Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
El
pasado miércoles 2 de noviembre hemos reanudado de manera presencial la
tertulia El libro del mes, en el acogedor marco de El Espino, restaurante que
regenta con buen hacer y amor Isabel Codina.
Durante
algún tiempo en la pandemia mantuvimos las tertulias por wasap. Pero es
evidente que el calor de la presencia física y de la palabra comunicada en vivo
no puede compararse con ningún otro medio informático o digital.
Aunque
el dicho latino sostiene que “Verba volant, scripta autem manent”, o sea, que
“Las palabras vuelan, mientras que los escritos permanecen”, lo hablado en una
reunión presencial nos llega al corazón y a la mente de forma inmediata,
mientras que la escritura no goza de esta cálida virtud.
A
la primera tertulia presencial asistieron diecisiete contertulios, que
evidenciaron su contento de volverse a encontrar. Pero como mantenemos el grupo
de wasap, yo, como organizador de estas reuniones, he tenido la satisfacción de
comprobar que otros muchos asiduos a las tertulias que por diversas causas no
pudieron asistir a la primera cita se apuntaron a hablarnos en el grupo virtual
del libro o los libros que más les habían gustado durante la pandemia. Hasta
cincuenta participantes digitales demostraron que la lectura nos une y
enriquece.
En
los títulos recomendados por los asistentes físicos y virtuales hay una
riquísima variedad de registros, desde clásicos imperecederos, como De rerum natura, de Lucrecio, a los más
recientes La peste, de Albert Camus,
y el Ensayo sobre la ceguera, de José
Saramago. Varios tertulianos coincidieron en El infinito en un junco, de Irene Vallejo, y en las obras de la
premio Nobel Annie Ernoux, como La place
No faltaron las recomendaciones de Coser
y contar y Voces remotas, de
Ignacio Sanz, y Angus diaboli, de
José Antonio Abella, autores que tan buenos ratos nos han hecho pasar en pasadas
tertulias.
A
riesgo de dejarme en el tintero alguna recomendación, enumero La novela posible, de José María Merino;
Dignos de ser humanos, de Rutger
Bregman; El hombre en busca de sentido,
de Viktor Frankl; Sapiens, de Yuval
Noah Harari; La vida (y la muerte)
contada por un sapiens a un neandertal, por Juan José Millás y Juan Luis
Arsuaga; Pequeña historia de ayer, de
Mercedes Formica; Corazón herido, de
Almudena Grandes; las trilogías Africanus,
de Santiago Posteguillo, y Terra alta,
Independencia y El castillo medieval, de Javier Cercas; El iris silvestre, de Louise Glück; Personas decentes, de Leonardo Padura; El adversario, de Emmanuel Carrere; Hammet, de Maggie O’Farrel; los discursos Silencio y Razón de teatro,
de Juan Mayorga; Emocionarte, de
Carlos Amor; Será larga la noche, de
Santiago Gamboa; La resolana y Larguero, de Emilio Miguel López Laorga;
La solución de los telómeros, de
Elizabeth Blackburn; Adiós a los bancos,
de Ángel Fernández Ordóñez; y la novela gráfica Pinturas de guerra, de Ángel de la Calle.
Imposible
que, en tal variedad de títulos y géneros, el lector de este blog no encuentre
alguno que le satisfaga y participe así a distancia de la tertulia El libro del
mes.
Y a la vista de varias coincidencias, habrá
que declarar “Libro del año”, como hacíamos en las tertulias colectivas del mes
de enero, al maravilloso El infinito en
un junco, de Irene Vallejo, cuyo discurso en la Feria del Libro de
Frankfurt sobre la traducción y los traductores no puedo por menos de
recomendaros.
Gracias Alberto por integrarme y por tan completo resumen y calificación de la interesante reunión.
ResponderEliminarMi comentario también aparece como anónimo pero soy Alberto Hernández Agramonte
EliminarMuchísimas gracias, Alberto. Yo no me animé a escribir en el chat porque hace tanto que no puedo asistir… pero leí con interés todas las propuestas. Y lo seguiré haciendo!!!
ResponderEliminarMi comentario aparece como “anónimo “, pero soy Isabel López Villa
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