22 de junio de 2017

La política convertida en espectáculo

Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró

En la moción de censura promovida por Podemos contra el Gobierno presidido por Mariano Rajoy han primado motivaciones y objetivos que nada tienen que ver con la finalidad de tal iniciativa parlamentaria, que es presentar un programa y un candidato alternativos a los existentes.
Como se sabía de antemano que la moción no contaba con los votos suficientes para prosperar y conseguir un cambio de Gobierno, sus promotores apuntaron a otros fines, como el de desgastar la imagen del Ejecutivo, ya inmensamente degradada por los casos de corrupción del Partido Popular, y al mismo tiempo volver a ocupar ellos los primeros planos de los telediarios y los titulares en la prensa y demás medios de comunicación.
Así se explican las aproximadamente dos horas del mitin de la portavoz de Podemos, Irene Montero, para que la intervención del líder de su formación, Pablo Iglesias, tuviera lugar en un tiempo más avanzado de la mañana, en el que la audiencia fuera mayor… y sus señorías no estuvieran aún dormidos, o leyendo, o atendiendo a sus móviles.
¿Han conseguido los podemitas copar los platós y las tertulias de televisión que tan importante papel desempeñaron en su irrupción como tercer partido político en España?
La respuesta a esta pregunta puede ser afirmativa. Pero no en el sentido de que aparecieran en la escena de nuestra deteriorada y repetitiva vida política ideas nuevas o dignas de mención. Las interminables intervenciones de Montero e Iglesias, que nada tuvieron que envidiar a los plúmbeos discursos de Fidel Castro o de Hugo Chávez, lograron aburrir aun a los más fieles de sus partidarios. Y al final de tanta acusación contra la corrupción del PP por parte de la portavoz de Podemos y de tanta impostura de supuesta fraternidad por parte del candidato, ¿qué es lo que ha quedado de un pobrísimo debate, más rifirrafe que intercambio de pareceres? Pues la interesantísima y apasionante discusión sobre quién de los protagonistas y replicantes de la moción de censura es más machista. Las propuestas enumeradas por el líder de Podemos, que sí las hubo, quedaron sepultadas por la bronca parlamentaria del “Y tú más”, y de los recursos a las actuaciones y expresiones machistas, que por cierto abundan en el historial de Pablo Iglesias.
Apenas han tenido eco en los medios, y menos aún en las redes sociales, las medidas económicas anunciadas por Pablo Iglesias, muchas de ellas de un tinte socialdemócrata alejado del radicalismo comunista que es el verdadero propósito de Podemos: el aumento del salario mínimo interprofesional; reducir la jornada laboral a 35 horas semanales; ligar el crecimiento de las pensiones a la evolución del IPC; una reforma fiscal que incremente la progresividad de los impuestos y potencie la lucha contra el fraude…
Junto a medidas concretas, la mayoría inviables o que dispararían aún más la deuda y el gasto públicos, sin duda el principal problema de nuestra economía, otras propuestas no pasan de ser meras proclamas de deseos y aspiraciones, como frenar la precariedad laboral y la pobreza salarial, hacer efectiva la igualdad entre hombres y mujeres, recuperar el mundo rural, conseguir una radio y una televisión públicas de calidad…
Pero ¿todo ello ha tenido alguna resonancia en los comentarios y en los artículos de opinión, fuera de algunas publicaciones especializadas y de un público minoritario?
Este es el peligro de convertir las sesiones del Parlamento, incluida la moción de censura, en juegos y fuegos de artificio, en pirotecnia vocinglera, en espectáculo banal.
La altura intelectual y humana de nuestros representantes en las Cortes se ha mostrado una vez más bajo mínimos.
Mientras tanto, las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos no son tomadas en consideración por quienes viven de nuestros impuestos, sin que a ellos se les pida rendir cuentas, salvo en las elecciones. Algo es algo.

Y si la política se convierte en espectáculo, lo menos que se puede pedir a sus actores es… que no aburran al respetable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario