Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
En la entrada anterior de
este blog he comenzado a hablar de Madrid
en mi vida y me he remontado a mi ascendencia
materna.
Las elecciones regionales
celebradas el pasado 4 de mayo me impulsan a interrumpir el relato cronológico
de lo que ha significado Madrid en mi vida para comentar lo que tales comicios
aportan a mi postura sobre la política y los políticos.
Vaya por delante que, al
estar empadronado en El Espinar, pueblo de la provincia de Segovia que, por
tanto, pertenece a la Comunidad de Castilla y León, no me correspondía votar en
las elecciones del 4-M.
Pero al haber transcurrido la
mayor parte de mi vida en Madrid, donde actualmente paso temporadas alternando
con estancias en El Espinar, todo lo que tiene que ver con la capital de España
me afecta e interesa.
En la entrada de este blog
del 18 de marzo, titulada ¡Fuera
políticos!, abogaba por la retirada de los políticos a sus casas o
anteriores trabajos, si es que han ejercido alguno fuera de la actividad en el
partido al que pertenecen, y defendía un gobierno de tecnócratas.
Estas elecciones autonómicas
me han confirmado en semejante rechazo de una democracia representativa, en la
que la legítima diversidad de ideas y proyectos políticos es sustituida por un
enfrentamiento carente de argumentos y plagado de descalificaciones e insultos,
cuando no de ataques violentos a los adversarios convertidos en enemigos, entre
los defensores de unos partidos políticos más preocupados por sus intereses que
por el bien común de los ciudadanos.
Los ciudadanos madrileños han
dado una victoria aplastante a Isabel Díaz Ayuso, actual presidenta en
funciones y miembro del Partido Popular, y han relegado a la tercera posición
en el Parlamento autonómico al Partido Socialista, representado por Ángel
Gabilondo, quien en las elecciones de 2019 había superado en votos y escaños a
Díaz Ayuso, pero que no logró gobernar al ser superado por la coalición que
configuró la alianza de PP y Ciudadanos.
¿Quiere decir esto que Ayuso
cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo de Madrid para gobernar sin contar
con la oposición y sin ningún tipo de cortapisas? Esto podría ser así dadas la
aritmética parlamentaria y la formación de mayorías que, no lo olvidemos, son
cambiantes.
A mi juicio, los ciudadanos
madrileños han votado, sí, mayoritariamente a Ayuso –más a su persona que al
partido de Pablo Casado–, pero en mi opinión su voto ha sido más en contra de
la gestión, o más bien la falta de gestión, del gobierno de Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias que a favor de Ayuso y del PP.
Escribía Aristóteles en su Política, III, 10, que “En muchas cosas
juzga mejor el pueblo que un individuo, quienquiera que sea. Además, la
multitud es más incorruptible […] y si un individuo se deja dominar por la ira
o por otra pasión semejante, necesariamente se corrompe su juicio; en cambio,
es difícil que todos juntos se inflamen en cólera o que pequen”.
Tengan muy en cuenta los
líderes políticos que el apoyo que reciben en un momento dado del pueblo soberano
puede cambiar si sus hechos no responden a la búsqueda del bien común de las
mayorías que los han votado.
Dicho esto, yo también habría
votado con la mayoría de los madrileños contra el gobierno de Sánchez y de
Iglesias, que se han implicado directamente en la campaña, más Iglesias que
Sánchez, pero este también hasta que las encuestas internas, no las que publica
Tezanos en el CIS, ya apuntaban al descalabro del PSOE y, por consiguiente, a
la derrota de su enfrentamiento personal con Ayuso.
Termino esta entrada con unas
preguntas que trataré de responder en un próximo escrito y matizar así mi
anterior postura de ¡Fuera políticos!
¿Puede ser la política una profesión y un trabajo? ¿Tienen los políticos y los
partidos en los que militan un puesto y una función en el gobierno de
tecnócratas que yo propugno?
No hay comentarios:
Publicar un comentario