9 de diciembre de 2019

Pedro Sánchez no miente


Las palabras y la vida
Pedro Sánchez no miente
Alberto Martín Baró
En no pocos medios de comunicación y por no pocos comentaristas se ha calificado a Pedro Sánchez de “mentiroso compulsivo”. No me parece a mí que el presidente del Gobierno en funciones lo sea.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) da la siguiente definición de “mentir” en una primera acepción: “intr. Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa”.
El doctor plagiario Sánchez ha dicho o manifestado, un día sí y otro también, lo contrario de lo que había dicho o manifestado unas horas o minutos antes, incluso a veces en una misma declaración. Pero a eso no se le puede llamar mentir. Se le puede llamar contradicción o falta de coherencia. De contradicciones o faltas de coherencia está plagada la trayectoria política de Pedro Sánchez.
Así, después de la moción de censura contra Mariano Rajoy, afirmó solemnemente que en Alemania un ministro que hubiera plagiado demitía de su cargo. Mas cuando se demostró que su tesis de doctorado estaba llena de plagios, se olvidó de aquella solemne afirmación y no se le pasó por las mientes dimitir.
Su ya famoso insomnio, y el del 95 % de los españoles, si aceptaba un gobierno de coalición con Unidas Podemos antes de las elecciones del 10 de noviembre, desapareció como por ensalmo en la misma noche electoral cuando se abrazó a Pablo Iglesias para cerrar con él un preacuerdo, que, no obstante, sigue sin darle los apoyos suficientes para afrontar con éxito una nueva investidura.
El miércoles 24 de abril de 2019 había manifestado: “No quiero que descanse la estabilidad ni la gobernabilidad de este país (se refiere a España, la misma que desapareció de su eslogan electoral) en manos de las fuerzas independentistas”. Será que ERC, a cuyo principal líder el Tribunal Supremo ha condenado por sedición y cuyos votos, o al menos su abstención, busca ahora con denuedo para ser investido, aunque sea sin mayoría absoluta en una segunda vuelta, es un partido claramente constitucionalista.
Entre mis convicciones y las exigencias que pretendía imponerme el señor Iglesias, yo he preferido sin duda alguna optar por mis convicciones, que son primero defender el interés general y proteger el bien común que es España”. Esta contestación de Sánchez a Pedro Piqueras en una entrevista emitida por Telecinco el 25 de julio de 2019 completa el retrato de un político que se jacta de optar por sus convicciones, que son, según él mismo, “defender el interés general y proteger el bien común que es España”.
Ahí reside el principal problema de Pedro Sánchez y la más grave objeción que puede hacerse a la imagen que él pretende dar de estadista.
¿Alguien que conozca al actual presidente en funciones puede expresar con certeza cuáles son sus principios o convicciones, aparte del tópico de “defender el interés general y proteger el bien común que es España”? ¿Qué sabe, qué cree, qué piensa Pedro Sánchez? Por eso he dicho al comienzo de este artículo que no me parece que Sánchez mienta, porque no dice o manifiesta lo contrario de lo que sabe, cree o piensa, en lo que consiste el hecho de mentir según la definición del DRAE. Falta en Sánchez la premisa de la mentira: lo que se sabe, cree o piensa.
Quizá su mujer o algún amigo íntimo tengan conocimiento de lo que Pedro Sánchez sabe, cree o piensa. Pero yo y el resto de los españoles que no pertenecemos al estrecho círculo de familiares o amistades de Sánchez nos veríamos en un serio apuro si tuviéramos que responder a la pregunta de qué piensa nuestro aún presidente en funciones sobre cualquier persona o asunto.
Después de tachar al aún presidente de la Generalitat de racista y supremacista, no tuvo ningún reparo en sentarse con él en el Palacio de Pedralbes para negociar la autodeterminación de Cataluña con mediadores internacionales y otros muchos acuerdos.
¿Qué piensa realmente Sánchez en su fuero interno de los líderes de otros partidos o del mismo PSOE? ¿Cuál es su idea, si es que tiene alguna, de España? ¿Una “nación de naciones”? Y eso ¿cómo se come? Atenta contra las más elementales leyes de la lógica que el continente sea igual que el contenido. Una nación puede contener regiones, provincias, comunidades autónomas, pero no otras naciones.
Insisto, para sostener que Pedro Sánchez es un mentiroso, compulsivo o no, habría que conocer lo que realmente piensa.
La lumbrera de su vicepresidenta en funciones Carmen Calvo llegó a defender a Pedro Sánchez negando unas declaraciones que el presidente del Gobierno hizo en mayo sobre el delito de rebelión en Cataluña: "El presidente nunca ha dicho que ha visto un delito de rebelión en Cataluña". A saber, eso lo había afirmado como la persona particular Pedro Sánchez antes de ser presidente.
Al final, quizá cuadre al doctor Sánchez aquella afirmación que se atribuye a Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.
Acabáramos.

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