9 de mayo de 2021

Elecciones del 4-M

 Las palabras y la vida  

Alberto Martín Baró

En la entrada anterior de este blog he comenzado a hablar de Madrid en mi vida y me he remontado a mi ascendencia materna.

Las elecciones regionales celebradas el pasado 4 de mayo me impulsan a interrumpir el relato cronológico de lo que ha significado Madrid en mi vida para comentar lo que tales comicios aportan a mi postura sobre la política y los políticos.

Vaya por delante que, al estar empadronado en El Espinar, pueblo de la provincia de Segovia que, por tanto, pertenece a la Comunidad de Castilla y León, no me correspondía votar en las elecciones del 4-M.

Pero al haber transcurrido la mayor parte de mi vida en Madrid, donde actualmente paso temporadas alternando con estancias en El Espinar, todo lo que tiene que ver con la capital de España me afecta e interesa.

En la entrada de este blog del 18 de marzo, titulada ¡Fuera políticos!, abogaba por la retirada de los políticos a sus casas o anteriores trabajos, si es que han ejercido alguno fuera de la actividad en el partido al que pertenecen, y defendía un gobierno de tecnócratas.

Estas elecciones autonómicas me han confirmado en semejante rechazo de una democracia representativa, en la que la legítima diversidad de ideas y proyectos políticos es sustituida por un enfrentamiento carente de argumentos y plagado de descalificaciones e insultos, cuando no de ataques violentos a los adversarios convertidos en enemigos, entre los defensores de unos partidos políticos más preocupados por sus intereses que por el bien común de los ciudadanos.

Los ciudadanos madrileños han dado una victoria aplastante a Isabel Díaz Ayuso, actual presidenta en funciones y miembro del Partido Popular, y han relegado a la tercera posición en el Parlamento autonómico al Partido Socialista, representado por Ángel Gabilondo, quien en las elecciones de 2019 había superado en votos y escaños a Díaz Ayuso, pero que no logró gobernar al ser superado por la coalición que configuró la alianza de PP y Ciudadanos.

¿Quiere decir esto que Ayuso cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo de Madrid para gobernar sin contar con la oposición y sin ningún tipo de cortapisas? Esto podría ser así dadas la aritmética parlamentaria y la formación de mayorías que, no lo olvidemos, son cambiantes.

A mi juicio, los ciudadanos madrileños han votado, sí, mayoritariamente a Ayuso –más a su persona que al partido de Pablo Casado–, pero en mi opinión su voto ha sido más en contra de la gestión, o más bien la falta de gestión, del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que a favor de Ayuso y del PP.

Escribía Aristóteles en su Política, III, 10, que “En muchas cosas juzga mejor el pueblo que un individuo, quienquiera que sea. Además, la multitud es más incorruptible […] y si un individuo se deja dominar por la ira o por otra pasión semejante, necesariamente se corrompe su juicio; en cambio, es difícil que todos juntos se inflamen en cólera o que pequen”.

Tengan muy en cuenta los líderes políticos que el apoyo que reciben en un momento dado del pueblo soberano puede cambiar si sus hechos no responden a la búsqueda del bien común de las mayorías que los han votado.

Dicho esto, yo también habría votado con la mayoría de los madrileños contra el gobierno de Sánchez y de Iglesias, que se han implicado directamente en la campaña, más Iglesias que Sánchez, pero este también hasta que las encuestas internas, no las que publica Tezanos en el CIS, ya apuntaban al descalabro del PSOE y, por consiguiente, a la derrota de su enfrentamiento personal con Ayuso.

Termino esta entrada con unas preguntas que trataré de responder en un próximo escrito y matizar así mi anterior postura de ¡Fuera políticos! ¿Puede ser la política una profesión y un trabajo? ¿Tienen los políticos y los partidos en los que militan un puesto y una función en el gobierno de tecnócratas que yo propugno?

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