12 de marzo de 2023

La tilde diacrítica

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Supongo que a una gran mayoría de la población, preocupada por el incremento de los precios de alimentos básicos, de la factura del consumo eléctrico y de los carburantes, la polémica suscitada en la docta casa de la Real Academia Española (RAE) por el uso de la tilde en el adverbio sólo, la habrá dejado indiferente, si es que ha llegado a enterarse.

Creo que fue hace trece años cuando la RAE prescribió suprimir la tilde de sólo cuando equivale a solamente, argumentando que ya el contexto permite al lector deducir si solo es adverbio o adjetivo. Si escribo “Yo solo paseo, no corro”, está claro que solo es solamente, solamente paseo, me limito a pasear.

Pero hay muchos casos en los que por el contexto no se puede saber si solo es adverbio o adjetivo. En la frase “Yo paseo solo”, sin más precisiones, puedo querer decir que paseo sin compañía, o que paseo solamente, sin llegar a correr.

Los defensores del uso de la tilde, llamada diacrítica, es decir, diferenciadora, se basaban, y se basan, en la ambigüedad que pueden suscitar ejemplos como el anterior, o este otro: si alguien pide un café solo –sin tilde–, puede estar pidiendo un café sin leche, o que solo quiere un café y nada más.

En el pleno de los académicos celebrado al pasado jueves 9 de marzo, se llegó al acuerdo de dejar en libertad al usuario en el uso de la tilde de solo cuando equivale a solamente.

Los escritores, al frente de los cuales se situaba Arturo Pérez-Reverte, eran y son partidarios de tildar sólo cuando significa solamente, mientras que los lexicógrafos en general se decantaban por la supresión de dicha tilde.

Yo he defendido, y defiendo, el uso de la tilde en sólo cuando significa solamente, por el riesgo de ambigüedad que su supresión implica, como queda claro en los ejemplos “Paseo solo” y “Un café solo” que antes he utilizado. El contexto no siempre es suficiente para apreciar si solo es adverbio o adjetivo.

Respecto a la tilde en las palabras este, esta, ese, esa, aquel, aquella, cuando son pronombres, para diferenciarlas de los correspondientes adjetivos, opino que su uso tiene un valor sólo gramatical, que no afecta a su significado, el cual sigue siendo el mismo en “Este coche” o “Éste del escaparate”. Los neutros esto, eso y aquello son siempre pronombres, no pueden confundirse con adjetivos: no cabe decir “esto, eso o aquello coche” para significar que está más o menos próximo al hablante.

Hay otros usos de la tilde diacrítica, o diferenciadora, en los que el contexto permitiría suprimirla, por ejemplo ‘te’ pronombre o ‘té’ infusión: “Te veo muy bien”, donde te es pronombre en función de complemento directo, o “Te he comprado té en bolsitas”. Sin embargo, en los casos de ‘té’, como también en ‘dé’ del verbo dar, diferente a ‘de’ preposición, o ‘sé’ del verbo saber, distinto a ‘se’ pronombre, estos monosílabos llevan la tilde, por así decirlo, de fábrica, haya o no riesgo de ambigüedad.

Pero de éstos (con tilde, pronombre) no se han ocupado en esta (sin tilde, adjetivo) ocasión los académicos, sean escritores o lexicógrafos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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