examinar a los ordenandos y
confesores.
El
término griego se compone de ‘syn’,
que significa ‘juntos’ o ‘con’, y de ‘odos’,
que significa ‘camino’ o ‘ruta’. Por tanto, ‘sínodo’ puede entenderse como
‘caminar juntos’ o ‘viajar en compañía’, lo cual refleja la idea de una reunión
de personas que se unen para avanzar en un camino o propósito común.
En
este sentido nos hallamos muy cerca de las palabras del Papa León XIV cuando
habla de Iglesia sinodal.
Así,
a modo de conclusión, se puede decir que la sinodalidad
se refiere al caminar o la marcha conjunta, en comunión, de todos los miembros
de la Iglesia (obispos, sacerdotes, laicos); expresa la identidad de la Iglesia
como Pueblo de Dios en camino, en peregrinación, hacia el Reino; subraya la
dignidad común de todos los cristianos y afirma su corresponsabilidad en la
misión evangelizadora.
Si
a la luz de este concepto de sinodalidad
leemos las palabras de León XIV con las que he iniciado este blog, no podremos
por menos de advertir su coincidencia.
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