Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
En una entrevista que le hizo Carlos Alsina en Onda Cero el martes pasado 5 de septiembre, el expresidente del Gobierno Felipe González declaró que “En la Constitución no caben ni la amnistía ni la autodeterminación”. Según el histórico socialista, una posible amnistía a los condenados por el golpe de Estado del 1 de octubre de 2017 en Cataluña no sólo borraría el delito, sino que condenaría el ordenamiento jurídico y daría la razón a los que se han levantado. Esta medida equivaldría a decir que los que quebrantaron la ley son víctimas de la represión y el descalificado es el régimen opresor.
Además, manifestó Felipe González, que el amnistiado “debe reconocer que se le está perdonando una pena, que se está aliviando su situación”, pero que también “debe decir: esto no lo voy a volver a hacer”. Lo que sucede es que los condenados por el ‘procés’ “quieren que se les amnistíe para volver a hacerlo”.
En el transcurso de la entrevista confesó que “sí” había votado al PSOE en las elecciones generales del 23J, pero que le había costado más que otras veces y que experimenta un sentimiento de “orfandad” al prever la repetición del Gobierno de coalición de Pedro Sánchez con el apoyo necesario de las fuerzas independentistas.
Recordó que reformar la Constitución sólo sería posible con un acuerdo PP-PSOE.
Vale, Felipe, sabias y acertadas consideraciones. Pero, a pesar de todos los pesares y de ese sentimiento de “orfandad”, votaste al PSOE de Pedro Sánchez, sabiendo que también él lo volverá a hacer: aliarse con Sumar, o sea el comunismo, y con todos los partidos independentistas, y reeditar el Gobierno Frankenstein.
A eso, Felipe, se le llama coherencia. No te gusta el PSOE de Sánchez, pero le votas. Tengo amigos socialistas y comunistas que incurren en la misma contradicción. “No querrás que vote al corrupto PP o a la extrema derecha de Vox”. Ya sé que eso repugna a los que se consideran “izquierda progresista”. Pero hay otras opciones, como son la abstención o la papeleta en blanco.
El PSOE actual está fagocitado por Pedro Sánchez. Ya he escrito más de una vez en este blog que no existe el “sanchismo”, malhadado término, incluso desde el punto de vista léxico, que ha hecho fortuna, hasta entre los críticos de Sánchez. Y también he demostrado con las propias declaraciones del presidente en funciones, que él no tiene ninguna convicción ni ningún proyecto, salvo el de continuar en La Moncloa. Así, respecto a la amnistía, afirmó el 20 de julio de 2023: “El independentismo pide la amnistía, algo que este Gobierno no va a aceptar y que desde luego no entra en la legislación ni en la Constitución”.
A Pedro Sánchez le traen al pairo el federalismo, la nación de naciones, la desjudicialización del ‘procés’, el encaje de Cataluña en España… Si le beneficiara, volvería a apoyar la implantación del 150 en Cataluña, como hizo en su día con el PP de Mariano Rajoy.
Pero, hoy por hoy, su permanencia al frente del Gobierno está condicionada por el apoyo de comunistas, independentistas y terroristas, todos ellos fuerzas de progreso y defensores de la igualdad de los españoles.
¿Qué digo? ¿Españoles? No, catalanes, vascos, gallegos, con sus naciones y repúblicas propias, y ciudadanos de segunda, que han tenido la desgracia de nacer en regiones atrasadas, sin raíces históricas, castellanos, leoneses, navarros, andaluces, asturianos, cántabros, aragoneses, riojanos, extremeños, valencianos, murcianos, canarios, baleares… ¡Vaya por Dios! A excepción de Castilla La Mancha, Navarra y Asturias, las Comunidades Autónomas gobernadas, tras las elecciones del 28 de mayo, por el PP, aliado o apoyado por Vox.
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