Las
palabras y la vida
Alberto Martín Baró
.
Cuánto ha leído esta
mujer. Cuánto ha escrito. Cuánto ha viajado. En suma, cuánto ha vivido Julia
Sáez-Angulo.
No hace falta haber
consultado su biografía en Internet para llegar a estas conclusiones. Ni saber
que estudió Periodismo y Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y que
trabajó en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Cultura. Me basta con haber
leído su último libro, Cuentos dedicados, después de asistir a la presentación
del mismo en la Casa de Galicia de Madrid, en la que intervinieron el editor de
EspacioCultura, responsable de la publicación, José Luis Pardo Caeiro, el
abogado y escritor Rogelio Sánchez Molero y el director de la Casa de Galicia
José Ramón Ónega.
Las presentaciones de
libros son unas ceremonias en las que los autores y los editores dan el
pistoletazo de salida a la carrera promocional y publicitaria de una obra que
se trata de hacer llegar a los lectores y venderla. Parte obligada del acto es
la firma de ejemplares del libro por el autor con la consiguiente dedicatoria.
Y es una ocasión propicia para que el escritor reciba el aplauso de unos
lectores que aún no han leído el libro. Con humor observó Julia, al hablarnos
de Cuentos dedicados en la presentación, que aplaudimos al director de
orquesta cuando sale al escenario, aunque todavía no hemos escuchado cómo suena
bajo su dirección la música programada. Cuando hayamos leído el libro
presentado, por lo general no tendremos la posibilidad de expresar a su autor
cuánto hemos disfrutado con su lectura y de aplaudirle.
Yo he pasado unas
horas muy gratas leyendo los relatos de Julia Sáez-Angulo y, al disponer de una
tribuna de opinión en un periódico, puedo manifestarle mi agrado.
Predominan en el libro
los cuentos breves, casi microrrelatos, que en la mayoría de los casos no
superan las dos páginas. En esa corta extensión se presenta con tino a unos
personajes, se desarrolla una historia y se llega a un desenlace, que no
siempre tiene que encerrar una sorpresa y que puede quedar abierto. En palabras
de la autora en su Introducción, “Historias de apariencia sencilla, pero con
alguna carga de profundidad. Como la vida misma”.
Así aparecen
personajes que existieron realmente, como la periodista Carmen de Burgos,
“Colombine”, y su amado Ramón Gónez de la Serna, sí el de las greguerías; la
coleccionista de arte Paula Florido y Toledo, esposa de José Lázaro Galdiano; o
el músico armenio Djivan Gaparian. Otros son inventados por la autora,
basándose o no en personas reales. También alternan los lugares y escenarios
perfectamente localizables y descritos de mano maestra con otros ficticios, y
los sucesos verídicos con otros imaginados.
Rogelio Sánchez
Molero, en su brillante intervención, hizo notar que en Cuentos dedicados “aparecen la tristeza y la nostalgia, como en ‘La casa de la presa’ o en
‘Volver al Cáucaso’; está el amor en ‘El viejo profesor’ o ‘Giorgios el
griego’; los celos en el titulado ‘La estudiante americana del Ateneo’; el
humor en el divertido ‘Hay que votar a Ibarra’; la maldad en el sorprendente
‘Certificado de autenticidad’; o los valores humanos, como en el que cierra el
libro, titulado ‘La abadesa de Fraumunster’”.
Coincido con Rogelio
en su valoración de la pasión de Julia por el lenguaje, por la tradición
literaria, por la pintura y la música, en suma por las bellas artes, que están
presentes en bastantes de sus cuentos y cuyos entresijos, técnicas y
vocabulario específico conoce a la perfección.
Julia Sáez-Angulo,
decía yo al comienzo de mi artículo, ha leído, viajado y vivido mucho. Y tantas
lecturas y viajes, tanta vida, dejan su huella en unos escritos donde resulta
difícil deslindar la realidad de la fantasía.
En la citada
Introducción a Cuentos dedicados, titulada “De cómo nace un relato”, la
propia autora declara que su libro “quiere ser una recopilación de algunas
historias que los amigos acercan al escritor de manera consciente o
inconsciente. Después la imaginación las adorna o reforma al gusto de quien las
firma, porque no se escribe para plasmar la historia real, sino la historia
literaria”.
La tradición, oral y
escrita, de la literatura española y universal está presente en los relatos de
Julia Sáez-Angulo, pasada por el tamiz de su propia visión del mundo y del
arte. Visión en la que prima la bondad que, como se puede leer en uno de los
cuentos, “es la forma sublime de la inteligencia”. Julia, lo recordaba Rogelio
en la presentación, es una mujer agradecida y buena.
Y nunca olvida Julia
que el fin primordial de la creación literaria es entretener, deleitar,
cautivar, divertir. Ella lo consigue en estos cuentos dedicados a sus numerosos
amigos, entre los que tengo el honor de contarme.
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