7 de diciembre de 2025

Vladimir Putin, la maldad personificada

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No soy ningún experto en el intrincado mundo de la política tanto interior como exterior de la Federación de Rusia.

Pero, al proponerme en este blog escribir una contundente condena moral del dictador ruso Vladimir Putin, han pesado en mi decisión de hacerlo las últimas actuaciones del presidente de Rusia.

Desde que el 22 de febrero de 2022 Putin ordenó invadir Ucrania en la por él denominada “operación militar especial”, se han sucedido los crímenes de guerra que por lo demás son propios de todo conflicto bélico. Pero en el caso de la ya conocida como guerra de Ucrania, el 17 de marzo de 2023 la Corte Penal Internacional dictó una orden de detención contra Vladimir Putin, acusándolo de crímenes de guerra.

Pero más que esta sanción de la Corte Penal Internacional, ha pesado en mi repulsa al líder ruso, hasta el punto de ver encarnada en él “la maldad personificada”, su imagen sonriente de satisfacción en la conducta reprobable a mi juicio.

Se le ve sonriente y satisfecho de haber hecho esperar cuatro horas a la delegación negociadora estadounidense de paz. ¿Estaría Putin en Moscú o en alguna otra de sus residencias conocidas o desconocidas?

Este antiguo agente de la KGB, no contento con haberse anexionado Crimea en 2014, ante la pasividad internacional, ejerce en el interior de Rusia una cruel represión de toda disidencia, denuncia o menoscabo de las libertades, con encarcelamiento o sospechoso suicidio de los protagonistas de tales denuncias.

Pero lo que ha colmado el vaso de mi repulsa a la persona y la conducta de Vladimir Putin es el traslado forzoso a Rusia de miles de niños ucranianos para ser transformados en ciudadanos rusos, o ser objeto de canje por otros prisioneros hechos por Ucrania.

Ante todo esto, me causa verdadera repulsión el rostro de un Putin relamido y sonriente, con la cortinilla de sus cuatro pelos, gozándose en su poderosa maldad.

Ya está pensando en invadir países bálticos como Estonia, Letonia y Lituania.

¿En el tablero de la política internacional se pregunta alguna vez a los ciudadanos de los países ocupados y anexionados si quieren formar parte de las nuevas federaciones?

 

         

 

 

 

 

 

 

 

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