Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Si alguien quiere saber lo que harán Pedro Sánchez y el PSOE en un futuro más o menos próximo, que puede incluso ser el instante siguiente, no tiene más que transformar en afirmación lo que Pedro Sánchez o cualquier miembro cualificado de su sumiso PSOE hayan negado, o viceversa, cambiar en negación lo que Pedro Sánchez y el PSOE hayan afirmado tajantemente.
Resulta cansino ocuparse de las contradicciones de Pedro Sánchez, y yo no lo haría, si este personaje fuera un político cualquiera. Pero padecemos la desgracia de que Pedro Sánchez sigue siendo, a pesar de todos los pesares, presidente del Gobierno de España.
Un presidente que no tuvo reparo alguno en afirmar, tras las elecciones generales de 2019, que le quitaría el sueño pensar en un gobierno en el que estuviera Pablo Iglesias y siguió durmiendo tan tranquilo con el fundador y dirigente de Podemos como vicepresidente de su gabinete.
No menos tajantemente sostuvo que jamás pactaría con Bildu –¿cuántas veces quiere que se lo repita?–, hasta que convirtió a los etarras en uno de los apoyos de su legislatura tras las elecciones generales del 23 de julio de 2023, que no ganó.
Ante las elecciones vascas que se están celebrando este mismo domingo 21 de abril de 2024 y cuyos resultados aún no se conocen en la mañana en la que yo publico mi blog, Pedro Sánchez y todo el PSOE en tromba se han lanzado a descalificar a Bildu porque su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, se haya negado a llamar terrorista a ETA, que en sus palabras fue “un grupo armado”.
A tenor de lo que siempre han hecho Pedro Sánchez y el PSOE, demos por descontado que, si les interesa, apoyarán a Bildu y este partido volverá a ser blanqueado, olvidándose su identificación con la banda terrorista ETA.
Una parte muy significativa de mi vida transcurrió en el País Vasco desde mediados de los años cincuenta a principios de los sesenta. Y aunque desde su nacimiento en 1959, ETA a través de su brazo político Sortu mantuvo su lucha contra España, en los años de mi estancia en las Vascongadas –así las llamábamos– no se produjo ningún atentado mortal de ETA: el primer asesinato que la banda terrorista cometió fue en junio de 1968 y tuvo como víctima al guardia civil José Antonio Pardines.
Gane quien gane las elecciones de este domingo en el País Vasco, y gobierne quien gobierne, ya sea una coalición de Bildu y PNV, o el PNV con el apoyo del PSE, o Bildu con el apoyo del PSE que, como hemos visto, lo negaba hasta ayer mismo, a mi juicio el resultado no supondrá ninguna mejora ni política, ni social, ni económica para una población sometida desde hace más de medio siglo al exilio de unos 180.000 ciudadanos y a los intereses de un nacionalismo que recogía las nueces del árbol que sacudía ETA.
El PNV, fundado por el racista Sabino Arana, nunca ha significado para los ciudadanos vascos una alternativa valiosa ni a Sortu ni a Bildu, ni al cambiante PSE, ni al PP, hoy reducido a un escaso número de diputados en el parlamento vasco.
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