10 de mayo de 2020

Los expertos


Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró

Cuando Pedro Sánchez quiere justificar cualquiera de las actuaciones de su Gobierno durante la crisis del covid-19, alega que siempre sigue el consejo de “los expertos”. Quiénes sean tales expertos, no lo comunica. Se da por supuesto que son conocedores cualificados de los distintos ámbitos, sanitarios, económicos y sociales, a los que ha afectado de manera especial la actual pandemia y que, además de los conocimientos teóricos, tienen experiencia en la solución de los problemas prácticos.
Estamos acostumbrados a que los jefes del Ejecutivo y los ministros de sus gabinetes sean, con alguna excepción, políticos militantes del partido que ha ganado las elecciones. He estado repasando los currículos de los ministros –perdón, y las ministras– del Gobierno de Pedro Sánchez y la mayoría de ellos han realizado su carrera profesional dentro de la Administración pública y, en bastantes casos, han ejercido la docencia en distintas universidades asimismo públicas. Con alguna rara excepción, nunca han trabajado en la empresa privada.
¿Se les puede considerar expertos en las competencias asignadas a sus respectivas carteras? Sobre el papel, a bastantes de ellos se les podría juzgar preparados para desempeñar con solvencia las funciones de sus cargos. O sea, que tenemos el mejor de los Gobiernos posibles en la más grave coyuntura sanitaria, económica y social que está asolando no solo a España, sino al mundo entero.
¿A qué se debe entonces que nuestro país ocupe el cuarto puesto en el número de fallecidos por el covid-19 en relación con el número de habitantes, después de Estados Unidos, Reino Unido e Italia?
Es un hecho reconocido por la práctica totalidad de los analistas, pero no así por el Gobierno de Pedro Sánchez, que este empezó con retraso a tomar las medidas necesarias para atajar los contagios por el coronavirus, cuando ya se habían dado casos de infectados en nuestro país. No fue hasta el 14 de marzo cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, después de permitir por motivos ideológicos las masivas manifestaciones feministas del 8-M.
La responsabilidad asumida por el Gobierno central en materia de sanidad a raíz del estado de alarma ha recaído en el ministerio que dirige Salvador Illa. A Salvador Illa se le suele presentar como filósofo, por ser esta la materia de sus estudios principales. Yo estudié Filosofía y Letras en la Universidad de Munich y en la Complutense de Madrid, y nunca me he considerado filósofo por no haberme dedicado profesionalmente a esta disciplina. Salvador Illa ni es filósofo, ni mucho menos experto en sanidad, a pesar de que esta es la cartera que le confió Pedro Sánchez en la idea de que, estando transferidas a las comunidades autónomas las competencias sanitarias, no tendría el titular del ministerio central que hacer frente a situaciones especiales, por supuesto no a una crisis mundial de la salud.
Aquí es donde entra en juego el “experto” Fernando Simón, que ostenta el pomposo cargo de director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Desbordaría los límites de este artículo recorrer todas las declaraciones de este pretendido especialista. El 31 de enero, cuando ya se había diagnosticado el primer contagiado por coronavirus en nuestro país, Simón aseguraba: “Nosotros creemos que España no va a tener como mucho algún caso diagnosticado, esperemos que no haya transmisión local. Si la hay será muy limitada y controlada”.
Obsérvese la confusa redacción, marca de la casa. En numerosas comparecencias, insistió en que en España no se darían más que un par de casos de covid-19.
Pero si estas intervenciones no fueran suficientes para desautorizar al doctor especialista, el propio Fernando Simón cayó contagiado por el coronavirus. ¿No cumplió las medidas de protección y distancia social que él mismo aconseja, o estas no valen para nada? Del desabastecimiento de mascarillas, test y equipos de protección, así como de la adquisición de material defectuoso, no es responsable Simón, pero sí el Ministerio de Sanidad
Y no es de recibo en cualquier caso que los médicos y sanitarios en primera línea de choque contra el covid-19 no hayan contado con los imprescindibles equipos de protección individual. Lo que ha causado que el número de sanitarios contagiados en España superen los 45.000. Otro récord de la gestión del gabinete de Sánchez.
¿Por qué ministros como Nadia Calviño, José Luis Escrivá, Manuel Castells y Luis Planas, cualificados en sus respectivos dominios, no tienen peso en las decisiones del Gobierno de Sánchez? Porque en este priman las razones ideológicas y partidistas, y una improvisación y una rectificación constantes.
Y porque en el seno del mismo Gobierno están los políticos de Unidas Podemos que, como reconoció el propio Sánchez antes de formar coalición con ellos, no dormiría tranquilo ni él, ni el 95 % de los españoles, si les dejara sentarse en el Consejo de Ministros.
Pues ahí están. Y si de alguien puede afirmarse sin temor a equivocarse que no son expertos en nada, salvo en medrar a costa del erario público después de convertirse en “casta”, es de Pablo Iglesias y de Irene Montero.

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