12 de febrero de 2018

Julia Sáez-Angulo

Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
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Cuánto ha leído esta mujer. Cuánto ha escrito. Cuánto ha viajado. En suma, cuánto ha vivido Julia Sáez-Angulo.
No hace falta haber consultado su biografía en Internet para llegar a estas conclusiones. Ni saber que estudió Periodismo y Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y que trabajó en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Cultura. Me basta con haber leído su último libro, Cuentos dedicados, después de asistir a la presentación del mismo en la Casa de Galicia de Madrid, en la que intervinieron el editor de EspacioCultura, responsable de la publicación, José Luis Pardo Caeiro, el abogado y escritor Rogelio Sánchez Molero y el director de la Casa de Galicia José Ramón Ónega.
Las presentaciones de libros son unas ceremonias en las que los autores y los editores dan el pistoletazo de salida a la carrera promocional y publicitaria de una obra que se trata de hacer llegar a los lectores y venderla. Parte obligada del acto es la firma de ejemplares del libro por el autor con la consiguiente dedicatoria. Y es una ocasión propicia para que el escritor reciba el aplauso de unos lectores que aún no han leído el libro. Con humor observó Julia, al hablarnos de Cuentos dedicados en la presentación, que aplaudimos al director de orquesta cuando sale al escenario, aunque todavía no hemos escuchado cómo suena bajo su dirección la música programada. Cuando hayamos leído el libro presentado, por lo general no tendremos la posibilidad de expresar a su autor cuánto hemos disfrutado con su lectura y de aplaudirle.
Yo he pasado unas horas muy gratas leyendo los relatos de Julia Sáez-Angulo y, al disponer de una tribuna de opinión en un periódico, puedo manifestarle mi agrado.
Predominan en el libro los cuentos breves, casi microrrelatos, que en la mayoría de los casos no superan las dos páginas. En esa corta extensión se presenta con tino a unos personajes, se desarrolla una historia y se llega a un desenlace, que no siempre tiene que encerrar una sorpresa y que puede quedar abierto. En palabras de la autora en su Introducción, “Historias de apariencia sencilla, pero con alguna carga de profundidad. Como la vida misma”.
Así aparecen personajes que existieron realmente, como la periodista Carmen de Burgos, “Colombine”, y su amado Ramón Gónez de la Serna, sí el de las greguerías; la coleccionista de arte Paula Florido y Toledo, esposa de José Lázaro Galdiano; o el músico armenio Djivan Gaparian. Otros son inventados por la autora, basándose o no en personas reales. También alternan los lugares y escenarios perfectamente localizables y descritos de mano maestra con otros ficticios, y los sucesos verídicos con otros imaginados.
Rogelio Sánchez Molero, en su brillante intervención, hizo notar que en Cuentos dedicados “aparecen la tristeza y la nostalgia, como en ‘La casa de la presa’ o en ‘Volver al Cáucaso’; está el amor en ‘El viejo profesor’ o ‘Giorgios el griego’; los celos en el titulado ‘La estudiante americana del Ateneo’; el humor en el divertido ‘Hay que votar a Ibarra’; la maldad en el sorprendente ‘Certificado de autenticidad’; o los valores humanos, como en el que cierra el libro, titulado ‘La abadesa de Fraumunster’”.
Coincido con Rogelio en su valoración de la pasión de Julia por el lenguaje, por la tradición literaria, por la pintura y la música, en suma por las bellas artes, que están presentes en bastantes de sus cuentos y cuyos entresijos, técnicas y vocabulario específico conoce a la perfección.
Julia Sáez-Angulo, decía yo al comienzo de mi artículo, ha leído, viajado y vivido mucho. Y tantas lecturas y viajes, tanta vida, dejan su huella en unos escritos donde resulta difícil deslindar la realidad de la fantasía.
En la citada Introducción a Cuentos dedicados, titulada “De cómo nace un relato”, la propia autora declara que su libro “quiere ser una recopilación de algunas historias que los amigos acercan al escritor de manera consciente o inconsciente. Después la imaginación las adorna o reforma al gusto de quien las firma, porque no se escribe para plasmar la historia real, sino la historia literaria”.
La tradición, oral y escrita, de la literatura española y universal está presente en los relatos de Julia Sáez-Angulo, pasada por el tamiz de su propia visión del mundo y del arte. Visión en la que prima la bondad que, como se puede leer en uno de los cuentos, “es la forma sublime de la inteligencia”. Julia, lo recordaba Rogelio en la presentación, es una mujer agradecida y buena.

Y nunca olvida Julia que el fin primordial de la creación literaria es entretener, deleitar, cautivar, divertir. Ella lo consigue en estos cuentos dedicados a sus numerosos amigos, entre los que tengo el honor de contarme. 

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