27 de abril de 2025

Un Papa de izquierdas o un Francisco pobre y católico de corazón

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Me resulta llamativo el hecho de que personas de distintas convicciones, ideologías y creencias vean en el Papa Francisco un defensor de tales ideas.

Un ejemplo de este llevar el agua del Sumo Pontífice al propio molino lo encontramos en la vicepresidenta segunda del Gobierno de España Yolanda Díaz, líder de Sumar, que tuvo la fortuna de ser recibida en cordial audiencia por Su Santidad en un par de ocasiones. Y en una de ellas el Papa le dijo a modo de despedida: “Siga adelante, no afloje”.

¿Un Pontífice de la Iglesia católica de izquierda radical?

Para otras personas, entre las que se cuenta mi mujer Angelina Lamelas, tiene un valor decisivo la austeridad de Francisco, que eligió como lugar de residencia la modesta casa de Santa Marta en vez del Palacio del Vaticano.

Y las mismas conceden gran importancia al hecho de que, ya siendo arzobispo en Buenos Aires, Jorge Bergoglio viajara en trasporte público.

Es verdad que esta sencillez y amor a la pobreza, en el más genuino seguimiento del Evangelio, ha acompañado al Papa durante toda su vida. No en vano eligió el nombre de Francisco en memoria del santo de Asís.

En contraposición a esta admiración hacia la pobreza del Papa está la postura de quienes critican que ese amor a los pobres le impidiera trabajar para que los desheredados de la fortuna progresen y puedan llevar una vida digna.

Entre los múltiples comentarios que he podido leer sobre el Papa Francisco están los de quienes le sitúan en la línea de la Teología de la Liberación.

Lamento discrepar tajantemente de esta vinculación. Como jesuita e hispanoamericano que nunca dejó de ser, el arzobispo y después cardenal Bergoglio jamás comulgó con la Teología de la Liberación que profesaron y por la que dieron su vida los mártires de El Salvador: Ignacio Ellacuría, Nacho Martín Baró, mi hermano del alma, Segundo Montes, Joaquín López y López, Juan Ramón Moreno y Armando López.

No tengo noticia de que el Papa Francisco se interesara nunca por estos verdaderos mártires, jesuitas como él.

Esto no impide que el Papa recientemente fallecido fuera un hombre bueno, que trabajó por la renovación de la Curia, que dio a la mujer un papel más relevante en la Iglesia y que pidió perdón por los errores de esta Iglesia.

Francisco fue un defensor incansable de la vida y se opuso al aborto por considerarlo contrario a esta defensa de la vida. Mostró comprensión hacia los homosexuales, a los que bendijo en alguna ocasión, sin admitir que los mismos contrajeran matrimonio.

Y mientras los países se embarcan en un rearme mortífero, Francisco aboga por el final de todas las guerras y la instauración de la paz.

En suma, fue un Papa santo, católico y apostólico, que gozará de la presencia de Dios, en compañía de los mártires jesuitas de la Teología de la Liberación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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