GABARRERÍAS
La tertulia tuvo lugar el día 3 de mayo de 2017. El invitado
y autor del texto, Emilio Miguel López Laorga, estuvo acompañado por el presentador
habitual y director de la tertulia “EL libro del mes” Alberto Martín Baró, y
además por Fernando Ortiz del Nuevo Mester de Juglaría y Juan Andrés Saiz
Garrido, autor del libro Los gabarreros
de El Espinar.
Alberto comenzó contando que ya hacía tiempo un grupo de
amigos venían recitando las coplas escritas por Emilio, pero que ahora con el
Mester la música para esa letra ya se ha hecho realidad. De Emilio, recordó que
su último libro Servicios a domicilio
ya contiene el mismo estilo que luego aparece en las coplas, pícaro sin
procacidad y con la gracia del pueblo. Se pregunta si efectivamente las coplas
de Emilio reflejan la vida de un gabarrero.
Para Juan Andrés, los gabarreros le arrancaron el sentimiento
de ser escritor; la literatura es magia, permite que se compartan emociones
desde lugares lejanos, reconoce que es un trabajo duro, pero no solo hay
lamentos, hay una apetencia por la belleza al estar rodeados de ella. Los
gabarreros cantan para enamorar; no solo se trata de un oficio, se trata de
toda una cultura.
A Fernando, Juan Andrés le cautiva porque es un creador, la
emoción es tan íntima que solo se transmite cuando el que crea se ha emocionado
antes. Las coplas de Emilio son a juicio de Fernando el fruto de un escritor
culto, que tiene sin embargo todo el jugo de la cultura popular, esta poesía
lleva fácilmente a la música, por eso ya han sacado la segunda edición del
disco.
Emilio nos dijo, ya conocéis su humildad, que él es solo un “juntaletras”,
en este caso le salieron estrofas. No tardó en hacerlas, pero sí en recomponerlas,
un profesor se lo pidió y lo hizo muy rápido. En un elenco lo recitaron y
narraron, entonces Juan Andrés se arrancó a cantar y Emilio comenzó a hacer
gestiones con el director de la banda, con Federico Ruyra, con Feliciano García
Sánchez, pero sería Ignacio Sanz quien le aconsejara que debía dárselo a
conocer a Fernando Ortiz del Nuevo Mester. Fernando dijo sí y también el
alcalde y la Diputación. Ocho meses han tardado en ponerlo en la calle.
Emilio cuidó mucho la métrica y la rima, y se siente muy
contento de que haya calado en el público.
Fernando recuerda el concierto celebrado en El Espinar como
uno de los más emotivos de su carrera, que ya se acercan a los 2000: reconoce
que “jugaban en casa”. Juan Andrés añade que el Mester es el único grupo de
folk que lleva 48 años haciendo esta música en España.
La copla, el romance, la rima asonante en los pares, es el
ritmo de nuestra lengua, hablamos en octosílabos, aunque haya en Gabarrerías también otros versos como
décimas y seguidillas.
El gabarrero protagonista iba perfeccionando cada vez más su
técnica, Emilio tiene mucho conocimiento de la métrica.
Juan Andrés reconoce al recorrido del disco la categoría de “bombazo”
en este mundo entre digital y analógico que nos toca. Fernando recuerda la
carátula de Los Comuneros, en los
antiguos vinilos, en la que intervinieron diferentes artistas.
Juan Andrés destaca en el Mester dos puntos:
1. La persistencia de sus componentes.
2. La voz que enamora, la de Llanos Monreal.
Ya en el coloquio, surge una pregunta: ¿De dónde ha sacado Emilio
las coplas?
Emilio nos cuenta que recorrió la Garganta marcando pinos y
allí se encontró con anécdotas como la de la yegua y la del que se hizo el
muerto, porque le querían casar con una prima y no le apetecía esa boda. Con
estas anécdotas compusieron “Lugares” en forma de romancillo.
Juan Andrés insiste en la cultura, más que en el oficio de
gabarrero, que llegaba hasta extremos como el de hacer uso de la orina y la
resina para curarse las heridas.
Los delitos de corta de leña se pagaban con la cárcel, sin
juicio, o bien les quitaban el hacha y la soga hasta que la multa estuviera
pagada. También hay un lenguaje propio de la zona del Guadarrama: lesna, tuero,
chaporro.
Pero no solo había leña, también se cultivaba cereal, por eso
hay molinos a lo largo del rio Moros.
La controvertida figura del guarda era necesaria ante unas
200 hachas que partían al monte cada mañana. Había de todo, debemos pasar de la
dicotomía guarda-malo, gabarrero-bueno. El guarda era también necesario.
Hoy, en el siglo XXI, el monte sigue siendo la razón y
fundamento de este pueblo, todos, gabarreros y guardas han hecho mucho bien.
En verano, los gabarreros no iban al pinar, los ganaderos
estaban en el ayuntamiento y decidían cerrar el monte para tener mano de obra.
¿Adónde iba la leña?
Desde 1888, año en el que llegó el ferrocarril a San Rafael y
La Estación de El Espinar, la leña iba para las calefacciones de Madrid y
también a la fábrica de Cristal de La Granja. En el pueblo había autoconsumo.
Algunos en la tertulia se quejaron de que ahora el monte no
está limpio, aunque según los entendidos las condiciones establecen que las
empresas que cortan pinos deben destruir las copas. Los ecologistas lo
interpretan a su manera.
Emilio dice con mucha gracia que ya no te dejan “ni hacer una
foto a los acebos”.
Yo añado las gracias a Emilio por el libro y por el disco (a
él y al Mester) y pienso en lo emotivo que fue ver llorar a mujeres de
gabarreros en el auditorio el día del estreno.
Alberto recuerda que la próxima tertulia será el día 7 de
junio a las 7 horas. La autora: Celestina Santos Duque. Los libros de los que
trataremos son Paseando por la vida,
una novela con referencias a El Espinar y San Rafael, y el reciente Sammasati, una colección de cuentos y pensamientos
de distintos autores y procedencias recopilados por la autora y que, como a
ella la han ayudado a llevar una vida más rica y profunda, quiere compartir con
los lectores.
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