Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
No pensaba ocuparme de política en el blog de este domingo 2 de junio, pero la aprobación de la Ley de Amnistía en el Congreso el pasado día 30 de mayo ha significado tal varapalo para la democracia en España, que ya estaba bajo mínimos, que no puedo por menos de certificar la agonía de las instituciones democráticas españolas.
Llevamos años asistiendo incólumes al deterioro progresivo de la democracia representativa en nuestro país. Este deterioro alcanzó bajo la presidencia de Rodríguez-Zapatero cotas antes inimaginables con su blanqueamiento de ETA, su aceptación de los nacionalismos y separatismos catalanes y vascos, y sus avances hacia la instauración en España de una república plurinacional.
Con la llegada al poder de Pedro Sánchez, que a día de hoy aún no ha ganado unas elecciones, hemos asistido a una progresiva toma de las instituciones del Estado democrático al servicio, no ya de una España republicana y plurinacional al estilo de Zapatero, sino de la permanencia en el poder de un personaje sin ideología ni programa alguno de gobierno.
Dependiendo del día y hasta de la hora del día, Pedro Sánchez ha sido, y sigue siendo, capaz de sostener una cosa y su contraria, sin que se le altere un solo músculo de su pétrea cara. De rechazar tajantemente la amnistía antes de las elecciones del 23-J a imponerla por una exigua mayoría de votos en el Congreso el 30-M. A favor de la amnistía han votado los diputados del PSOE sin una sola abstención ni un solo voto en contra –ni siquiera los votos de los nueve diputados por Castilla-La Mancha, a pesar de las críticas de su jefe García-Page a esta ley– y, lo que es más aberrante, todos los representantes en el Parlamento español de los que quieren abandonar y destruir España.
Las muestras de alegría y satisfacción de los representantes de unos partidos, que deberían estar prohibidos en España por su rechazo a la Constitución y a todo lo español, son la prueba más irrefutable de la naturaleza espuria de esta Ley de Amnistía.
¿Y la oposición, qué hace la oposición en semejante tesitura? Pues votar en contra de la amnistía, sí, pero peleándose entre ellos los partidos que rechazan esta ley, a pesar de que gobiernan juntos en varias comunidades autónomas y en numerosos ayuntamientos.
Un PSOE inexistente, fagocitado por el “puto amo”, a quien sólo le interesa su permanencia en la Moncloa; un PP y un Vox divididos; unos socios del Gobierno “frankenstein” que disienten en algunos aspectos de sus socios socialistas, pero no se van del Gobierno –¿adónde iban a ir?–; los etarras, los nacionalistas y los independentistas barriendo para su casa utópica; una fiscalía dependiente del Gobierno; un Tribunal Constitucional a las órdenes de quien está dispuesto a mancharse la toga en el barro de Pedro Sánchez; y unos ciudadanos que llenan las terrazas, los bares y las playas, que aprovechan cualquier fin de semana o puente para viajar y hacer turismo, ajenos a una política que les importa una higa, ¿qué nos queda para defender la democracia y la Constitución?
Pues tan sólo algunos jueces, magistrados y fiscales, y algunas organizaciones de la sociedad civil.
Mientras tanto, la democracia española agoniza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario