Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Supongo
que a una gran mayoría de la población, preocupada por el incremento de los
precios de alimentos básicos, de la factura del consumo eléctrico y de los
carburantes, la polémica suscitada en la docta casa de la Real Academia
Española (RAE) por el uso de la tilde en el adverbio sólo, la habrá dejado
indiferente, si es que ha llegado a enterarse.
Creo
que fue hace trece años cuando la RAE prescribió suprimir la tilde de sólo
cuando equivale a solamente, argumentando que ya el contexto permite al lector
deducir si solo es adverbio o adjetivo. Si escribo “Yo solo paseo, no corro”,
está claro que solo es solamente, solamente paseo, me limito a pasear.
Pero
hay muchos casos en los que por el contexto no se puede saber si solo es
adverbio o adjetivo. En la frase “Yo paseo solo”, sin más precisiones, puedo
querer decir que paseo sin compañía, o que paseo solamente, sin llegar a
correr.
Los
defensores del uso de la tilde, llamada diacrítica, es decir, diferenciadora,
se basaban, y se basan, en la ambigüedad que pueden suscitar ejemplos como el
anterior, o este otro: si alguien pide un café solo –sin tilde–, puede estar
pidiendo un café sin leche, o que solo quiere un café y nada más.
En
el pleno de los académicos celebrado al pasado jueves 9 de marzo, se llegó al
acuerdo de dejar en libertad al usuario en el uso de la tilde de solo cuando
equivale a solamente.
Los
escritores, al frente de los cuales se situaba Arturo Pérez-Reverte, eran y son
partidarios de tildar sólo cuando significa solamente, mientras que los
lexicógrafos en general se decantaban por la supresión de dicha tilde.
Yo
he defendido, y defiendo, el uso de la tilde en sólo cuando significa
solamente, por el riesgo de ambigüedad que su supresión implica, como queda
claro en los ejemplos “Paseo solo” y “Un café solo” que antes he utilizado. El
contexto no siempre es suficiente para apreciar si solo es adverbio o adjetivo.
Respecto
a la tilde en las palabras este, esta, ese, esa, aquel, aquella, cuando son
pronombres, para diferenciarlas de los correspondientes adjetivos, opino que su
uso tiene un valor sólo gramatical, que no afecta a su significado, el cual
sigue siendo el mismo en “Este coche” o “Éste del escaparate”. Los neutros
esto, eso y aquello son siempre pronombres, no pueden confundirse con adjetivos:
no cabe decir “esto, eso o aquello coche” para significar que está más o menos
próximo al hablante.
Hay
otros usos de la tilde diacrítica, o diferenciadora, en los que el contexto permitiría
suprimirla, por ejemplo ‘te’ pronombre o ‘té’ infusión: “Te veo muy bien”,
donde te es pronombre en función de complemento directo, o “Te he comprado té
en bolsitas”. Sin embargo, en los casos de ‘té’, como también en ‘dé’ del verbo
dar, diferente a ‘de’ preposición, o ‘sé’ del verbo saber, distinto a ‘se’
pronombre, estos monosílabos llevan la tilde, por así decirlo, de fábrica, haya
o no riesgo de ambigüedad.
Pero
de éstos (con tilde, pronombre) no se han ocupado en esta (sin tilde, adjetivo)
ocasión los académicos, sean escritores o lexicógrafos.
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