14 de abril de 2024

El último tren

 Las palabras y la vida 

Alberto Martín Baró

“Hay un ritmo en los pasos de quienes patean las estaciones, una cadencia monótona que seguimos los viajeros, como regidos por un diapasón que marcara el compás de espera en el que nos hallamos embutidos, dentro de un destino común momentáneo y efímero que compartimos, sin habernos propuesto ese encuentro con gentes a las que no volveremos a ver en la vida…”.

Con estas palabras comienza la novela de Hortensia Búa El último tren, que la autora y Angelina Lamelas, en distendida conversación, presentaron el pasado jueves 11 de abril en la tertulia “El libro del mes” en El Espinar.

La relación de amistad de Hortensia y Angelina se remonta a los años en los que Angelina era profesora en el colegio Menesiano del Parque de las Avenidas de Madrid y tenía como alumno a Alejandro Prieto, hijo de Hortensia. A ambas las une su pasión por la narrativa y, en concreto, por el cuento.

La primera y obligada pregunta que Angelina plantea a Hortensia versa sobre el motivo que la impulsó a escribir El último tren, novela que arranca con el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en la estación de Atocha de Madrid.

A Hortensia la movieron a interesarse por las víctimas de ese atentado las noticias que leyó en la prensa sobre algunas de las personas que viajaban en el tren y, en concreto, por una enfermera que iba a sustituir a una compañera y que se entretenía leyendo una novela de Harry Potter. Sobre esta enfermera Hortensia escribió un cuento, titulado Cambio de turno.

En el mismo tren viaja Arthur Kimbal, protagonista de la novela, por cuya mente fluye la torrentera de palabras con las que he dado comienzo a estas notas. Arthur, nos cuentan Hortensia y la novela, reside en Alcalá de Henares, como no podía ser de otro modo tratándose de un amante de Cervantes, y en esta ciudad da clases de inglés. Ha quedado con su amigo Octavio, médico, para visitar en el Museo del Prado de Madrid una exposición sobre los bodegones de Luis Meléndez, aunque después han decidido que visitarán otras pinturas, lo que la explosión que casi acaba con la vida de Arthur impediría.

Ese jueves Octavio no pensaba madrugar, pues era su día libre en el hospital. Pero, al enterarse del atentado, se dirige desesperadamente a la estación de Atocha con el temor de que Arthur haya cogido ese tren. Octavio, casi un hijo para Arthur, será otro protagonista de la historia.

A nuevas preguntas de Angelina, Hortensia refiere cómo Josefina Aldecoa la animó a ella, licenciada en Filología Inglesa y Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, y profesora de Lengua Española y de inglés en EGB, BUP y COU, a escribir narrativa. Así vieron la luz relatos como Negro sobre rojo, El túnel, Ciudades hermanas y Decálogos.

Sostiene Hortensia que el cuento, el relato breve, plantea al escritor una exigencia que no presenta la novela. Yo me permito interrumpir a Hortensia y disentir de ella y de Angelina. A mi juicio, la novela encierra una dificultad que no tiene el relato breve. Yo he sido capaz de escribir y publicar Lo que pudo pasar, una colección de cuentos, mientras que he comenzado varias veces una novela, que se ha quedado en eso, en un comienzo.

A la pregunta de cómo se plantea una narración, Hortensia contesta que primero “dibuja” los personajes, con los que a veces sueña, como también le pasaba a María Teresa León.

Siguiendo con los personajes de El último tren, cobran singular relevancia Sol, la psicóloga que psicoanaliza a Arthur y le ayuda a recobrar sus recuerdos, y Linda, la hija de Arthur, a la que este mismo, después de morir la madre, manda a vivir con la abuela. A mí, y así lo comento, me habría gustado que la autora diera más importancia a esta figura de la hija, que presenció el atentado de las Torres Gemelas. Una asidua y perspicaz tertuliana, Pilar, discrepa de esta opinión y sostiene que todos los personajes de la novela tienen un tratamiento equilibrado.

La pregunta de José Manuel, otro contertulio, sobre la estancia de Arthur en Salamanca, da pie a Hortensia a aludir a este episodio decisivo en la vida de Arthur e incluir preciosas pinceladas sobre la ciudad que nos recuerda a fray Luis de León.

Con esta novela Hortensia ha querido también rendir un homenaje a los numerosos y doctos hispanistas que han enriquecido el saber sobre la literatura hispana, en especial, sobre el Siglo de Oro español.

A mí, que soy un romántico, me han emocionado las dos historias de amor que incluye la obra.

¿Por qué el título de El último tren? Antes de publicarse esta novela, falleció a los 96 años la madre de Hortensia, a quien ella dedica el libro.

“A Hortensia, mi madre, que ya tomó su último tren”.

Gracias, Hortensia hija, por deleitarnos con tus palabras y tus escritos en esta soleada tarde de El Espinar.

 

 

 

 

 

 

 

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