10 de marzo de 2017

Mujer en casa

                                    La blanca casa del silencio
omnipresente se ha llenado
con tu palabra y con tu voz
desde una habitación a otra.

Unas tímidas vincas
y unas tempranas margaritas
te dan la bienvenida,
señora con jardín,
del coche copiloto
para salir al campo.

Habrá que recortar el seto
y contemplar los montes y el pinar
con nuevos ojos.

Descubrimos arcanos olvidados
del cuerpo y del espíritu.
Hay prendas femeninas
al sol del tendedero.

Cocinamos sabores compartidos
y besos en los labios
por todas las esquinas.

El sexto pino está al alcance
de nuestras manos enlazadas.

La blanca casa del silencio
omniperesente se ha llenado
de risas y campanas
que tocan a rebato del amor.

                              Alberto Martín Baró

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