Las palabras y la vida
Alberto Martín Baró
Hace algo más de cinco años y medio uní mi vida a la de la escritora santanderina Angelina Lamelas. Angelina ha publicado hasta el día de hoy 19 libros, el más reciente de los cuales es un precioso álbum con numerosas fotos que en cuatro apartados trata de La familia, Amistades, Escritores y Encuentros.
En este libro y en otros escritos, Angelina habla de sus nueve hermanos. Yo, como el doctor don Gregorio Marañón, que tan importante papel desempeñó en la vida de José Antonio Lamelas González, eximio cardiólogo y padre de once hijos, aprendí a nombrar por su orden a estos vástagos: María Luisa, Angelina, José Antonio, Teresa, Ana, Ricardo, Diego, Carmen, Elena, Javier y Marta, que solo vivió dos días.
He tenido la suerte de conocer y tratar a siete de estos hermanos de Angelina: María Luisa, Tere, Ana, Ricardo, Diego, Carmen y Javier. José Antonio había fallecido cuando yo entré a formar parte de la familia Lamelas Olaran.
¿Y a Elena, la sexta hermana? Pues no la he conocido más que por fotos hasta hace cinco días, porque reside en Benicassim. Más de una vez nos hemos propuesto Angelina y yo viajar a Benicassim, pero por unas causas u otras no hemos llegado a realizar este viaje.
Así que ha sido ella, la menor de las hermanas Lamelas Olaran, la que ha venido a Santander, acompañada de su hija Helena, su marido y su hijo Ramón, o sea el yerno y el nieto de Elena, su otra hija Belén con su marido Víctor y sus hijos Álvaro y Víctor, o sea el otro yerno y los otros dos nietos de Elena.
Mientras escribía estas líneas se me ocurría pensar en la importancia que en todas las familias, y más en las numerosas, tiene un árbol genealógico, como el que en su día confeccionaron e hicieron imprimir de la familia Lamelas Olaran Angelina y su hijo José Antonio Fúster Lamelas. Árbol que se ha quedado obsoleto por los nuevos descendientes que han ido naciendo en fechas posteriores.
No tengo más remedio que ponderar la simpatía y la belleza de Elena, la sexta hermana, cuando la contemplo al natural en casa de Tere, donde se aloja estos días. Sí, como dice Angelina de ella en Personajes de mi vida, “salió guapa y resultona”. Y para su satisfacción, en Benicassim y en el Grao de Castellón residen también sus hijos y nietos.
Es Elena muy buena conversadora y relata con acierto las peripecias de su vida, captando el interés de su interlocutor, que en este caso soy yo. Se sobrepone sonriente a los trances amargos que, junto a muchos felices, han jalonado su existencia.
Asiste junto a Tere, Carmen, Ana, Angelina, María Luisa, Javier, Gonzalo, hijo de Tere, y sus ya mencionados hijos y nietos, a la misa que todos los veranos por estas fechas celebra Ángel Camino, sacerdote agustino, primo de los Lamelas Olaran, por los difuntos de la familia.
A mí me invita Ángel Camino a leer la epístola, la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, de la festividad del santo del día, el agustino recoleto San Ezequiel Moreno. No puedo por menos de recordar que años anteriores hacía esta lectura el marido de Tere, el magistrado Javier Sánchez Pego, al que Ángel Camino dedica un sentido y merecido elogio.
Nos despedimos de Elena Angelina y yo asegurándole que la visitaremos en Benicassim. Elena nos promete una paella.
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