6 de abril de 2025

Lo público y lo privado

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

La palabra “público” tiene, según la Real Academia Española (RAE), varios significados, pero a mí me interesan en este blog dos de ellos: “Que pertenece al Estado” y “Que tiene presencia y, en general, influencia en la vida pública”.

Cuando Pedro Sánchez, el PSOE a él sometido y algunos de sus ministros, muy en especial la ministra de Hacienda y vicepresidenta primera del Gobierno de España, arremeten contra las universidades privadas, a las que tachan de “chiringuitos” y de ser la principal amenaza para la clase trabajadora, olvidan que Marlaska, Albares y el propio Sánchez cursaron su educación universitaria en centros privados.

Varias interpretaciones cabe distinguir en este ataque furibundo a las universidades privadas. Ante todo, el afán de Sánchez, de “su” PSOE y de su Gobierno de que todo sea público, es decir, que todo pertenezca al Estado, un Estado controlado totalmente por el actual Gobierno socialista.

Este control, no solo elimina la separación de poderes, base de todo sistema democrático, sino que es considerado por quienes lo ejercen como el mejor y más progresista para todos los ciudadanos, que deberían agradecer a Sánchez y a su Gobierno que velen por ellos.

Así, esta presencia e influencia en la vida pública del Gobierno, según el segundo significado que he destacado de los enumerados por la RAE, aboca lo privado a la marginalidad y, peor aún, a la total descalificación.

Todo lo privado, o sea, lo que se ejecuta a la vista de pocos, en el ámbito familiar y doméstico, fuera del control del Gobierno y del Estado, es pernicioso y debe ser erradicado.

Todos los ciudadanos deberíamos estar agradecidos a un Gobierno que vela por nuestros intereses, por nuestra educación y por nuestro bienestar, a cambio de que con nuestros votos le permitamos seguir ejerciendo un poder omnímodo.

El “padre” Estado, identificado con el Gobierno, lo controla todo. Y tiene especial interés en que nadie de la esfera privada se emancipe y progrese.

“Los hijos no pertenecen a los padres”, según la ministra de Educación, la socialista Isabel Celaá.

De ahí a denigrar todo intento de los padres por educar a sus hijos en la familia y en centros privados, y peor aún si estos son de adscripción religiosa y católica, no hay más que un paso. Y el Gobierno de Sánchez y “su” PSOE lo han dado.

O a lo peor, según algunos comentaristas, todos estos ataques no sean más que una cortina de humo, una más, para distraer la atención de los ciudadanos de los casos de corrupción que cercan a Pedro Sánchez y a su familia.

 

  

 

 

 

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