27 de febrero de 2022

De pronto, la guerra

Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Y, de pronto, la guerra a las puertas de Europa.

Nací en el año 1939, concluido el conflicto bélico que enfrentó a españoles contra españoles, a hermanos contra hermanos. Los ecos de la Segunda Guerra Mundial, que acabó el 8 de mayo de 1945, no alteraron mi infancia feliz. Y los múltiples enfrentamientos armados que se han sucedido a lo largo de mi vida adulta tenían lugar en territorios lejanos, algunos de los cuales ni siquiera era capaz de situar en el mapa.

Y, de pronto, en la madrugada del 25 de febrero de 2022, nos despierta del sueño de la paz el fantasma de la guerra a las puertas de Europa.

Cuando empezábamos a vislumbrar el final de la pandemia, el virus latente y mutante de una invasión con tropas de soldados, helicópteros y tanques penetra en Ucrania, país fronterizo al este de Europa.

Las imágenes en directo de explosiones, bombardeos e incendios, y de la población civil buscando refugio en sótanos y estaciones del metro, o tratando de escapar para quedar atrapada en largas caravanas de coches, nos impactan con la cercanía en el tiempo y en el espacio, cuando creíamos vivir en un mundo asegurado de prosperidad, paz y libertad.

Me desbordan las motivaciones geoestratégicas del invasor Putin y el alcance de las sanciones económicas de los gobiernos de la Unión Europea y de los Estados Unidos. Hay quienes sostienen que tales sanciones no son suficientes para detener a Putin en su afán expansionista. ¿Qué quieren? ¿Qué las fuerzas de la OTAN respondan con fuego real al ataque del ejército ruso? Eso sí que desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.

No quiero entrar en tales argumentos. Me pongo en el lugar de los ucranianos de a pie, que no podrán ir al trabajo, ni a la compra, ni los niños al colegio. La vida cotidiana colapsada. El desabastecimiento. El miedo. La muerte.

¿Qué saben ellos de los delirios de un autócrata que añora el mapa de la antigua Unión Soviética? Al que no le importan los sufrimientos del pueblo de Ucrania, ni tampoco los de su propio pueblo.

En una viñeta del genial humorista gráfico J. M. Nieto, la abuela de Putin le interpela: “Pareces bobo, Vladimir Vladimirovich. ¿Para qué quieres tanto territorio, si luego no sabes qué hacer con él?”

Lo que sí sabe es prohibir cualquier protesta de la población, como se ha dado en el mismo Moscú y en otras ciudades, y ordenar a la policía que detenga a los manifestantes.

No creamos que la libertad, la democracia y la paz son bienes asegurados en nuestros países de Occidente. En cualquier momento, el chispazo fatal de la guerra puede alcanzarnos.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario