19 de marzo de 2023

¿Se acabó la pandemia?

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

No sabría decir con exactitud cuándo el Gobierno y los medios de comunicación han dejado de informar sobre el estado de la pandemia causada por la covid-19. Pero es un hecho innegable que ya no se nos informa sobre el número de contagios, de fallecimientos, de ingresos en hospitales y en la UCI, causados por el coronavirus en cualquiera de sus variantes. ¿Significa esto que ya podemos dar por superada la pandemia? Pero, si es así, ¿por qué se nos sigue exigiendo el uso de la mascarilla en los centros de salud, en los hospitales y en las clínicas, y, lo que es inexplicable, en las farmacias?

Yo, por si acaso, llevo una o dos mascarillas en los bolsillos de las prendas que suelo usar, para echar mano de ellas si tengo que entrar en alguno de los establecimientos mencionados.

Cuando el uso de la mascarilla dejó recientemente de ser obligatorio en los transportes públicos, ¿dieron las autoridades sanitarias alguna razón de esta no obligatoriedad?

Me barrunto que la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a la que no hace tanto tiempo veíamos con frecuencia en la televisión dando datos sobre la evolución de la covid-19, esté ahora más volcada en promocionar su candidatura a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Pero ¿no hay ningún cargo del Ministerio de Sanidad, ningún experto, que pueda informarnos en la televisión o en otros medios de comunicación sobre el estado de la pandemia? ¿O, definitivamente, debemos dar por vencidos el coronavirus y sus mortíferos efectos? ¿O, como ocurrió en lo más álgido de la covid-19, será que los expertos de los que se jactaban Pedro Sánchez o sus voceros no existen ahora como no existieron entonces?

Observo que, mientras aún hay personas que llevan mascarilla por la calle, casi nadie hace uso del gel hidroalcohólico que hay en la entrada del supermercado y de otros establecimientos, por supuesto de los centros sanitarios, y del que nos decían que era eficaz para eliminar la capa proteínica que recubre y protege al coronavirus.

En nuestra sociedad hiperinformada sólo existe aquello de lo que informan los medios de masas. Y el Gobierno de Pedro Sánchez, que se fijó la transparencia entre sus principales propósitos al emprender la actual legislatura, es uno de los más opacos de toda la historia de la democracia española.

Y, junto a la opacidad, se observa el despliegue interesado y falsario de la propaganda, del relato que camufla y adultera la realidad. Cuando al Gobierno le interesa que deje de hablarse de algún asunto comprometido para su cada vez más dudosa rectitud o competencia, como las funestas consecuencias de la ley del sólo sí es sí, o el caso del Tito Berni, lanza a sus corifeos a propalar otra especie, si es posible contra la oposición. No hay mejor defensa que un ataque. En esta táctica, las sesiones parlamentarias de control al Gobierno se han convertido en control al Partido Popular, a Vox o a Ciudadanos, incluso a Podemos, aunque esté dentro del Gobierno de coalición, si a Pedro Sánchez y al PSOE les conviene cargar contra su aliado de conveniencia.

¿Responderá a una táctica de ocultación la falta de información sobre la pandemia, que hace pensar a muchos que la covid-19 es cosa del pasado? Porque aquello de lo que no se informa no existe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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