Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
He subido a tu ermita, Santo Cristo,
al pie del monte del Caloco.
Mis hijos y mis nietos me acompañan
en la mañana azul y transparente.
Después de años de pandemia,
el pueblo está anhelante
por venerar tu sacra imagen.
Grupos de todas las edades,
abuelos, padres, madres,
y jóvenes y niños ya caminan
bajo frondosos álamos.
Descenso, mas después
hay que ascender, como tú
subiste con la cruz a cuestas.
Recuerdos de mi infancia,
montados en borricos de Domingo
de Ramos, que son fiestas.
Acógenos, Jesús, en la explanada
ante la ermita centenaria
en vuelo de campanas.
Preparado el altar del sacrificio,
los panes que multiplicaste,
y yo estoy a tus pies.
Bajo a buscar a mi mujer,
un regalo de luz
de tu Padre
en mis años longevos.
No cesan de subir más convecinos,
yo voy contracorriente,
y me abrazan los montes
grises y verdes,
rocas y pinos bajo el cielo azul.
Ya junto a mi mujer,
presencio, Santo Cristo, tu llegada
al pueblo. Me emocionan
los acordes solemnes de la banda.
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