21 de septiembre de 2025

La inteligencia artificial

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Cuando trato de entender en qué consiste la inteligencia artificial, de la que continuamente se nos habla en los medios de comunicación y en publicaciones científicas o de divulgación, me viene a la memoria el conjunto de transformaciones económicas y sociales que tuvieron su origen en el Reino Unido y que se extendieron a diversos países de Europa y EE.UU. desde finales del siglo XVIII y que yo estudié en mis años de Bachillerato y tuve presentes en épocas sucesivas de mi trabajo editorial.

Dos factores decisivos influyeron en los cambios de todo tipo que se produjeron en las sociedades industriales: la invención de la máquina de vapor y la existencia de capitales disponibles procedentes del comercio internacional.

Aunque se la denomina revolución industrial, en realidad no hubo tal revolución, sino una evolución paulatina de las condiciones de vida y del trabajo, pasándose de una sociedad agraria y campesina, a otra urbana. Muchos trabajadores manuales fueron sustituidos por máquinas y perdieron sus trabajos. Las condiciones de vida cambiaron paulatinamente, por lo que más que de revolución habría que hablar de evolución, y no solo industrial, sino también social y económica.

Aunque sí hubo movimientos revolucionarios de los obreros que perdieron sus puestos de trabajo sustituidos por las máquinas.

¿Sucederá algo similar cuando la inteligencia artificial se imponga en nuestras vidas, no solo en el ámbito del trabajo, sino también en el de la ciencia, la cultura, la sanidad, el transporte y el ocio?

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la inteligencia artificial (IA) como “una disciplina de la informática que busca crear programas capaces de ejecutar acciones comparables a las de la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.

O sea que la IA, según la RAE, depende del informático que crea programas que pueden realizar actos similares a los que llevamos a cabo los seres humanos. Además del aprendizaje o del razonamiento lógico que menciona la definición de la RAE, la IA podrá o puede ya según los expertos en esta materia crear obras de arte, escribir libros, diagnosticar y sanar enfermedades, conducir medios de transporte sin necesidad de conductor… Y todo ello con independencia de los informáticos, los artistas, los escritores, los médicos y científicos de las distintas especialidades.

De manera similar a cómo las máquinas de la revolución industrial y luego la informática hicieron desaparecer puestos de trabajo y crearon otros nuevos, la IA dejará, ya está dejando según los expertos en la materia, obsoletas ciertas ocupaciones laborales y se alumbrarán, ya se están alumbrado, otras nuevas.

Yo, qué quieren que les diga, no acabo de creer en la independencia o autonomía de la IA.

Por de pronto, no me montaré en un autobús u otro medio de transporte sin conductor.

Y claro que me gustaría que un robot realizara las labores domésticas de mi casa y que la IA, con solo indicarle el tema de mi blog, lo escribiera y lo colgara en la red.

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