Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
La tradición según la cual unos magos de Oriente, guiados
por una estrella, llegaron a Belén para adorar al niño Jesús se basa
principalmente en el relato del evangelista San Mateo. Ninguno de los otros tres
Evangelios refiere este hecho, aunque sea el de San Lucas el que más noticias
recoge sobre la infancia de Jesús. Los evangelios apócrifos, así llamados
porque, a diferencia de los cuatro canónicos, no fueron reconocidos por la
Iglesia como inspirados por Dios ni incluidos en el Canon, por ejemplo el Seudo Tomás, del siglo II, sí narran
otras escenas de la infancia de Jesús.
El Evangelio de San Mateo solo habla de unos magos
procedentes de Oriente, no los llama reyes, ni dice que fueran tres, ni
consigna sus nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Magos, en el ámbito
cultural de la Media y Babilonia, eran una clase de sabios o sacerdotes, que se
ocupaban fundamentalmente de observar y estudiar las estrellas, una especie de
astrónomos o astrólogos –en la antigüedad no se distinguía entre estos dos
términos–.
La realeza, el número y los nombres de estos magos son
rasgos que se fueron añadiendo tomados de distintas fuentes, como los citados
evangelios apócrifos y varios autores cristianos o no.
Así, Tertuliano (180-220), Padre de la Iglesia y fecundo
escritor, fue el primero en convertir a los magos en Reyes.
Ya el teólogo Orígenes (185-253) fijó en tres el número
de los magos de Oriente, movido seguramente por los tres dones, oro, incienso y
mirra que, según el Evangelio de San Mateo, ofrecen a Jesús. Esta cifra de tres
fue aceptada y confirmada solemnemente en el siglo XV por el papa León I el
Magno.
En cuanto a los nombres de estos magos reyes, aparecen en
el documento Excerpta Latina Barbari,
traducción latina de una crónica griega escrita en Alejandría en el siglo V,
como Melichior, Gathaspa y Bithisarea, y en otro
evangelio apócrifo, el Evangelio Armenio de la infancia de Jesús, como Balthazar,
Melkon y Gaspard. La denominación con la que hoy se conoce a los Reyes Magos
aparece por primera vez en unos frescos de la basílica de San Apolinar el Nuevo,
en Rávena (Italia), que datan de mediados del siglo VI. Se representa a tres
personajes ataviados a la moda persa, tocados con un gorro frigio y vestidos con
pantalones, en actitud de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen,
que está sentada en un trono y sostiene al Niño sobre su rodilla izquierda.
Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda:
Gaspar, Melchior, Balthassar.
Pero las representaciones más antiguas
de los Reyes Magos se encuentran en los frescos de la catacumba de Santa
Priscila, en Roma, que se remontan de mediados del siglo II a mediados del
siglo III. Los Reyes son tres y ofrecen sus dones al Niño sostenido en brazos
por su madre María.
A Cesáreo de Arlés (hacia 470-542),
arzobispo de esta ciudad francesa y santo cristiano, se debe el cambio de los
gorros frigios con que anteriormente se había representado a los Reyes Magos
por coronas propias de su realeza.
En España son de gran interés para la
iconografía de los Reyes Magos el Códice de Roda, del siglo X, que se conserva
en la Real Academia de la Historia de España, en Madrid, y el famoso Mapa de
Juan de la Cosa, del siglo XV, que puede verse en el Museo Naval, también en la
capital de España. En este mapa, los reyes van montados en caballos, no en
camellos, como han divulgado imágenes populares.
Vayamos ahora a la costumbre de hacer
regalos en Navidad o en la fiesta de Reyes. Habría que remontarse a las
festividades precristianas de las Saturnales o del Sol Invicto para hallar un
precedente de la tradición cristiana, que trasladó esa costumbre a la fiesta de
la Epifanía. Los protestantes asocian el uso de los regalos a Santa Claus, es
decir, a San Nicolás, que vivió en el siglo V y fue obispo de Mira. Se atribuye
al reformador protestante Lutero (1483-1546) el nombre de Papá Noel, dado a
Santa Claus, por el deseo de que no se perdiera la conexión de regalar con la
celebración cristiana de la Navidad (Noel).
Después de mucho navegar por Internet y
de consultar numerosas fuentes no he conseguido descubrir ni siquiera una fecha
aproximada en que surgió la actual forma en que los Reyes Magos traen regalos a
los niños. Parece ser que datan del siglo XIX, en pleno Romanticismo, las
cabalgatas de Reyes: una de las primeras documentadas se celebró en Alcoy en
1866.
Hoy la institución monárquica es
contestada en España por diferentes fuerzas políticas, que reprochan a los
reyes no haber sido elegidos democráticamente, olvidando el importante papel
desempeñado por el rey Juan Carlos en la implantación de la democracia en
España gracias a la Constitución de 1987. La solidez de las tradiciones
religiosas en España, como todo lo relacionado con la Navidad y la Epifanía,
permite confiar en que los niños seguirán recibiendo regalos de los Reyes
Magos, a pesar de que el rey español sea reprobado por ciertos
independentismos.
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