23 de julio de 2023

Reflexiones el 23 de julio

 

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Escribo este blog en el día que no sé si sigue llamándose “de reflexión”, en cualquier caso en la víspera de la jornada de votación de las elecciones generales del 23 de julio.

Estoy en el jardín de mi casa de El Espinar, con una temperatura a la sombra inferior a los 20 grados. Escribo, como de costumbre, a mano en un cuaderno, lo que me ha llevado a incluir esta palabra en los títulos de tres de mis libros publicados: El cuaderno de San Rafael, El cuaderno de El Espinar y El cuaderno de Ana.

A las anteriores reflexiones aparecidas en mi blog sobre las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, que titulé Seudoelecciones generales, y sobre las presentes elecciones generales, que se titularon Voto en contra… y a favor, Extremismos e Incógnitas electorales, quiero hoy añadir otros pensamientos que me rondan por la cabeza, aun a riesgo de repetirme. No creo, de todos modos, que me repita tanto como los líderes políticos en sus mítines y entrevistas.

Sigo sin entender qué ha llevado a Pedro Sánchez y a sus tropecientos asesores a fijar la fecha de estas elecciones generales en plena canícula. ¿Se piensan que los electores socialistas son más proclives que los de derechas a acudir a las urnas a pesar del calor? A las innumerables razones programáticas por las que Sánchez se merece un voto de castigo, castigar a los sufridos votantes a soportar altas temperaturas sería ya una razón suficiente para no votarle.

Ya en positivo, diré que voy a votar a Vox. Suelen afirmar quienes rechazan el actual sistema de democracia representativa que ellos no se sienten representados por ninguna de las formaciones políticas que concurren a las elecciones. “Todos los políticos son iguales, sólo buscan su interés, no el bien común de los ciudadanos”. Yo también he podido manifestarme en estos o parecidos términos. Y si hemos de creer a las descalificaciones y a los insultos que los políticos se lanzan unos a otros, ningún partido merecería nuestra confianza, todos estarían cortados por el mismo patrón.

Pero no es verdad, aunque la verdad sea un bien escaso en boca de los políticos. Sí que hay políticos honestos que tratan, en la medida de sus fuerzas, de remediar los males que aquejan a nuestra sociedad. Y estos políticos honrados, desinteresados y veraces se encuentran, no diré que exclusivamente, en Vox.

¿Mis creencias cristianas deberían llevarme a comprender y aceptar a quienes profesan y defienden otros credos y otras ideas? Sí y no. Sí, en cuanto a amar y respetar a las personas, sean del credo o postura política que sea. Pero no todos los credos o posturas políticas son iguales. El mismo Jesús que nos mandó amar a nuestros enemigos tuvo palabras de tajante condena, por ejemplo, contra los fariseos, a los que tachó de “sepulcros blanqueados”.

Y hay en el panorama político español una ideología y una praxis que se camuflan bajo otros nombres, y es el comunismo puro y duro que, como ha ocurrido a lo largo de toda su historia, ha enriquecido a sus líderes y empobrecido, cuando no matado, a las masas de obreros y campesinos. ¿Por qué se hacen llamar Podemos, Sumar, Más Madrid? ¿A quiénes quieren engañar? A los que desean ser engañados.

Un tema recurrente en la pasada campaña es la mentira, de la que se han acusado unos líderes a otros. Pero mientras que las mentiras del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE están sobradamente documentadas, yo no he encontrado semejantes faltas a la verdad en los políticos de Vox.

Pero la principal razón por la que voy a dar mi voto a Vox, como ya he dicho en mi anterior blog Incógnitas electorales, es su programa. Y me consta que los candidatos de Vox están dispuestos a defenderlo y llevarlo a la práctica, obligando al PP de Feijóo a cumplir sus compromisos electorales.

 

 

 

 

 

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