Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Asisto con mis hermanos Carlos y Cristina, el marido de Cristina Jeromo y mi mujer Angelina al preestreno de la película Llegaron de noche en la Casa de América. El director Imanol Uribe, la protagonista Juana Acosta y los productores María Luisa Gutiérrez y Gerardo Herrero hacen una breve introducción, en la que Imanol se emociona y tiene que ceder la palabra –que después retoma– a Gerardo.
A mí también me embarga la emoción cuando, en el coloquio posterior a la proyección, intervengo, más que nada para agradecer a Imanol Uribe, a Juana Acosta, a los productores y a todo el equipo artístico y técnico este recordatorio impactante de la matanza de seis sacerdotes jesuitas que tuvo lugar en la madrugada del 16 de noviembre de 1989.
Porque uno de esos sacerdotes era nuestro hermano Ignacio Martín Baró, Nacho, el “padre Nachito” para Lucía Barrera de Cerna, la empleada de la limpieza en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en San Salvador, que fue testigo de los asesinatos. Tenía adoración por los padres. Todavía ahora, al ver la película, sigue repitiendo que “eran maravillosos”. Se trataban de tú a tú. Tenía mucha confianza sobre todo con el padre Nachito.
La película se centra en los interrogatorios a los que autoridades civiles y militares, y agentes del FBI de ambigua postura, someten a Lucía para que cambie su versión de los hechos y acuse al FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) de ser el responsable de la matanza.
El propio Uribe declara que la lectura de la novela Noviembre (2016), del escritor salvadoreño Jorge Galán, fue la primera motivación que le llevó a concebir la idea de la película. Ante la amplitud del tema, desistió de hacer una adaptación de la novela. Y entonces descubrió a Lucía Cerna. “En estos tiempos de fake news –contesta Imanol Uribe a María Martínez López en una entrevista publicada en el suplemento de ABC Alfa y Omega de la semana pasada–, su tesón por defender la verdad por encima de todo era un tema de importancia como telón de fondo. Es una mujer que entrega su vida y se la juega, con su familia, por defender la verdad”.
La actriz Juana Acosta da la talla del personaje de Lucía, a la que visitó en su casa en California para conocerla en persona y dar verosimilitud a su interpretación. También resultan verosímiles los actores Karra Errejalde en el papel de Ellacuría, Carmelo Gómez en el del padre Tojeira, por entonces provincial de los jesuitas de El Salvador, Ernesto Collazo en el del padre Nachito y Juan Carlos Martínez en el de Jorge, el marido de Lucía.
He de confesar que tenía algo de prevención ante esta película, por el temor de que removiera recuerdos lacerantes o exagerara la carga emotiva. Las escenas en las que los soldados disparan contra los jesuitas, que quedan tendidos en el césped del jardín de la UCA, tienen la carga precisa de fidelidad a los trágicos hechos históricos.
Queridos Nacho, Ellacu, Segundo, Amando, Juan Ramón y Joaquín, seguís vivos, no solo en mi memoria: vuestra obra de liberación de los oprimidos, de voz de los sin voz, perdura. Vosotros sois la luz que continúa iluminando al mundo, mientras que los que Llegaron de noche se hunden en las tinieblas.
Aún queda pendiente la condena de autores intelectuales y materiales de la matanza. Pero la verdad, como la defendió Lucía, se impondrá y se hará justicia.
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