Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Desde
aquella primera gira que realizó por España en noviembre de 2005 el coro de
niños que sería el germen de Aba Taano, no han cesado de producirse los
milagros que han hecho posible el concierto que se ha celebrado en la basílica
parroquia de la Virgen Milagrosa de Madrid el pasado 30 de julio.
Elisabeth
Michot, presidenta de “Música para salvar vidas”, nos da cuenta en la
presentación del acto de las dificultades que ha tenido que superar para sacar
de Uganda y traer a España a “sus chicos”, como ella los llama, de Aba Taano.
Si ya resulta problemático desplazarte a algún país de Europa en estos tiempos
de pandemia, obtener los certificados de vacunación y los visados de estos
músicos residentes en Uganda, país que no cuenta con embajada española, ha sido
una hazaña verdaderamente milagrosa.
Antes
de comenzar el concierto, entro en la sacristía de la parroquia y abrazo a
Elisabeth y a mis queridos amigos Derrick, Kimeze, Kamoga, Nabbaale y Mayanja.
Me emociona que se acuerden de mí después de más de un año en que el único
contacto con ellos ha sido a través de sus discos y de un cuadernillo, Los chicos de Ganda, en el que Elisabeth
cuenta los orígenes del orfanato Kireka de “Música para salvar vidas” y que ya
va por la segunda edición. Conozco en ese momento al párroco Juanjo de la
iglesia de la Milagrosa, que tanto ha hecho por Aba Taano y al que hoy despiden
los fieles por haber sido destinado a Sevilla.
Estamos
sentados mi mujer y yo en el segundo banco de la iglesia de la Milagrosa. En lo
alto del retablo se halla la imagen de la Virgen de cuyas manos salen rayos.
Rayos que llegan a los componentes de Aba Taano, que ya están delante del altar, y a quienes llenamos el aforo permitido del templo.
Comienza
la actuación del conjunto con un agudo de Kimeze que resuena, iba a decir que
casi retumba, en el sagrado recinto.
Se
suceden los góspel y los cantos étnicos, al ritmo de los movimientos
acompasados de estos cantantes que a la vez bailan. Las voces altas se elevan
al cielo en plegaria y las bajas forman el sustrato de la tierra nutricia.
Los
asistentes, emocionados y enardecidos, no cesamos en nuestros aplausos entre
cántico y cántico.
Unos
jóvenes del público que están de pie en un lateral bailan al compás de los
músicos.
Distingo
una maravillosa versión del Amazing Grace,
que suele atribuirse a Elvis Presley, pero es mucho más antigua y que yo he escuchado sobre todo a Mahalia Jackson. Gracia
sorprendente y asombrosa que se desprende de todas las canciones de nuestro
grupo, que al final nos regalan con un toque de humor y piezas latinas tan
conocidas como Guantanamera y La wamba.
Pienso
en las horas de ensayo que han necesitado las coreografías y la conjunción de
las voces de los cantantes bailarines. Otro milagro. Sin que les afecte el
cansancio de los traslados. Vienen de actuar el 29 de julio en la iglesia
Andrea Mari de Ondarroa (Guipuzcoa), el 31 de julio lo harán en Santa María de
Axpe, Busturia, el 2 de agosto en la iglesia de San Bartolomé, en Fompedraza (Valladolid), el 6 de agosto en Nuestra Señora del Manto en Riaza (Segovia) y el 7
de agosto en la iglesia de San Miguel en Ayllón (Segovia).
Si
de algo vale mi recomendación, y tienen oportunidad de asistir a alguno de
estos conciertos, no dejen de hacerlo, no se arrepentirán.
Con
su aportación económica estarán colaborando a que otros niños huérfanos de
Uganda superen las tremendas dificultades de todo tipo a las que se enfrentan y
logren labrarse un futuro. Tal vez emulen un día los éxitos internacionales,
los milagros de Aba Taano.
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