14 de febrero de 2022

Unas elecciones superfluas

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Ayer, 13 de febrero de 2022, ha sido la primera vez que no he votado en unas elecciones, sean municipales, autonómicas o generales, desde que estas existen en España. ¿Por desencanto con el sistema de votación en nuestra democracia representativa? Sería una buena razón. Y más, en este caso, habida cuenta de que en numerosas ocasiones, tanto en mis artículos como en otros escritos publicados, incluidas algunas entradas de este blog, he abogado por la supresión de las comunidades autónomas.

Pero la causa de no haber participado en los comicios de ayer ha sido menos ideológica y más relacionada con mi salud: estoy sufriendo desde hace un par de semanas unos agudos vértigos, sobre todo al levantarme de la cama por la mañana. Y como me han pillado en Madrid, no me he atrevido a trasladarme a El Espinar, localidad castellana en la que estoy empadronado desde mi jubilación. Me dirán que podía haber votado por correo. Ciertamente. Pero esperé que los mareos se pasaran y poder ir a votar. Así que lo que se pasó fue el plazo para la votación por correo.

He seguido con interés la campaña electoral y los resultados de los votos. Después de 35 años en el gobierno de Castilla y León, el Partido Popular ha vuelto a conseguir la mayoría suficiente para gobernar nuestra comunidad autónoma. Ha ganado las elecciones, lo que no hizo en 2019, cuando la victoria fue del PSOE, pero insuficiente para que el candidato socialista formara gobierno, pues la alianza del PP y Ciudadanos permitió al popular Alfonso Fernández Mañueco alzarse con la presidencia. Los 31 escaños conseguidos ayer por el candidato del PP hacen inviable que el socialista Luis Tudanca con sus 28 procuradores logre formar gobierno, aunque sumara los votos de todas las fuerzas parlamentarias excluidos los de Vox, que ha sido el gran vencedor de estas elecciones pasando de 1 escaño en 2019 a 13 escaños. Por pura aritmética, sin estos votos, el candidato socialista no podría alcanzar la mayoría absoluta, que está en 41 escaños, aunque sumara el de Unidas Podemos, el de Francisco Egea de Cs, y los de las formaciones locales, los 3 de UPL, los 3 de Soria Ya y el de Por Ávila. Además está por ver si estas decidieran uncirse al carro del PSOE.

Tampoco está claro que el PP acepte las condiciones de Vox que, según declaraciones de Santiago Abascal, exigiría para entrar en el gobierno popular que su candidato Juan García-Gallardo fuera vicepresidente.

Al margen de las cábalas sobre lo que puedan deparar las negociaciones entre los partidos participantes en las elecciones castellano-leonesas, se me ocurren tres observaciones sobre las mismas.

La primera es una pregunta: ¿No hay en el PP una sola mente lúcida que considerara descabelladas y sin base real las previsiones de lograr en solitario la mayoría absoluta?

La segunda también puede formularse como interrogación: ¿Son tantas y tan profundas las diferencias entre PP y Vox para que sus líderes Pablo Casado y Santiago Abascal se lancen a la yugular un día sí y otro también? ¿No estamos más bien ante una confrontación de egos y ante una enemistad personal, que quizá arrancó en el furibundo ataque de Casado a Abascal en la moción de censura de Vox contra el PSOE el 21 de octubre de 2020?

La tercera me ratifica en mi rechazo a las comunidades autónomas. Por si no fuera suficiente razón el dispendio económico que supone mantener en España 17 entes autónomos con sus respectivos parlamentos y demás instituciones regionales, las elecciones de ayer han vuelto a demostrar que en ellas se vota en clave nacional a unos partidos cuyas siglas acaparan el interés de los votantes, que en su mayoría desconocen a quienes aparecen en las papeletas, salvo al que encabeza la lista. No se tienen en cuenta las soluciones que los representantes de los distintos partidos ofrecen a los problemas de la comunidad. Para atender a los problemas de alcance local ya están las corporaciones municipales que los conocen de cerca.

¿Que defendiendo la eliminación de las comunidades autónomas me coloco fuera de la Constitución Española? Creo que Vox también aboga por esta medida. Pero es que más de un padre constituyente ha confesado haberse arrepentido de incluir en el articulado de la Constitución los amplios poderes de unas entidades autonómicas que, entre otros males, han dado auge a los nacionalistas, separatistas e independentistas que, estos sí, luchan denodadamente por la destrucción de España.

 

 

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