28 de septiembre de 2025

¿Existe un Estado palestino?

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Me he hecho esta pregunta al enterarme de que, a 22 de septiembre de 2025, un 80 % de los Estados miembros de las Naciones Unidas reconocen un Estado de Palestina, mientras que no lo reconocen un 20 %. Traducidos a números estos porcentajes, 164 países reconocen un Estado palestino, mientras que no lo reconocen 38.

Es una abrumadora mayoría, pero yo me sigo preguntando de qué Estado se trata. ¿De la franja de Gaza, donde se ha impuesto la organización terrorista Hamás? Me cuesta creer que países democráticos reconozcan como Estado a este territorio donde no existe otra Constitución que el propósito declarado de arrojar a Israel al mar, y en el que no hay estructuras de gobierno, a no ser que se consideren tales la red de túneles donde se refugian los miembros de Hamás después de realizar sus ataques a Israel, como el perpetrado el 7 de octubre de 2025, y donde retienen a los rehenes judíos capturados en esos ataques.

Por otro lado, también reclama la condición de Estado palestino la Cisjordania liderada por la Autoridad Nacional Palestina, al frente de la cual está el autócrata Mahmud Abás, enemigo declarado de Hamás, y cuyo poder no pasa de un deseo sin estructuras de Estado.

En su intervención en las Naciones Unidas, Abás dejó claro que el futuro de su nación pasa por la convivencia pacífica con Israel, planteamiento incompatible con la permanencia de Hamás en una tierra sembrada de odio y terror y que desde hace décadas hace imposible la paz en Oriente Medio.

El líder palestino, que habló en la ONU por videoconferencia, pues tiene prohibida la entrada en Estados Unidos, propuso trabajar con la comunidad internacional para implementar los acuerdos alcanzados en esa cumbre, que apuntan a un alto el fuego, la liberación de todos los rehenes y prisioneros, la elaboración de una Constitución y la celebración de elecciones con protagonismo de la Autoridad Palestina que preside.

Pero a la vez Mahmud Abás atacó al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, condenando su ambición de crear un Gran Israel, que cuente con más territorio palestino y alertó sobre la posibilidad de una anexión forzada de Cisjordania.

O sea, que por un lado necesita a Israel para acabar con Hamás, pero por otro mantiene su voluntad de conquistar Jerusalén, “joya de nuestros corazones y nuestra capital eterna”, en sus propias palabras.

Antes de los horrendos crímenes cometidos por Hamás el 7 de octubre, muchos israelíes criticaban al gobierno de Netanyahu, que cuestionaba la división de poderes y estaba cercado por casos de corrupción.

Pero esta crítica interna cambió después del ataque de Hamás a un kibutz, que además en su mayoría estaba a favor de un entendimiento con los gazatíes: mujeres violadas, familias quemadas vivas, jóvenes masacrados mientras estaban de fiesta, rehenes que arrancaron de sus familias y de los que aún 48 siguen en poder de Hamás, no  sabemos si vivos o muertos.

Los terroristas de Hamás controlan la entrada de comida en Gaza y sitúan a su población en los lugares que saben que van a ser atacados.

Acusar de genocidio a un país el único democrático de la zona y a su ejército, que avisa con antelación dónde va a efectuar sus ataques, carece de toda base racional.

La Real Academia Española define el genocidio como “el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivos de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”.

No parece que se den estas motivaciones en la guerra de Israel contra Gaza. Otra cosa son los excesos cometidos por los responsables militares y políticos, que el propio pueblo de Israel condena.

Mientras que existen palestinos en Israel, no hay israelíes ni en Gaza ni en Cisjordania.

En la intervención de Netanyahu en la sede de las Naciones Unidas, muchos de los asistentes abandonaron la sala. Y yo me pregunto ¿cuántos países democráticos se cuentan entre los miembros de las Naciones Unidas? Se trata en su gran mayoría de dictaduras.

Yo, en contra del activismo hipócrita de Pedro Sánchez, de Ione Belarra y de Irene Montero, a quienes invito a gozar una temporada de las libertades feministas de Hamás, sigo defendiendo a Israel, que ha hecho de una tierra inculta un vergel y es un modelo de democracia libre, que para nosotros quisiéramos en la España que Pedro Sánchez desgobierna.

 

21 de septiembre de 2025

La inteligencia artificial

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

Cuando trato de entender en qué consiste la inteligencia artificial, de la que continuamente se nos habla en los medios de comunicación y en publicaciones científicas o de divulgación, me viene a la memoria el conjunto de transformaciones económicas y sociales que tuvieron su origen en el Reino Unido y que se extendieron a diversos países de Europa y EE.UU. desde finales del siglo XVIII y que yo estudié en mis años de Bachillerato y tuve presentes en épocas sucesivas de mi trabajo editorial.

Dos factores decisivos influyeron en los cambios de todo tipo que se produjeron en las sociedades industriales: la invención de la máquina de vapor y la existencia de capitales disponibles procedentes del comercio internacional.

Aunque se la denomina revolución industrial, en realidad no hubo tal revolución, sino una evolución paulatina de las condiciones de vida y del trabajo, pasándose de una sociedad agraria y campesina, a otra urbana. Muchos trabajadores manuales fueron sustituidos por máquinas y perdieron sus trabajos. Las condiciones de vida cambiaron paulatinamente, por lo que más que de revolución habría que hablar de evolución, y no solo industrial, sino también social y económica.

Aunque sí hubo movimientos revolucionarios de los obreros que perdieron sus puestos de trabajo sustituidos por las máquinas.

¿Sucederá algo similar cuando la inteligencia artificial se imponga en nuestras vidas, no solo en el ámbito del trabajo, sino también en el de la ciencia, la cultura, la sanidad, el transporte y el ocio?

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la inteligencia artificial (IA) como “una disciplina de la informática que busca crear programas capaces de ejecutar acciones comparables a las de la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.

O sea que la IA, según la RAE, depende del informático que crea programas que pueden realizar actos similares a los que llevamos a cabo los seres humanos. Además del aprendizaje o del razonamiento lógico que menciona la definición de la RAE, la IA podrá o puede ya según los expertos en esta materia crear obras de arte, escribir libros, diagnosticar y sanar enfermedades, conducir medios de transporte sin necesidad de conductor… Y todo ello con independencia de los informáticos, los artistas, los escritores, los médicos y científicos de las distintas especialidades.

De manera similar a cómo las máquinas de la revolución industrial y luego la informática hicieron desaparecer puestos de trabajo y crearon otros nuevos, la IA dejará, ya está dejando según los expertos en la materia, obsoletas ciertas ocupaciones laborales y se alumbrarán, ya se están alumbrado, otras nuevas.

Yo, qué quieren que les diga, no acabo de creer en la independencia o autonomía de la IA.

Por de pronto, no me montaré en un autobús u otro medio de transporte sin conductor.

Y claro que me gustaría que un robot realizara las labores domésticas de mi casa y que la IA, con solo indicarle el tema de mi blog, lo escribiera y lo colgara en la red.

14 de septiembre de 2025

Tres jóvenes cristianos de nuestros días

Las palabras y la vida  

Alberto Martín Baró

El asesinato del joven activista estadounidense Charlie Kirk el pasado jueves 11 de septiembre ha estado marcado en Estados Unidos y en todo el mundo por el recuerdo del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, al Pentágono en Washington y a otros objetivos de los terroristas.

Sin embargo, a mí me ha llevado a relacionar la figura de Charlie Kirk, quien tenía en las redes sociales millones de seguidores, con otros dos jóvenes, muy distantes en el espacio, pero que a mi modo de ver guardan una similitud alentadora e inspiradora para gran parte de la juventud actual.

Me refiero a los dos santos canonizados por el Papa León XIV Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati. ¿Qué tienen en común estos tres jóvenes, el estadunidense y los dos italianos?

Al margen de diferencias de carácter y aficiones, los tres se caracterizan por una serie de rasgos que les han llevado a erigirse en referentes de una juventud alejada de enfrentamientos ideológicos y sectarismos.

Se ha caracterizado a Acutis y Frassati como santos en chándal y zapatillas. Ambos eran aficionados al alpinismo. Y en lo religioso coincidían en su amor a la Eucaristía y a Jesús.

Profesionalmente, Acutis era un estudiante italiano, hábil programador informático aficionado. Dedicaba su tiempo libre a visitar a los ancianos y ahorraba dinero para dárselo a los pobres. Su madre dijo de él: “Su jornada giraba en torno a Jesús, que era su centro. Las personas que se dejan transformar por Jesús y tienen esta fuerte amistad con Dios interpelan a los demás, irradian la imagen de Dios”.

Por su parte, Pier Giorgio Frassati se distinguió como Acutis por ayudar a los demás, sobre todo a los más necesitados. Estudió ingeniería industrial mecánica y tenía el proyecto de trabajar en el sector minero para servir a Cristo cerca de los operarios pobres.

Fue miembro profeso de la Tercera Orden de Santo Domingo y se inspiró en las enseñanzas de Santo Tomás y del apóstol San Pablo.

En carta a uno de sus amigos escribe: “Yo quisiera que nosotros jurásemos un pacto que no conoce límites temporales ni terrenales: la unión en la oración”. Y a su hermana Luciana le dice un día: “Ayudar a los necesitados es ayudar a Jesús”.

Que dos santos canonizados utilicen un lenguaje religioso nada tiene de extraño. Pero que un activista o influencer laico como Charlie Kirk también lo emplee es menos corriente. Sin embargo, la fe cristiana de Kirk le llevó a acercarse al catolicismo y asistir a misa con su mujer y sus dos hijos. En sus charlas congregaba a cientos de personas y respondía a cualquier pregunta que quisieran hacerle, sin tratar de imponer nunca sus ideas, abierto siempre al diálogo.

En un último tuit en X el pasado domingo de septiembre escribió: “Jesús derrotó a la muerte para que tú puedas vivir”.

Palabras que podían haber sido pronunciadas por los santos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, y que a mí me llevan a confiar en lo mejor de la juventud actual.

Lamentablemente, frente a estos ejemplos del bien, también existe el mal en jóvenes como el asesino de Charlie Kirk y en quienes le secundan y aplauden.

 

 

 

 

 

 

 

 

7 de septiembre de 2025

¿Es la alianza de países liderada por China una amenaza para el Occidente libre?

Las palabras y la vida   

Alberto Martín Baró

Que China, Rusia y Corea del Norte se alíen nada tiene de extraño, sino que entra dentro de lo esperado de regímenes afines en su ideología comunista, aunque luego difieran en multitud de rasgos históricos y presentes. Estos tres países son regidos por autócratas que sojuzgan a sus pueblos, a los que niegan cualquier tipo de libertad.

El pasado 3 de septiembre China ha hecho una demostración de poderío militar para conmemorar los 80 años de su victoria contra Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial.

A ese desfile celebrado en la plaza de Tiananmén asistieron el autócrata ruso Vladimir Putin y el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, que hasta había enviado soldados a Ucrania para ayudar a las tropas rusas en la invasión del país gobernado por Vlodimir Zelenski.

La alianza de tres países gobernados por dictadores comunistas, con China a la cabeza, entra dentro de lo esperado. Pero que a ellos se hayan unido países como la República de la India, regida por Narendra Modi, primer ministro reelegido en las elecciones de 2024, no tiene una explicación convincente, ni por afinidades ideológicas, ni por otras características de sus pueblos. La República de la India no admite en su Constitución el comunismo y es un país de religión mayoritariamente hinduista y budista, ajena a cualquier tendencia comunista.

Otros países que se han adherido a los que se ha dado en llamar BRICS+ (Brasil Rusia, India, China, Sudáfrica) solo tienen en común su postura antioccidente.

Incluso se da la contradicción de que un país como Turquía, que se ha unido a esta gran coalición, es miembro de la OTAN, de la Unión Europea y de otros organismos occidentales.

La plaza de Tiananmén, en la que China hizo el alarde de poderío militar al que me he referido, es la misma en la que se produjeron protestas y disturbios liderados por estudiantes chinos entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989, y su posterior represión, ordenada por las autoridades de la República Popular China, que finalizó en una masacre.

Esta China, de indudable poderío militar y tecnológico, es la misma de la que parten inmigrantes que, por ejemplo, en mi barrio del Parque de las Avenidas de Madrid han montado negocios como una tienda de copistería, una peluquería y tratamiento de uñas,  varios centros de alimentación y ropa...

¿Es la alianza de países liderada por esta China llena de contradicciones una amenaza para el Occidente libre?