Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Cualquier personaje más o menos público, del ámbito que sea, pierde para mí muchos puntos si es calvo. Y ese rechazo que me provoca su imagen pelona aumenta si el personaje en cuestión trata de disimular su calvicie llevando el pelo de los laterales sobre la calva a modo de persianilla.
Estoy hablando de hombres. En las mujeres es menos frecuente la caída o falta prematura de cabello. Aparte de que en ellas el uso de pelucas o postizos puede deberse a motivaciones estéticas o de moda y resulta más natural que la utilización por los varones de peluquines, que suelen ser feos y ridículos.
Tampoco me convence el afeitado total de la cabeza como solución a la falta de pelo, falta que rara vez se extiende por los lados y la nuca.
No sabría explicar de modo convincente mi descalificación de los calvos, habida cuenta de que yo también lo soy desde hace muchos años. O quizá por eso mismo.
Se me ocurren estas consideraciones al leer en la prensa los comentarios que ha provocado el ya famoso bofetón de Will Smith al presentador Chris Rock en la pasada gala de los Oscar, que yo no presencié. Me ha costado enterarme de la causa del violento ataque del premiado con el Oscar al Mejor Actor, Will Smith, a Chris Rock, porque los comentaristas y articulistas daban por supuesto que los lectores estábamos al tanto de los pormenores de la escena y se explayaban en alusiones crípticas a la bofetada de Glenn Ford a Rita Hayworth en Gilda, o a la contención de Gregory Peck frente a las burlas de los aguerridos vaqueros, incluso frente al desprecio de su propia novia, en Horizontes de grandeza. Chris Rock había hecho un poco afortunado comentario humorístico sobre la cabeza rapada de la mujer de Will Smit, la actriz Jada Pinkett, que según él podría protagonizar la secuela de La teniente O’Neil, en la que Demi Moore aparece con ese look afeitado. Después del bofetón, Will Smith desde su asiento increpó airado a Chris Rock: “Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu puta boca”.
Jada Pinkett, según ella misma ha confesado, padece alopecia. Pero a no pocos hombres les resulta atractiva su cabeza rasurada. Como atractivas resultaban en la película Cinco mujeres marcadas Silvana Mangano, Vera Miles, Jeanne Moreau, Barbara Bel Geddes y Carla Gravina en los papeles de unas campesinas de un pueblecito yugoslavo, acusadas de haber mantenido relaciones con un sargento alemán, por lo que son sometidas a la pública humillación de raparles la cabeza.
Al parecer, también hay mujeres que encuentran atractivos a hombres con el cráneo afeitado al modo de Yul Brynner o Telly Savalas.
Me he preguntado por qué en el antiguo Egipto los hombres se afeitaban la cabeza. A juicio de no pocos historiadores, ello podía deberse a razones higiénicas, para combatir a los piojos y otros insectos, sin excluir que de esa guisa se soportaba mejor el calor. También podían pesar en el afeitado razones religiosas, según las cuales el pelo era considerado vergonzoso e impuro.
No hay duda de que en el cuidado y el corte del cabello han influido e influyen las modas y los gustos variables a lo largo de los tiempos y en las distintas culturas. ¿Cuánto durará el corte de pelo más marcado por los lados de la cabeza que hoy se estila entre los jóvenes?
Vanitas vanitatis et
omnia vanitas: Vanidad de vanidades y todo vanidad. Sin la trascendencia de
este pasaje del Eclesiastés (1, 2), que subraya la fugacidad de la vida y la inutilidad de los placeres mundanos ante la certeza
de la muerte, a mí me vale para recalcar lo efímero de las
modas.
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con el corte y el arreglo del pelo.
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